El municipio de Los Realejos acogió este miércoles 7 de mayo, la celebración diocesana del patrón del clero secular español, San Juan de Ávila.
A la cita acudieron en torno a 100 sacerdotes venidos de diferentes puntos de la diócesis. Tras la acogida en el entorno de la Casa de La Parra, en el Realejo Bajo, los presbíteros disfrutaron de un momento distendido tomando un desayuno. Posteriormente, en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, pudieron rezar juntos y escuchar la ponencia sobre Viera y Clavijo que realizó el doctor en Arte, Juan Alejandro Lorenzo.
Tras este momento, el alcalde de Los Realejos, Adolfo González, saludó a los presbíteros y quiso obsequiar al obispo Eloy Santiago con una escultura de la iglesia de Santiago Apóstol.
Seguidamente, el clero diocesano celebró la Eucaristía presidida por el prelado Nivariense. Monseñor Santiago comenzó su homilía apuntando que lo más importante en este día era redescubrir la importancia de la vocación sacerdotal. “La misión que el Señor nos confía a nosotros es la de dar frutos. Y los frutos que el Señor quiere en este Año Jubilar es que, como sacerdotes, seamos peregrinos de esperanza”.
Santiago también dio gracias a Dios por los sacerdotes que este año están cumpliendo bodas de plata y de oro sacerdotales. En concreto, están celebrando 25 años de ordenación: Isidoro Hernández, Jorge Concepción, Arnovio Alfonso Galavís, Roberto Darias, Francisco Javier López y el diácono permanente, Ramón Herrera. Asimismo, están celebrando bodas de oro: Pablo Francisco Álvarez y Florentino Martín. “Nos alegramos de estos aniversarios porque nos hablan de cómo Dios, en su misericordia, nos sostiene en la esperanza. Él nos anima a seguir hacia adelante, a experimentar que realmente el Señor es nuestro pastor. Él hace reparar nuestras fuerzas cansadas”.
Santiago, en otro momento de su homilía, hizo hincapié en que, como Iglesia, estamos viviendo un momento histórico. Después de vivir dos sedes vacantes, ahora ya solo nos queda estar pendientes de la “silla de Roma”. “Es un momento importante para que renovemos la esperanza, el ánimo, la ilusión, que descubramos la hermosura de aquel Dios que nos ha llamado para servir a nuestro pueblo. Quien nos dijo un día ven y sígueme. El paso de los años puede hacer que quizás perdamos aquella ilusión primera, aquella fuerza inicial, pero el Espíritu Santo, que actúa ciertamente, es el que nos ayuda a recuperar esas fuerzas, a renovarlas día al día”.
Haciendo referencia al papa Francisco, el obispo recordó tres expresiones que le gustaban al Santo Padre: “Pedir permiso, dar gracias y pedir disculpas. Tres palabras que las quiero hacer mías al comenzar mi episcopado aquí en estas tierras. Pedir permiso para ser un compañero más de camino en esta Iglesia Sinodal a la que nos invita el Papa y la Iglesia Universal. Dar las gracias por la acogida recibida en estos momentos iniciales. Y también pedir disculpas. Disculpas adelantadas porque un obispo, al final, es uno más, un hombre como ustedes. No siempre, como obispo, estaré a la altura, no siempre podré responder a las necesidades de los sacerdotes, de los laicos, etc. Por eso desde ya me confío a ustedes, a su capacidad de comprensión y de misericordia”.
Terminada la Eucaristía, los sacerdotes tuvieron el almuerzo. Durante el mismo, los homenajeados por sus bodas de oro y plata sacerdotales que pudieron estar presentes en la jornada, recibieron como obsequio un busto de Viera y Clavijo.