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La Curia Metropolitana acoge la inauguración del II Congreso Nacional de Derecho Canónico

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El jueves 5 de octubre.

Curia Metropolitana de Granada.

El jueves 5 de octubre la Curia Metropolitana acoge la inauguración del II Congreso Nacional de Derecho Canónico, que organizan los Colegios de Abogados de Granada, de Madrid y de Santa Cruz de Tenerife.

A la inauguración asistirá el arzobispo, Mons. José María Gil Tamayo, quien, tras dicha inauguración, impartirá una conferencia de apertura de curso del Centro Suárez (C/ Marqués de Falces, 10), sobre “Evangelizar en la sociedad de la información”, a las 19:30 horas.

CONGRESO

La conferencia inaugural de este II Congreso Nacional de Derecho Canónico lleva por título “Discernimiento requerido para contraer matrimonio canónico: cuestiones relativas al grave defecto de discreción de juicio”, a cargo de Carmen Peña, catedrática de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Comillas y presidenta de la Asociación Española de canonistas.

Asistirán los decanos de los tres Colegios de abogados que organizan el Congreso, que al día siguiente, el viernes día 6, continuará en su sede de Granada, para abordar cuestiones como el peritaje en el proceso canónico y la evolución de la normativa canónica para la protección de menores en la Iglesia, entre otros temas. El Congreso será clausurado por el Rector de la Universidad de Granada, Pedro Mercado en el Colegio de Abogados de Granada.

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Concedida la apertura del proceso de beatificación de Mª de Prado Almagro

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La Congregación para la Causa de los Santos concede el Nulla Obstat para la apertura del proceso de beatificación de la fundadora del Hogar de Nazaret

Con fecha 5 de septiembre de 2023 llegó el Nulla Obstat con el que el Dicasterio para de la Causa de los Santo afirma que no ve ningún impedimento para que el Obispo de Cádiz, diócesis donde vivió y falleció la fundadora del Hogar de Nazaret, pueda abrir la Causa de Beatificación y Canonización de Mª del Prado Almagro.

La consulta a la Santa Sede es la tercera de las consultas que se deben realizar, según la normativa eclesiástica (Normae Servandae 11 y 15), para poder abrir una causa de beatificación y canonización.

La primera de las consultas fue “al grupo de los obispos, al menos de la región”, como ya se hizo siendo aprobada en la Asamblea Ordinaria de los Obispos del Sur de España el 31 de enero del presente año. Acto seguido, monseñor Rafael Zornoza, obispo de Cádiz, trasladó la misma petición a la Congregación de los Santos; mientras que la publicación de la intención del Hogar de Nazaret de abrir la causa, desde el momento del fallecimiento de Mª del Prado, junto con un escrito, con fecha 1 de julio, a todos los Hogares, miembros y niños que han pasado por la Institución desde su fundación en 1978, se consideró como consulta a los fieles, la segunda de las consultas, y en la que tampoco hubo oposición, sino alegría por esta noticia.

El Hogar de Nazaret recibe con gozo este Nulla Obstat de la Santa Sede y sigue trabajando en la Causa para una próxima apertura de la misma. Por ello, ruega a aquellos que la conocieron o que han recibido algún favor por su intercesión que se comuniquen con el postulador, el padre Manuel Jiménez, en el Hogar de Nazaret de Córdoba.

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Festividad de San Miguel en Murtas

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Las fiestas de San Miguel, patrón de Murtas y titular de la parroquia, se celebran cada año el último fin de semana de septiembre.

Se celebra en esos días porque se busca fomentar la reunión de familias y la celebración de las raíces con aquellos que los guiaron desde la infancia, transformando este evento en una festividad donde la comunidad, la parroquia y la familia se fusionan en una única realidad.

Las festividades tuvieron lugar en la plaza de la iglesia, conectando la dimensión religiosa con la cultural y social. Tras la conclusión de la eucaristía y la procesión, los fieles compartieron una comida en las fiestas locales del pueblo.

Es digno de mención que la iglesia de Murtas se destaca como una de las más grandes de la Alpujarra.

Las festividades se extendieron a lo largo del fin de semana, con actuaciones musicales y comidas populares, alcanzando su punto culminante el domingo con la Eucaristía y la procesión. La Eucaristía fue muy participativa, incluyendo una tradicional procesión de ofrendas, donde la comunidad presentó símbolos característicos de sus vidas cotidianas, como frutos del trabajo del campo, hermosas flores e instrumentos musicales. Estos elementos realzaron el significado del momento en el que se ofreció el pan y el vino, representativos del trabajo y la vida cotidiana de la gente, que luego fueron consagrados.

Durante la Eucaristía, se prepararon a ambos lados del altar las imágenes de San Miguel y la Santa Cruz, adornadas con flores y grandes roscas de pan como “mandas”, que son ofrendas realizadas en agradecimiento o petición de una gracia especial, confiando en la intercesión de San Miguel.

En esta celebración destacó la colaboración del ermitaño consagrado Paco, quien colabora con la parroquia de Murtas y es un testimonio vivo de una vida dedicada por completo a Cristo a través de la oración y el servicio.

La celebración incluyó lecturas realizadas por jóvenes y actuaciones musicales a cargo de la A.M. San Luis Rey de Albondón, una banda compuesta por jóvenes de la Contraviesa, algunos de ellos originarios de Murtas. También se contó con la participación del coro parroquial, que ha mantenido su compromiso con la música litúrgica desde su adolescencia. Además, Albert, un nativo del pueblo apasionado por la música litúrgica desde su infancia, ofreció algunas piezas musicales con el órgano.

Las celebraciones fueron presididas por el párroco D. Antonio Guzmán.

La devoción al patrón, San Miguel, es profunda, y varios pueblos de la Alpujarra comparten este patronazgo. La iglesia permaneció abierta todos los días, incluso después de la procesión, permitiendo a los devotos saludar a su santo patrón independientemente de la hora.

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El Papa hace pública la exhortación apostólica: «Laudate Deum»

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El Vaticano ha hecho pública hoy, festividad de San Francisco de Asís, una nueva exhortación apostólica del Papa Francisco, que precisa y completa la encíclica de 2015: no estamos reaccionando lo suficiente, estamos cerca del punto de ruptura. Crítica a los negacionistas: indudable el origen humano del calentamiento global. El compromiso con el cuidado de la casa común brota de la fe cristiana.

«“Alaben a Dios” es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo». Con estas palabras concluye la nueva exhortación apostólica del Papa Francisco, publicada el 4 de octubre, fiesta del Santo de Asís. Un texto en continuidad con la encíclica más amplia de 2015 Laudato si’. En 6 capítulos y 73 parágrafos, el Sucesor de Pedro se plantea precisar y completar lo ya afirmado en el texto anterior sobre ecología integral, y al mismo tiempo lanzar una voz de alarma y una llamada a la corresponsabilidad ante la emergencia del cambio climático, antes de que sea demasiado tarde. La exhortación mira en particular a la COP28 que se celebrará en Dubai a finales de noviembre y principios de diciembre. Escribe el Pontífice: «con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre» y «es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas» (2). Es uno «de los principales desafíos a los que se enfrentan la sociedad y la comunidad mundial» y «los efectos del cambio climático son soportados por las personas más vulnerables, ya sea en casa o en todo el mundo» (3).

Los signos del cambio climático, cada vez más evidentes

El primer capítulo está dedicado a la crisis climática mundial. «Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes», explica el Papa. Que observa cómo «en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra», una «enfermedad silenciosa que nos afecta a todos». Además, Francisco afirma: «es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos». El Pontífice, tras recordar que si el aumento de la temperatura supera los 2 grados «se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, con enormes y gravísimas consecuencias para todos» (5), sobre los que minimizan el cambio climático, responde: «lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación —no siglos ni milenios— para constatarlo». «Probablemente en pocos años muchas poblaciones deberán trasladar sus hogares a causa de estos hechos» (6). Los fríos extremos también «expresiones alternativas de la misma causa» (7).

La culpa no es de los pobres

«Con la pretensión de simplificar la realidad -escribe Francisco-, no faltan quienes responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres. ¿Cómo olvidar que África, que alberga más de la mitad de los más pobres del planeta, es responsable de una mínima parte de las emisiones históricas?» (9) El Papa también cuestiona la postura de quienes afirman que los esfuerzos para mitigar el cambio climático reduciendo el uso de combustibles fósiles «provocará una reducción de los puestos de trabajo». Lo que está ocurriendo en realidad «es que millones de personas pierden su empleo debido a las diversas consecuencias del cambio climático: tanto el aumento del nivel del mar como las sequías y muchos otros fenómenos que afectan al planeta, han dejado a mucha gente a la deriva». Mientras «la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionada» es capaz «de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores. Esto requiere que los políticos y empresarios estén ahora mismo ocupándose de ello» (10).

Indudable origen humano

«Ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático», afirma Francisco. «La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera… se mantuvo estable hasta el siglo XIX… En los últimos cincuenta años el aumento se aceleró notablemente» (11). Al mismo tiempo, la temperatura «aumentó con una velocidad inédita, sin precedentes en los últimos dos mil años. En este período la tendencia fue de un calentamiento de 0,15 grados centígrados por década, el doble de lo ocurrido en los últimos 150 años… A este ritmo, es posible que en diez años alcanzaremos el límite máximo global deseable de 1,5 grados centígrados» (12). Provocando la acidificación de los mares y el deshielo. La coincidencia entre estos acontecimientos y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero «no es posible ocultar… Una abrumadora mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y sólo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia». Por desgracia, observa amargamente el Pontífice, «la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda» (13).

Estamos justo a tiempo para evitar daños más dramáticos

«Me veo obligado -continua Francisco- a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. Pero ya no podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable: las enormes novedades que tienen que ver con la desbocada intervención humana sobre la naturaleza» (14). Por desgracia, algunas manifestaciones de esta crisis climática ya son irreversibles durante al menos cientos de años, mientras que «el derretimiento de los polos no podrá revertirse por cientos de años» (16). Por tanto, estamos justo a tiempo de evitar daños aún más dramáticos. El Papa escribe que «ciertos diagnósticos apocalípticos suelen parecer poco racionales o insuficientemente fundados», pero «no podemos afirmar con certeza» qué sucederá (17). Por lo tanto, «urge una mirada más amplia… Se nos pide nada más que algo de responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo» (18). Recordando la experiencia de la pandemia de Covid-19 Francisco repite «todo está conectado y nadie se salva solo» (19).

Exhortación Apostólica «Laudate Deum»

El paradigma tecnocrático: la idea de un ser humano sin límites

En el segundo capítulo, Francisco habla del paradigma tecnocrático que «consiste en pensar «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico» (20) y «se retroalimenta monstruosamente» (21) basada en la idea de un ser humano sin límites. «Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo… Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad» (23). Por desgracia, como también enseña la bomba atómica, «el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia» (24). El Papa reitera que «el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada» (25). Recuerde también que estamos incluidos en la naturaleza, y «esto mismo excluye la idea de que el ser humano sea un extraño, un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente. Debe ser considerado como parte de la naturaleza» (26); «los grupos humanos muchas veces han “creado” ambiente» (27).

Decadencia ética del poder: marketing e información falsa

Hemos logrado «progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia» (28). «La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos». Estos mecanismos convencen a los habitantes de las zonas donde se van a implantar proyectos contaminantes, engañándoles con que se generarán oportunidades económicas y de empleo, pero «no se les dice con claridad que detrás de ese emprendimiento» quedará «una tierra arrasada» (29) y condiciones de vida mucho más desfavorables. «La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad… extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos» (31). Existe «un dominio de los que nacieron con mejores condiciones de desarrollo» (32). Francisco les invita a preguntarse, ante «los hijos que pagarán el daño de sus acciones» cuál es el sentido de sus vidas (33).

Política internacional débil

En el siguiente capítulo de la exhortación, el Papa aborda la debilidad de la política internacional, insistiendo en la necesidad de favorecer «los acuerdos multilaterales entre los Estados» (34). Explica que «Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal» sino de «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales». Que «deben estar dotadas de autoridad real de manera que se pueda “asegurar” el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables» (35). Francisco deplora que «las crisis mundiales sean desaprovechadas cuando serían la ocasión para provocar cambios saludables. Es lo que ocurrió en la crisis financiera de 2007-2008 y ha vuelto a ocurrir en la crisis del covid-19», que han traído «más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes» (36). «Más que salvar el viejo multilateralismo, parece que el desafío actual está en reconfigurarlo y recrearlo teniendo en cuenta la nueva situación mundial» (37) reconociendo que muchas agregaciones y organizaciones de la sociedad civil ayudan a compensar las debilidades de la Comunidad internacional. El Papa cita el proceso de Ottawa sobre minas antipersona, que muestra cómo la sociedad civil crea dinámicas eficaces que la ONU no consigue.

Las instituciones que preservan a los más fuertes son inútiles

La que propone Francisco es «un multilateralismo “desde abajo” y no simplemente decidido por las élites del poder… Es de esperar que esto ocurra con respecto a la crisis climática. Por eso reitero que «si los ciudadanos no controlan al poder político —nacional, regional y municipal—, tampoco es posible un control de los daños ambientales» (38). Tras reafirmar la primacía de la persona humana y la defensa de su dignidad por encima de cualquier circunstancia, Francisco explicó que «no se trata de reemplazar a la política, porque… las potencias emergentes se vuelven cada vez más relevantes». «Precisamente el hecho de que las respuestas a los problemas puedan venir de cualquier país, aunque sea pequeño, termina presentando al multilateralismo como un camino inevitable» (40). Por lo tanto, es necesario un «marco diferente de cooperación efectiva. No basta pensar en los equilibrios de poder sino también en la necesidad de dar respuesta a los nuevos desafíos y de reaccionar con mecanismos globales». Necesitamos «reglas globales y eficientes» (42). «Todo esto supone generar un nuevo procedimiento de toma de decisiones»; necesitamos «espacios de conversación, de consulta, de arbitraje, de resolución de conflictos y de supervisión, y en definitiva una suerte de mayor “democratización” en el ámbito global para que se expresen e incorporen las variadas situaciones. Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos» (43).

Conferencias sobre el clima

En el siguiente capítulo, Francisco describe las distintas conferencias sobre el clima celebradas hasta la fecha. Recuerda la de París, cuyo acuerdo entró en vigor en noviembre de 2016, pero «si bien es un acuerdo vinculante, no todas las prescripciones son obligaciones en sentido estricto y algunas de ellas dan lugar a una amplia discrecionalidad» (47), no hay sanciones por incumplimiento y se carece de medios eficaces para hacer cumplir la ley, no prevé sanciones reales y no existen instrumentos eficaces para garantizar su cumplimiento. Y «todavía se está trabajando para consolidar prácticas concretas de monitorización y facilitar criterios generales que permitan comparar los objetivos de los distintos países» (48). El Papa menciona la decepción de la COP de Madrid y recuerda que la COP de Glasgow relanzó los objetivos de París, con muchas «exhortaciones», pero «las propuestas tendientes a asegurar una transición rápida y efectiva hacia formas alternativas de energía menos contaminantes no pudieron avanzar» (49). La COP27 en Egipto del 2022 «fue un ejemplo más de la dificultad de las negociaciones» y aunque produjo «al menos un avance en la consolidación del sistema de financiación por “las pérdidas y los daños” en los países más afectados por los desastres climáticos» (51) también en esto muchos puntos siguieron siendo «imprecisos». Negociaciones internacionales «no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad» (52).

¿Qué se espera de la COP de Dubái?

Con respecto a la COP28, Francisco escribe que «decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático» (53). «No podemos dejar de soñar que esta COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente. Esta Convención puede ser un punto de inflexión» (54). El Papa señala que «la transición que se necesita, hacia energías limpias… abandonando los combustibles fósiles, no tiene la velocidad necesaria. Por consiguiente, lo que se está haciendo corre el riesgo de interpretarse sólo como un juego para distraer» (55). No se puede buscar únicamente un remedio técnico a los problemas, «corremos el riesgo de quedarnos encerrados en la lógica de emparchar… mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando» (57).

Dejar de ridiculizar la cuestión medioambiental

Francisco pide que se ponga fin a «las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos. Por eso se requiere un acompañamiento de todos». En cuanto a las protestas de los grupos radicalizados, el Papa afirma que «ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana “presión”, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos» (58). El Pontífice espera que de la COP28 surjan «formas vinculantes de transición energética» que sean eficientes, «obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente» (59). «Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?» (60).

Un compromiso derivado de la fe cristiana

Por último, el Papa recuerda que la motivación de este compromiso nace de la fe cristiana, animando a «los hermanos y hermanas de otras religiones a que hagan lo mismo» (61). «La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres». «Todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde» (67). «Esto no es producto de nuestra voluntad, tiene otro origen que está en la raíz de nuestro ser, ya que «Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea» (68). Lo importante, escribe Francisco, es recordar que «no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas» (70). «El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura. Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios» contribuye «gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad» (71). El Pontífice concluye su exhortación recordando que «las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres». Y afirma que «un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo» (72).

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El Consejo Diocesano de Pastoral se constituirá el 12 de noviembre

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La Iglesia está inmersa desde hace dos años en un proceso sinodal que cierra sus conclusiones este mes en Roma con el Sínodo de los Obispos, que comenzaba esta mañana en el Vaticano. Durante este tiempo se ha estado gestando en la Diócesis de Cartagena un nuevo órgano consultor para el obispo, el Consejo Diocesano de Pastoral, que se constituirá el 12 de noviembre.

«El Consejo de Pastoral es una realidad importante en nuestra Diócesis -asegura el obispo de Cartagena-. Todos tenemos una palabra que decir, en este consejo estarán representados todos, tanto laicos, como religiosos y sacerdotes, todos. Todo el pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Cartagena estará, de alguna forma, participando en este consejo para tomar decisiones, para hablar, consultar, para buscar la voluntad de Dios respetando el mandamiento más importante que tenemos, que es el mandamiento del amor, del servicio en consecuencia y de hacerlo como el Papa les decía a los jóvenes en la JMJ: con prontitud, levántate, ponte en marcha y ayuda, sirve, comenta, habla del corazón de Dios, estate atento también a los más pobres, a los más necesitados, a la gente que hay a tu alrededor».

Estatutos del Consejo Diocesano de Pastoral

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La Diócesis vive la celebración del patrón de Jerez de la Frontera, san Dionisio Areopagita

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La parroquia de San Dionisio Areopagita ha organizado el siguiente programa para vivir la festividad del santo patrón de la ciudad sede de la Diócesis.

  • 7 de octubre: Procesión, la cual tendrá lugar la salida a las 17hrs desde la parroquia de San Dionisio Areopagita, y recogiéndose en el mismo lugar a las 22hrs. Destacando la ofrenda floral a Nuestra Señora de la Merced Coronada a las 19:15hrs.
  • 9 de octubre: Celebración del «Te Deum» a las 18hrs presidido por Monseñor José Rico Pavés, que estará acompañado por el Cabildo Municipal y el Cabildo Catedral. Tras este acto, se llevará a cabo la celebración de la Santa Misa a las 19:30hrs presidida por el Sr. Obispo de Asidonia-Jerez.

La ciudad sede de la Diócesis vivirá desde este sábado 7 hasta el 9 de octubre la celebración de la festividad de su patrón, san Dionisio Areopagita. Esta festividad comenzará con la procesión por las calles de Jerez de la Frontera del santo, la cual se llevará a cabo el 7 de octubre a las 17hrs desde la parroquia de San Dionisio Areopagita. Esta salida, tendrá como momento especial la ofrenda a la patrona, Nuestra Señora de la Merced Coronada a las 19:15hrs. Tras esta ofrenda, la recogida se realizará en su sede a las 22hrs.

Después de este momento histórico, ya que es la primera vez que el patrón de Jerez de la Frontera realiza una salida por la calles de la ciudad, nos toca vivir las tradicionales celebraciones del 9 de octubre. Hablamos del acto del «Te Deum» y la Santa Misa. Ambos tendrán lugar en la parroquia de San Dionisio Areopagita, comenzando el primer acto a las 18hrs presidido por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, que estará acompañado por el Cabildo Municipal y Catedral. Tras este, se celebrará la Santa Misa a las 19:30hrs presidida también por el prelado.

Por último, cabe destacar que desde la Diócesis se invita a participar de esta celebración que marca el inicio de curso. Asimismo, será el momento perfecto para pedir la intercesión de San Dionisio Areopagita para llevar a delante todos los retos y proyectos del nuevo curso.

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Este próximo lunes 9 de octubre, los gomeros celebrarán su lustral Bajada de la Virgen de Guadalupe

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Con el lema: “Llega la Madre, acógela”, La Gomera se prepara para celebrar la lustral Bajada de Nuestra Señora de Guadalupe, en procesión marítimo terrestre, este próximo lunes 9 de octubre. La imagen retornará al santuario de Puntallana el sábado 16 de diciembre, después de haber recorrido las parroquias de la isla.

El lunes 9 a las 16 horas, será el embarque de la imagen de la Virgen en Puntallana. La Patrona gomera será trasladada por mar hasta el puerto de la capital. Antes de arribar en la playa de San Sebastián, la imagen se pasará a una embarcación más pequeña para facilitar su acceso a la costa.

A las 18 horas tendrá lugar el recibimiento en el pórtico del Ayuntamiento de San Sebastián. Tras las palabras de bienvenida de la alcaldesa, Angélica Padilla y el saludo del obispo Nivariense, se iniciará la procesión hasta el templo parroquial de la Asunción, acompañada de chácaras y tambores. La jornada finalizará a las 20:00 horas con la celebración de la Palabra.

El martes 10, el obispo presidirá la solemne eucaristía en la parroquia de La Asunción, a las 18 horas. Posteriormente, tendrá lugar la procesión por las calles del pueblo.

– PROGRAMA DE ACTOS

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Laudate Deum, nueva exhortación apostólica del Papa

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La publicación del nuevo documento coincide con la fiesta de San Francisco de Asís, patrono de la ecología

El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano en Integral ha publicado la exhortación apostólica del Papa Francisco Laudate Deum sobre el cuidado del medio ambiente. El nuevo documento del Pontífice se ha hecho público el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, patrono de la ecología, y que también coincide con la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

La exhortación se divide en seis capítulos: “La crisis climática global”, “Más paradigma tecnocrático”, “La debilidad de la política internacional”, “Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos”, “¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?” y “Las motivaciones espirituales”, el Santo Padre hace un llamado a las personas de todas las confesiones religiosas a reaccionar.

Laudate Deum

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Asidonia-Jerez vive este sábado el inicio del curso académico

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El 7 de octubre en el Seminario Diocesano de «San Juan de Ávila» tendrá lugar el inicio del curso del Instituto Teológico San Juan de Ávila y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Asidonense San Dionisio Areopagita.

Tras iniciar el pasado sábado 30 de septiembre la Eucaristía de inicio de curso y envío de profesores, catequistas y los distintos organismos y departamentos diocesanos. Le toca el turno al tema académico, en concreto hablamos del Instituto Teológico San Juan de Ávila y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas Asidonense San Dionisio Areopagita, los cuales se encuentran afiliados a la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla. Estos vivirán el próximo 7 de octubre en el Seminario Diocesano de «San Juan de Ávila» su apertura con el siguiente programa:

11,00h. Oración.
Lectura de la memoria del curso 2022-2023 de ambos Institutos.

11,15h. Lección inaugural: «LOS SANTOS COMO TEÓLOGOS», por el Sr. Obispo de Asidonia-Jerez, Monseñor José
Rico Pavés
.

12,30h. Santa Misa presidida por Monseñor José Rico Pavés. Asimismo se realizará la profesión de fe de los profesores de los Institutos Teológicos.

Por último, mencionar que esta celebración será el momento perfecto para junto a nuestro pastor vivir la celebración de la Eucaristía. Asimismo orar y poner ante Cristo y María todos los proyectos y retos del curso académico.

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Aquí puedes leer completa la nueva Exhortación Apostólica del Papa Francisco titulada «Laudate Deum»

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EXHORTACIÓN APOSTÓLICA

LAUDATE DEUM

DEL SANTO PADRE
FRANCISCO

A TODAS LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD
SOBRE LA CRISIS CLIMÁTICA

1. «Alaben a Dios por todas sus criaturas». Esta era la invitación que hacía san Francisco de Asís con su vida, con sus cánticos, con sus gestos. Así recogía la propuesta de los salmos de la Biblia y reproducía la sensibilidad de Jesús ante las criaturas de su Padre: «Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos» (Mt 6,28-29). «¿No se venden acaso cinco pájaros por dos monedas? Sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos» (Lc 12,6). ¡Cómo no admirar esta ternura de Jesús ante todos los seres que nos acompañan en el camino!

2. Han pasado ya ocho años desde que publiqué la Carta encíclica Laudato si’, cuando quise compartir con todos ustedes, hermanas y hermanos de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones sobre el cuidado de la casa común. Pero con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre. Más allá de esta posibilidad, es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.

3. Es un problema social global que está íntimamente relacionado con la dignidad de la vida humana. Los obispos de Estados Unidos manifestaron muy bien el sentido social de nuestra preocupación por el cambio climático que va más allá de un planteo meramente ecológico, porque «nuestro cuidado mutuo y nuestro cuidado de la tierra están íntimamente unidos. El cambio climático es uno de los principales desafíos a los que se enfrentan la sociedad y la comunidad mundial. Los efectos del cambio climático son soportados por las personas más vulnerables, ya sea en casa o en todo el mundo». [1] En pocas palabras lo dijeron también los obispos en el Sínodo para la Amazonia: «Los atentados contra la naturaleza tienen consecuencias contra la vida de los pueblos». [2] Y para expresar de modo contundente que ya no se trata de una cuestión secundaria o ideológica sino de un drama que nos daña a todos, los obispos africanos afirmaron que el cambio climático pone de manifiesto «un impactante ejemplo de pecado estructural». [3]

4. La reflexión y la información que podemos recoger de estos últimos ocho años, nos permite precisar y completar lo que podíamos afirmar tiempo atrás. Por esta razón, y porque la situación se vuelve más imperiosa todavía, he querido compartir con ustedes estas páginas.

1. La crisis climática global

5. Por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar, los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes. Nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequía y otros quejidos de la tierra que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos. Es verdad que no cabe atribuir de modo habitual cada catástrofe concreta al cambio climático global. Sin embargo, sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos. Por eso sabemos que cada vez que aumente la temperatura global en 0,5 grados centígrados, aumentarán también la intensidad y la frecuencia de grandes lluvias y aluviones en algunas zonas, sequías severas en otras, calores extremos en ciertas regiones y grandes nevadas en otras. [4] Si hasta ahora podíamos tener olas de calor algunas veces al año, ¿qué pasaría con un aumento de la temperatura global de 1,5 grados centígrados, del cual estamos cerca? Esas olas de calor serán mucho más frecuentes y con mayor intensidad. Si llega a superar los 2 grados, se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida, [5] con enormes y gravísimas consecuencias para todos.

Resistencias y confusiones

6. En los últimos años no han faltado personas que pretendieron burlarse de esta constatación. Mencionan supuestos datos científicamente sólidos, como el hecho de que el planeta siempre tuvo y tendrá períodos de enfriamiento y de calentamiento. Olvidan mencionar otro dato relevante: que lo que estamos verificando ahora es una inusual aceleración del calentamiento, con una velocidad tal que basta una sola generación —no siglos ni milenios— para constatarlo. El aumento del nivel del mar y el derretimiento de los glaciares pueden ser fácilmente percibidos por una persona a lo largo de su vida, y probablemente en pocos años muchas poblaciones deberán trasladar sus hogares a causa de estos hechos.

7. Para ridiculizar a quienes hablan del calentamiento global, se acude al hecho de que suelen verificarse fríos también extremos. Se olvida que éste y otros síntomas extraordinarios no son más que diversas expresiones alternativas de la misma causa: el desajuste global que provoca el calentamiento del planeta. Tanto las sequías como las inundaciones, tanto los lagos que se secan como las poblaciones arrasadas por maremotos o desbordes, tienen en definitiva el mismo origen. Por otra parte, si hablamos de un fenómeno global no podemos confundirlo con eventos transitorios y cambiantes, que se explican en buena parte por factores locales.

8. La falta de información lleva a confundir las grandes proyecciones climáticas que suponen períodos largos —hablamos al menos de décadas— con las previsiones meteorológicas que a lo sumo pueden abarcar algunas semanas. Cuando hablamos del cambio climático nos referimos a una realidad global —con constantes variaciones locales— que persiste durante varias décadas.

9. Con la pretensión de simplificar la realidad, no faltan quienes responsabilizan a los pobres porque tienen muchos hijos y hasta pretenden resolverlo mutilando a las mujeres de países menos desarrollados. Como siempre, pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre de toda la población mundial, y que la emisión per cápita de los países más ricos es muchas veces mayor que la de los más pobres. [6] ¿Cómo olvidar que África, que alberga más de la mitad de los más pobres del planeta, es responsable de una mínima parte de las emisiones históricas?

10. También suele decirse que los esfuerzos por mitigar el cambio climático, reduciendo el uso de combustibles fósiles y desarrollando formas de energía más limpias, provocará una reducción de los puestos de trabajo. Lo que ocurre es que millones de personas pierden su empleo debido a las diversas consecuencias del cambio climático: tanto el aumento del nivel del mar como las sequías y muchos otros fenómenos que afectan al planeta, han dejado a mucha gente a la deriva. Por otra parte, la transición hacia formas renovables de energía, bien gestionada, así como todos los esfuerzos de adaptación a los daños del cambio climático, son capaces de generar innumerables puestos de trabajo en diferentes sectores. Esto requiere que los políticos y empresarios estén ahora mismo ocupándose de ello.

Las causas humanas

11. Ya no se puede dudar del origen humano —“antrópico”— del cambio climático. Veamos por qué. La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que por ese efecto provocan el calentamiento de la tierra, se mantuvo estable hasta el siglo XIX, por debajo de las 300 partes por millón en volumen. Pero a mediados de ese siglo, en coincidencia con el desarrollo industrial, comenzaron a crecer las emisiones. En los últimos cincuenta años el aumento se aceleró notablemente, como lo ha certificado el observatorio de Mauna Loa, que toma medidas diarias de dióxido de carbono desde el año 1958. Mientras escribía la Laudato si’ se alcanzó el máximo de la historia —400 partes por millón— hasta llegar en junio de 2023 a las 423 partes por millón. [7] Más del 42% del total de las emisiones netas a partir del año 1850 se produjeron después de 1990. [8]

12. Al mismo tiempo verificamos que en los últimos cincuenta años la temperatura aumentó con una velocidad inédita, sin precedentes en los últimos dos mil años. En este período la tendencia fue de un calentamiento de 0,15 grados centígrados por década, el doble de lo ocurrido en los últimos 150 años. Desde 1850 hasta hoy la temperatura global aumentó 1,1 grados centígrados, fenómeno que se amplifica en las áreas polares. A este ritmo, es posible que en diez años alcanzaremos el límite máximo global deseable de 1,5 grados centígrados. [9] El aumento no se dio sólo en la superficie terrestre, sino también en varios kilómetros hacia arriba en la atmósfera, en la superficie de los océanos y aun en profundidades por cientos de metros. Así se incrementó además la acidificación de los mares y se redujeron sus niveles de oxígeno. Los glaciares se retraen, disminuye la cobertura nevosa y sube constantemente el nivel del mar. [10]

13. No es posible ocultar la coincidencia de estos fenómenos climáticos globales con el crecimiento acelerado de la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo desde mediados del siglo XX. Una abrumadora mayoría de científicos especializados en clima sostienen esta correlación y sólo un ínfimo porcentaje de ellos intenta negar esta evidencia. Lamentablemente la crisis climática no es precisamente un asunto que interese a los grandes poderes económicos, preocupados por el mayor rédito posible con el menor costo y en el tiempo más corto que se pueda.

14. Me veo obligado a hacer estas precisiones, que pueden parecer obvias, debido a ciertas opiniones despectivas y poco racionales que encuentro incluso dentro de la Iglesia católica. Pero ya no podemos dudar de que la razón de la inusual velocidad de estos peligrosos cambios es un hecho inocultable: las enormes novedades que tienen que ver con la desbocada intervención humana sobre la naturaleza en los dos últimos siglos. Los elementos de origen natural que suelen provocar calentamiento, como las erupciones volcánicas y otros, son insuficientes para explicar la proporción y la velocidad de los cambios de las últimas décadas. [11] La evolución de las temperaturas medias superficiales no se sostiene sin el efecto del aumento de los gases de efecto invernadero.

Daños y riesgos

15. Algunas manifestaciones de esta crisis climática ya son irreversibles al menos por cientos de años, como el aumento de la temperatura global de los océanos, su acidificación y disminución de oxígeno. Las aguas oceánicas tienen una inercia térmica y se requieren siglos para normalizar la temperatura y la salinidad, lo cual afecta la supervivencia de muchas especies. Este es un signo entre tantos otros de que las demás criaturas de este mundo han dejado de ser compañeros de camino para convertirse en nuestras víctimas.

16. Lo mismo hay que decir del proceso que lleva a la disminución del hielo continental. El derretimiento de los polos no podrá revertirse por cientos de años. En lo que respecta al clima, hay factores que siguen adelante durante mucho tiempo, independientemente de los hechos que los hayan desencadenado. Por esta razón, ya no podemos detener el enorme daño que hemos causado. Sólo estamos a tiempo para evitar daños todavía más dramáticos.

17. Ciertos diagnósticos apocalípticos suelen parecer poco racionales o insuficientemente fundados. Esto no debería llevarnos a ignorar que la posibilidad de llegar a un punto crítico es real. Pequeños cambios pueden provocar cambios mayores, imprevistos y quizás ya irreversibles, debido a los factores de inercia. Así se terminaría desencadenando una cascada de acontecimientos que se precipiten como una bola de nieve. En un caso así siempre se llegará tarde, porque ninguna intervención podrá detener el proceso ya iniciado. De allí no se regresa. No podemos afirmar con certeza que en las condiciones actuales esto vaya a suceder. Sí es seguro que no deja de ser una posibilidad si tenemos en cuenta fenómenos ya en curso que “sensibilizan” al clima, como la disminución de los hielos, las modificaciones de flujos oceánicos, la deforestación en las selvas tropicales, el derretimiento del permafrost en Rusia, etc. [12]

18. Por consiguiente, urge una mirada más amplia que nos permita no sólo admirarnos por las maravillas del progreso, sino también es apremiante prestar atención a otros efectos que probablemente ni siquiera podían imaginarse un siglo atrás. Se nos pide nada más que algo de responsabilidad ante la herencia que dejaremos tras nuestro paso por este mundo.

19. Finalmente podemos agregar que la pandemia del covid-19 ha constatado la estrecha relación de la vida humana con la de otros seres vivientes y con el medio ambiente. Pero en especial ha confirmado que lo que ocurre en cualquier lugar del mundo tiene repercusiones en todo el planeta. Esto me permite repetir dos convicciones en las cuales insisto hasta el cansancio: “todo está conectado” y “nadie se salva solo”.

2. Más paradigma tecnocrático

20. En Laudato si’ ofrecí un breve desarrollo acerca del paradigma tecnocrático que está detrás del proceso actual de degradación del ambiente. Es «un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla». [13] En el fondo consiste en pensar «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico». [14] Como lógica consecuencia, «de aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos». [15]

21. Durante los últimos años hemos podido confirmar este diagnóstico al mismo tiempo que hemos asistido a un nuevo avance de dicho paradigma. La inteligencia artificial y las últimas novedades tecnológicas parten de la idea de un ser humano sin límite alguno, cuyas capacidades y posibilidades podrían ser ampliadas hasta el infinito gracias a la tecnología. Así, el paradigma tecnocrático se retroalimenta monstruosamente.

22. Sin duda no son ilimitados los recursos naturales que requiere la tecnología, como el litio, el silicio y tantos otros, pero el mayor problema es la ideología que subyace a una obsesión: acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable, frente al cual la realidad no humana es un mero recurso a su servicio. Todo lo que existe deja de ser un don que se agradece, se valora y se cuida, y se convierte en un esclavo, en víctima de cualquier capricho de la mente humana y sus capacidades.

23. Provoca escalofríos advertir que las capacidades ampliadas por la tecnología «dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero. Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo […]. ¿En manos de quiénes está y puede llegar a estar tanto poder? Es tremendamente riesgoso que resida en una pequeña parte de la humanidad». [16]

Repensar nuestro uso del poder

24. No todo aumento de poder es un progreso para la humanidad. Basta pensar en las tecnologías “admirables” que fueron utilizadas para diezmar poblaciones, lanzar bombas atómicas, aniquilar etnias. Fueron momentos históricos donde la admiración ante el progreso no dejaba ver lo horroroso de sus efectos. Pero este riesgo está siempre presente, porque «el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia […]. Está desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación». [17] No es extraño que un poder tan grande en semejantes manos sea capaz de arrasar con la vida, mientras la matriz de pensamiento propia del paradigma tecnocrático nos enceguece y no nos permite advertir este gravísimo problema de la humanidad actual.

25. En contra de este paradigma tecnocrático decimos que el mundo que nos rodea no es un objeto de aprovechamiento, de uso desenfrenado, de ambición ilimitada. Ni siquiera podemos decir que la naturaleza es un mero “marco” donde desarrollamos nuestra vida y nuestros proyectos, porque «estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados», [18] de manera que «el mundo no se contempla desde fuera sino desde dentro». [19]

26. Esto mismo excluye la idea de que el ser humano sea un extraño, un factor externo sólo capaz de dañar el ambiente. Debe ser considerado como parte de la naturaleza. La vida humana, la inteligencia y la libertad integran la naturaleza que enriquece a nuestro planeta y son parte de sus fuerzas internas y de su equilibrio.

27. Por eso un ambiente sano también es producto de la interacción del ser humano con el ambiente, como ocurre en las culturas indígenas y como ha ocurrido durante siglos en distintas regiones de la tierra. Los grupos humanos muchas veces han “creado” ambiente, [20] lo han remodelado de alguna manera sin destruirlo ni ponerlo en peligro. El gran problema actual es que el paradigma tecnocrático ha destrozado esta sana y armónica relación. De todos modos, la indispensable superación de ese paradigma tan dañino y destructivo no se encontrará en una negación del ser humano, sino que incluye la interacción de los sistemas naturales «con los sistemas sociales». [21]

28. Necesitamos repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites. Porque nuestro poder ha aumentado frenéticamente en pocas décadas. Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia. Cabe repetir hoy la ironía de Soloviev: «Un siglo tan avanzado que era también el último». [22] Hace falta lucidez y honestidad para reconocer a tiempo que nuestro poder y el progreso que generamos se vuelven contra nosotros mismos. [23]

El aguijón ético

29. La decadencia ética del poder real se disfraza gracias al marketing y la información falsa, mecanismos útiles en manos de quienes tienen mayores recursos para incidir en la opinión pública a través de ellos. Con la ayuda de estos mecanismos, cuando se piensa iniciar un emprendimiento con fuerte intervención sobre el ambiente y altos efectos contaminantes, se ilusiona a los pobladores de la zona hablando del progreso local que podrá generarse o de las posibilidades económicas, laborales y de promoción humana que esto significará para sus hijos. Pero en realidad no parece interesarles de verdad el futuro de estas personas, porque no se les dice con claridad que detrás de ese emprendimiento quedarían una tierra arrasada; unas condiciones mucho más desfavorables para vivir y prosperar; una región desolada, menos habitable, sin vida y sin la alegría de la convivencia y de la esperanza; además del daño global que termina perjudicando a muchos más.

30. Basta pensar en el efímero entusiasmo del dinero que se recibió a cambio de depositar en un lugar residuos nucleares. La casa que se pudo comprar con ese dinero se convirtió en una tumba a causa de las enfermedades que se desencadenaron. Y no hablo movido por una imaginación desbordada sino a partir de algo que hemos vivido. Podría decirse que se trata de un ejemplo extremo, pero no cabe hablar aquí de daños “menores”, porque es precisamente la sumatoria de muchos daños que se consideran tolerables lo que termina llevándonos a la situación en la que ahora nos encontramos.

31. Esta situación no tiene que ver sólo con la física o la biología, sino también con la economía y nuestro modo de concebirla. La lógica del máximo beneficio con el menor costo, disfrazada de racionalidad, de progreso y de promesas ilusorias, vuelve imposible cualquier sincera preocupación por la casa común y cualquier inquietud por promover a los descartados de la sociedad. En los últimos años podemos advertir que, aturdidos y extasiados frente a las promesas de tantos falsos profetas, a veces los mismos pobres caen en el engaño de un mundo que no se construye para ellos.

32. Se desarrollan planteos equivocados en torno a la llamada “meritocracia”, convertida en un “merecido” poder humano al que todo debe someterse, en un dominio de los que nacieron con mejores condiciones de desarrollo. Una cosa es un sano planteo sobre el valor del esfuerzo, el desarrollo de las propias capacidades y un loable espíritu de iniciativa, pero si no se busca una real igualdad de oportunidades esto se convierte fácilmente en una pantalla que consolida más aún los privilegios de unos pocos con mayor poder. Dentro de esta lógica perversa, ¿qué les importa el daño a la casa común si ellos se sienten seguros bajo la supuesta armadura de los recursos económicos que han conseguido con su capacidad y con su esfuerzo?

33. En la propia conciencia, y ante el rostro de los hijos que pagarán el daño de sus acciones, aparece la pregunta por el sentido: ¿qué sentido tiene mi vida, qué sentido tiene mi paso por esta tierra, qué sentido tienen, en definitiva, mi trabajo y mi esfuerzo?

3. La debilidad de la política internacional

34. Si bien «la historia da muestras de estar volviendo atrás […] cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. Es el camino. El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día». [24] Para que haya avances sólidos y duraderos, me permito insistir que «deben ser favorecidos los acuerdos multilaterales entre los Estados». [25]

35. No es conveniente confundir el multilateralismo con una autoridad mundial concentrada en una persona o en una élite con excesivo poder: «Cuando se habla de la posibilidad de alguna forma de autoridad mundial regulada por el derecho no necesariamente debe pensarse en una autoridad personal». [26] Hablemos sobre todo de «organizaciones mundiales más eficaces, dotadas de autoridad para asegurar el bien común mundial, la erradicación del hambre y la miseria, y la defensa cierta de los derechos humanos elementales». [27] La cuestión es que deben estar dotadas de autoridad real de manera que se pueda “asegurar” el cumplimiento de algunos objetivos irrenunciables. De este modo se daría lugar a un multilateralismo que no dependa de las circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos pocos y que tenga una eficacia estable.

36. Sigue siendo lamentable que las crisis mundiales sean desaprovechadas cuando serían la ocasión para provocar cambios saludables. [28] Es lo que ocurrió en la crisis financiera de 2007-2008 y ha vuelto a ocurrir en la crisis del covid-19. Porque «las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes». [29]

Reconfigurar el multilateralismo

37. Más que salvar el viejo multilateralismo, parece que el desafío actual está en reconfigurarlo y recrearlo teniendo en cuenta la nueva situación mundial. Los invito a reconocer que «tantas agrupaciones y organizaciones de la sociedad civil ayudan a paliar las debilidades de la Comunidad internacional, su falta de coordinación en situaciones complejas, su falta de atención frente a derechos humanos». [30] Por ejemplo, el proceso de Ottawa contra el uso, producción y manufactura de las minas antipersonales es un ejemplo que muestra cómo la sociedad civil con sus organizaciones es capaz de crear dinámicas eficientes que las Naciones Unidas no logran. De este modo, se aplica el principio de subsidiariedad también a la relación mundial-local.

38. A mediano plazo, la globalización favorece intercambios culturales espontáneos, mayor conocimiento mutuo y caminos de integración de las poblaciones que terminen provocando un multilateralismo “desde abajo” y no simplemente decidido por las élites del poder. Las exigencias que brotan desde abajo en todo el mundo, donde luchadores de los más diversos países se ayudan y se acompañan, pueden terminar presionando a los factores de poder. Es de esperar que esto ocurra con respecto a la crisis climática. Por eso reitero que «si los ciudadanos no controlan al poder político —nacional, regional y municipal—, tampoco es posible un control de los daños ambientales». [31]

39. La cultura posmoderna generó una nueva sensibilidad hacia los que son más débiles y menos dotados de poder. Esto se conecta con mi insistencia en la Carta encíclica Fratelli tutti sobre el primado de la persona humana y la defensa de su dignidad más allá de toda circunstancia. Es otro modo de invitar al multilateralismo en orden a resolver los problemas reales de la humanidad, procurando ante todo el respeto a la dignidad de las personas de manera que la ética prime por sobre las conveniencias locales o circunstanciales.

40. No se trata de reemplazar a la política, porque por otro lado las potencias emergentes se vuelven cada vez más relevantes y de hecho son capaces de obtener resultados importantes en la resolución de problemas concretos, como algunas de ellas han demostrado en la pandemia. Precisamente el hecho de que las respuestas a los problemas puedan venir de cualquier país, aunque sea pequeño, termina presentando al multilateralismo como un camino inevitable.

41. La vieja diplomacia, también en crisis, sigue mostrando su importancia y su necesidad. Todavía no ha logrado generar un modelo de diplomacia multilateral que responda a la nueva configuración del mundo, pero, si sabe reconfigurarse, debe ser parte de la solución, porque la experiencia de siglos tampoco puede ser desechada.

42. El mundo se vuelve tan multipolar y a la vez tan complejo que se requiere un marco diferente de cooperación efectiva. No basta pensar en los equilibrios de poder sino también en la necesidad de dar respuesta a los nuevos desafíos y de reaccionar con mecanismos globales ante los retos ambientales, sanitarios, culturales y sociales, especialmente para consolidar el respeto a los derechos humanos más elementales, a los derechos sociales y al cuidado de la casa común. Se trata de establecer reglas globales y eficientes que permitan “asegurar” esta tutela mundial.

43. Todo esto supone generar un nuevo procedimiento de toma de decisiones y de legitimación de esas decisiones, porque el establecido varias décadas atrás no es suficiente ni parece eficaz. En este marco necesariamente se requieren espacios de conversación, de consulta, de arbitraje, de resolución de conflictos y de supervisión, y en definitiva una suerte de mayor “democratización” en el ámbito global para que se expresen e incorporen las variadas situaciones. Ya no nos servirá sostener instituciones para preservar los derechos de los más fuertes sin cuidar los de todos.

4. Las conferencias sobre el clima: avances y fracasos

44. Desde hace décadas, representantes de más de 190 países se reúnen periódicamente para tratar la cuestión climática. La Conferencia de Río de Janeiro de 1992 llevó a la adopción de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), un tratado que entró en vigor cuando se alcanzaron las necesarias ratificaciones de los países firmantes en 1994. Estos Estados se reúnen cada año en la Conferencia de las Partes (COP), máximo organismo para la toma de decisiones. Algunas fueron fracasos, como la de Copenhague (2009), mientras otras permitieron dar pasos importantes, como la COP3 de Kyoto (1997). Su valioso Protocolo es el que puso como objetivo reducir las emisiones complexivas de gases de efecto invernadero un 5% con respecto a 1990. El plazo era el año 2012, pero evidentemente no se cumplió.

45. Todas las partes se comprometían además a implementar programas de adaptación para reducir los efectos del cambio climático ya en curso. Se preveía también una ayuda para cubrir los costos de estas medidas en los países en vías de desarrollo. El Protocolo en realidad entró en vigor en 2005.

46. Posteriormente se propuso un mecanismo relativo a las pérdidas y los daños (loss and damage) causados por el cambio climático, que reconoce como principales responsables a los países más ricos y procura compensar los daños y las pérdidas que el cambio climático produce en los países más vulnerables. No se trata ya de financiar la “adaptación” de estos países sino de compensarlos por los daños ya sufridos. Esta cuestión fue objeto de importantes discusiones en varias COP.

47. La COP21 de París (2015) fue otro momento significativo, porque generó un acuerdo que involucró a todos. Puede considerarse un nuevo comienzo, teniendo en cuenta el incumplimiento de los objetivos planteados en la etapa anterior. El acuerdo entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Si bien es un acuerdo vinculante, no todas las prescripciones son obligaciones en sentido estricto y algunas de ellas dan lugar a una amplia discrecionalidad. Por otra parte, aun para las obligaciones incumplidas no se prevén estrictamente sanciones ni hay instrumentos eficaces para garantizar su cumplimiento. Prevé también formas de flexibilidad para países en vías de desarrollo.

48. El Acuerdo de París presenta un gran objetivo a largo plazo: mantener el aumento de las temperaturas medias globales por debajo de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales, intentando aun bajar a los 1,5 grados. Todavía se está trabajando para consolidar prácticas concretas de monitorización y facilitar criterios generales que permitan comparar los objetivos de los distintos países. Esto dificulta una valoración más objetiva (cuantitativa) de los resultados reales.

49. Después de algunas Conferencias con escasos resultados, y la decepción de la COP25 de Madrid (2019), se esperaba revertir esta inercia en la COP26 de Glasgow (2021). Básicamente, su resultado fue relanzar el Acuerdo de París puesto en duda por los condicionamientos y efectos de la pandemia. Por lo demás, abundaron las “exhortaciones” cuya incidencia real era poco previsible. Las propuestas tendientes a asegurar una transición rápida y efectiva hacia formas alternativas de energía menos contaminantes no pudieron avanzar.

50. La COP27 de Sharm El Sheikh (2022) estuvo desde el inicio amenazada por la situación que creó la invasión a Ucrania, que causó una importante crisis económica y energética. El uso del carbón aumentó y todos querían asegurarse su abastecimiento. Los países en vías de desarrollo consideraban una prioridad urgente acceder a la energía y a las posibilidades de desarrollo. Hubo un claro sinceramiento al reconocer que de hecho los combustibles fósiles proveen todavía el 80% de la energía mundial y que su uso sigue en aumento.

51. Esta Conferencia egipcia fue un ejemplo más de la dificultad de las negociaciones. Podría decirse que produjo al menos un avance en la consolidación del sistema de financiación por “las pérdidas y los daños” en los países más afectados por los desastres climáticos. Esto parecía dar nueva voz y mayor participación a los países en vías de desarrollo. Pero aun en esta cuestión muchos puntos quedaron imprecisos, sobre todo la responsabilidad concreta de los países que deben aportar.

52. Hoy podemos seguir afirmando que «los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos. Los principios enunciados siguen reclamando caminos eficaces y ágiles de ejecución práctica». [32] También que «las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global. Quienes sufrirán las consecuencias que nosotros intentamos disimular recordarán esta falta de conciencia y de responsabilidad». [33]

5. ¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?

53. Los Emiratos Árabes Unidos hospedarán la próxima Conferencia de las Partes (COP28). Es un país del Golfo Pérsico que se caracteriza por ser un gran exportador de energías fósiles, si bien ha hecho importantes inversiones en energías renovables. Mientras tanto, las empresas de gas y petróleo ambicionan nuevos proyectos allí para ampliar más aún la producción. Decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida, porque implicaría exponer a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático.

54. Si confiamos en la capacidad del ser humano de trascender sus pequeños intereses y de pensar en grande, no podemos dejar de soñar que esta COP28 dé lugar a una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente. Esta Convención puede ser un punto de inflexión, que muestre que todo lo que se ha hecho desde 1992 iba en serio y valió la pena, o será una gran decepción y pondrá en riesgo lo bueno que se haya podido lograr hasta ahora.

55. A pesar de tantas negociaciones y acuerdos, las emisiones globales siguieron creciendo. Es verdad que se puede afirmar que sin estos acuerdos habrían crecido todavía más. Pero en otros temas relacionados con el medio ambiente, cuando hubo voluntad, se obtuvieron resultados muy significativos, como ocurrió con la protección de la capa de ozono. En cambio, la transición que se necesita, hacia energías limpias como la eólica y la solar, abandonando los combustibles fósiles, no tiene la velocidad necesaria. Por consiguiente, lo que se está haciendo corre el riesgo de interpretarse sólo como un juego para distraer.

56. Necesitamos superar la lógica de aparecer como seres sensibles y al mismo tiempo no tener la valentía de producir cambios sustanciales. Sabemos que, a este ritmo, sólo en pocos años superaremos el límite máximo deseable de 1,5 grados centígrados y en poco tiempo más podríamos llegar a los 3 grados, con un alto riesgo de alcanzar un punto crítico. Aunque no se llegara a este punto de no retorno, lo cierto es que las consecuencias serían desastrosas y deberían tomarse medidas de modo precipitado, con costos enormes y con gravísimas e intolerables consecuencias económicas y sociales. Si las medidas que tomemos ahora tienen costos, estos serán muchos más pesados mientras más esperemos.

57. Considero imprescindible insistir en que «buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial». [34] Es verdad que son necesarios los esfuerzos de adaptación frente a los males que son irreversibles en el corto plazo. También son positivas algunas intervenciones y avances tecnológicos que permitan absorber o capturar los gases emitidos. Pero corremos el riesgo de quedarnos encerrados en la lógica de emparchar, colocar remiendos, atar con alambre, mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando. Suponer que cualquier problema futuro podrá ser resuelto con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo homicida, como patear hacia adelante una bola de nieve.

58. Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, “verde”, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos. Aceptemos finalmente que es un problema humano y social en un variado arco de sentidos. Por eso se requiere un acompañamiento de todos. Suelen llamar la atención en las Conferencias sobre el clima las acciones de grupos que son criticados como “radicalizados”. Pero en realidad ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana “presión”, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos.

59. Si hay un interés sincero en lograr que la COP28 sea histórica, que nos honre y ennoblezca como seres humanos, entonces sólo cabe esperar formas vinculantes de transición energética que tengan tres características: que sean eficientes, que sean obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente. Esto para lograr que se inicie un nuevo proceso destacado por tres aspectos: que sea drástico, que sea intenso y que cuente con el compromiso de todos. No es lo que ocurrió en el camino recorrido hasta ahora, y sólo con ese proceso se podría recuperar la credibilidad de la política internacional, porque únicamente de esa manera concreta será posible reducir notablemente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males.

60. Ojalá quienes intervengan puedan ser estrategas capaces de pensar en el bien común y en el futuro de sus hijos, más que en intereses circunstanciales de algunos países o empresas. Ojalá muestren así la nobleza de la política y no su vergüenza. A los poderosos me atrevo a repetirles esta pregunta: «¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?». [35]

6. Las motivaciones espirituales

61. A los fieles católicos no quiero dejar de recordarles las motivaciones que brotan de la propia fe. Aliento a los hermanos y hermanas de otras religiones a que hagan lo mismo, porque sabemos que la fe auténtica no sólo da fuerzas al corazón humano, sino que transforma la vida entera, transfigura los propios objetivos, ilumina la relación con los demás y los lazos con todo lo creado.

A la luz de la fe

62. La Biblia narra que «Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno» ( Gn 1,31). De Él es «la tierra y todo lo que hay en ella» ( Dt 10,14). Por eso Él nos dice: «La tierra no podrá venderse definitivamente, porque la tierra es mía, y ustedes son para mí como extranjeros y huéspedes» ( Lv 25,23). Entonces, «esta responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo». [36]

63. Por otra parte, «el conjunto del universo, con sus múltiples relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de Dios». Por consiguiente, para ser sabios, «necesitamos captar la variedad de las cosas en sus múltiples relaciones». [37] En este camino de sabiduría, no es irrelevante para nosotros que desaparezcan tantas especies, que la crisis climática ponga en riesgo la vida de tantos seres.

64. Jesús «podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada por su Padre, e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino». [38]

65. Al mismo tiempo, «las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa». [39] Si «el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre». [40] El mundo canta un Amor infinito, ¿cómo no cuidarlo?

Caminar en comunión y compromiso

66. Dios nos ha unido a todas sus criaturas. Sin embargo, el paradigma tecnocrático nos puede aislar del mundo que nos rodea, y nos engaña haciéndonos olvidar que todo el mundo es una “zona de contacto”. [41]

67. La cosmovisión judeocristiana defiende el valor peculiar y central del ser humano en medio del concierto maravilloso de todos los seres, pero hoy nos vemos obligados a reconocer que sólo es posible sostener un “antropocentrismo situado”. Es decir, reconocer que la vida humana es incomprensible e insostenible sin las demás criaturas, porque «todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde». [42]

68. Esto no es producto de nuestra voluntad, tiene otro origen que está en la raíz de nuestro ser, ya que «Dios nos ha unido tan estrechamente al mundo que nos rodea, que la desertificación del suelo es como una enfermedad para cada uno, y podemos lamentar la extinción de una especie como si fuera una mutilación». [43] Así terminamos con la idea de un ser humano autónomo, todopoderoso, ilimitado, y nos repensamos a nosotros mismos para entendernos de una manera más humilde y más rica.

69. Invito a cada uno a acompañar este camino de reconciliación con el mundo que nos alberga, y a embellecerlo con el propio aporte, porque ese empeño propio tiene que ver con la dignidad personal y con los grandes valores. Sin embargo, no puedo negar que es necesario ser sinceros y reconocer que las soluciones más efectivas no vendrán sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional.

70. No obstante, todo suma, y evitar entre todos un aumento de una décima de grado en la temperatura global ya puede ser suficiente para evitar algunos sufrimientos a muchas personas. Pero lo que importa es algo menos cuantitativo: recordar que no hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas.

71. El esfuerzo de los hogares por contaminar menos, reducir los desperdicios, consumir con prudencia, va creando una nueva cultura. Este solo hecho de modificar los hábitos personales, familiares y comunitarios alimenta la preocupación frente a las responsabilidades incumplidas de los sectores políticos y la indignación ante el desinterés de los poderosos. Advirtamos entonces que, aun cuando esto no produce de inmediato un efecto muy notable desde el punto de vista cuantitativo, sí colabora para gestar grandes procesos de transformación que operan desde las profundidades de la sociedad.

72. Si consideramos que las emisiones per cápita en Estados Unidos son alrededor del doble de las de un habitante de China y cerca de siete veces más respecto a la media de los países más pobres, [44] podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable ligado al modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo. Así, junto con las indispensables decisiones políticas, estaríamos en la senda del cuidado mutuo.

73. «Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.

Dado en Roma, en la Basílica de San Juan de Letrán, el 4 de octubre, Fiesta de san Francisco de Asís, del año 2023, décimo primero de mi Pontificado.

FRANCISCO


[1] Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos, Global Climate Change Background, 2019.

[2] Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, Documento final, octubre 2019, 10: AAS 111 (2019), 1744.

[3] Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar (Sceam), African climate dialogues communiqué, Nairobi, 17 octubre 2022.

[4] Cf. Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), Climate Change 2021, The Physical Science Basis, Cambridge and New York 2021, B.2.2.

[5] Cf. Íd., Climate Change 2023Synthesis Report, Summary for Policymakers, B.3.2. Para el Informe 2023 se hace referencia a https://www.ipcc.ch/report/ar6/syr/downloads/report/IPCC_AR6_SYR_SPM.pdf.

[6] Cf. United Nations Environment Program, The Emissions Gap Report 2022: https://www.unep.org/resources/emissions-gap-report-2022.

[7] Cf. Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, Earth System Research LaboratoriesGlobal Monitoring Laboratory, “Trends in Atmospheric Carbon Dioxide”: https://www.gml.noaa.gov/ccgg/trends/

[8] Cf. IPCC, Climate Change 2023Synthesis Report, Summary for Policymakers, A.1.3.

[9] Cf. ibíd., B.5.3.

[10] Estos datos del Intergovernmental Panel on Climate Change se basan en aproximadamente 34.000 estudios; cf. IPCC, Synthesis Report of the Sixth Assessment Report (20/03/2023): AR6 Synthesis Report: Climate Change 2023.

[11] Cf. IPCC, Climate Change 2023Synthesis Report, Summary for Policymakers, A.1.2.

[12] Cf. ibíd.

[13] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 101: AAS 107 (2015), 887.

[14] Ibíd., 105: AAS 107 (2015), 889.

[15] Ibíd., 106: AAS 107 (2015), 890.

[16] Ibíd., 104: AAS 107 (2015), 888-889.

[17] Ibíd., 105: AAS 107 (2015), 889.

[18] Ibíd., 139: AAS 107 (2015), 903.

[19] Ibíd ., 220: AAS 107 (2015), 934.

[20] Cf. S. Sörlin – P. Warde, “Making the Environment Historical. An Introduction”, en Íd., Nature’s End: History and the Environment, Basingstoke – New York 2009, 1-23.

[21] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 139: AAS 107 (2015), 903.

[22] V. Soloviev, Los tres diálogos y el relato del anticristo, Madrid 2016, 195.

[23] Cf. S. Pablo VI, Discurso a la FAO en su 25ᵒ aniversario (16 noviembre 1970), 4: AAS 62 (1970), 833.

[24] Carta enc. Fratelli tutti (3 octubre 2020), 11: AAS 112 (2020), 972.

[25] Ibíd ., 174: AAS 112 (2020), 1030.

[26] Ibíd ., 172: AAS 112 (2020), 1029.

[27] Ibíd .

[28] Cf. ibíd., 170: AAS 112 (2020), 1029.

[29] Ibíd.

[30] Ibíd., 175: AAS 112 (2020), 1031.

[31] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 179: AAS 107 (2015), 918.

[32] Ibíd., 167: AAS 107 (2015), 914.

[33] Ibíd., 169: AAS 107 (2015), 915.

[34] Ibíd., 111: AAS 107 (2015), 982.

[35] Ibíd., 57: AAS 107 (2015), 870.

[36] Ibíd., 68: AAS 107 (2015), 874.

[37] Ibíd., 86: AAS 107 (2015), 881.

[38] Ibíd., 97: AAS 107 (2015), 886.

[39] Ibíd., 100: AAS 107 (2015), 887.

[40] Ibíd ., 223: AAS 107 (2015), 938.

[41] Cf. D.J. Haraway, When Species Meet, Minneapolis 2008, pp. 205-249.

[42] Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 89: AAS 107 (2015), 883.

[43] Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 215: AAS 105 (2013), 1109.

[44] Cf. United Nations Environment Program, Emission Gap Report 2022: https://www.unep.org/resources/emissions-gap-report-2022.

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