El Jubileo termina, pero no la esperanza que este Año nos ha dado: permaneceremos peregrinos de esperanza.
Este domingo, 28 de diciembre, según la Bula de Indicción del Jubileo de la Esperanza, concluye en las Iglesias particulares el Año Jubilar. En este día, escribía el papa Francisco «aseguremos que el Pueblo de Dios pueda acoger plenamente tanto el mensaje de esperanza en la gracia de Dios como los signos que atestiguan su eficacia».
La celebración coincide en la diócesis con el Jubileo de las Familias que tuvieron la oportunidad de compartir almuerzo en la llamada Casa Mesa para, posteriormente, dirigirse hacia la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. Desde dicho templo la familia diocesana se encaminó en peregrinación hacia Catedral, donde se celebró la eucaristía de clausura.
El obispo Santiago subrayó que “ha sido un año marcado y vivido desde la virtud teologal de la esperanza, bajo el lema «peregrinos de esperanza», que nos ha recordado nuestra condición de caminantes, de ser hombres y mujeres siempre en camino, y también, como comunidad, de ser una Iglesia peregrina, como hemos puesto de manifiesto en esa peregrinación que hemos hecho desde la parroquia matriz de la Concepción hasta este templo catedralicio, iglesia madre de nuestra Diócesis”.
Reavivar la esperanza era el gran objetivo del Año Jubilar, por ello el prelado citando a Benedicto XVI enfatizó que «la verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo».
La homilía sirvió al Obispo para repasar algunos acontecimientos diocesanos que hicieron este año especialmente intenso: El cambio de Obispo, el nuevo Papa, las celebraciones marianas en
distintas islas, además del fallecimiento del que fuera obispo nivariense, Bernardo Álvarez, etc
Por tanto, un año jubilar vivido aquí con intensidad, no solo por la cantidad de acontecimientos y celebraciones jubilares, sino con «intensidad espiritual», como afirmaba el papa León XIV tras su elección, y se nos recordaba en la presentación del Plan Diocesano de Pastoral para este curso. Intensidad espiritual porque somos conscientes de que Dios actúa en la historia, se hace presente en las personas y en los acontecimientos y nos invita a vivirlos desde la fe a la luz del Evangelio y de la Tradición de la Iglesia, sintiéndonos parte de esta gran familia que es la comunidad de los creyentes”.
En otro momento de su intervención monseñor Santiago recordó que este domingo se celebra la fiesta de la Sagrada Familia. “Un Dios que ha querido manifestarse naciendo y viviendo en el entorno de una familia humilde, abierta a la voluntad de Dios, pero que conoce las dificultades concretas de una familia humana”.
Eloy Santiago recordó a tantas familias que han de abandonar su tierra por razón de guerra, violencia, falta de libertad, etc. y focalizó también la atención en las familias isleñas: “Pero el drama de las familias, especialmente en nuestras islas, no es solo salir de su tierra, sino también poder llegar a fin de mes o dar una educación y un futuro a sus hijos o el drama de la falta de empleo. Y qué decir de la violencia en el seno de las familias…O el drama de los mayores y ancianos que se ven abandonados; o el de los niños, incluso en el seno materno, a los que se les niega el derecho a la vida mediante el aborto…”
El Obispo quiso “transmitir un mensaje de esperanza a las familias, especialmente las que viven en dificultad. No están solas. Estamos con ellas. Queremos anunciarles el Evangelio, la Buena noticia, de la familia cristiana en la que se viva las virtudes de la Sagrada Familia Nazaret”.
«El Jubileo termina, pero no la esperanza que este Año nos ha dado: –afirmaba el papa León XIV en la última audiencia jubilar– permaneceremos peregrinos de esperanza […] Sin esperanza, estamos muertos; con la esperanza, venimos a la luz. La esperanza es generativa: esperar es generar»
La homilía la concluyó Eloy Santiago deseando que “la Sagrada Familia de Nazaret, prototipo de iglesia doméstica, verdadero modelo de vida, ayude a todas las familias y a nuestra Diócesis, familia diocesana nivariense, a seguir caminando como peregrinos de esperanza siendo testigos de la verdadera esperanza que no defrauda que es Cristo y generando vida y procesos de fe, promoviendo la paz y trabajando por la justicia, la defensa de la vida, el bien común y el cuidado de nuestro Planeta, creado para ser casa común de la familia humana, de la que toda la humanidad, también los pobres que no tienen acceso a los recursos necesarios, formamos parte”.
La eucaristía finalizó con la bendición apostólica con indulgencia plenaria impartida por el prelado Nivariense.

























