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«La Iglesia es de todos, pero ¿quién la sostiene?»

Rafael Carmona Estrada (Puente Genil, 1961) llegó a Málaga en el año 2000. Desde hace nueve años es diácono al servicio de la Iglesia diocesana, actualmente en las parroquias de Los Mártires y San Juan, y sirve como ecónomo diocesano desde el 2018. Esta semana presenta los datos del sostenimiento económico de la Diócesis.

¿Qué quiere decir que la Iglesia es familia con los malagueños?

Primero, tenemos que determinar por qué nos referimos a la Iglesia como una Familia. La Biblia explica que todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Por el Bautismo nos incorporamos a la Iglesia. Convertirse en cristiano significa ser adoptado en la familia de Dios como hijos de Dios y hermano o hermana de otros creyentes, y el valor más importante de esta familia es “amarse los unos a otros”. Es decir ser amado y amar a los demás de una manera diferente a la en que la gente en el mundo secular ama. En definitiva, que nos ayudemos a llevar las cargas, porque el camino del cristiano, es siempre, camino de cruz. En esa familia entramos todos, creyentes y no creyentes.

¿Cómo ha estado presente esa cercanía en los meses más duros de la pandemia?

Aunque nuestros templos han estado cerrados por orden de nuestras autoridades, la Iglesia (la familia de los hijos de Dios) ha estado abierta y presente en la vida social. Esta pandemia nos ha hecho ver esa vulnerabilidad en la que los hombres nos situamos siempre que acontece algo que es imprevisto. No podemos pedir al ser humano nada más lo que Dios ha puesto en ellos. Si Dios no está en primer lugar, nos sentimos solos y esto es terrible. Nuestra Iglesia malacitana se ha movilizado para ayudar a los demás. Cuando hablamos de la Iglesia a veces la reducimos a las monjas y los curas, pero la Iglesia es el Pueblo de Dios y el pueblo se ha puesto en marcha. Merece la pena la lectura del artículo del Rvdo. D. Antonio Jesús Sosa que viene en la revista Nuestra Iglesia con motivo del Día de la Iglesia Diocesana con el título: “Estar es el verbo de la Iglesia”, donde un grupo de sacerdotes malagueños han estado al pie del cañón en nuestros hospitales, y luego está el trabajo de las Cáritas, los centros asistenciales, etc. La Iglesia ayuda a todos.

Pero siempre hay una labor callada, desconocida…

San Mateo nos recuerda en su capítulo 6,3: “No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha”. La Iglesia ha mantenido esta línea, de no dar publicidad a lo que hace, lo cual, no sé si en el mundo de hoy es una postura adecuada, o más bien no. La generosidad es íntima, forma parte de la esencia de cada persona, y no debe ser aireada. Es de mal gusto comentar e informar de esas cosas que se hacen para favorecer a otras personas, sobre todo cuando ese favorecimiento entra en la ayuda económica y/o alimentaria. La mejor recompensa viene de Dios y Él pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras.

Y eso hay que sostenerlo. ¿Cuánto de los ingresos de la Iglesia lo aportan los fieles? ¿Y el resto?

Para mí no ha llegado aún la crisis, viene ahora. Y la Iglesia quiere estar ahí, pero no es una empresa. Por lo general son los fieles quienes tienen y deben de sostener la Iglesia. El dinero que recibe, y que dedica a desarrollar toda su labor, tiene distintos orígenes: las aportaciones directas de los fieles, ya sea por medio de colectas o de donativos y suscripciones; herencias y legados y, también, de la asignación tributaria. El Estado no nos da un euro, solo lo que los contribuyentes deciden libremente, y que se reparte solidariamente desde el Fondo Común Interdiocesano. Ahora hay que alzar la voz, porque las necesidades son mayores, y son muchas las familias que nos necesitan.

En otras iglesias es común suscribir una cuota, colaborar asidua y generosamente. ¿Qué nos falta a nosotros para conseguirlo?

La Iglesia la tenemos que sostener los cristianos. Yo diría que nos falta un empujoncito más. Ser cristiano es hacer el bien y evitar el mal, es saber darnos a los demás, es tener un espíritu de servicio; recordemos que Cristo dijo: “No vengo a ser servido sino a servir” y esto es en todos los campos en que nos desenvolvemos. Decimos “La Iglesia es de todos”, pero ¿quién la sostiene? Para todos estos servicios necesitamos recursos y los fieles tienen derecho a saber cómo usamos los recursos, pues somos simplemente administradores de los mismos.

Le hago ahora algunas preguntas que nos han enviado los lectores. Más de un 60% de ese dinero va a pagar los sueldos de curas y seglares trabajadores y a sostener y aumentar el patrimonio… ¿Gasta la mayor parte de sus ingresos la Iglesia en su autopreservación?

La Iglesia no funciona como una empresa, no busca beneficios o excedentes. Todas nuestras delegaciones pastorales y sociales son de hecho “centro de coste» llevan a cabo un servicio que no se vende ni se patrocina. Pensamos que el objetivo es tener todo lo necesario para el servicio de la misión que se nos ha confiado. Tenemos más 5.000 voluntarios en todo tipo de pastoral que realizan una labor «impagable», pero también necesitamos las manos y los servicios profesionales de las personas. Actualmente nuestra Diócesis tiene en plantilla aproximadamente a 150 personas, que junto a 321 sacerdotes y la conservación de los inmuebles hace un total del 60%, el resto todo se dedica con muchas transparencia a las acciones caritativas y pastorales.

El sistema del IRPF, ¿Significa que el Estado financia a la Iglesia con más de 11.000 millones de euros/año?

Ante el rumor que certifican muchos medios de comunicación de que la Iglesia recibe 11.000 millones del Estado hay que ser categórico: es falso. La Iglesia no recibe dinero del Estado, ni tampoco esta en los presupuestos del mismo. El dinero de la casilla de la Renta es el 0,7 % de los impuestos de aquellos que la marcan libremente. Estos datos son de acceso público, los notifica el Ministerio de Hacienda y se difunden desde la página de la Conferencia Episcopal y de Xtantos. En los últimos años el importe obtenido oscila en torno a los 250 millones de euros.

¿Y con la exención de impuestos? Le acusan de no pagar el IBI, por ejemplo…

Es falso. La Iglesia paga el IBI de todos los inmuebles que no estén exentos por ley. Tampoco lo pagan en ese caso, entre otras, las fundaciones, las asociaciones de utilidad pública, las federaciones deportivas, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias evangélicas, las comunidades hebreas y musulmanas. En Madrid, por ejemplo, no pagan el IBI: el museo del Prado, el Palacio de Liria, etc.

¿Y por qué paga el Estado las nóminas de los profesores de religión y capellanes?

El dinero que el Estado dedica a pagar a los profesores de religión no es una ayuda a la Iglesia Católica, sino que es una prestación a las familias derivada del derecho amparado por el Art. 27.3 de la Constitución: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. En cuanto al dinero que reciben los colegios concertados, ocurre lo mismo: un colegio concertado católico no recibe dinero del Estado por ser católico, sino por ser colegio y cumplir determinados requisitos legales, igual que reciben ese dinero otros colegios concertados no católicos. Similar pasa con los capellanes tanto de hospitales como castrenses. Son acuerdos entre el Estado español y la Iglesia católica y que aparecen en los acuerdos reconocidos desde hace décadas con la Santa Sede de 1979. En nuestro artículo IV de la Constitución se reconoce y garantiza el derecho a la asistencia religiosa en los centros hospitalarios y la financiación de los mismos se transfiere del Estado a la administración sanitaria.

¿Cuál es la situación actual? ¿Hay dificultad (incluso para pagar la nómina de los párrocos) por la poca recaudación vía cepillo y la restricción de la asistencia a los templos debido a la pandemia?

Como en cualquiera de nuestros hogares, difícil pero con mucha esperanza, por ello animo a los católicos para que hagan donaciones no solo en esta época de pandemia del coronavirus Covid-19, sino de forma continuada, que asuman un compromiso constante en sus aportaciones periódicas como se hace para las subscripciones a una plataforma de tv o de música. La principal fuente de financiación de las parroquias tienen que ser las aportaciones de los fieles.

Ana María Medina

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