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Ana Salto Sánchez del Corral: «Las mujeres místicas se adentran en un camino de amor inédito»

Ana Salto, licenciada en Ciencias Religiosas y en Filología Árabe y doctora en Filosofía y Letras, impartió recientemente en el Aula Arrupe una conferencia sobre las mujeres místicas. ¿Fue María una mujer mística?

Mujeres místicas, ¿hay una mística femenina?
Creo que el término «mística femenina» podría ser reductivo en dos sentidos: la experiencia de una mística propia de mujeres o una doctrina mística no destinada a varones. Como defendí en mi ensayo «La dignidad humana; dignidad de la mujer» (PPC 2007), el ser humano logrado integra las cualidades «tradicionalmente» asociadas al sexo masculino (valentía, fortaleza…) y al sexo femenino (receptividad, ternura…), es decir, supera las atribuciones de género para realizarse como persona y alcanzar la dicha.
Mi objetivo es subrayar la universalidad de la experiencia y el magisterio de las mujeres místicas y contribuir a su difusión. La experiencia mística y el magisterio de las mujeres constituye una corriente, a veces subterránea, que ha llegado hasta nuestros días sorteando silenciamientos y condenas (como la quema en la hoguera de Margarita Porete y de su libro en 1310).
La figura de la maestra espiritual es recurrente en diferentes culturas. Las mujeres místicas tienen una visión holística del ser humano, aúnan conocimiento teológico y conocimiento de la psique humana, y proponen un camino de liberación para mujeres y hombres.
El dios de las mujeres místicas no es una idea que se debata en el ámbito especulativo: pertenece a la experiencia vital y es definido esencialmente como Amor. Dios Amor se revela a Juliana de Norwich en el siglo XIV y Dios Amor inspira a Margarita Porete, quien, a diferencia de Galileo, no reniega de sus convicciones ante la Inquisición y es quemada viva en París.
La teología mística de las mujeres constituye una aportación cultural tan sobresaliente como desconocida. Las maestras místicas pueden interpelar a creyentes y no creyentes por el manantial de sabiduría que brota de sus enseñanzas.

¿Cómo definiría la mística?
La mística se define como experiencia de lo divino que no suele reducirse a momentos o encuentros cumbre o significativos. En el monoteísmo, la mística se concibe como experiencia de Dios, Amante y Misericordioso. La mística es experiencia de su Amor, de andar en su Presencia, de estar en Él y de que Él está en cada persona. Mística es la vivencia de una relación amorosa que va creciendo en unión.
La experiencia mística cristiana es la vivencia gozosa del amor transformante de Dios, del amor incondicional a Dios y del amor al mundo, siguiendo los pasos de Cristo.

De María se conoce poco, ¿hay algo publicado sobre la mística de María?

Dolores Alexandre dedica a María el capítulo III de su libro «Hacerse discípulos, una atracción del Padre», pero con un enfoque pastoral. En la Biblioteca Digital de Castilla y León podemos encontrar «Mística ciudad de Dios: milagro de su omnipotencia y abismo de la gracia : historia divina y vida de la Virgen Madre de Dios … manifestada en estos últimos siglos por la misma Señora a su esclava Sor María de Jesús». Es una obra escrita por la mística María de Jesús de Ágreda (1602-1665).
No conozco trabajos contemporáneos que aborden la dimensión mística de María, aunque en los tratados sobre mística se suele aludir a ella. Por ejemplo, son interesantes los comentarios de Hans Urs Von Balthasar en su obra «La oración contemplativa». María es presentada como prototipo de la contemplación de la Trinidad (Lc 1, 26-38), y como prototipo de la Iglesia en tanto que mujer en la que se realiza la vida trinitaria. María, esclava del Señor, pura recepción, da su sí incondicional y se deja llevar: hija del Padre, madre del Hijo y receptáculo del Espíritu Santo.

¿Existe una mística oriental?
Las religiones de Extremo Oriente son llamadas religiones místicas por el valor que atribuyen a la experiencia interior del Misterio. El ser humano, en la experiencia mística, muestra su apertura radical a la Otredad, al Misterio trascendente e inmanente.
Las experiencia mística en las religiones más orientales (hinduismo y budismo) se concibe generalmente en términos de unificación con el Absoluto. Brahman, la esencia última de todo, el fundamento, no es un ser personal. En las religiones proféticas, la experiencia mística se concibe siempre en términos de Unión amorosa con un Ser Personal, sin disolución del yo.
En la práctica de la meditación trascendental y de la oración contemplativa cristiana puede haber algunos puntos de encuentro, pero jamás una persona cristiana podría utilizar el nombre de Jesús en vano, como un mantra carente de sentido, como un medio en vez de como un fin: la adoración y entrega silenciosa y amorosa.

María es la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, pero ¿está presente en otras religiones y culturas de alguna forma?
El poeta persa al-‘Aṭṭār describe a Rābi‘a de Basora como mujer encendida por el fuego del amor, unida a Dios y recibida por los hombres como una segunda María. El Corán dedica el capítulo XIX a «María», madre de Jesús. Rābi‘a encarnaría, pues, el modelo de mujer bíblica judeo-cristiana para su propia tradición.
La figura de María de Nazaret, mujer fuerte y, al mismo tiempo, humilde, es un buen ejemplo de sierva de Yahveh y referente común para Teresa de Ávila y Rābi‘a de Basora. Maurice Gloton, tiene un estudio sobre María en El Corán publicado en «Mujeres de Luz» (Trotta, 2001) y accesible en webislam.com.

En su charla habló de dos mujeres místicas: Rābi‘a de Basora y Teresa de Ávila, ¿qué las une?
Teresa se ha formado, y Rābi‘a al-‘Adawiyya ha vivido, en un contexto histórico de mayor apertura y diálogo entre hombres y mujeres, entre culturas y espiritualidades diversas. Por eso, una época similar al despertar espiritual español del siglo XVI la encontramos en los albores del islam. Ellas no son mujeres aisladas, están insertas en un círculo de espirituales, en una corriente reformista o innovadora, e inician una relación de maestra-discipulado.
Ambas se convierten en referentes de sabiduría, espiritualidad y ética, de modo que pueden enseñar a partir de la propia experiencia. Ninguna de las dos impone su discurso, sino que dialoga, pregunta, responde, anima y transmite su doctrina en el contexto de una relación interpersonal.
Las dos maestras enseñan que en lo más interior de cada persona es posible descubrir la Otredad y entablar un diálogo interpersonal, sin postular la disolución del yo ni de las cualidades humanas.
Teresa y Rābi‘a desarrollan una mística esponsal, afectiva, apasionada, de entrega y de deseo. Teresa y Rābi‘a descubren una Presencia en su interior, que despierta un deseo inconmensurable. No tratan de aniquilar el deseo, sino de secundarlo y satisfacerlo con todas sus fuerzas. En ambas, el encuentro realizado con el Otro es un encuentro amoroso donante de sentido. Amantes, novias, enamoradas de Dios, Teresa y Rābi‘a recuerdan la judía enamorada del Cantar de los Cantares.
Fuertes y valientes abren, exploran, se adentran en un camino de amor inédito en su medio y, después de experimentar dolor y gozo, se convierten en referentes y maestras. Sus vidas se han entregado en plenitud al Amado y, fruto de esta relación, son dos modelos de ser humano realizado en cuerpo de mujer.
Los relatos biográficos de las dos mujeres muestran literariamente la posibilidad existencial de una relación esponsal con el Dios de las Tres Culturas, el Otro Esposo que las libera y les permite construirse y realizarse como mujeres, maestras, líderes y artistas. La experiencia mística de Râbi‘a de Basora y de Teresa de Ávila representa una propuesta liberación femenina para nuestros días.

Un consejo para vivir esta Navidad.
Podríamos hacernos más pobres de espíritu: comenzar a desnudarnos de todo lo que nos venden y no necesitamos para ser felices, e intentar meternos en el pesebre y renacer de nuevo con la mirada pura y el corazón lleno de paz. Así podríamos buscar lo esencial en la vida: el Amor, abrirnos al Amor, dejarnos amar, y empezar a amar sin darnos cuenta.
Invito a imitar a María, abriéndonos a la escucha personal de la Buena Noticia y a dejar que la Palabra se haga carne en nuestra vida.
Cristo llama a nuestra puerta, quiere entrar en nuestra casa, es decir, quiere encarnarse, llenarnos, y que seamos su mirada, sus manos, su compasión, su consuelo y su ternura para todas las personas, especialmente, para sus hermanas más pequeñas y olvidadas.

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