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La toma de posesión de Mons. Jesús Fernández en “Iglesia en Córdoba”

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Testimonios de las delegaciones y secretariados de la Diócesis, de personas que han estado junto al nuevo obispo de Córdoba, así como la celebración de su toma de posesión en la Santa Iglesia Catedral quedan recogidas en la revista diocesana de esta semana

“Iglesia en Córdoba”, la revista de la diócesis cordobesa, en su edición semanal recoge cómo se ha vivido la llegada de monseñor Jesús Fernández González, nuevo obispo de la diócesis de Córdoba, qué esperan de él y cómo ha sido su toma de posesión en el templo principal de la Diócesis, entre otras informaciones que pueden consultar a continuación relacionadas con la vida de la Iglesia en la ciudad y la provincia.

Adjuntamos la revista íntegra.

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La entrada La toma de posesión de Mons. Jesús Fernández en “Iglesia en Córdoba” apareció primero en Diócesis de Córdoba. Ver este artículo en la web de la diócesis

Homilía en el inicio del Ministerio Episcopal

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HOMILÍA EN EL INICIO DEL MINISTERIO EPISCOPAL
Córdoba, 24. V. 2025

Desde esta catedra en la que se han sentado tantos santos y sabios sucesores de los Apóstoles, con temor y temblor, consciente de las maravillas que hizo el Señor, escucho la llamada del salmista que me invita, que nos invita a la alabanza: “Aclama al Señor tierra entera” (Sal 99). Al comenzar mi ministerio episcopal en esta Iglesia particular de Córdoba, me encomiendo y os encomiendo a la Palaba de Dios que, vivificada por la fuerza del Espíritu Santo, tiene poder para configurarnos con Cristo, para alimentar la vida de la Iglesia, y para lanzarnos a la tarea de evangelizar y de tejer un mundo nuevo y una tierra nueva en que reine la justicia, la fraternidad y la paz, antesala del Reino de Dios.

1. Me uno a esta Iglesia peregrina de la esperanza, a una Iglesia de llamados

En el contexto de este año jubilar, el Papa Francisco nos recordaba que somos peregrinos de la esperanza. Lo somos porque una voz divina nos llamó a la vida natural. La misma voz nos llamó también a participar de la vida divina haciéndonos hijos suyos, discípulos y miembros de la Iglesia por el Bautismo, y nos encargó un ministerio concreto en el contexto de una Iglesia ministerial.

1.1 “Soy yo quien os he elegido”. La llamada de un amigo. Somos peregrinos, en primer lugar, porque Dios, con su llamada, nos puso en pie y nos lanzó al camino. Lo hizo de forma gratuita, sin mérito alguno de nuestra parte, por puro amor. La garganta en la que resuena la llamada, y cuya voz no deja lugar a dudas, nos dice: “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca”.
Desgraciadamente, una cultura aficionada a ocultar a Dios y a concebir al hombre como un ser autosuficiente que termina encadenado, una cultura propensa a destacar la llamada como una inclinación natural y una respuesta libre de hipotecas, tiende naturalmente a ocultar la vocación originaria y auténtica. Por si fuera poco, como nos recuerda S. Pablo, incluso a veces pareciera que el mismo Dios quiere jugar con nosotros y se esconde para provocar nuestra búsqueda (cf. Act 17, 27). A pesar de todo, la fuente está localizada, y se llama Jesucristo. Con voz clara y cristalina, pone definitivamente luz sobre el origen y el porqué: “Vosotros sois mis amigos”. El amigo, abre su corazón al amigo: Jesús es nuestro confidente, pues nos cuenta todo lo que ha oído al Padre. El amigo desea el bien del amigo: Jesús nos quiere plenamente felices, por eso nos da la clave para no equivocarnos de camino: amar cumpliendo los mandamientos.
S. Pablo, en su carta a los Efesios, nos exhorta a caminar como pide la vocación a la que hemos sido llamados. Siguiendo la senda señalada, hallaremos la plenitud del ser y la ansiada felicidad. De este modo también podremos ayudar a otros a oír la voz de Dios que los llama a emprender un camino de esperanza.

1.2. “Permaneced en mi amor”. Estar con Jesús. El que nos ama con el amor más grande –“nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”, nos dice, desea tenernos siempre cerca. En la página anterior a la del Evangelio que hoy se ha proclamado, Jesús pedía a sus discípulos que permanecieran unidos a Él como los sarmientos a la vid. Ahora, concreta un poco más lo que esto significa: la unión de Jesús y sus discípulos es una unión cimentada en el amor que se expresará en el cumplimiento del mandamiento nuevo.
El discípulo de Jesús ha de permanecer unido al Maestro. Lo mismo que el sarmiento separado de la vid muere y sólo vale para alimentar el fuego, el discípulo separado de Jesús muere también y resulta

estéril. En cambio, si permanece unido a Él, la savia del amor lo nutre y lo capacita para amar a los hermanos y dar frutos de vida eterna.
El lazo que nos une al Señor es el amor, pero no un amor cualquiera: una corazonada, una pasión pasajera, una palabra bonita… Jesús mismo nos da la medida de ese amor convertido en consuelo, servicio, curación, anuncio de la Buena Noticia, perdón; y, sobre todo, ofrenda de su propia vida por nosotros. Sólo ese amor divino, acogido como don especialmente en la Eucaristía, podrá capacitarnos para un amor desinteresado, capaz incluso de dar la vida por los hermanos.

1.3. “Me ha enviado”. Al servicio de una misión. Somos peregrinos de la esperanza también si nos mantenemos fieles a la misión que hemos recibido del Señor. El texto del profeta Isaías, proclamado como primera lectura, nos sirve para comprobar que la llamada del Señor no está enfocada únicamente a la unión con él, sino también a la misión de salir al rescate de nuestros hermanos pobres y sufrientes. El mismo profeta confiesa implícitamente que Dios lo ha llamado y lo ha ungido con el don del Espíritu para realizar una misión salvadora cerca de ellos.
Bien sabemos que este texto fue asumido por Jesús para detallar el origen y el contenido de su misión ante sus vecinos en la sinagoga de Nazaret. Con su presencia y con sus palabras demostraba ser un judío religioso -alguno ha llegado a decir que era un buen cristiano: conocía las Escrituras, cumplía la Ley, era solidario con su pueblo. Por su parte, sus conciudadanos, al dejarlo leer y hablar en el contexto sabático, lo reconocían como maestro.
“Evangelizar a los pobres”, he ahí la principal tarea a la que se sentía llamado el profeta Isaías; también Jesús, en quien encontramos el testimonio más excelso. Como reza la Plegaria Eucarística, “él siempre se mostró misericordioso para con los pequeños y los pobres, para con los enfermos y los pecadores, y se hizo cercano a los oprimidos y afligidos”1. Yo mismo comparto este sueño. Evangelizar es vivir y anunciar el amor de Dios, su providencia amorosa, la esperanza que se alimenta de la fe en Él, pero es también poner los medios para devolver la dignidad propia de los hijos de Dios a aquellos que la han perdido, víctimas de la escasez de medios materiales, con relaciones sociales deterioradas o rotas, faltos de cultura y libertad, esclavizados por el vicio y el pecado.

2. Me uno al proyecto de una Iglesia sinodal que camina unida

La llamada que nos puso en pie y nos dio la credencial de peregrinos de la esperanza puso en marcha el diálogo con el “tu” de Dios, pero también con el “nosotros” de la Iglesia. La llamada es para recorrer un camino que lleva a Dios, pero este camino no lo realizamos en solitario. La vocación es también eclesial. Implica, pues, una dimensión vertical y otra horizontal inseparablemente unidas.
El Apóstol de los gentiles destaca en su Carta a los Efesios algunas virtudes propias del caminar juntos. En primer lugar, la humildad. Esta virtud es una virtud nueva, propia de los seguidores de Jesús. Como indica el mismo Apóstol en su Carta a los Filipenses, Cristo, siendo de condición divina, se humilló aceptando la condición de esclavo y haciéndose obediente hasta la cruz (cfr. Flp 2, 6-8). El camino que recorrió Cristo debe ser el nuestro. Que no nos contamine la soberbia ni la arrogancia, vicios por los que el ser humano pretende ser como Dios, pero sin Dios. Al mismo tiempo, entrenémonos aceptando los ministerios humildes, los servicios aparentemente irrelevantes, las pequeñas humillaciones; convirtamos todo esto en un momento de gracia.
San Pablo destaca también la dulzura (Ef 4,2), la mansedumbre. El mismo Jesús se propuso como modelo: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11, 29) y declaró bienaventurados a los mansos (cfr. Mt 5, 4). En un mundo en que la violencia se manifiesta sin rubor en las relaciones interpersonales y entre países, en una cultura que convierte la mansedumbre en sinónimo de

1 Plegaria Eucarística para diversas circunstancias IV.

debilidad, fiémonos del Señor quien, asegurando que la mansedumbre es más fuerte que la violencia, alimenta nuestra esperanza.
El texto paulino destaca, en tercer lugar, la magnanimidad de Dios que nos da siempre nuevas oportunidades, a pesar de nuestras repetidas caídas. Finalmente, señala la capacidad de aceptar y de sobrellevar a los demás. Como decía el Papa Benedicto XVI, “la alteridad de otro siempre es un peso”. Esa diferencia nos incomoda, pero “es necesaria para la belleza de la sinfonía de Dios. Y precisamente con la humildad, reconociendo mis límites, mi alteridad respecto al otro, el peso que yo soy para él, puedo, no sólo sobrellevarlo, sino también, con amor, encontrar precisamente en la alteridad… la riqueza de su ser y de las ideas y de la fantasía de Dios”2.
Todas estas virtudes son dones del Espíritu de Dios que hemos de cultivar. Al hacerlo, contribuimos a fortalecer y dar unidad al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Es lógico que la lista de estas virtudes cristológicas, eclesiales, virtudes de la unidad, se orienten hacia la unidad explícita: <<Un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo. Un solo Dios y Padre de todos” (Ef 4, 5). La fe tiene una cara que es la confianza en Él, pero tiene otra que se refiere al contenido de la revelación. Un problema actual es el analfabetismo religioso. Con él -dice también el Papa Benedicto XVI, “no podemos crecer, no puede crecer la unidad”3. Sin duda, la formación ha de constituir para nosotros también un reto importante.

3. Me uno también a una Iglesia ministerial

El Evangelio está plagado de textos en que Jesús aparece compadeciéndose de los pobres y de los excluidos. La indiferencia era absolutamente incompatible con su modo de ser. En una ocasión, consciente de las pretensiones mundanas de sus discípulos, les recordó que el que quisiera ser grande entre ellos, debía ser el servidor de todos (cf. Mt 20) y, por pura coherencia, hizo suyo este mandato. El gesto del lavatorio de los pies es especialmente significativo. El que era Señor, se hizo esclavo, el que era todopoderoso, se hizo débil, el eterno en el tiempo, se hizo mortal, y todo ello, para situarse a nuestra altura, para acompañarnos en el camino de la vida, para salvarnos. Siguiendo sus mismos pasos, nuestra Iglesia se compromete también a ser servidora del hombre de hoy puesto que, como dice S. Pablo VI, si la Iglesia no está al servicio de la humanidad, no es la Iglesia del Señor”4.
Además, para hacer posible nuestro servicio, nos dota de las aptitudes necesarias. Formando un único cuerpo e impulsados por el mismo Espíritu, los distintos miembros, con capacidades diferentes, estamos llamados a trabajar por el bien común, la santidad de todos los fieles y la edificación del Reino de Dios. Nuestra Iglesia ha sido enriquecida con distintos dones y carismas: a unos les ha dado el don de la profecía. ¿Qué sería de los pastores sin este don? ¿Qué sería de los catequistas, los profesores de teología, los periodistas católicos sin este obsequio? Os invito, queridos hermanos, a agradecer al Espíritu de Dios este precioso regalo; también a servir la verdad del Evangelio a todos.
Otros han sido enriquecidos con el carisma de la santificación. Depositarios preferentes de este ministerio son los pastores, sacramento vivo de Cristo, a quienes ha encargado consagrar los dones eucarísticos, impartir el perdón y ungir con óleo sagrado. En distinto grado, participan también de él los llamados a promover el culto eucarístico, la oración, las devociones y la piedad popular que tantos de vosotros promovéis, especialmente a través de las seiscientas hermandades y cofradías extendidas a lo largo y a lo ancho de toda la diócesis. Y, en definitiva, son depositarios de este don todos los bautizados, pues Dios los ha capacitado para hacer de sus vidas un culto agradable a Dios.
Y, en fin, otros participan del carisma del gobierno, aunque también en distinto grado y con diferente responsabilidad. Acogiendo la llamada del Señor, me dispongo a abrir la marcha y, recordando el consejo evangélico, me propongo ser el servidor de todos. Expropiado de mí mismo, me

2 Benedicto XVI, Encuentro con el clero de Roma, 23.II.2012.
3 Ibidem.
4 Pablo VI, Mensaje final del Concilio Vaticano II, 8.XII.1965.

comprometo a ser todo para todos. Este es mi deber y ésta será también mi gloria. Cuento con la colaboración inmediata y entregada de los sacerdotes, sin los que el obispo nada será, nada podrá. Y, por supuesto, en el contexto de una Iglesia sinodal, espero la colaboración de los consagrados y de los fieles laicos, tanto en el discernimiento, como en la toma de decisiones, en el modo en que la propia Iglesia contempla. Y, evidentemente, cuento también con todos en la implementación de los proyectos inspirados por el Espíritu Santo y encaminados a alimentar la vida en santidad de los fieles, a edificar la Iglesia, y a mejorar al mundo.

4. Finalmente, me uno a una Iglesia misionera

En la Encíclica Redemptoris Missio, ya s. Juan Pablo II había dicho que el anuncio del Evangelio a los que están alejados “es la tarea primordial de la Iglesia” (RM 34). También el Papa Francisco ha hecho un esfuerzo importante por poner a la Iglesia en salida. No vale permanecer encerrados entre las cuatro paredes del templo. Al igual que los discípulos de primera hora, con la llegada del Espíritu Santo, salieron a proclamar el Evangelio de Jesucristo a los cuatro vientos, nosotros estamos llamados también a hacer resonar la Buena Noticia en todos los rincones de la tierra.
En esta evangelización misionera, sin duda tenéis un papel decisivo los fieles laicos. De forma asociada, a través de las numerosas instituciones eclesiales de nuestra Diócesis, o de forma individual, estáis llamados a transformar los ambientes en que os movéis y a estructurar este mundo según los planes de Dios. Convencidos de que el Evangelio no es solamente un manual para alimentar y guiar la vida espiritual de cada persona y la piedad popular, sino también una herramienta social, os solicito un compromiso decidido a favor de la justicia, la paz y la promoción humana, tal como nos ha recordado el Papa León desde el principio de su pontificado.
Cumplidores de vuestros deberes cívicos y religiosos, trabajad a favor de derechos humanos básicos como el derecho a la vida, al trabajo digno, a la vivienda, a la libertad religiosa y a la educación de vuestros hijos de acuerdo con vuestras propias convicciones. Vivid también la caridad en la función pública a través de un modo justo de gobernar que atienda al bien común, favoreciendo una cultura del diálogo y del encuentro y el cuidado del medio ambiente. Y, por supuesto, apoyad a los pobres, los frágiles y los excluidos. Para todo lo que tenga que ver con el bien común, podéis contar siempre con el apoyo de nuestra Iglesia.
Que el Señor, por la intercesión de nuestra Madre la Virgen de la Fuensanta y de tantas advocaciones marianas presentes en nuestra diócesis, contando también con el patrocinio de s. Acisclo y Sta. Victoria, aliente nuestra fe, encienda nuestro amor y sostenga nuestra esperanza. Que así sea.

+ Jesús, Obispo de Córdoba

Monseñor Jesús Fernández ya es obispo de Córdoba

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El obispo electo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández González, ha tomado posesión en la Santa Iglesia Catedral, acompañado por dos cardenales, una treintena de arzobispos y obispos, el representante de la Nunciatura Apostólica, el clero diocesano y sacerdotes de Astorga, así como unas tres mil personas que han asistido a la celebración


El obispo electo de la diócesis de Córdoba, monseñor Jesús Fernández González, ya ha tomado posesión de la sede de Osio. En la mañana de este sábado, 24 de mayo, en una celebración cargada de solemnidad, a la que han acudido dos cardenales, una treintena de obispos y su antecesor, monseñor Demetrio Fernández; así como una treintena de representantes institucionales, monseñor Jesús Fernández González ha tomado posesión de la Cátedra, signo de su magisterio, potestad y unidad de los creyentes en la fe anunciada por el Pastor Diocesano.

Ante unas calles engalanadas para acoger al nuevo obispo de Córdoba con multitud de fieles y miembros de las comunidades Neocatecumenales, que han querido recibir al pastor de la Diócesis entre cantos y una gran ovación, don Jesús Fernández ha partido del Seminario Mayor “San Pelagio” a la Santa Iglesia Catedral, acompañado por monseñor Demetrio Fernández, los cardenales Osoro y Rouco Varela, los seminaristas de la Diócesis y el arzobispo de Sevilla, Mons. Saiz Meneses, como arzobispo metropolitano, hasta la Puerta del Perdón, donde ha sido recibido por el Cabildo Catedral. Allí, monseñor Jesús Fernández ha realizado la profesión de fe y ha prestado juramento antes de dirigirse a la Capilla de la Inmaculada para adorar al Santísimo y revestirse en la Capilla del Cardenal para comenzar la celebración de la Eucaristía, en la que han participado un total de ciento ochenta sacerdotes y más de tres mil fieles.

Homilía de Mons. Jesús Fernández: “Me propongo ser servidor de todos”

Al inicio de su ministerio episcopal en la Diócesis, monseñor Jesús Fernández ha invitado a la alabanza y ha encomendado a la Iglesia particular de Córdoba y su propio episcopado a  la Palabra de Dios para “configurarnos con Cristo, para alimentar la vida de la Iglesia, y para lanzarnos a la tarea de evangelizar y de tejer un mundo nuevo y una tierra nueva en que reine  la justicia, la fraternidad y la paz”.

En su homilía, el nuevo Obispo de Córdoba ha proclamado su pertenencia a una Iglesia peregrina de la esperanza, a una Iglesia de llamados, y al servicio de la misión  para “salir al rescate de nuestros hermanos pobres y sufrientes” y ha manifestado su adhesión al proyecto de una Iglesia sinodal que camina unida.

En su alocución, ha afirmado su seguimiento a una Iglesia misionera que, al modo de los primeros discípulos, salga a proclamar el Evangelio de Jesucristo en todos los rincones de la tierra y para la evangelización misionera ha destacado el papel decisivo de los fieles laicos.

Ante las más de tres mil personas que han participado en la Eucaristía de inicio de su pontificado, el nuevo Obispo ha llamado a concebir también el Evangelio como “herramienta social” que requiere compromiso a favor de la justicia, la paz y la promoción humana, tal como ha recordado el Papa León XIV al inicio de su pontificado.

En el Año de la Esperanza, ha recordado al Papa Francisco que nos urgió a ser “peregrinos de la Esperanza” y ha aludido a “una cultura propensa a ocultar a Dios y a concebir al hombre como un ser autosuficiente que reduce la llamada de Dios a una respuesta libre de hipotecas y oculta la vocación originaria y auténtica que supone tener a Dios como amigo, que nos quiere plenamente felices y nos da la clave para no equivocarnos de camino: amar cumpliendo los mandamientos”. “El lazo que nos une al Señor es el amor”, ha proseguido el Obispo de Córdoba, un amor “convertido en consuelo” que no es una corazonada ni pasión pasajera, sino “una ofrenda de vida por nosotros que se actualiza en la Eucaristía y nos capacita para un amor desinteresado capaz incluso de dar la vida por los hermanos”.

Monseñor Jesús Fernández ha afirmado que la llamada nos pone en pie y como peregrinos de Esperanza “marca un diálogo con Dios y con la Iglesia para un camino que no realizamos en solitario”. En este contexto, ha subrayado que se une al proyecto de una Iglesia sinodal y sus virtudes: «humildad, dulzura, y magnanimidad».

Una Iglesia precisa de humildad, para que “no nos contamine la soberbia ni la arrogancia, vicios por los que el ser humano pretende ser como Dios pero sin Dios”, y también dulzura, “en un mundo en que la violencia se manifiesta sin rubor en las relaciones y entre países, en una cultura que convierte la mansedumbre en sinónimo de debilidad”, ha indicado.

En su intervención, el Obispo ha recordado las palabras de san Pablo VI en su mensaje final del Concilio Vaticano II y ha afirmado que nuestra Iglesia se compromete también a ser servidora del hombre de hoy puesto que “si la Iglesia no está al servicio de la humanidad no es la Iglesia del Señor”, y para ello cuenta con dones y el carisma de la santificación que tiene como depositarios preferentes a los pastores consagrados a los dones eucarísticos, para “impartir el perdón y ungir con óleo sagrados”, y también en la promoción del culto eucarístico, la oración y la piedad popular representadas en las 600 hermandades y cofradías de Córdoba. En definitiva, en la  Iglesia ministerial participan del carisma de la santificación todos los bautizados, “pues Dios los ha capacitado para hacer de sus vidas un culto agradable a Dios”, ha afirmado.

“Me propongo ser servidor de todos”, ha expresado don Jesús al citar el carisma de gobierno dentro de la Iglesia, “expropiado de mí mismo, me comprometo a ser para todos”, y para eso cuenta con la colaboración entregada de sacerdotes sin los que el Obispo “nada será, nada podrá”.

A los fieles laicos ha pedido trabajar a favor de los derechos humanos básicos como el derecho a la vida, al trabajo digno, a la vivienda o la libertad religiosa y les ha encomendado vivir la caridad en la función pública para todo lo que tenga que ver con el bien común, especialmente  para apoyar a los “pobres, los frágiles y los excluidos”, favoreciendo el diálogo, el encuentro y el cuidado del medioambiente

Bienvenida de Mons. Demetrio Fernández al nuevo obispo

Previamente a la homilía y tras las palabras del representante de la Nunciatura Apostólica, monseñor Roman Walczak, Mons. Demetrio Fernández ha dado la bienvenida a D. Jesús Fernández González como nuevo pastor de Córdoba. “Viene ungido por el Espíritu Santo en la plenitud del sacerdocio, prolongación personal de Cristo buen pastor, cabeza, siervo y esposo de su Iglesia. Y viene a “evangelizar a los pobres”, como reza su lema episcopal”, ha indicado el ya obispo emérito de la diócesis de Córdoba.

Al mismo tiempo, ha instado a los sacerdotes a alegrarse con la llegada del nuevo obispo, “que impulsará la vida abundante de esta diócesis tan privilegiada”. Dirigiéndose a los seminaristas, les ha indicado que “este es el obispo que Dios nos manda para que seáis un día ordenados para el servicio del Pueblo santo de Dios”. “El Señor te conceda, querido D. Jesús, ordenar a muchos nuevos presbíteros. A mí me ha concedido más de 70 en estos 15 años”, ha aclamado.

Asimismo, monseñor Demetrio Fernández ha pedido a los presentes y miembros de las distintas realidades de la Diócesis que se alegren con la llegada de don Jesús. A los jóvenes, les ha dicho que él “bendecirá vuestros encuentros, las peregrinaciones cada año a Guadalupe, las Jornadas mundiales de la juventud, los Adoremus de los jueves, las peregrinaciones a Fátima”. “Con el obispo, sentíos misioneros de los demás jóvenes para llevarlos al encuentro con Cristo y a vivir la gozosa experiencia de Iglesia”, ha subrayado.

De manera especial, se ha dirigido a la vida consagrada a quienes les ha puesto de manifiesto que el obispo será para todos “vínculo de unión a la Iglesia en esta diócesis de Córdoba, a la que aportáis la riqueza de vuestros carismas”.

Para concluir, el prelado ha saludado a los cardenales, arzobispos y obispos asistentes y le ha deseado a monseñor Jesús Fernández “que el Señor te conceda larga vida, y puedas disfrutar como he disfrutado yo de servir a una diócesis especialmente bendecida por Dios”. “Bienvenido como obispo a tu diócesis de Córdoba”, ha finalizado.

Homilia- Inicio ministerio Cordoba

Tomado de www.diocesisdecordoba.es

Bienvenida salesiana al Obispo de Córdoba

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La imagen de María Auxiliadora reúne a centenares de fieles en la segunda Eucaristía de su episcopado en Córdoba

 

La toma de posesión de monseñor Jesús Fernández como obispo de Córdoba estará vinculada para siempre a una de las devociones más queridas por los cordobeses, la de María Auxiliadora. La fiesta salesiana ha sido el marco para la segunda Eucaristía presidida por el nuevo Obispo tras su toma de posesión, unas horas antes en la Catedral.

El nuevo prelado ha presidido la Eucaristía en honor a la Virgen en el colegio de los Salesianos y ha agradecido a toda la familia salesiana su tiempo en León como docente antes de ofrecer una homilía sobre el relato de las bodas s de Canáa en que pudo mostrar la capacidad de amor que Jesús, sus discípulos  y María manifiestan ante las tinajas vacías como signo de la insuficiencia de la ley judía para promover la salvación y ofrece el nuevo mandato del amor. María por su parte representa la humilde y discreta que en lugar de criticar porque faltaba el vino sino «con sigilo acude a su hijo a pedir ayuda y demuestra sensibilidad ante las dificultades ajenas». Ante estas virtudes de María , monseñor Jesús Fernández «nos cuestionamos sobre nuestra discreción siempre puesta a prueba porque desde muchas cátedras se nos invita a ver lo feo, lo escabroso que presenta la vida ajena». María nos enseña sensibilida que choca contra la indiferencia que se ha hecho cultura y que ha activado instrumentos de evasión o el consumismo de sensaciones, que «son priebas de la cultura de la indiferencia que avanza», sin embargo, María erstaba allí y no se escondió y permitió que la fiesta continuara.

El Obispo de Córdoba avanzó en la explicación de  este pasaje del Evangelio aludiendo también a los invitados a la bodas de Canáa, dispuestos a comer y sobre todo beber, pero ajenos a las dificultades inmediatas. Una actitud con la que todos podríamos llegarnos a identificar  al caer en el consumismo que «nos roba el gozo de compartir».

 

vacío del hombre cuando no vive el amor de Dios. Jesús, el principal invitado se revela coo salvador del mundo a pesra del reparoq ue le pone a su madre y ayuda a los novios a superar el trance de la falta de vino y bendice el matrimonio como forma «espléndida de caminar en santidad»   y se revel acomo el nuevo ñnovio de la Iglesia que trae esperanza y la alegría. En contra de lo que muchos creeen Jesus no es un «aguafiesta» sin qie siempre nace la laegría, expresó el prelado

 

Se manifiesta como el hijo de Dios que nvía al padre y rescata a los que estaban bajo la ley se acto central de una jornada cargada de devoción, que comenzó a las 9:00 de la mañana con la apertura del santuario para la veneración de los fieles, y en la que también se han celebrado misas por la mañana.

Media hora antes de la celebración fe la Eucaristía tenía lugar la tradicional acogida de la imagen de María Auxiliadora en el patio del colegio. Padres, profesores, alumnos y devotos de muchos puntos de la ciudad acudían al encuentro de María y del nuevo pastor de la Diócesis que en su homilía (…)

 

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El obispo de Guadix asiste a la toma de posesión del nuevo obispo de Córdoba, D. Jesús Fernández

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El obispo de Guadix asiste a la toma de posesión del nuevo obispo de Córdoba, D. Jesús Fernández

El obispo electo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández González, ha tomado posesión en la Santa Iglesia Catedral, acompañado por dos cardenales, una treintena de arzobispos y obispos, el representante de la Nunciatura Apostólica, el clero diocesano y sacerdotes de Astorga, así como unas tres mil personas que han asistido a la celebración. Entre ellos está el obispod e Guadix, D. Francisco Jesús Orozco, que es oriundo de la diócesis cordobesa.

Monseñor Jesús Fernández González ya ha tomado posesión de la sede de Osio. En la mañana de este sábado, 24 de mayo, en una celebración cargada de solemnidad, a la que han acudido dos cardenales, una treintena de obispos y su antecesor, monseñor Demetrio Fernández; así como una treintena de representantes institucionales, monseñor Jesús Fernández González ha tomado posesión de la Cátedra, signo de su magisterio, potestad y unidad de los creyentes en la fe anunciada por el Pastor Diocesano.

Ante unas calles engalanadas para acoger al nuevo obispo de Córdoba con multitud de fieles y miembros de las comunidades Neocatecumenales, que han querido recibir al pastor de la Diócesis entre cantos y una gran ovación, don Jesús Fernández ha partido del Seminario Mayor “San Pelagio” a la Santa Iglesia Catedral, acompañado por monseñor Demetrio Fernández, los cardenales Osoro y Rouco Varela, los seminaristas de la Diócesis y el arzobispo de Sevilla, Mons. Saiz Meneses, como arzobispo metropolitano, hasta la Puerta del Perdón, donde ha sido recibido por el Cabildo Catedral. Allí, monseñor Jesús Fernández ha realizado la profesión de fe y ha prestado juramento antes de dirigirse a la Capilla de la Inmaculada para adorar al Santísimo y revestirse en la Capilla del Cardenal para comenzar la celebración de la Eucaristía, en la que han participado un total de ciento ochenta sacerdotes y más de tres mil fieles.

Homilía de Mons. Jesús Fernández: “Me propongo ser servidor de todos”

Al inicio de su ministerio episcopal en la Diócesis, monseñor Jesús Fernández ha invitado a la alabanza y ha encomendado a la Iglesia particular de Córdoba y su propio episcopado a  la Palabra de Dios para “configurarnos con Cristo, para alimentar la vida de la Iglesia, y para lanzarnos a la tarea de evangelizar y de tejer un mundo nuevo y una tierra nueva en que reine  la justicia, la fraternidad y la paz”.

En su homilía, el nuevo Obispo de Córdoba ha proclamado su pertenencia a una Iglesia peregrina de la esperanza, a una Iglesia de llamados, y al servicio de la misión  para “salir al rescate de nuestros hermanos pobres y sufrientes” y ha manifestado su adhesión al proyecto de una Iglesia sinodal que camina unida.

En su alocución, ha afirmado su seguimiento a una Iglesia misionera que, al modo de los primeros discípulos, salga a proclamar el Evangelio de Jesucristo en todos los rincones de la tierra y para la evangelización misionera ha destacado el papel decisivo de los fieles laicos.

Ante las más de tres mil personas que han participado en la Eucaristía de inicio de su pontificado, el nuevo Obispo ha llamado a concebir también el Evangelio como “herramienta social” que requiere compromiso a favor de la justicia, la paz y la promoción humana, tal como ha recordado el Papa León XIV al inicio de su pontificado.

En el Año de la Esperanza, ha recordado al Papa Francisco que nos urgió a ser “peregrinos de la Esperanza” y ha aludido a “una cultura propensa a ocultar a Dios y a concebir al hombre como un ser autosuficiente que reduce la llamada de Dios a una respuesta libre de hipotecas y oculta la vocación originaria y auténtica que supone tener a Dios como amigo, que nos quiere plenamente felices y nos da la clave para no equivocarnos de camino: amar cumpliendo los mandamientos”. “El lazo que nos une al Señor es el amor”, ha proseguido el Obispo de Córdoba, un amor “convertido en consuelo” que no es una corazonada ni pasión pasajera, sino “una ofrenda de vida por nosotros que se actualiza en la Eucaristía y nos capacita para un amor desinteresado capaz incluso de dar la vida por los hermanos”.

Monseñor Jesús Fernández ha afirmado que la llamada nos pone en pie y como peregrinos de Esperanza “marca un diálogo con Dios y con la Iglesia para un camino que no realizamos en solitario”. En este contexto, ha subrayado que se une al proyecto de una Iglesia sinodal y sus virtudes: «humildad, dulzura, y magnanimidad».

Una Iglesia precisa de humildad, para que “no nos contamine la soberbia ni la arrogancia, vicios por los que el ser humano pretende ser como Dios pero sin Dios”, y también dulzura, “en un mundo en que la violencia se manifiesta sin rubor en las relaciones y entre países, en una cultura que convierte la mansedumbre en sinónimo de debilidad”, ha indicado.

En su intervención, el Obispo ha recordado las palabras de san Pablo VI en su mensaje final del Concilio Vaticano II y ha afirmado que nuestra Iglesia se compromete también a ser servidora del hombre de hoy puesto que “si la Iglesia no está al servicio de la humanidad no es la Iglesia del Señor”, y para ello cuenta con dones y el carisma de la santificación que tiene como depositarios preferentes a los pastores consagrados a los dones eucarísticos, para “impartir el perdón y ungir con óleo sagrados”, y también en la promoción del culto eucarístico, la oración y la piedad popular representadas en las 600 hermandades y cofradías de Córdoba. En definitiva, en la  Iglesia ministerial participan del carisma de la santificación todos los bautizados, “pues Dios los ha capacitado para hacer de sus vidas un culto agradable a Dios”, ha afirmado.

“Me propongo ser servidor de todos”, ha expresado don Jesús al citar el carisma de gobierno dentro de la Iglesia, “expropiado de mí mismo, me comprometo a ser para todos”, y para eso cuenta con la colaboración entregada de sacerdotes sin los que el Obispo “nada será, nada podrá”.

A los fieles laicos ha pedido trabajar a favor de los derechos humanos básicos como el derecho a la vida, al trabajo digno, a la vivienda o la libertad religiosa y les ha encomendado vivir la caridad en la función pública para todo lo que tenga que ver con el bien común, especialmente  para apoyar a los “pobres, los frágiles y los excluidos”, favoreciendo el diálogo, el encuentro y el cuidado del medioambiente

Bienvenida de Mons. Demetrio Fernández al nuevo obispo

Previamente a la homilía y tras las palabras del representante de la Nunciatura Apostólica, monseñor Roman Walczak, Mons. Demetrio Fernández ha dado la bienvenida a D. Jesús Fernández González como nuevo pastor de Córdoba. “Viene ungido por el Espíritu Santo en la plenitud del sacerdocio, prolongación personal de Cristo buen pastor, cabeza, siervo y esposo de su Iglesia. Y viene a “evangelizar a los pobres”, como reza su lema episcopal”, ha indicado el ya obispo emérito de la diócesis de Córdoba.

Al mismo tiempo, ha instado a los sacerdotes a alegrarse con la llegada del nuevo obispo, “que impulsará la vida abundante de esta diócesis tan privilegiada”. Dirigiéndose a los seminaristas, les ha indicado que “este es el obispo que Dios nos manda para que seáis un día ordenados para el servicio del Pueblo santo de Dios”. “El Señor te conceda, querido D. Jesús, ordenar a muchos nuevos presbíteros. A mí me ha concedido más de 70 en estos 15 años”, ha aclamado.

Asimismo, monseñor Demetrio Fernández ha pedido a los presentes y miembros de las distintas realidades de la Diócesis que se alegren con la llegada de don Jesús. A los jóvenes, les ha dicho que él “bendecirá vuestros encuentros, las peregrinaciones cada año a Guadalupe, las Jornadas mundiales de la juventud, los Adoremus de los jueves, las peregrinaciones a Fátima”. “Con el obispo, sentíos misioneros de los demás jóvenes para llevarlos al encuentro con Cristo y a vivir la gozosa experiencia de Iglesia”, ha subrayado.

De manera especial, se ha dirigido a la vida consagrada a quienes les ha puesto de manifiesto que el obispo será para todos “vínculo de unión a la Iglesia en esta diócesis de Córdoba, a la que aportáis la riqueza de vuestros carismas”.

Para concluir, el prelado ha saludado a los cardenales, arzobispos y obispos asistentes y le ha deseado a monseñor Jesús Fernández “que el Señor te conceda larga vida, y puedas disfrutar como he disfrutado yo de servir a una diócesis especialmente bendecida por Dios”. “Bienvenido como obispo a tu diócesis de Córdoba”, ha finalizado.

Homilia- Inicio ministerio Cordoba

Tomado de www.diocesisdecordoba.es

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El domingo 1 de junio se celebra el Jubileo de los Catequistas en la diócesis de Guadix

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El domingo 1 de junio se celebra el Jubileo de los Catequistas en la diócesis de Guadix

El próximo domingo, día 1 de junio, los catequistas de la diócesis de Guadix están convocados a la celebración del Jubileo de los Catequistas. 2025 es el Año Jubilar de la esperanza y en toda la Iglesia hay actos jubilares, en los que celebrar la fe y, sobre todo, con los que ganar las indulgencias y sentirse unidos a la Iglesia universal, que vive y celebra una misma esperanza: Cristo.

El Jubileo de los Catequistas en la diócesis de Guadix tendrá lugar durante la mañana de ese domingo 1 de junio. Terminará con la comida, que será compartida, con lo que cada cual quiera llevar desde su casa. La mañana de ese domingo tendrá diversos momentos:
* A las 10,30 h. se hará la última charla de formación de catequistas. Reflexionaremos sobre la identidad del catequista en la misión de la Iglesia. Con dicha charla concluye la formación online que mensualmente ha impartido el secretariado de Catequesis. Esta última charla será en el antiguo Hospital Real de la Caridad y Casa Sacerdotal, de Guadix (frente a la catedral).
* a las 12,00 h. se celebrará la Santa Misa en la Catedral, que estará presidida por el obispo, D. Francisco Jesús Orozco. Desde el Hospital Real, los catequistas peregrinarán a la Catedral para celebrar la Eucaristía y el Jubileo.
* Terminada la Santa Misa todos regresarán al Antiguo Hospital Real de la Caridad y Casa sacerdotal, para compartir los alimentos que cada cual quiera llevar desde su casa y festejar el final de curso de las catequesis en las parroquias.
Todos los catequistas de todas las parroquias están convocados a participar en este acto jubilar será toda una mañana de encuentro, de formación, de celebración e la fe, de gracias jubilares y de fiesta.

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La parroquia de Caniles celebró un año más la festividad de Santa Rita

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La parroquia de Caniles celebró un año más la festividad de Santa Rita

La comunidad parroquial de Caniles se reunió con gran devoción para celebrar la festividad de Santa Rita, una tradición muy arraigada en el municipio. Como cada año, numerosos fieles acudieron a la parroquia de Santa María y San Pedro para participar en los actos litúrgicos y rendir homenaje a la santa de los casos imposibles.

Durante la celebración se vivieron momentos de profunda fe y recogimiento, culminando con la tradicional bendición de las rosas, símbolo de Santa Rita. La iglesia se llenó de alegría, oración y esperanza, en una jornada marcada por la participación de la comunidad y el deseo de mantener viva esta hermosa tradición.

Rafael tenorio

Párroco de Caniles

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Testigos de un acontecimiento diocesano para la historia

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Dos Cardenales, una treintena de obispos y arzobispos, ciento ochenta sacerdotes y tres mil fieles han acompañado al nuevo Obispo de Córdoba durante su toma de posesión en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba

“Su servicio a la diócesis de Córdoba dará muchos frutos”

César García Magán, obispo auxiliar de Toledo y Secretario General de la Conferencia Episcopal Española

Hemos vivido lo que significa la sucesión apostólica en esta querida, histórica y testimonial iglesia particular de Córdoba. A don Jesús le deseo lo mejor, viene con una experiencia episcopal adquirida, primero como obispo auxiliar de Santiago de Compostela y después como obispo de Astorga. Su experiencia pastoral, su bondad y su solicitud por los más necesitados ayudarán en su servicio a la iglesia particular de Córdoba y dará muchos frutos. El sembrador es bueno, la semilla es buena y la tierra es muy buena, por lo tanto la mezcla es perfecta.

“Una fiesta de la fe y de la esperanza”

Monseñor Miguel Ángel Saiz Meneses, Obispo Metropolitano de Sevilla

Monseñor Miguel Ángel Saiz Meneses, el Obispo Metropolitano de Sevilla, ha sido el encargado de indicar la presentación y lectura de las letras apostólicas que han precedido a la toma de posesión del nuevo obispo de Córdoba. Esta celebración es la constatación que la Iglesia bimilenaria de Córdoba, en el 1700 años del Concilio de Nicea, animado por el obispo Osio, festeja el relevo episcopal “de  un gran amigo mío, don Demetrio,  y ahora de otro gran amigo, don Jesús.  Este acontecimiento eclesial significa “una fiesta de la fe y de la esperanza y del amor,  y son esos momentos especiales  en los que decimos,  creo en Dios”.

En momentos de exultante alegría porque el Señor sigue concediendo pastores, el Obispo Metropolitano ha proclamado su amor a la Iglesia, madre y maestra y ha subrayado la presencia preciosa de toda la familia eclesial y diocesana, representada en obispos, presbíteros, diáconos, miembros de la vida consagrada en sus múltiples carismas y miembros del laicado que han convertido la toma de posesión del nuevo Obispo en “un encuentro con Cristo y de encuentro también con la Iglesia y con los hermanos”.

Monseñor Saiz Meneses ha compartido con el nuevo Obispo de Córdoba unos años en la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española y de su labor destaca los múltiples aspectos que confluyen en su acción pastoral y tareas de gobierno que “enseñan mucho a la hora de servir una diócesis”, además de sus responsabilidades como tareas docente de teología y su sensibilidad ante el ámbito caritativo y social.

“Un regalo para la Diócesis”

León Rodrigo, párroco de Sergas de Ordás, pueblo natal del nuevo Obispo

León Rodrigo es el párroco de Sergas de Ordás y ha llegado a Córdoba acompañando al obispo de León. Ester sacerdote, procedente de una congregación misionera, tiene el encargo pastoral de ser párroco del pueblo natal de don Jesús, donde nació y fue bautizado. Su veredicto resulta contundente cuando se trata de hablar de don Jesús: ”es una persona muy buena, muy cercana y va a ser un buen pastor para Córdoba”. Conoce a su familia y la ejemplaridad de su fe y celebra con los cordobeses su toma de posesión, que es “un regalo para la Diócesis”.

“Una celebración con mucho corazón”

Monseñor Francisco Cerro, Arzobispo de Toledo

Hasta Córdoba se ha trasladado el Arzobispo de Toledo, monseñor Francisco Cerro, para  acompañar al nuevo Obispo en su toma de posesión, una celebración solemne y sencilla pero “con mucho corazón y con mucho afecto”. De don Jesús Fernández destaca “su gran servicio a los pobres, a los que sufren,  desde sus tantos y tantos trabajos que hecho”. La llegada del nuevo pastor a la diócesis de Córdoba lo considera un honor para Córdoba, que durante quince años tuvo  a otro gran pastor, Monseñor Demetrio Fernández.

El don inmenso de un Pastor que nos guía

Vida Consagrada femenina

Una representación de la vida consagrada pudo saludar al nuevo Obispo tras su toma de posesión, como presente y acogida de una diócesis rica en carismas y vocaciones, entre ellas dos religiosas que se han sentido “profundamente agradecidas  a Dios y a la Iglesia  porque Dios es fiel y siempre nos deja  a buenos pastores, unos se van y otros llegan”. Han dado gracias a Dios  “que nos hace el don inmenso  de un pastor para guiarnos de su parte” y han seguido la celebración con mucha emoción porque “supone  la preciosidad de la Iglesia de Córdoba: somos hereditarios de una tradición y de un amor y de una  paz y bien maravillosos”

“Don Jesús no va a defraudar a la Diócesis”

Julián Barrio Barrio, Arzobispo emérito de Santiago de Compostela

Es un honor para mí estar en la toma de posesión de don Jesús porque lo ordené obispo. El nuevo Obispo de Córdoba es una persona buena, está muy pendiente de la realidad. La Diócesis ha tenido un gran obispo, don Demetrio Fernández, pero estoy seguro de que son Jesús no les va a defraudar. Es una persona muy trabajadora, sencilla, muy pendiente de los demás y esto le acredita para afrontar la pastoral como la que necesitamos en estos momentos, a pie de calle. Hoy la pastoral es acompañar y sentirse acompañado. Le deseo la mejor en esta Diócesis tan hermosa y significativa.

“Hoy es un día de fiesta y acogemos a nuestro Obispo con alegría”

Joaquín Alberto Nieva García, Canónigo Deán-Presidente de la Santa Iglesia Catedral

Al Pastor que nos envía Dios lo acogemos para poder vivir en comunión con la Iglesia Universal. Damos así continuidad a la vida de la Iglesia, que en nuestra Diócesis va caminando por medio de la historia y guiada por nuestro Pastor. Hoy es un día de fiesta, el clero, la vida consagrada y los laicos acogemos al nuevo Obispo con alegría y damos gracias a Dios.

“Córdoba va a recibir a su Obispo con el corazón abierto”

Antonio Prieto Lucena, Obispo de Alcalá de Henares

Córdoba es una Diócesis muy acogedora y va a recibir a su nuevo Obispo con el corazón abierto y con mucho deseo de servir al Evangelio y de cultivar la vida cristiana. Como decía don Demetrio, Córdoba es una Diócesis bendecida y continuará en esta línea con su nuevo Pastor.

“Deseo que don Jesús sea todo lo feliz que puede ser un obispo en esta Diócesis con tanta historia”

Francisco Jesús Orozco Mengíbar, Obispo de Guadix

Deseo que don Jesús sea todo lo feliz que puede ser un obispo en una Diócesis con tanta historia y con tanta alegría como Córdoba. Los que somos cordobeses sabemos cómo es la iglesia de Córdoba y cómo se puede ser de feliz sirviendo desde nuestro ministerio episcopal. Le pido que se sirva mucho de estas raíces de santidad de tantos siglos y que sea santo sirviendo a todos los que le rodean. Le felicito por esta gran Diócesis que el Señor le ha regalado.

“Un hombre humilde”

Monseñor Mario Iceta, Arzobispo de Burgos

El arzobispo de Burgos fue durante años presbítero diocesano de Córdoba hasta que en 2008 fue nombrado obispo auxiliar de Bilbao. Estar presente en la toma de posesión del nuevo Obispo le ha resultado emocionante y celebra como la generosidad y acogida que Córdoba dispensa a cada una de las celebraciones eclesiales, en este caso la toma de posesión de un nuevo Obispo que ya ha dado algunas pinceladas fundamentales de lo que va a ser su ministerio en una “celebración realmente bonita, preciosa, emocionante y llena de esperanza en este año jubilar de la esperanza”.

Para monseñor Iceta, el nuevo obispo de Córdoba es “un hombre humilde, que va a ser querido en Córdoba; con experiencia: un hombre que pienso que le viene muy bien a Córdoba.

“Su vida está centrada en el Evangelio”

Monseñor Ramón Darío Valdivia, Obispo Auxiliar de Sevilla

El inicio del ministerio episcopal en una Diócesis es un momento crucial para toda la iglesia local y también para la persona que llega como pastor, un momento en el que el nuevo Obispo se pone en las manos de Dios. Así lo ha vivido monseñor Ramón Darío Valdivia, Obispo auxiliar de Sevilla, que ha podido comprobar la acogida del Córdoba a su nuevo pastor, “arropado de esta forma tan preciosa por la Iglesia de Córdoba  con la música,  con los sacerdotes, con  los diáconos, con todo el pueblo de Dios,  un recibimiento para hacerle sentir en su casa”.

Don Ramón conoce todavía poco al Obispo de Córdoba pero adelanta de él su sencillez y su vida “muy centrada en el Evangelio”, por lo que manifiesta su seguridad en que serán muchos los frutos de su acción pastoral en la Diócesis porque aquí hará presente “la alegría que trae  el Evangelio,  que es lo más fundamental de todo”.

“Para mí es un maestro”

Monseñor Vicente Martín, Obispo Auxiliar de Madrid

El Obispo auxiliar de Madrid conoció al nuevo obispo de Córdoba cuando aún no lo era y desde entonces lo considera un maestro. Su nombramiento como sucesor de los apóstoles en Córdoba lo llenó de alegría. Se alegró por él y por nuestra Diócesis porque es “un buen pastor que lo ha hecho muy bien en Astorga” donde ha sido capaz de “patearse y callejear la fe en  multitud de pueblos pequeños y hacer miles de kilómetros para llevar la Nueva Noticia”, una labor desarrollada en muchos puntos de la  España vaciada. En Córdoba encontrará una realidad a otra escala pero con la misma voluntad por “anunciar el Evangelio a los más pobres”.

“Córdoba es una ciudad acogedora y terminará sintiéndose un cordobés más”

José María Bellido, Alcalde Córdoba

Lo primero es ofrecerle las puertas del Ayuntamiento y de la ciudad, abrírselas para tener una relación institucional, que sea cordial y colaborativa en bien de todos los ciudadanos. Espero que el trabajo sea fructífero y afrontemos retos que tiene la ciudad: atender a los más necesitados, colaborar con Cáritas, atender a los barrios que tenemos, tres de los más pobres de España, y por supuesto la religiosidad popular, que tanta importancia tiene y que por experiencia sé que tanto sorprende a los obispos cuando llegan a Córdoba. Se adaptará bien porque Córdoba es una ciudad acogedora y estoy convencido de que acabará sintiéndose como un cordobés más.

“Espero que su labor pastoral repercuta de manera positiva en los cordobeses”

Jesús Aguirre, Presidente del Parlamento de Andalucía

Confío en que se va a integrar perfectamente en Córdoba. La información que me ha transmitido mi hermano (Juan José Aguirre, obispo de Bangassou), es muy cariñosa. Espero que su labor pastoral repercuta de manera positiva en todos los cordobeses. Los obispo del Sur tienen un nuevo miembro, al que van a acoger bien. Me consta que hacen una masa con mucho poderío, que repercute en la religiosidad y el pragmatismo de todos los andaluces.

“La provincia recibirá a don Jesús con los brazos abiertos”

Salvador Fuentes, Presidente de la Diputación de Córdoba

Por sus antecedentes y por lo que estamos leyendo el nombramiento de don Jesús es una buena noticia. El anterior obispo dejó una maravillosa obra pastoral. La provincia lo recibirá con los brazos abiertos y le ofrezco mi ayuda en todo lo que pueda.

“Estamos encantados con todo lo que sea bueno para él”

Carmen Fernández González, hermana de monseñor Jesús Fernández González

Siempre es una ilusión, es muy gratificante para la familia y estamos encantados con todo lo que sea bueno para él. Mi hermano es muy prudente y siempre nos enteramos de todo por los medios. Conocíamos Córdoba y nos encanta. Él está muy ilusionado y nos ha confesado que lo han recibido muy bien en Córdoba, que en realidad es lo que a la familia nos interesa como hermanos.

 

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