«La fe de Cristo nos llena, entre otras cosas, de creatividad e ilusión con las que afrontar la crisis sanitaria que nos ha tocado vivir» explica Belén Jurado, Directora de Esesa IMF, al reflexionar sobre la actual crisis del coronavirus.
Ahora que hemos dejado atrás el confinamiento reflexiono sobre la oportunidad que esto ha supuesto para muchos, y si eres cristiano aún más se sustenta esta reflexión. Si me lo permiten, voy a hablar en primera persona. Hasta el 13 de marzo vivía en una rutina diaria de un número de horas que prefiero no calcular, que estaba basada en maremoto de actividades profesionales básicamente a lo largo de la semana, y sociales, cuando llegaba el fin de semana. De repente, la vida se para, “quédate en casa”, “trabaja desde casa”, socialízate desde casa, y aquello que parecía que era todo un mundo, no ha sido más que una oportunidad. He estado más cerca que nunca de mi familia, he hablado con ellos y he compartido momentos de risas y bromas que estoy segura de otra forma no hubiese sido posible y hemos estado juntos en oración, viviendo la fe que Cristo en este tiempo de cuaresma y resurrección.
Profesionalmente he comprobado que estamos rodeados de personas tremendamente creativas, responsables y colaborativas y la sociedad nos ha demostrado que vivimos en una región humanitaria y entregada a un fin común, independientemente de los colores políticos y de la gestión de estos. Y viene a mi mente este relato de las Escrituras “estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11) . En definitiva, todo esto ha venido a afianzar la fe católica a través de la esperanza, esperanza por luchar para evitar que se destruya todo lo que hemos construido, vida, salud, sustento y que somos capaces de hacer frente a cualquier circunstancia que se nos presente porque la fe de Cristo nos llena, entre otras cosas, de creatividad e ilusión.