El Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila nació en Málaga el año 1971, estando al frente Trini Samos y Pedro Doblas. Era el fruto de un largo periodo de apostolado con mujeres, novios y matrimonios recién casados.
Sus primeros estatutos fueron aprobados por el Obispo de Málaga el 9 de enero de 1981. Es un movimiento de ámbito diocesano y tiene su sede en Pasaje de Briales 16, Málaga.
Surgió como respuesta a la especial importancia del matrimonio y de la familia para la Iglesia y la sociedad a partir del Vaticano II.
Su espiritualidad bebe de los escritos de san Juan de Ávila y se basa en la fidelidad a la vocación bautismal (llamados a ser santos y apóstoles), a la vida interior (oración y frecuencia de sacramentos) y al celo apostólico.
Los fines de este movimiento son: descubrir la grandeza de ser hijos de Dios por el bautismo; promocionar, cuidar y potenciar la familia cristiana, tal como Dios la quiere, ofreciendo los medios necesarios; fomentar una formación y espiritualidad matrimonial, la educación cristiana de los hijos y el apostolado familiar; valorar la vocación y el sacramento del matrimonio; defender su unidad e indisolubilidad y la defensa de la vida; y educar para descubrir la propia vocación.
Los medios que se ofrecen son: reuniones semanales de formación y vida con la Palabra de Dios y diversas lecturas de familia; retiros, encuentros, convivencias y charlas mensuales; Ejercicios Espirituales y convivencias anuales; la Eucaristía de la Comunidad el sábado por la tarde en la parroquia de San Pablo; peregrinaciones al Santuario de Fátima, a Montilla y Almodóvar del Campo (lugares importantes en la vida de san Juan de Ávila); acompañamiento espiritual seglar; y un plan de vida personal y matrimonial, que ayude a ordenar la vida.
Los patronos de este movimiento son Nuestra Señora del Rosario de Fátima y san Juan de Ávila.
TESTIMONIO. Miguel Ángel Villarejo
Mi nombre es Miguel Ángel Villarejo y tengo 54 años. Conocí el Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila en mis años de juventud cuando, junto a mi amigo Enrique Pérez, íbamos buscando un grupo cristiano que nos ayudara a profundizar y a vivir la fe.
En todo momento el movimiento estuvo pendiente de ayudarnos a descubrir nuestra vocación cristiana, sentir la importancia de la filiación divina que hemos recibido en el bautismo y de la llamada universal a ser santos y apóstoles. Me ayudó a construir una vida interior sólida, basada en la oración, la frecuencia de sacramentos y el celo apostólico.
En el movimiento descubrí la vocación al matrimonio y la vida familiar y allí conocí a Juana, de la que me enamoré y con la que hemos formado una familia que ya tiene casi 25 años de recorrido y cuatro hijos.
En nuestro noviazgo, en la preparación al sacramento del matrimonio, y aún actualmente recibimos en el movimiento la fuerza y la gracia para redescubrir cada día la vocación matrimonial y familiar como camino de santidad.
Nuestro apostolado se desarrolla en el movimiento y en nuestra parroquia y en nuestra familia, colaborando en la acogida, preparación y acompañamiento de los novios, como catequistas y responsables de reuniones de matrimonio, preparando retiros y convivencias y en todo aquello que se nos ha requerido desde el movimiento o la Diócesis.
Nuestros hijos ya son más mayores, dos de ellos universitarios y otras dos hijas finalizando el instituto. Seguimos trabajando juntos procurando vivir la presencia de Dios en nuestras tareas diarias familiares, laborales y apostólicas.
Damos gracias a Dios por habernos llamados a ser santos y apóstoles a través de la vida familiar y habernos ofrecido este medio tan importante en nuestra vida: el Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila y las personas que a él pertenecen.
Encarni Llamas Fortes