Este domingo 25 de mayo, la Delegación Diocesana de Pastoral de la Salud organiza la celebración jubilar en la Catedral de Sevilla, a las seis de la tarde, presidida por el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Teodoro León.
El día que la Iglesia en España celebra la Pascua del Enfermo, «los enfermos y mayores podrán recibir la Indulgencia plenaria en la forma acostumbrada, durante la Eucaristía se administrará el sacramento de la Santa Unción». El responsable de esta pastoral diocesana, Manuel Sánchez de Heredia ha exhortado a todos los agentes de pastoral de las parroquias de la Archidiócesis acceder a los materiales de formación elaborados por la Conferencia Episcopal Española, con la temática del año jubilar de la esperanza.
El entorno de la Santa Iglesia Catedral acogerá al nuevo obispo de Córdoba, quien iniciará su recorrido hacia el templo principal de la diócesis mañana sábado, a las 10:15 horas, desde el Seminario Mayor «San Pelagio»
A las 11 de la mañana, tendrá lugar la toma de posesión del nuevo obispo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández González. La diócesis recibirá al octogésimo segundo titular de la cátedra cordobesa, desde que Lope de Fitero la restaurara en el siglo XIII. A esta celebración se unen 34 obispos de las diócesis españolas y un representante de la Nunciatura Apostólica en un acontecimiento eclesial que comienza antes, a las 10:15 horas, cuando el obispo electo parta del Seminario “San Pelagio” hacia la Santa Iglesia Catedral.
La comitiva que acompaña al nuevo obispo se presenta ante la Catedral acompañado por el Arzobispo de Sevilla, que por pertenecer Córdoba a la provincia eclesiástica de Sevilla es el prelado que le dará posesión de la cátedra. También estará acompañado por el administrador apostólico de la Diócesis en este recorrido entre el Seminario y la Catedral.
Al llegar a la Puerta del Perdón, a las 10:30 horas, situado bajo la torre del campanario de la Catedral, monseñor Jesús González Fernández, será recibido por el Colegio de Consultores y el Cabildo, acompañados de algunos sacerdotes. En este recibimiento, el Arzobispo de Sevilla presenta al nuevo Obispo y el obispo electo hace el juramento de fidelidad, reza el Credo y promete o jura que desempeñará su cargo en comunión con el Santo Padre, según la enseñanza, la doctrina de la Iglesia; prometerá realizar su servicio fielmente y también prometerá los estatutos y laudables costumbres de la Catedral.
Tras el acto de juramento, la procesión litúrgica atravesará el Patio de los Naranjos hasta la puerta de Las Palmas para llegar a la Capilla de la Inmaculada, a las 10:40 horas, donde monseñor Jesús Fernández permanecerá en adoración al Santísimo de rodillas junto a sus acompañantes, que tras este momento de oración se dirigirán a la Sacristía Mayor de la Catedral de Córdoba, donde procederán a revestirse, a las 10:50 horas.
A las 11:00 de la mañana, con los sacerdotes situados a ambos lados del altar mayor y los fieles dispuestos para la celebración, comenzará la procesión desde la Sacristía al Altar Mayor de la Catedral para que dé comienzo la Eucaristía que se inicia con la toma de posesión.
Esta comitiva estará integrada por el obispo electo, el administrador apostólico y encabezada por el Arzobispo de Sevilla, que incensará el altar al comenzar la celebración.
Tras el saludo inicial, el administrador apostólico de la Diócesis, monseñor Demetrio Fernández, ofrece unas palabras de bienvenida al obispo nuevo. También una representación de la diócesis de Córdoba saludará al nuevo prelado a través de laicos vinculados a distintas delegaciones. Terminada esa presentación, el arzobispo de Sevilla pedirá que se muestren las Letras Apostólicas, el documento por el cual el Papa Francisco dirigió su nombramiento a monseñor Jesús Fernández como titular de la sede episcopal. En el rito de toma de posesión del nuevo Obispo, mostrar las Letras Apostólicas al Colegio de Consultores, la institución colegial que colabora con el obispo diocesano en el gobierno de la diócesis, supone verificar que el nombramiento representa un envío de la Santa Sede y expresa la unión y la comunión con la Iglesia de Roma con la Iglesia diocesana. Al dar lectura a las Letras Apostólicas, el arzobispo de Sevilla hace entrega de la cátedra al obispo nuevo de Córdoba, que tomará asiento en la cátedra y con esta acción toma posesión de la Catedral y de la Diócesis.
En el momento en el que monseñor Jesús Fernández se siente en la sede, en su cátedra, será obispo de Córdoba y el administrador apostólico, monseñor Demetrio Fernández, asume el título de Obispo emérito de la diócesis de Córdoba. En ese momento se producirá una aclamación por parte del pueblo para dar gracias a Dios, acompañado de cantos de la Orquesta y Coro de la Catedral, dirigida por Clemente Mata. Entonces, una representación de toda la diócesis, saluda al Obispo, como signo de respeto y comunión. Lo harán en representación de toda la Diócesis sacerdotes, miembros de la vida religiosa, de vida consagrada y seglares o laicos, habitualmente una familia con hijos con los que recibe la adhesión y obediencia de la Diócesis. Tras este acto de saludo, continuará la Eucaristía entonando la oración de Gloria para dar paso a la lectura de la Sagrada Escritura y desarrollo de la liturgia hasta la bendición final, más la fórmula de despedida con el “podéis ir en paz”.
Asistentes a la celebración
Un total de 34 obispos participarán en la celebración junto a un representante de la Nunciatura Apostólica. Además, han confirmado su asistencia una treintena de representantes institucionales de la ciudad de Córdoba, tales como el Alcalde, José María Bellido; la primera teniente alcalde, Blanca Torrent; la subdelegada del gobierno en Córdoba, Ana López y el Delegado, Adolfo Molina; el presidente de la Diputación, Salvador Fuentes y el vicepresidente primero, Andrés Lorite; una docena de consejeros, senadores, diputados nacionales y autonómicos, así como representantes de la audiencia provincial, de la Universidad de Córdoba y las fuerzas de seguridad.
La primera reunión de la Agrupación de Hermandades con los hermanos mayores tuvo lugar el 22 de mayo
La Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba celebró la primera reunión de coordinación con los hermanos mayores de toda la Diócesis con motivo de la próxima celebración del Magno Vía Crucis “Córdoba, Vía Sacra de Occidente” la tarde del jueves, 22 de mayo, en el salón parroquial del Beato Álvaro de Córdoba. El encuentro estuvo presidido por Manuel Murillo, Rosa Quero, Luis Luque, Rafael López, Sarai Herrera y Antonio Jesús García. El Magno Vía Crucis está previsto que se celebre el 11 de octubre.
Manuel Murillo, presidente de la Agrupación de Cofradías comunicó a los hermanos mayores que la presentación oficial del acto tendrá lugar el 26 de junio en la Santa Iglesia Catedral. Por su parte, el vicepresidente primero, Manuel Bonilla, explicó la metodología que la Agrupación llevará a cabo en materia de pólizas de seguro para todas las imágenes de la ciudad y provincia que se trasladen con motivo de este acontecimiento.
Rafael López explicó los aspectos relativos a la Estación de Penitencia y aclaró que las hermandades participantes podrán regresar a sus respectivos templos en el mismo día, salvo las que conformarán el Vía Crucis estacional que se tendrá lugar en el interior de la Santa Iglesia Catedral. El recorrido previsto para la procesión extraordinaria será por las calles Amador de los Ríos, Torrijos y Cardenal Herrero. El acceso al Patio de los Naranjos será por la Puerta del Perdón y la salida por la Puerta de las Cofradías. Asimismo, detalló la distribución de las hermandades de la provincia y anunció que próximamente se comunicará la fecha de inicio para la venta de sillas.
Por su parte, Sarai Herrera, vocal de arte de la Agrupación, destacó la importancia de este acontecimiento no sólo desde su dimensión devocional, sino también como una expresión significativa del vínculo entre fe y cultura. Herrera subrayó que el Magno Vía Crucis conmemorará los seiscientos años de la aportación del Beato Álvaro de Córdoba a la implantación del rezo del Vía Crucis en Occidente, por lo que están previstas iniciativas culturales en paralelo a la celebración litúrgica. Una de ellas será la edición de un libro-catálogo que combinará estudios históricos con fichas dedicadas a los sagrados titulares participantes, por otro lado, se organizará una conferencia sobre la iconografía del Vía Crucis y su representación en el arte sacro; un concierto especialmente dedicado a piezas musicales que ahonden en el sentido espiritual de esta práctica devocional; y una exposición urbana que destacará el valor simbólico y procesional de la Catedral y del casco histórico de Córdoba como espacio de fe y cultura.
La vocal de evangelización, Rosa Quero, adelantó que durante la semana en la que las imágenes permanezcan en la Catedral habrá diversos actos de culto. Asimismo, anunció que la Agrupación solicitará la concesión de la Indulgencia Plenaria para todos aquellos fieles que participen, asistan o recen el Vía Crucis durante la procesión extraordinaria, en el contexto del Jubileo de la Esperanza que se celebra este año 2025.
Luis Luque, tesorero de la Agrupación, informó de los avances en las negociaciones con instituciones y entidades públicas y privadas para asegurar el respaldo económico y logístico del evento. En este sentido, se prevén presentaciones del Magno Vía Crucis en Madrid y en diferentes capitales andaluzas, con el objetivo de proyectar su alcance más allá del ámbito local. Además, explicó que se establecerán una serie de indicadores objetivos con los que se determinará la dotación económica que se destinará a cada hermandad participante, contemplando partidas como las destinadas a acompañamiento musical, ornamentación floral y transporte.
Finalmente, Antonio Jesús García, vocal de comunicación, presentó un plan informativo integral para el Magno Vía Crucis, enfocado en dar visibilidad al patrimonio de las hermandades y fomentar la participación juvenil a través de campañas digitales y redes sociales. Subrayó la necesidad de coordinación con cada hermandad, que deberá aportar materiales gráficos antes del 31 de mayo y completar formularios digitales antes del 29. También se aseguró la cobertura en medios autonómicos, nacionales e internacionales y se prevé la colaboración con las empresas locales de los distintos pueblos y ciudades de la provincia mediante paquetes publicitarios.
Hay enfermedades silenciosas, dolencias que se permanecen ocultas, lastradas por una percepción social sin duda equivocada, y que afectan a un porcentaje nada desdeñable de la población. La situación se torna más preocupante si cabe cuando observamos la incidencia de estas enfermedades mentales entre los jóvenes. Ese fue el tema a debate en la mesa redonda que organizó el Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS) en el Paraninfo de la Hispalense el pasado día 22. Un acto que moderó el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, y que contó con las intervenciones de expertos en diversas facetas relacionadas con este grave problema social.
Los expertos han constatado pautas de comportamientos que revelan problemas más profundos y no siempre bien detectados. Por el contrario, las enfermedades mentales están dejando de ser tabúes, y en la actualidad contamos con recursos que ayudan al paciente a afrontar una recuperación con garantías. Esta es una de las conclusiones que salieron del interesante debate que comenzó con un análisis de los factores que suelen incidir en las crisis que sufren los más jóvenes. La doctora Rafaela Caballero destacó el déficit relacional de los jóvenes, imbuidos quizás en la atracción que ejercen las pantallas y sometidos a un estilo de vida muy competitivo. En este contexto, preocupan los índices de ciberacoso y el aislamiento que preside la vida de un porcentaje preocupante de jóvenes.
«Tenemos que hablar más»
¿Cómo se puede mitigar esta problemática? Buscando entornos seguros. Y ahí juega un papel importante la familia. Hay que aceptar los silencios del adolescente, conviene controlar el uso de las redes y potenciar el entorno de amigos. Recomienda a los padres buscar familiares más jóvenes que conecten bien con el adolescente. “Tenemos que hablar más y quizás volver a la adolescencia antigua”, afirmó.
Por su parte, la doctora María José Vázquez ofreció datos reveladores de la incidencia de la ludopatía en estas edades. Una ludopatía que se centra en los juegos de azar, apuestas deportivas y casinos online. Son las denominadas adicciones comportamentales, que desembocan en situaciones desesperadas que pueden acabar en suicidios. Basta un dato: Uno de cada diez jóvenes que entran en un salón de juego online desarrolla ludopatía. Otro: España tiene la tasa más alta de jugadores compulsivos de 14 a 21 años.
De los datos a la experiencia. La doctora María José Trigueros ofreció el testimonio familiar de convivir con una persona que sufría una enfermedad mental. Desde su experiencia, afirmó que hay que huir de la estigmatización, “hay que dejar de considerar estos problemas como un tabú, aunque sean más complicados”. Para empezar, invitó a todos a desterrar la palabra ‘loco’ de cualquier mención a estas personas.
Salud espiritual
Por su parte, la doctora Rocío de Diego introdujo una variante interesante en el debate al afirmar que hay estrategias preventivas en las que se apoyan los adolescentes. Una de ellas es el cultivo de las creencias espirituales, que, entre otras consecuencias, hacen que bajen las ideas suicidas. Tras una investigación de dos años, ha podido demostrar que la salud espiritual ayuda a afrontar retos y repercute positivamente en la salud mental.
En la misma línea, el doctor Alberto Durán constató un preocupante grado de inseguridad e inestabilidad en los jóvenes. Panorama que se agrava, por ejemplo, cuando deben afrontar el salto al mundo laboral, “algo que también genera desesperanza y ansiedad, al no verse capaz de formar un proyecto de vida”. Al no haber una educación emocional consolidada, muchos jóvenes carecen de herramientas y buscan auxilio en conductas y sustancias desordenadas. ¿Qué propuestas ofrece la Iglesia a los jóvenes para mejorar su salud mental? Para Durán, “los creyentes tenemos la responsabilidad de ser testimonios de esperanza, y de interpelar a los que nos observan”. “Hay que ser refugio para tanta gente desesperanzada”, concluyó.
Misa en la capilla universitaria y sesión de ‘Youcat’
Al término de la mesa redonda, el arzobispo presidió la Eucaristía en la capilla universitaria. Posteriormente protagonizo una sesión del ‘Youcat’ donde respondió a las dudas y consultas de los universitarios que se dieron cita en la capilla.
«Nos has hecho para ti, [Señor,] y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti» (Confesiones, 1,1.1) Estas palabras de san Agustín de Hipona abrieron la homilía del papa León XIV en la santa misa de inicio de su ministerio petrino. Así, desde el primer instante, el Santo Padre pone un acento profundamente espiritual a su pontificado, ya que en ellas se encierra una confesión de fe, una intuición que ha resonado con especial fuerza en el Jubileo de las Cofradías celebrado contemporáneamente en Roma: el deseo profundo del alma humana de encontrarse con Dios, de experimentar su amor, de vivir en unidad y de construir la paz.
Este Jubileo ha sido, en verdad, un regalo del Señor. Las calles de Roma, milenaria cuna de la fe cristiana, se han visto transformadas en un templo vivo, donde la devoción del pueblo ha desbordado los portentosos monumentos y las piedras antiguas para hacerse presente en rostros, gestos, cantos y oraciones. La gran procesión con imágenes traídas de varias naciones se ha erigido en el momento culminante de una peregrinación, que no ha sido únicamente física, sino sobre todo interior: un camino hacia el mismo Dios, conducido por la piedad popular, que tantas veces es una bella puerta de entrada a este misterio. En ese recorrido, se ha hecho visible con solemnidad del carácter internacional de la fe que nos congrega en la unidad. Cofradías de diversos lugares, con sus tradiciones propias, sus imágenes, sus colores y sus formas particulares de expresión, han caminado juntas como un solo Cuerpo, como una Iglesia. Y en medio de esta única melodía, España ha ofrecido un testimonio especialmente conmovedor con la presencia de un tríptico de belleza y de fe: Nuestro Padre Jesús Nazareno, de León, el Cristo agonizante del Cachorro, de Sevilla, y la Virgen de la Esperanza, de Málaga. Tres iconos que nos hicieron elevar la mirada y vivir en la presencia amorosa de Dios. Nuestro Padre Jesús Nazareno, con su paso sereno y doliente camino del Calvario, nos recordó el peso de la cruz que cada uno lleva y la fidelidad de Cristo, que no nos abandona en el sufrimiento. El Santísimo Cristo de la Expiración que, en su agonía, nos introduce en el misterio de la redención, desde lo más hondo del dolor humano, con un realismo que conmovió hasta al más indiferente. Y la Virgen de la Esperanza, mirando confiada, nos señala, desde el mismo monte Calvario, la certeza del triunfo de la Vida de Dios sobre la muerte y del Amor sobre todo dolor.
Esta presencia fue una vez más una forma de evangelización encarnada y de catequesis viva que llegó al corazón. Como recordó el papa León XIV en su primer discurso al Colegio Cardenalicio, la piedad popular no debe ser vista como un fenómeno secundario, sino como una de las claves de la misión pastoral de la Iglesia en nuestros días. En ella, resplandece el alma creyente del Pueblo de Dios, su modo natural de acercarse al misterio, de orar con el corazón y de expresar la fe que conduce a la conversión. Las hermandades y cofradías tienen, en este sentido, una tarea irrenunciable: ser comunidades de vida cristiana donde los acentos de la homilía inaugural del Santo Padre se hagan carne.
El primero de ellos, la unidad, está inscrito en el mismo nombre de las cofradías: hermandades, es decir, espacios donde la fraternidad cristiana es cultivada y celebrada como don y tarea. No hay cofradía sin comunión, sin reconciliación, sin caminar juntos. El segundo acento es el amor. La caridad no es para las cofradías una obra más, sino su misma identidad. Cada procesión y cada acto litúrgico, pero también cada encuentro formativo y cada gesto de ayuda concreta a los más pobres, son la expresión del mandamiento nuevo que nos dejó el Señor: “que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Jn 13,34). Y, finalmente, la paz. No como mera ausencia de conflictos, sino como presencia fecunda del Resucitado en medio de la comunidad de los creyentes. La paz que nace del Evangelio y que, como misión, las cofradías están llamadas a propagar para que alcance a cuantos viven con el alma inquieta.
El Jubileo de las Cofradías ha sido un soplo del Espíritu Santo sobre la Iglesia y un tiempo de gracia que nos ha recordado que no estamos solos, que la fe sólo puede ser vivida en comunidad, que la belleza expresada en la piedad popular puede ser camino de santidad y que, en palabras de san Agustín, nuestro corazón sólo descansa en Dios.
Que el inicio del pontificado de León XIV y esta experiencia jubilar signifiquen además el comienzo de una nueva primavera para las hermandades y cofradías, en las que unidad, amor y paz florezcan con renovado vigor para alegría de nuestro mundo.
+José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla
Carta dominical ‘Jubileo de las Cofradías, un regalo del Señor’ (25-05-2025) 140.53 KB
Monseñor José Rico Pavés : «Reconocemos la llamada y la acción del Señor por la paz que deja en el corazón»
Jesús promete volver pronto. En la víspera de la Pasión hay despedida y anuncio de nueva presencia. Parte para volver al Padre, regresará para que el Padre sea todo en todas las cosas. Mientras llega, los dones que Cristo nos ha confiado nos permiten reconocer su presencia viva entre nosotros. El tiempo de Pascua es ocasión preciosa para identificar esos dones, dar gracias a Dios por ellos, custodiarlos y hacerlos crecer. Cuando llegamos con la Iglesia al sexto Domingo de Pascua, Jesús mismo sale a nuestro paso en el evangelio y nos revela los dones de su nueva presencia: amor, palabra, morada y paz. Quien nos trae esos dones es el Paráclito. Acoger los dones es recibir en docilidad a la Persona del Espíritu Santo.
La primera presencia prometida pasa por guardar la Palabra del Señor. Con su muerte redentora, Jesús ha puesto en el corazón humano capacidad de amor infinito. Para devolver amor al Hijo, necesario es conservar sus palabras de vida eterna. En su Palabra está la vida, la luz y el gozo. Custodiar sus palabras significa llevar sus enseñanzas a lo que hacemos y nos pasa, alejar las tinieblas con el resplandor de su luz, vencer la tristeza con la alegría plena que Él quiere para los suyos. Poniendo su Palabra en la vida nos descubrimos amando con un amor que nos supera: el Padre nos ama y nos concede amar con su mismo amor. Misterio inefable de predilección: el Creador morando en la criatura. «Quien de veras ama a Dios, quien guarda sus mandamientos, se encuentra con Dios que viene a su corazón y, además, hace de él su mansión» (San Gregorio Magno).
La Palabra custodiada con amor garantiza la segunda presencia prometida: las Personas divinas habitando en el alma del justo. El encuentro con Dios se realiza en lo más íntimo del interior humano. La aventura de la vida cristiana es siempre camino de interiorización. Ahí está el principio de perfección: «atención a lo interior y estarse amando al Amado» (San Juan de la Cruz); ahí está el secreto de la libertad: «Dios mi cautivo y libre mi corazón» (Santa Teresa de Jesús).
La tercera presencia prometida se llama Paz. La de Cristo no es como la del mundo. Con la suya obtenemos «serenidad de la mente, tranquilidad del alma, sencillez del corazón, vínculo de amor y enlace de caridad» (San Cesáreo de Arlés). Al darnos su Paz, Cristo mismo se nos da para ayudarnos a discernir en este mundo lo que procede de su voluntad: Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón (Col 3, 15). Reconocemos la llamada y la acción del Señor por la paz que deja en el corazón. La paz interior despeja temores, elimina cobardías y convierte a su portador en sembrador de concordia.
En realidad, los dones de la presencia prometida nos llegan con el «Don sobre todo don», el Espíritu Santo. Él nos trae el Amor de la Trinidad: nos recuerda la Palabra del Hijo, prepara la morada del Padre y nos enseña todo. El Espíritu es Paráclito, es decir, Defensor y Consuelo: el Padre lo envía en nombre del Hijo, para enseñar y recordar. La Palabra del Hijo crecerá en los creyentes por la acción del Espíritu. La enseñanza del Paráclito es memoria del Hijo. Cuando la Iglesia se encamina a la celebración de Pentecostés, la liturgia nos ayuda a confesar, por la acción del Espíritu, la presencia prometida de Nuestro Señor.
Este domingo, la Iglesia celebra la Pascua del Enfermo. Enmarcada en esta celebración, la Pastoral de la Salud de la Diócesis, organiza para ese día, el Jubileo de los Enfermos.
Dará comienzo a las 18 horas con la peregrinación jubilar desde el Camarín de Jesús hasta la Catedral, portando la imagen de Nuestra señora de Lourdes
A las 19 horas celebración de la Eucaristía, en la que se administrará la unción de los enfermos.
Se anima especialmente a los párrocos y a los agentes de la Pastoral de la salud de nuestra Diócesis a participar con sus mayores y enfermos en esta celebración invitando a través de sus equipos de pastoral de la salud a los enfermos de su comunidad.
Pascua del Enfermo 2025
La Campaña del Enfermo de este año, en consonancia con el Jubileo 2025, lleva por lema “En esperanza fuimos salvados (Rom 8,24)”. La Iglesia en España inicia esta Campaña el 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes, con la Jornada del Enfermo a nivel mundial, y se cierra el VI domingo de Pascua, este año el 25 de mayo.
Entre los materiales preparados por la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social, dentro de la que se inserta la Pastoral de la Salud, se encuentran orientaciones y subsidio litúrgico, cartel y la estampa. Además, facilitan 10 temas de formación centrados este año principalmente en qué es un Jubileo en la vida de la Iglesia, el sentido de este Jubileo de 2025 y diversos aspectos de la esperanza cristiana que nos lleven a ser instrumentos de esperanza, de alegría y consuelo para nuestros enfermos.
Este año 2025 la Campaña del Enfermo está marcada por celebrarse en un año Jubilar y , como propone el papa Francisco ser peregrinos de esperanza, también con los enfermos.
En la Nochebuena de 2024, en vísperas de la Navidad, el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, iniciando oficialmente el Jubileo de la Esperanza 2025. Recuerdan que en la ceremonia, el Santo Padre aseguró que al comenzar este año jubilar “entramos en el tiempo de la misericordia y del perdón, para que se revele a todo hombre y a toda mujer el camino de la esperanza que no defrauda (…). Se trata, por tanto, de adentrarnos en este misterio de gracia, de crecer en la intimidad con el Señor en la oración.Sólo así “cuanto más enraizados estamos en Cristo, cuanto más cercanos estamos a Jesús, más encontramos la serenidad interior” (Papa Francisco, Homilía del III Domingo de Adviento de 2017) y podremos ser instrumentos de esperanza, de alegría y consuelo para nuestros enfermos.
Subrayan también que no faltan los problemas, en la Iglesia y en el mundo, al igual que en la vida cotidiana de las familias, pero nuestra esperanza está en Dios. «Nosotros confiamos en el Dios que en Jesucristo ha revelado de modo completo y definitivo su voluntad de estar con el hombre, de compartir su historia, para guiarnos a todos a su reino de amor y de vida. Y esta gran esperanza anima y a veces corrige nuestras esperanzas humanas (…).(Benedicto XVI, Ángelus, 3-I-2010)».
Para ayudar en la reflexión este año proponen meditar también en algunos documentos Pontificios particularmente sugerentes centrado en la esperanza para que ayuden a vivir “alegres en la esperanza” y contagiar a todos esta alegría de vivir:
¿Qué dicen los obispos para la Pascua del Enfermo?
En esta Pascua del Enfermo, que se celebra el 25 de mayo, los obispos comienzan su mensaje dando gracias a Dios por el papa León XIV, recientemente elegido, piden por él, y hacen suyas sus primeras palabras y deseos de que la paz de Cristo «entre en los corazones y alcance a todos, que caminemos sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, con una Iglesia que busca siempre estar cercana especialmente a los que sufren«.
En el mensaje, los obispos indican que la celebración de la Pascua del Enfermo de este año, en pleno tiempo de celebración de la resurrección de Jesucristo -fuente de nuestra esperanza-, quedará en el recuerdo de todos por el fallecimiento «de nuestro queridísimo papa Francisco, a quien no dejamos de encomendar, y que ha culminado esa peregrinación de esperanza. A él le pedimos que nos siga acompañando en nuestra peregrinación por esta existencia terrena».
Los obispos subrayan que «el amor se pone a prueba cuando aumentan las dificultades y la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento», pero en medio de la oscuridad «se percibe una luz, una fuerza que brota de la cruz y de la resurrección de Cristo».
En este sentido, indican en el texto que la enfermedad puede ser una ocasión privilegiada para tener ese encuentro con el Señor Jesús. «La enfermedad -añaden- entonces se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma; en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida; una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos». Por ello, recuerdan que «el dolor lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios».
Para finalizar, recuerdan a los enfermos, «que son un signo de dignidad y esperanza» y piden que la Virgen María les acompañe.
Mensaje del papa Francisco
El papa Francisco ha hecho público su mensaje para esta Jornada . «»La esperanza no defrauda» (Rm 5,5) y nos hace fuertes en la tribulación» es el título que encabeza el escrito del Santo Padre.
El papa Francisco indicaba que con este lema la Iglesia da palabras de aliento. «En todas estas situaciones sentimos la necesidad de un apoyo superior a nosotros: necesitamos la ayuda de Dios, de su gracia, de su Providencia, de esa fuerza que es don de su Espíritu (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1808).
Por ello, invitaba a detenernos a «reflexionar sobre la presencia de Dios que permanece cerca de quien sufre, en particular bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir«. En este sentido, el mensaje del Papa subraya que «Él no nos abandona y muchas veces nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener, y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos».
«La enfermedad entonces -añade el texto- se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma; en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida; una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos».
Y esto nos conduce al segundo punto de reflexión: el don. «Nunca como en el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y que por eso es, ante todo, un don que hemos de acoger y cultivar, permaneciendo “fieles a la fidelidad de Dios”.
Por último, llegamos al tercer aspecto: el del compartir. Los lugares donde se sufre son a menudo lugares de intercambio, de enriquecimiento mutuo. «¡Cuántas veces, junto al lecho de un enfermo, se aprende a esperar! ¡Cuántas veces, estando cerca de quien sufre, se aprende a creer!», exclamaba el papa Francisco.
Monseñor Jesús Fernández Gonzalez tomará posesión mañana, sábado 24 de mayo, en la Santa Iglesia Catedral
La diócesis de Córdoba acoge este sábado, 24 de mayo, solemnidad de María Auxiliadora, a su nuevo obispo, monseñor Jesús Fernández González. Los alrededores de la Santa Iglesia Catedral se han engalanado para la ocasión y ya está todo dispuesto para que este sábado, a las 11 de la mañana, el nuevo obispo tome posesión. Don Jesús ocupará es el octogésimo segundo titular de la cátedra cordobesa desde que Lope de Fitero la restaurara en el siglo XIII.
El nuevo Obispo partirá desde el Seminario Conciliar “San Pelagio” hasta la Santa Iglesia Catedral, a las 10:15 de la mañana, acompañado del arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, y del administrador apostólico de la diócesis de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández. A su llegada a la Santa Iglesia Catedral será recibido en la Puerta del Perdón por el Colegio de Consultores y el Cabildo. Una vez entren en el templo el nuevo Obispo, el Arzobispo de Sevilla y el Administrador Apostólico de Córdoba tendrán un momento íntimo de oración ante el Santísimo en la capilla de la Inmaculada.
A las 11 de la mañana comenzará la procesión desde la Sacristía hasta el Altar Mayor, donde tendrá lugar la Eucaristía. A la celebración acudirán más de una treintena de obispos españoles, un representante de la Nunciatura Apostólica, sacerdotes diocesanos, familiares y amigos. Sin duda una día festivo para la Diócesis, que se verá representada por una multitud de fieles de las distintas realidades eclesiales diocesanas.
El domingo pasado escuchamos en la proclamación del Evangelio el precepto nuevo de amor fraterno: “Que os améis unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,34). Desde entonces el precepto del amor, al estilo sin límites del Maestro, se convirtió en nota fundamental del discipulado, aunque bien sabemos cuánto nos cuenta poner en obra el mandato del Señor.
En este domingo VI de Pascua la liturgia nos propone seguir reflexionando sobre el mandamiento nuevo añadiendo un aspecto que concreta como hemos de amar (Jn 14,23-29). El evangelista sitúa la enseñanza de Jesús en el discurso llamado de despedida con lo que supone este relato de consejos últimos a modo de testamento. De este modo, acabada la Cena del Pascua, se ofrece al lector una explanación programática del mandamiento nuevo. El Señor contesta a la pregunta de Judas, el otro distinto al Iscariote, sobre si la manifestación del Mesías será solo para los discípulos excluyendo al resto (Jn 14, 22). La respuesta de Jesús no se queda en dividir la humanidad entre los de dentro y los de fuera, sino que su respuesta es incluyente con la única condición de que, unos y otros, le amen: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23).
Jesús añade también al imperativo del amor un matiz importante para no dejar el asunto en interpretaciones diversas y explica que el amor consiste “en guardar su palabra”. La fe, que tantas veces hemos pensado que solo era un acto de voluntad, tiene su asiento en el corazón y, desde esa atalaya, las personas y el mundo se ven de otra manera. Es verdad que, a veces, sentimos nuestra debilidad con agobio y desolación, pero hemos de contar siempre con la promesa de Jesús que nos hace sentirnos acompañados y guiados hacia la serenidad y la paz. En efecto, el creyente no se siente nunca huérfano ni perdido porque conoce el camino: “El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho» (Jn 14,26).
Para el seguidor de Jesús es un regalo la promesa de su Espíritu para caminar en el tiempo. Él es el alma de la comunidad, el defensor, el intercesor, el maestro, el abogado, el animador e iluminador de la fe de la comunidad y de cada uno de nosotros en este esfuerzo de responder con gratitud a Dios y ser buenos instrumentos en sus manos.
También el Espíritu Santo nos enseña y recuerda las enseñanzas de Jesús; es el testigo garante de la fe auténtica; el consolador del mundo, el que pone al descubierto todas las mentiras e injusticias del sistema de pecado que campea a nuestro alrededor. De ahí que el discípulo de Jesús y la comunidad fundada por Él debe dejarse conducir por el Espíritu Santo y no oír otras voces que nos alejan del plan de Dios buscando falsas seguridades en el cumplimento de las leyes, las normas, las costumbres, el poder, el criterio de la mayoría …
Por otra parte, cuando el creyente se cierra a las mociones del Espíritu Santo, experimenta el miedo y el temor a la libertad y cierra las puertas al Dios que nos sorprende y todo lo hace nuevo. Cuando prescindimos del Espíritu Santo, todas las puertas se nos cierran y no encontramos salidas a las dificultades que encontramos en la Iglesia o en el mundo perdiéndonos en la vorágine de la vida.
Hoy el evangelio nos habla del fruto de la paz que nos regala Jesús con su Espíritu Santo: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo”. Los discípulos ante la persecución y las dificultades del mundo no han de perder la paz porque nadie logrará arrebatarles la inmensa y profunda satisfacción de pertenecer a Cristo. Jesús recibió un mandato de su Padre y obedeció. También el discípulo debe obedecer y cumplir los mandamientos, sobre todo el mandamiento del amor fraterno. El amor, en verdad, es obediencia sin reservas al plan de Dios. El que confía y se siente amado experimenta que “su corazón ni tiembla ni se acobarda”.
Con motivo de estas jornadas, la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación de la Archidiócesis de Sevilla ha organizado el mismo día la celebración jubilar de los periodistas en el Santuario de Nuestra Señora de Setefilla (Lora del Río), con una Eucaristía que comenzará a la una de la tarde. Posteriormente, los participantes disfrutarán de un ágape fraterno en la casa de hermandad.
El lema de la Jornada Mundial este año y su mensaje fue entregado por el papa Francisco, que a lo largo de estos doce años de pontificado ha regalado profundos y actuales mensajes sobre la relación del anuncio del Evangelio y los desafíos mediáticos que vivimos.
También el Papa León XIV en su encuentro con los medios de comunicación ha reafirmado el último mensaje de Francisco para esta jornada eclesial, señalando que “una comunicación desarmada y desarmante nos permite compartir una mirada distinta sobre el mundo y actuar de modo coherente con nuestra dignidad humana”.
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