Cada 8 de diciembre, celebración solemne de la Inmaculada Concepción de María en la Catedral de Jaén, presidida por el Obispo de la Diócesis, Don Amadeo Rodríguez Magro.
Éste año, y debido a la pandemia de la COVID-19, no se ha celebrado la procesión claustral con la talla de la Inmaculada de Pedro Duque del siglo XVIII, con la que da comienzo la celebración eucarística, aunque la preciosa imagen mariana estaba colocada en el presbiterio. A sus pies, la corona de Adviento.
Los que sí han cobrado un protagonismo especial han sido los seminaristas, que el día de su patrona han celebrado, también el Día del Seminario, aplazado desde marzo, este año bajo el lema: «Pastores misioneros».
Miembros de la Hermandad sacramental de la Buena Muerte han sido los encargados de hacer las lecturas. El diácono toxiriano, Antonio Blanca, ha proclamado el Evangelio de Lucas que relata la Anunciación.
En su homilía, Monseñor Rodríguez Magro, comenzaba recordando que unido a la solemnidad de la Inmaculada, también se celebraba el Día del Seminario, del que la Virgen era patrona.
Después, reflexionó sobre las tres lecturas. Comenzó recordando el protoevangelio que recogía el pasaje del Génesis, cuando Adán y Eva rompen su relación de amistad con Dios. Es en ese mismo momento, es cuando se da esa primera promesa de salud mesiánica, hecha por Dios a Adán y Eva de un Salvador futuro, que llegará a través del seno virginal de María. «Muchos hombres y mujeres vivieron con la esperanza de que volviera una oportunidad para el hombre. Esperaban al Mesías y en el Mesías esperaban a una mujer, en la que se encarnaría», explicó el Obispo.
A continuación, en referencia al Evangelio de San Lucas, «en el que sucede todo lo que se esperaba: lo que se había anunciado en el Antiguo Testamento, se realiza en María, a la que se le presenta el ángel con un mensaje desconcertante». En este sentido, el Prelado jiennense recordó que es el Arcángel San Gabriel quien le «descubre a María el misterio del amor de Dios, que había estado grande con ella grande. Es María la que es contemplada en toda su belleza: alégrate, llena de gracia».
Don Amadeo explicó a los fieles congregados en la Catedral que «María es la buena noticia. Es la mujer que Dios ha preparado para vencer al mal: su vida desde siempre desde antes de su nacimiento en previsión de los méritos de su Hijo» . El Obispo describió el corazón de María como un «corazón abierto y disponible», que atendiendo a la voluntad de Dios, le dice al ángel, «hágase en mí según tu Palabra».
La celebración concluyó con la bendición apostólica del Obispo, en nombre de Su Santidad, con indulgencia plenaria para todos aquellos que habiendo comulgado y confesado, recen por las intenciones del Papa y tengan el propósito de vivir en comunión con la Iglesia.