Disponible el informativo diocesano “Iglesia Noticia”, emitido en COPE Granada y COPE Motril, el 14 de diciembre de 2025. Entre otros temas, hablamos de la misión en África, con la misionera laica de Chauchina Nuria Granados, que ha presentado su libro en Santa Fe. Hablamos también del tiempo jubilar concedido a las riquelminas y de Proyecto Hombre Granada que ha inaugurado hoy viernes la ampliación de su edificio de la Comunidad Terapéutica en Huétor Santillán.
Los Reyes de España, D. Felipe y Dª Letizia, han aceptado ser nombrados “hermanos mayores honorarios” de la Hermandad Sacramental de San Cosme y San Damián, de Cortes de Baza. Así lo ha dado a conocer la hermandad, mostrando en sus redes sociales la carta que han recibido desde Casa Real con la aceptación del nombramiento, el pasado 10 de diciembre. Desde la hermandad, les han hecho llegar a los Reyes la acreditación como “hermanos mayores honorarios”.
Esta iniciativa se enmarca en la celebración del 425 aniversario del patronazgo de San Cosme y San Damián en la parroquia de Cortes de Baza. Ese aniversario se cumple en 2026 y ya se están preparando numerosos actos que dar solemnidad a esta celebración. Entre esos actos está el de nombrar a los Santos Médicos como alcaldes perpetuos de la localidad, algo que ocurrirá cuando se acerque la fecha de su fiesta.
Ya se presentó el cartel oficial del aniversario, en una celebración de la Eucaristía el pasado mes de noviembre, y en diciembre está previsto recuperar la Misa de Gozos, de Cortes de Baza, que estará interpretada por la Cuadrilla de Ánimas de Benamaurel y el Coro Parroquial de Cortes de Baza.
Tras recibir la aceptación de Casa Real como “hermanos mayores honorarios” de la Hermandad Sacramental de San Cosme y San Damián, de Cortes de Baza, la hermandad ha dado a conocer la noticia y han expresado el deseo de “mantener unos lazos de unión que perduren en el tiempo con Casa Real, máxima institución representativa de este país”.
Este es el mensaje que han publicado en Instagram:
“Tras la solicitud a Casa Real, por parte del Hermano Mayor y tras remitir toda la documentación que se solicitó desde Zarzuela, el pasado 10 de diciembre se recibió una misiva desde la Casa de Su Majestad el Rey en la que se comunicaba que sus Majestades los Reyes, Don Felipe VI y Doña Letizia aceptaban el nombramiento de HERMANOS MAYORES HONORARIOS de la Hermandad Sacramental de San Cosme y San Damián, remitiéndose así mismo la credencial que certifica dicho nombramiento.
Desde la Hermandad nos congratulamos con el inmenso honor que supone para todos, que sus Majestades los Reyes de España hayan aceptado este nombramiento, con el deseo de mantener unos lazos de unión que perduren en el tiempo con Casa Real, máxima institución representativa de este país”
Las parroquias de Pedro Martínez y Alamedilla celebraron, el sábado 13 de diciembre, el Jubileo de la Esperanza, en Face Retama. Han peregrinado 29 feligreses de estas dos parroquias, a los que se han sumado otros dos de la vecina Fonelas. Durante toda la mañana han estado en el santuario, han celebrado al Eucaristía y han pasado una jornada de convivencia y de renovación espiritual.
Face Retama es uno de los dos templos jubilares que ha tenido la diócesis de Guadix durante el Año Santo que ya termina a finales de diciembre. Numerosas parroquias e instituciones han peregrinado hasta este lugar apartado, donde pronto habrá una comunidad de eremitas, para rezar en el santuario de San Torcuato y ganar las indulgencias jubilares. Y así lo han hecho las parroquias de Alamedilla y Pedro Martínez, que comparten al mismo párroco, Juan Diego Tapia, que ha organizado la peregrinación y ha presidido la Eucaristía jubilar.
A la llegada al santuario, los peregrinos han visitado el lugar, la hospedería y el templo. Después, han tenido un tiempo de oración ante el Santísimo, que ha culminado con la celebración jubilar de la Eucaristía, en la iglesia que recuerda el lugar del martirio de San Torcuato, Patrón de la diócesis de Guadix y el primer obispo que hubo en España.
Terminó la peregrinación con una comida en fraternidad.
El personaje central de este relato es Juan el Bautista, que es presentado como profeta y precursor de Jesús: el Mesías esperado y anunciado por los profetas. La intencionalidad de Mateo es clarificar a sus contemporáneos, y a los antiguos discípulos del Bautista que se han convertido al cristianismo, la relación entre ambos, la misión de cada uno y la subordinación de Juan a Jesús.
Juan, encarcelado por el rey Herodes, tiene dudas sobre Jesús y siente cierta decepción porque las noticias que le llegan le hacen tener la impresión de que la situación del pueblo no ha mejorado con el mensaje del Nazareno. Por eso, manda a dos de sus discípulos para que Jesús aclare su verdadera identidad. La respuesta que da Jesús para todos, es la evidencia del efecto liberador y sanador de sus obras y actuaciones con los más desvalidos de la sociedad, que confirman su mesianismo anunciado por los profetas.
Jesús hace el bien, pero con ternura y cercanía con los que sufren, tocando sus heridas y sanando sus corazones. Jesús ama a la vida y pone en valor a la persona, por eso se enfrenta a todo lo que obstaculiza la dignidad del ser humano, regalando ternura a los que necesitan misericordia y buscando la salvación de los que necesitan ser salvados, los preferidos de su Reino.
Patrón de la teología mística y de los poetas en español
Era hijo de Gonzalo de Yepes y de Catalina Álvarez, tejedores de buratos. El padre y el hermano pequeño, Luis, mueren cuando Juan tiene sólo tres años, por lo que la madre y los dos hijos restantes (Francisco y el propio Juan) se ven obligados por la acuciante pobreza (las penalidades pasadas hicieron de Juan un hombre de escasa corpulencia, bastante bajo de estatura (Santa Teresa lo llamaba «mi medio fraile»)) a trasladarse primero a Arévalo (donde viven durante cuatro años) y en 1551 a Medina del Campo. Allí, aliviados algo por el incremento de fortuna que les ha reportado el matrimonio del hermano mayor, se instalan definitivamente. Juan, gracias a su condición de pobre de solemnidad, puede asistir al Colegio de los Niños de la Doctrina, privilegio que le obliga a realizar ciertas contraprestaciones, como asistir en el convento, la ayuda a Misa y a los Oficios, el acompañamiento de entierros y la práctica de pedir limosna. La mínima formación recibida en el colegio le capacitó para continuar su formación en el recién creado (1551) colegio de los jesuitas, que le dieron una sólida base en Humanidades. Como alumno externo y a tiempo parcial, debía compaginar sus estudios con un trabajo asistencial en el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción de Medina, especializado en la curación de enfermedades venéreas contagiosas.
Así, pues, entre 1559 y 1563, estudia con los jesuitas; durante los primeros tres años, recibe la formación según la novedosa ratio studiorum, en la que el latín era la base de todos los estudios; en el cuarto año, aparte de recibir formación en retórica, aprende a escribir en latín, a construir versos latinos y a traducir a Cicerón, César, Virgilio, Ovidio, Marcial y Horacio. Simultáneamente, vive las nuevas corrientes del humanismo cristiano, con estilo y comportamientos renovados en la pedagogía.
A los veintiún años, en 1563, ingresa en los Padres Carmelitas de Medina (orden de los Carmelitas), adoptando el nombre de fray Juan de Santo Matía. Tras realizar el noviciado entre 1563 y 1564 en el convento de Santa Ana, se traslada a Salamanca donde estudiará en el Colegio de San Andrés de los Cármenes entre 1564 y 1567 los tres cursos preceptivos para bachillerarse en Artes. Durante el tercer curso, fue nombrado, por sus destrezas dialécticas, prefecto de estudiantes en el colegio de San Andrés.
En 1567 regresa a Medina del Campo por unos pocos días para ser ordenado presbítero y celebrar su primera misa en presencia de su hermano, del resto de su familia y de sus amigos del convento. Allí conocerá a Teresa de Cepeda y Ahumada, futura Santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su Reforma Carmelita, los llamados carmelitas descalzos. Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de los Carmelitas. Esta orden reformada tropezó con una gran hostilidad por parte de los carmelitas calzados.
Juan regresa a Salamanca e inicia estudios de Teología durante el curso 1567-1568, pero solo realiza un curso, cuando los preceptivos hubieran sido cuatro, por lo que no obtuvo ni siquiera el grado de bachiller.
En agosto de 1568 abandona Salamanca para acompañar a Teresa en su fundación femenina de Valladolid.
El 28 de noviembre de 1568 funda en Duruelo el primer convento de Descalzos de la rama masculina del Carmelo Descalzo siguiendo la Regla Primitiva, esto es, un establecimiento que propugna el retorno a la práctica original de la Orden; en la ceremonia, cambia su nombre por el de fray Juan de la Cruz. En 1570 la fundación se trasladó a Mancera, donde Juan desempeño el cargo de Subprior y Maestro de novicios; tras una estancia en Pastrana para poner en marcha su noviciado, se establece en 1571 en Alcalá de Henares, como Rector del colegio reción fundado.
Juan se convierte en uno de los principales formadores para los nuevos adeptos a esta reforma carmelitana. En 1572, Juan de la Cruz viaja, a invitación de Teresa de Jesús, al Convento de la Encarnación, en donde asumirá las tareas de Vicario y Confesor de las monjas. Permanecerá aquí hasta finales de 1577, por lo que acompañará a la madre Teresa a la fundación de diversos conventos de Descalzas, como el de Segovia.
Durante este periodo, en el seno de la Orden del Carmen se habían agravado los conflictos jurisdiccionales entre los carmelitas calzados y descalzos, debidos a distintos enfoques espirituales de la reforma; por lo demás, el pleito se enmarcaba también en la confrontación entre el poder real y el pontificio por dominar el sector de las órdenes religiosas. Así, en 1575, el Capítulo General de los Carmelitas decidió enviar un visitador de la Orden para suprimir los convento fundados sin licencia del General y de recluir a la madre Teresa en un convento. Finalmente, en 1580 el Carmelo Descalzo se erige en Provincia exenta y en 1588 es reconocida como Orden.
En este contexto es en el que se produce el encarcelamiento de Juan de la Cruz, quien ya en 1575 había sido detenido y encarcelado en Medina del Campo durante unos días por los frailes calzados. La noche del 3 de diciembre de 1577 Juan de la Cruz es nuevamente apresado y trasladado al convento de frailes carmelitas de Toledo, donde es obligado a comparecer ante un tribunal de frailes calzados para retractarse de la Reforma teresiana. Ante su negativa, es recluido en una prisión conventual durante ocho meses.
Es durante este periodo de reclusión cuando escribe las treinta y una primeras estrofas del Cántico espiritual (en la versión conocida como protocántico), varios romances y el poema de la fonte.
Tras concienciarse de que su liberación iba a ser difícil, planea detenidamente su fuga y entre el 16 y el 18 de mayo de 1578, con la ayuda de un carcelero, se escapa en medio de la noche y se acoge en el convento de las Madres Carmelitas Descalzas, también en Toledo. Para mayor seguridad, las monjas lo envían al Hospital de Santa Cruz, en el que estuvo mes y medio.
En 1578 se dirige a Andalucía para recuperarse completamente. Pasa por Almodóvar del Campo y luego llega como Vicario al convento de El Calvario en la serranía jienense. Entabla amistad con Ana de Jesús, tras algunas visitas a la fundación de Beas de Segura.
En junio de 1579 se establece en la fundación de Baeza donde permanece como Rector del Colegio Mayor hasta 1582, en que marcha para Granada tras ser nombrado Tercer Definidor y Prior de los Mártires de esa ciudad. Realiza numerosos viajes por Andalucía y Portugal, por razones del cargo. En 1588 es elegido Primer Definidor y Tercer Consiliario de la Consulta, la cual le traslada a Segovia.
Tras un nuevo enfrentamiento doctrinal en 1590, es destituido en 1591 de todos sus cargos, quedando como simple súbdito de la comunidad. Durante su viaje de vuelta a Segovia, cae enfermo en el convento de La Peñuela y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre.
Su sepulcro, un magnífico mausoleo, digno de visita, se encuentra el el convento de Carmelitas de Segovia, al pie de las Peñas «rajeras»
Queridos diocesanos, hermanas y hermanos de Málaga y Melilla:
En este Jubileo de la Esperanza conmemoramos que en el año 325, hace ahora 1.700 años, tuvo lugar en Nicea el primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia. Allí, los 318 obispos proclamaron la fe católica en la divinidad de Jesucristo con estas palabras: «Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza (homoousios) del Padre». Esta formulación fue enriquecida el año 381 por el concilio de Constantinopla, dando origen al Credo niceno-constantinopolitano (el llamado popularmente “credo largo”) que profesamos en la celebración de la Eucaristía.
De este modo proclamamos que Jesucristo es nuestra Esperanza, pues al compartir el ser de Dios y también nuestra naturaleza humana, no hay ninguna situación de pobreza o violencia en la que no se haga presente la fuerza salvadora del amor de Dios.
El Credo niceno-constantinopolitano es común para católicos, ortodoxos, luteranos, reformados, bautistas, anglicanos, metodistas, evangélicos… La diócesis de Málaga ha sido pionera en el camino de la reconciliación entre las Iglesias cristianas y todos nosotros –laicos, religiosos, sacerdotes y obispo– hemos de seguir avanzando. No se trata solo de orar juntos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, sino de aprender a trabajar unidos al servicio del Reino y de ser instrumentos de reconciliación y concordia en un mundo polarizado y dividido.
El papa León XIV ha conmemorado el concilio de Nicea peregrinando a Turquía y participando en la oración ecuménica que tuvo lugar en la antigua Nicea, actual Iznik, frente a los restos de la basílica donde se celebró el concilio. Y en su carta apostólica “In unitate fidei” ha dado un renovado impulso a esa profesión de fe. En ella nos invita a volver a la pregunta que hizo Jesús a los Doce: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 15, 15).
En los tiempos del concilio de Nicea, el presbítero Arrio había afirmado que Jesucristo era una criatura especial, superior a todas las demás, pero que no era Dios. El concilio corrigió a Arrio, afirmando que Jesús de Nazaret es de la misma sustancia (homoousios) del Padre. No se trataba de una disputa sobre palabras, sino de una cuestión fundamental: si Jesús fue un personaje carismático, un revolucionario social o alguien que amó como nadie lo había hecho hasta entonces, es un hombre digno de admiración, pero si además es de la misma sustancia del Padre, entonces es el Hijo de Dios, que sigue vivo y presente entre nosotros y nos salva de caer en el vacío. La pregunta “¿Quién es Jesús para ti?” no es ociosa, como no lo fue la respuesta que dio, en su día, el concilio de Nicea.
Jaén ha vivido un acontecimiento histórico con la beatificación de 124 mártires del siglo XX: un testimonio de fe y entrega. Una celebración multitudinaria, en la que la esperanza, el recuerdo, el espíritu de la reconciliación y el perdón.
Jaén amanecía, este 13 de diciembre con la mirada puesta en la Catedral y con la memoria en esos hombres y mujeres que, ante la prueba más difícil, la de la muerte, no dudaron en entregar la suya por amor a Aquel que antes la entregó por todo el género humano. Pedro Granados; Antonio Martínez López; Juan Ángel Román, Obdulia Puchol, Teresa Basulto, Alberto Pancorbo, Sor Isabel María Aranda…, y así hasta 124 nombres que ya no pertenecen solo a sus familias, sino a los millones de católicos de todo el mundo, para los que desde hoy estos hombres y mujeres son referentes de testimonio, de entrega y de amor, al ser oficialmente declarados mártires.
Esta mañana, la Iglesia de Jaén ha vivido una jornada histórica y luminosa con la beatificación de 124 mártires, sacerdotes, laicos y una religiosa, que entregaron su vida por amor a Cristo in odium fidei. La celebración, que ha daba comienzo a las 11 de la mañana, ha sido presidida por el Cardenal Prefecto para la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, representante del Santo Padre León XIV.
Alrededor de 2.000 fieles se han congregado para acompañar la solemne ceremonia, muchos de ellos familiares directos de los nuevos beatos: hijos, nietos, hermanos, sobrinos, tataranietos… de estos testigos de esperanza que, por su entrega valiente, la Iglesia ha reconocido y ha honrado con la palma del martirio. A la celebración, también, ha acudido autoridades civiles y militares, entre ellos, el Delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Jaén, D. Jesús Estrella, así como numerosos alcaldes de los pueblos de donde eran naturales o fueron martirizados los ya declarados beatos.
La Eucaristía, concelebrada por casi 20 obispos, ha contado con la participación del Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, y los dos eméritos, Don Ramón del Hoyo López y Don Amadeo Rodríguez Magro, quienes han sostenido este proceso y han custodiado con celo la memoria de estos testigos del Evangelio.
Asimismo, alrededor de 150 sacerdotes de toda la provincia, y algunos de diócesis vecinas, han querido estar presentes en esta solemne celebración que ha sido armonizada por MusicAlma, bajo la batuta de José Gregorio Trujillo.
Rito de beatificación
El Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, ha leído la petición de la Iglesia de Jaén al Santo Padre para que los Venerables Siervos de Dios Manuel Izquierdo, Antonio Montañés y 122 compañeros mártires, hijos de esta Diócesis de Jaén, fueran inscritos en el libro de los beatos. A continuación, el vicepostulador de la causa y delegado diocesano para la Causa de los Santos, D. Andrés Nájera, ha ofrecido un breve relato de la vida y testimonio de los mártires.
Seguidamente, el Cardenal Semeraro ha dado lectura a la Carta Apostólica del Papa León XIV, en la que Su Santidad proclama la solemne beatificación.
Letras apostólicas
«Cumpliendo los deseos de nuestro hermano, Sebastián Chico Martínez, Obispo de Jaén, así como de muchos otros hermanos en el Episcopado y de numerosos fieles cristianos, tras consultar al Dicasterio para las Causas de los Santos, por nuestra autoridad Apostólica, concedemos que los Venerables Siervos de Dios
MANUEL IZQUIERDO IZQUIERDO y 58 compañeros mártires y ANTONIO MONTAÑÉS CHIQUERO y 64 compañeros mártires, sacerdotes diocesanos, religiosos, fieles laicos, testigos heroicos y constantes del Señor Jesús, por cuyo amor no temieron derramar su propia sangre, sean de ahora en adelante llamados Beatos y puedan ser celebrados el día seis de noviembre de cada año, en los lugares y formas establecidos por la ley. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén».
PP XIV
Al término de la lectura de las letras apostólicas ha tenido lugar uno de los momentos más emotivos de la celebración. Mientras MusicAlma entonaba el Pleni sunt coeli –Te Deum– , se ha descubierto una obra pictórica con la imagen de los nuevos Beatos, del pintor torrecampeño Francisco Galán, situada en el tornavoz. A la vez que se abrían 14 de los balcones interiores del Templo Catedral y eran descolgadas las imágenes de los ya declarados beatos, al tiempo que las campanas de la Catedral repicaban jubilosas y los fieles aplaudían con entusiasmo.
Cuatro sacerdotes portaban la urna de las reliquias, acompañada por familiares de los mártires, así como por cuatro contemplativas de las Clarisas de Jaén que acompañaban el cortejo con flores y familiares de los mártires, con velas. En el presbiterio se ha depositado la urna, con los restos de algunos de los mártires, como símbolo tangible de su entrega hasta el extremo. En este momento, se ha interpretado el Himno de los Mártires de Jaén “Cual gotas del Santo Rostro”, con letra del sacerdote D. Manuel Cámara y música del compositor marteño Fernando J. Camacho.
El rito ha concluido con las palabras de agradecimiento de Monseñor Chico Martínez: “La Iglesia de Dios que peregrina en Jaén da gracias al Sucesor del Apóstol Pedro, Su Santidad el Papa León XIV, por haber proclamado beatos a nuestros mártires”.
Finalmente, el Obispo de Jaén, los dos eméritos, el arzobispo de la provincia eclesiástica de Granada, el Vicario General y el Deán de la Catedral y el postulador han recibido del Cardenal una copia de la Carta Apostólica, gesto que selló este hito histórico.
Las lecturas han estado participadas por Alfredo Ureña familia del mártir Antonio José Ureña; la Hermana Favia, Mercedaria del Santísimo Sacramento, el salmo y la segunda lectura, Salomé Martínez, familia de D. Francisco Morales. El diácono D. Jesús Marchal ha proclamado el Evangelio de Juan (12, 24-26). Los seminaristas han ejercido de acólitos, en una Catedral preciosamente adornada, que lucía como la gran joya del Renacimiento que es, en un día único e irrepetible para la Iglesia de Jaén, que peregrina entre olivares.
Homilía
El Cardenal no ha pronunciad su homilía y en su lugar la ha leído Mons. Gianpaolo Rizzotti, Capo Ufficio del Dicasterio para las Causas de los Santos
En sus palabras ha subrayando el espíritu martirial de la Diócesis de Jaén a lo largo del tiempo, lo que la convierte en “cuna de mártires y tierra abundantemente regada con la sangre de los mártires”, para, a continuación, resaltar algunas palabras de la Carta Pastoral del Obispo de Jaén a cerca de estos mártires: “Su única arma fue el amor. Y murieron perdonando a sus verdugos… Este perdón martirial es el fruto más sublime de la esperanza que no se rinde ante el mal”.
El Prefecto para la Causa de los Santos ha querido tomar como guía de su homilía la encíclica de Benedicto XVI, Spe salvi (cf. n. 39) para adentrarse en el misterio de la esperanza como eje de la vida del cristiano. “En ese documento, – ha expresado el Cardenal- se advierte que en nuestra vida hay muchas situaciones en las que nos pueden bastar incluso las esperanzas humanas, las pequeñas esperanzas. Hay otras, sin embargo, en las que necesitamos algo más sólido, más consistente, más válido. Se trata de circunstancias en las que se necesita una «gran esperanza»; Para añadir, “son momentos en los que necesitamos amigos, hermanos y hermanas que con su testimonio nos ayuden a comprender que es posible seguir adelante, que podemos lograrlo. Son momentos en los que «necesitamos también testigos, mártires, que se han entregado totalmente, para que nos lo demuestren día tras día. Los necesitamos en las pequeñas alternativas de la vida cotidiana, para preferir el bien a la comodidad, sabiendo que precisamente así vivimos realmente la vida».
En este sentido, el Cardenal Semeraro ha puesto de relieve el sentido profundo del testimonio cristiano. “Los mártires beatificados hoy son sin duda un modelo de cristianismo. El martirio es el testimonio más elevado de la fe cristiana, porque encarna el amor total a Cristo y a los hermanos, transformando el sufrimiento en redención y la sangre en semilla de evangelización”. Subrayó, además, que, ante la crueldad humana y la fuerza interior del testigo de la fe, «a veces las palabras ya no bastan». Asimismo, recordó la actualidad del testimonio martirial, citando al Papa Francisco: “Os digoque hoy hay más mártires que en los primeros tiempos de la Iglesia. Muchos de nuestros hermanos y hermanas que dan testimonio de Jesús y son perseguidos. Son condenados por poseer una Biblia. No pueden llevar la señal de la cruz. Y este es el camino de Jesús […] La vida cristiana no es una ventaja comercial, no es hacer carrera: es simplemente seguir a Jesús”.
Finalmente, el Cardenal ha concluido con estas palabras: “Al venerar a estos nuevos Beatos y también a todos los demás que los acompañan, pedimos al Señor que nos ayude a sentir y conservar ese deseo, que está unido a la virtud cristiana de la fortaleza: una virtud que, entre otras cosas, nos hace capaces de vencer el miedo, incluso al de la muerte, y de afrontar las pruebas y las persecuciones conscientes de la palabra de Jesús: «Tened confianza; yo he vencido al mundo (Jn 16,33)» (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1808). Oremos, pues: Oh Señor, por intercesión de los nuevos Beatos y de todos sus compañeros, sostennos siempre en la esperanza y en el valor de Tu amor”.
Acción de gracias
Antes de la bendición final, el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, ha tomado la palabra para agradecer en nombre de toda la Iglesia de Jaén y en el suyo propio que, “hoy se ha escrito una nueva página en la historia eclesial de nuestra Diócesis jienense”, ha expresado Monseñor Chico, para continuar, “Por la misericordia de Dios y el discernimiento de la Iglesia, 124 hijos e hijas de Jaén resplandecen ya en el coro de los beatos como testigos de Cristo, mártires por la fe, la esperanza y el amor. Ellos son ‘semilla de esperanza plantada en nuestra tierra, que nunca deja de dar fruto’, y que fortalecidos por la caridad y coronados por la esperanza, han sido declarados mártires de Cristo, testigos del Evangelio hasta la efusión de su sangre”.
De igual modo, el Obispo del Santo Reino ha querido dar las gracias al Papa, a la vez que subrayar ese gran regalo que supone esta beatificación para culminar el año de la esperanza. “En nombre de toda esta Iglesia diocesana, manifiesto nuestro agradecimiento filial al Santo Padre, el Papa León XIV, que con paternal solicitud ha concedido esta Beatificación para bien de la Iglesia que peregrina en Jaén. Mi gratitud profunda a usted, Eminencia Cardenal Semeraro, que como Delegado Pontificio, representando al Santo Padre, ha presidio esta hermosa y esperada celebración en este marco inolvidable, como es el Año Jubilar de la Esperanza, haciendo patente la Providencia divina que nos presenta a nuestros paisanos mártires como “Testigos de Esperanza”.
Las familias, presentes y emocionadas durante toda la celebración, también han recibido el cariño del Prelado jiennense, “Quiero dirigirme, de un modo especial y profundamente emocionado, a vosotros, familiares de los mártires que hoy la Iglesia propone como modelo. Vuestras casas fueron los primeros santuarios donde prendió la semilla de la fe que hoy contemplamos florecida en el martirio. Habéis custodiado, durante décadas, la memoria viva de vuestros padres, madres, abuelos, tíos, hermanos… Habéis transmitido su nombre con respeto, su testimonio con emoción, con lágrimas, con orgullo humilde, y su sangre con dignidad. Felicidades porque hoy veis elevados a los altares a vuestro familiar, y gracias por no permitir que se perdiera la luz que hoy vuelve a brillar para toda la Iglesia”.
Por último, ha hablado del gran símbolo de reconciliación y perdón de este proceso y ha pedido la intercesión de los nuevos mártires ante el Señor, por esta Iglesia y sus gentes. “Hoy, el Señor nos concede un regalo que supera nuestra capacidad de comprender: 124 hermanos nuestros han sido proclamados beatos, testigos de Cristo hasta el final. Su sangre, derramada en nuestra tierra, es hoy semilla de reconciliación, de perdón, de unidad, de paz. Nos invitan a mirar el pasado sin rencor, el presente sin miedo y el futuro sin desesperanza. Que la intercesión de estos 124 mártires de Jaén haga fecunda nuestra Iglesia, fortalezca nuestras comunidades, renueve nuestra caridad y despierte nuevas vocaciones a la familia, al sacerdocio y a la vida consagrada”.
Causa de martirio, historia de amor y fe
«El amor lo soporta todo». Y cuando es la fe la que lleva a amar, se soporta hasta la muerte. Los nuevos mártires eran hombres y mujeres de su tiempo. Algunos, con el propósito vital de llevar a casa el sustento para su familia. Otros, los sacerdotes, con la misión de anunciar el Reino de Dios. La clarisa, enamorada de Dios, vivía retirada del mundo para rezar por el mundo. En definitiva, eran personas que, en su humanidad, se sabían amadas y perdonadas por el Señor. Y ese amor que sentían supieron llevarlo hasta el extremo, al donar su vida, sin traicionar su fe y así, no traicionarse a sí mismos. Seguro que temieron, o ansiaron otro final. Seguro que en sus últimos momentos recordaron a sus hijos, o a sus padres, hermanos, amigos, pero se supieron capaces de hacer el acto heroico de no renunciar a sus creencias, ni a su fe.
El pasado 20 de junio, el Papa León XIV hizo pública la aprobación de la causa de martirio de estos jiennenses, la primera de su pontificado que se publicó en el Boletín de la Santa Sede. Entre los decretos promulgados por el Dicasterio para la Causa de los Santos, se incluyó el reconocimiento del martirio de los Siervos de Dios Manuel Izquierdo Izquierdo y 58 compañeros, así como de Antonio Montañés Chiquero y 64 compañeros, asesinados por odio a la fe en distintos lugares de la provincia.
Con esta beatificación, la Iglesia de Jaén ha abierto un nuevo capítulo en su historia, recordando que la luz de Cristo se ha hecho presente incluso en los momentos más oscuros. La ceremonia, que se ha seguido también por TRECE televisión, ha dejado una huella profunda en la comunidad diocesana y en todos aquellos que buscan inspiración en el testimonio de quienes, con valor y fidelidad, han dado su vida por el Evangelio.
Minutos antes de la celebración de la solemne Eucaristía de beatificación de los 124 mártires de la Iglesia de Jaén, el Cardenal Semeraro, Prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, llegaba a la Catedral par venerar el Santo Rostro.
Acompañado por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, el Cardenal era recibido por el Deán y el Cabildo catedral, al que acompañaron hasta la Sacristía, donde se había colocado, de forma excepcional, el paño con el que la Verónica enjugó el rostro de Cristo de camino al Calvario.
El Deán de las Catedrales, D. Francisco Juan Martínez Rojas, sacó de su precioso relicario el Santo Rostro, mientras el Cardenal se postraba para venerarlo. Después, el propio Deán le explicó la tradición que une a la Iglesia de Jaén con esta reliquia, y su impronta en la fe jiennense a lo largo de los siglos.
El Prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos firmó el libro de honor del templo Catedral, bajo la atenta mirada del Prelado jiennense y después, junto a los capitulares, se hizo una foto de familia.
Minutos después, daba comienzo la celebración de beatificación de los nuevos mártires, que en nombre del Papa León XIV, presidía el Cardenal.
La Inteligencia Artificial ha sido el tema de la jornada de formación que los sacerdotes de la diócesis de Guadix han tenido, el 12 de diciembre. En esta ocasión, no ha sido un acercamiento a la IA desde la tecnología, sino desde la psicología, de la mano de Amaya Prado Piña, psicóloga educativa especialista en infancia y adolescencia. El tema de la formación ha sido “¿Puede una máquina tener empatía? La IA y los límites del acompañamiento humano”.
La jornada ha tenido lugar en el Centro Diocesano de Espiritualidad y ha contado con la asistencia de la casi totalidad de los sacerdotes que hay en la diócesis. Organizada por la delegación para el Clero, ha contado también con la presencia del obispo, D. Francisco Jesús Orozco.
La dimensión más social de la Inteligencia Artificial, cómo está influyendo ya en quienes la usan, sobre todo los más jóvenes, y cómo ha irrumpido en nuestras vidas y en las relaciones entre personas, son temas que pueden provocar cierto temor, pero que hay que abordar para saber afrontar los problemas que puedan surgir. Y que ya están surgiendo, como se pudo ver con ejemplos de la vida real.
Cada vez son más los que, ante las dificultades para relacionarse con su entorno, acuden a la IA para encontrar un interlocutor con el que “romper” la soledad. Incluso, hay jóvenes que interaccionan con ellaA para solucionar sus problemas psicológicos y se dejan llevar, con las consecuencias que esto puede tener.
Los sesgos que hay detrás de los modelos de IA, la apariencia de saberlo todo y las “alucinaciones” que genera cuando no sabe una respuesta… son algunos de los riesgos que presenta y conviene tener presente al utilizar sus respuestas.
De todo esto se habló en la sesión de formación y la psicóloga Amaya Prado ofreció claves para abordar estas situaciones, para entender cómo funciona la IA y qué puede, y qué no, aportar esta nueva herramienta que ha irrumpido con fuerza. Una tecnología que ha llegado para quedarse.
Esta misma sesión de formación se tuvo el día anterior en la ciudad de Guadix, abierta a las familias y a todos los que quisieron asistir. La respuesta, en el Liceo Accitano, también fue muy numerosa y los asistentes pudieron interactuar con la psicóloga y plantear sus dudas. Esta sesión de formación abierta a todos estuvo organizada y promovida por la Asociación Católica de Propagandistas, de Guadix, y la delegación diocesana de Apostolado Seglar.
La Inteligencia Artificial ha entrado en nuestras vidas muy rápido y con fuerza, pero poco a poco, con jornadas de formación como estas, se va haciendo más comprensible y se adquieren habilidades para utilizar bien esta herramienta. Porque no deja de ser una herramienta que habrá que aprender a utilizar y gestionar.
La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería y el Palacio Episcopal. San Indalecio, Varón apostólico y mártir según la tradición, es el Obispo fundador de la Iglesia de Almería, que comenzó siendo la Iglesia hispanorromana de Urci.