El Obispo celebra una misa en rito Hispano-Mozárabe en la parroquia de San Pedro con motivo de la Fiesta de los Santos Mártires Acisclo y Victoria, patronos de la Diócesis y de la ciudad.
Monseñor Demetrio Fernández ha celebrado la misa en rito Hispano-Mozárabe con motivo de la Fiesta de los Santos Mártires Acisclo y Victoria el 17 de noviembre. Ha tenido lugar, como cada año, para celebrar a los patronos de la Diócesis y de la ciudad de Córdoba, en la parroquia de San Pedro. Durante la homilía el prelado recordó que “aquellos que más se parecen a Cristo son los que han muerto con Él”. Quiso también dar “gracias a Dios por tener a estos testigos que nos estimulan en el camino de la fe, pues seguir a Jesucristo también puede llevar al martirio”. El Pastor de la Diócesis terminó su alocución afirmando que “no hemos de tener miedo a los que matan el cuerpo, sino a los que matan el alma”.
El Rito Hispano-Mozárabe es una peculiar manera de celebrar las acciones litúrgicas en los diez primeros siglos de la Iglesia Española, desde los primeros misioneros, enviados por los Apóstoles, hasta la introducción del Rito Romano a finales del siglo XI. La Santa Sede concedió a la Conferencia Episcopal Española que en toda España puede emplearse este Rito de acuerdo con los Prenotandos que introducen el Misal en su edición típica, y siempre con el permiso del Ordinario del lugar y la aprobación explícita del Arzobispo de Toledo, a quien la misma Santa Sede reconoce como Superior Responsable del Rito.
Córdoba recibió la licencia para poder celebrar la Santa Misa en el Rito Hipano-Mozárabe, el once de noviembre de 2003, siendo Obispo monseñor Juan José Asenjo y otorgado por Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo, Primado de España.
Sobre los patronos:
San Acisclo, mártir de los inicios del siglo IV, según la tradición en la persecución de Diocleciano, se convirtió pronto en motivo de gloria para la Diócesis de Córdoba, donde se construyó una basílica en su honor. Habla de su martirio el poeta Prudencio en su Himno IV del Peristéphanon, quien en torno al año 400, deja constancia de la persecución cruenta en Córdoba. Se asocia a San Acisclo, la mártir santa Victoria y la Diócesis de Córdoba venera a ambos como patronos.