

El obispo electo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández, destaca la hondura espiritual de León XIV

Monseñor Demetrio Fernández, hoy ante las reliquias de San Juan de Ávila en Montilla
Monseñor Demetrio Fernández ha expresado al conocer la designación del Papa León XIV su plena comunión, respeto y obediencia con el nuevo Papa: “Él es el nuevo sucesor de Pedro. Y en la fe, acojo esta elección que los cardenales han hecho; estoy muy contento de que los cardenales hayan elegido tan pronto”, ha dicho el administrador apostólico de la Diócesis de Córdoba que ha observado muy de cerca cómo “los cardenales han tardado 24 horas en ponerse de acuerdo, precisamente porque todos han buscado el bien de la Iglesia y han elegido rápidamente porque se han puesto de acuerdo. A mí me parece que este es un signo muy importante de unidad de servicio al mundo”.
La palabra Paz ha sido la más repetida del Papa León XIV en su saludo a la Iglesia Universal, una expresión que don Demetrio agradece especialmente “en un mundo muy agitado por frentes de guerra en distintos lugares”, su primer mensaje ha sido muy consolador para toda la humanidad herida, ha reconocido.
Monseñor Demetrio Fernández valora la ascendencia española del nuevo Papa y su dominio del idioma español como se ha podido apreciar en sus primeras palabras dirigiéndose a la Iglesia y especialmente a la diócesis de Chiclayo del Perú, además su edad coincide con la del obispo electo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández. El nuevo Papa tiene 69 años. El 14 de septiembre cumplirá 70 años, un día después lo hará don Jesús. Para el administrador apostólico de la Diócesis, “es un hombre de la plena confianza del Papa Francisco, que lo ha llamado como colaborador, haciéndolo prefecto de la congregación, ahora del dicasterio de los obispos”, el encargado de los nombramientos de obispos que hasta ahora con el Papa Francisco iba tratando “continuamente esta gran tarea y responsabilidad”.
En la tarde de su designación como Papa, don Demetrio ha rememorado que tuvo ocasión de ser recibido por él en su despacho de la Congregación de Obispos el 28 de mayo de 2024, cuando “pude hablarle con confianza del final de mi servicio a la diócesis de Córdoba y de la sucesión en esta diócesis querida”. Tras su escucha atenta, trasladó al Papa Francisco lo tratado, “me escuchó muy atentamente y tomó nota del contenido de nuestra conversación que luego él trataría con el Santo Padre, el Papa Francisco”, recuerda. En sus primeras palabras ha hecho alusión al Papa Francisco, ya que ha sido uno de sus colaboradores más cercanos y, por tanto, “habrá una continuidad también dentro de su estilo y su manera que lo iremos viendo en los próximos días, semanas, años”.
Monseñor Demetrio Fernández destaca su completa formación como licenciado en matemáticas desde su juventud, después estudió ciencias eclesiásticas y por último el doctorado en derecho canónico en el Angelicum de Roma, la universidad de los padres dominicos en Roma. Ha sido misionero en Perú en su calidad de Agustino y ha tenido allí distintas tareas en relación con su orden, pero también en relación con otras áreas de formación sacerdotal hasta ser nombrado Obispo de Chiclayo en el año 2014.
El que ha sido obispo de Córdoba 15 años concede valor a su procedencia geográfica como primer papa estadounidense, “es un hombre universal ya por su currículum, por su formación y por su trabajo”; un trabajo extendido a América Latina, en el Perú, como Superior General de los Agustinos y últimamente perfecto del dicasterio para los obispos.
Monseñor Jesús Fernández, Obispo electo de Córdoba: ¡Bienvenido León XIV!
“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Sal 126, 3). Con estas palabras queremos reconocer y agradecer el don que Dios nos ha hecho a los católicos y al mundo entero al concedernos el ministerio de un nuevo Papa, León XIV, quien ha comenzado su intervención desde la logia vaticana con el saludo de Cristo resucitado, el Buen Pastor que ha dado la vida por el Rebaño de Dios: “La paz sea con vosotros”.
“Dios quiere a todos y el mal no prevalecerá”, dijo también, consciente de la situación conflictiva que el mundo vive, no sólo a gran escala, entre países enfrentados y en guerra, sino también en las distancias cortas y en el propio corazón humano. Por eso expresó también su deseo de que la paz de Cristo, “desarmada y desarmante” llegue a todos los corazones y a toda la tierra.
La paz, don de Dios que nos llena de esperanza, requiere también la tarea humana, por eso el nuevo Papa, recalcó la importancia del compromiso humano a favor de una cultura del diálogo y del encuentro. La misma vida le ha enseñado a construir puentes: nació en Chicago (Estados Unidos), es hijo de madre de origen español y padre de origen francés, y ha sido misionero en Perú y obispo en Chiclayo, una pequeña diócesis de esa misma nación durante ocho años (2015-2023). Solamente hace dos años, el Papa Francisco lo llamó al Vaticano, donde había vivido ya durante doce años ejerciendo de General de la Orden de S. Agustín, y lo puso al frente del Dicasterio para los Obispos. Su experiencia vital, su formación y su compromiso aseguran un talante abierto y misionero.
El Papa León XIV, evidentemente muy cercano al Papa Francisco, con el que se reunía todos los sábados durante dos horas, comparte también con él el objetivo de avanzar en la configuración de la Iglesia que propone el Concilio Vaticano II, una Iglesia Pueblo de Dios, una Iglesia de todos. Es lógico pues que, en su primera intervención, no faltase la llamada a construir una Iglesia sinodal que busca la paz, que vive la caridad y que se muestra cercana a los que sufren.
Me atrevo a asegurar que estamos ante un Papa con hondura teológica y espiritual, de matriz agustiniana. Lo reconoció en su intervención al citar al Santo de Hipona: “Con vosotros soy cristiano, para vosotros, soy obispo”. No me ofrece dudas tampoco su compromiso a favor de los pobres y excluidos, de los enfermos, de los que no conocen a Dios. Al igual que el Papa Francisco, tiene claro que la fe ha de ser, no sólo un camino para la salvación individual, sino también una herramienta para mejorar el mundo a través del compromiso por la justicia, la igualdad, la libertad, la dignidad de la persona y la vida.
Tarea nada fácil la suya, por eso lo encomendamos al Señor y a nuestra Madre María. Y, por supuesto, nos sentimos empujados a reforzar nuestro compromiso a favor de una Iglesia unida y evangelizadora y de un mundo más fraterno y habitable.
+ Jesús, Obispo Electo de Córdoba
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