Carta Pastoral del Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández.
El 7 de octubre de 2012 es una fecha señalada para la diócesis de Córdoba: uno de sus presbíteros, Juan de Ávila, es proclamado Doctor de la Iglesia universal. Si se tratara de un religioso, su familia estaría encantada de celebrar este acontecimiento que honraría a su Orden. Se trata de un sacerdote diocesano, y parece que no tiene familia que le respalde. No es así. Tiene una familia y un calificativo, el de sacerdote diocesano secular. Más aún, en 1946 fue proclamado patrono del clero secular español por el Papa Pío XII. Y cuando uno es sacerdote diocesano, tiene una diócesis, un presbiterio presidido por un obispo, un territorio en el que ejerce su ministerio. Esa diócesis, ese presbiterio, ese territorio es Córdoba para San Juan de Ávila. Clericus cordubensis (cura de la diócesis de Córdoba) es su título, por un pequeño beneficio eclesiástico en Santaella. No es una apropiación indebida, sino reconocer dónde está enraizado este sacerdote diocesano secular, patrono del clero secular español. El recorrió distintos lugares del entorno: Sevilla, Granada, Zafra, Baeza, etc. Es conocido como Apóstol de Andalucía. Pero su incardinación es Córdoba, aunque tuvo otras propuestas que él declinó. Se quedó en Córdoba y en la diócesis de Córdoba murió y fue enterrado en Montilla (Córdoba), donde se venera su sepulcro como un tesoro, que ahora adquiere un valor especial.
Se trata de un acontecimiento deseado desde hace siglos, y del que nosotros somos testigos directos. Nos han precedido generaciones y generaciones, sobre todo de sacerdotes y obispos, que lo han pedido y deseado, y hoy nos es concedido a nosotros vivirlo en directo. Demos gracias a Dios. Los obispos de Córdoba a lo largo de estos siglos han impulsado la causa de múltiples maneras. Sus paisanos de Almodóvar del Campo (Ciudad Real) han contribuido notablemente, a través de los Trinitarios, ya que San Juan de Ávila es primo del reformador de la orden trinitaria, San Juan Bautista de la Concepción (Almodóvar del Campo, 1561 – Córdoba, 1613). Los Reyes de España han seguido de cerca y han apoyado este largo proceso, sobre todo, Felipe V y Carlos IV, a través de los cardenales-arzobispos de Toledo. Los sacerdotes seculares naturales de Madrid han dado un impulso definitivo a la causa. Y ya en el siglo XX, la Hermandad de Operarios Diocesanos, la Conferencia de Metropolitanos y por fin la Conferencia Episcopal Española, han constituido otros tantos eslabones de esta cadena hasta alcanzar su canonización en 1970 y ahora su doctorado en 2012, de cuya causa es actora la misma Conferencia Episcopal Española.
El Papa Benedicto XVI ha querido fijar esta fecha en el comienzo de la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos, cuyo tema es «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», como queriéndonos decir a toda la Iglesia que en San Juan de Ávila tenemos un modelo de evangelizador para nuestro tiempo: un hombre de Dios, bien formado en las ciencias sagradas, desprendido de los bienes y de los honores de este mundo, conocedor del corazón humano y sus inquietudes, solícito por las necesidades materiales y espirituales de los hombres de su tiempo, y especialmente ardoroso en la comunicación del amor de Dios manifestado en Cristo. Un santo maestro de santos, impulsor de la gran renovación de la Iglesia en el siglo XVI, intuyendo que esa renovación viene de la renovación del clero. Un clero nuevo para la nueva evangelización.
En Montilla abriremos un Año jubilar el 12 de octubre para peregrinar a su sepulcro. La Conferencia Episcopal Española en pleno peregrinará el 23 de noviembre durante la Asamblea Plenaria de otoño. Parroquias, grupos, movimientos, comunidades, colegios, sacerdotes, consagrados, fieles laicos, todos a Montilla. Ponerse al habla con la Basílica (oficina@juandeavila.net). Las puertas de la Basílica Pontificia estarán abiertas para acudir a su sepulcro implorando su valiosa intercesión. La diócesis de Córdoba está convocada para el domingo 14 en la Catedral con todas sus parroquias, sus cofradías y hermandades, todas sus instituciones y personas para dar gracias a Dios por este don inmenso que es concedido a la Iglesia universal, y particularmente a la diócesis de Córdoba.
Que san Juan de Ávila nos alcance a todos santidad de vida, ímpetu misionero, deseo de gastar nuestra vida por la Iglesia. Nos alcance muchos y santos sacerdotes para la nueva evangelización.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández
Obispo de Córdoba