Patrón de la teología mística y de los poetas en español
Era hijo de Gonzalo de Yepes y de Catalina Álvarez, tejedores de buratos. El padre y el hermano pequeño, Luis, mueren cuando Juan tiene sólo tres años, por lo que la madre y los dos hijos restantes (Francisco y el propio Juan) se ven obligados por la acuciante pobreza (las penalidades pasadas hicieron de Juan un hombre de escasa corpulencia, bastante bajo de estatura (Santa Teresa lo llamaba «mi medio fraile»)) a trasladarse primero a Arévalo (donde viven durante cuatro años) y en 1551 a Medina del Campo. Allí, aliviados algo por el incremento de fortuna que les ha reportado el matrimonio del hermano mayor, se instalan definitivamente. Juan, gracias a su condición de pobre de solemnidad, puede asistir al Colegio de los Niños de la Doctrina, privilegio que le obliga a realizar ciertas contraprestaciones, como asistir en el convento, la ayuda a Misa y a los Oficios, el acompañamiento de entierros y la práctica de pedir limosna. La mínima formación recibida en el colegio le capacitó para continuar su formación en el recién creado (1551) colegio de los jesuitas, que le dieron una sólida base en Humanidades. Como alumno externo y a tiempo parcial, debía compaginar sus estudios con un trabajo asistencial en el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción de Medina, especializado en la curación de enfermedades venéreas contagiosas.
Así, pues, entre 1559 y 1563, estudia con los jesuitas; durante los primeros tres años, recibe la formación según la novedosa ratio studiorum, en la que el latín era la base de todos los estudios; en el cuarto año, aparte de recibir formación en retórica, aprende a escribir en latín, a construir versos latinos y a traducir a Cicerón, César, Virgilio, Ovidio, Marcial y Horacio. Simultáneamente, vive las nuevas corrientes del humanismo cristiano, con estilo y comportamientos renovados en la pedagogía.
A los veintiún años, en 1563, ingresa en los Padres Carmelitas de Medina (orden de los Carmelitas), adoptando el nombre de fray Juan de Santo Matía. Tras realizar el noviciado entre 1563 y 1564 en el convento de Santa Ana, se traslada a Salamanca donde estudiará en el Colegio de San Andrés de los Cármenes entre 1564 y 1567 los tres cursos preceptivos para bachillerarse en Artes. Durante el tercer curso, fue nombrado, por sus destrezas dialécticas, prefecto de estudiantes en el colegio de San Andrés.
En 1567 regresa a Medina del Campo por unos pocos días para ser ordenado presbítero y celebrar su primera misa en presencia de su hermano, del resto de su familia y de sus amigos del convento. Allí conocerá a Teresa de Cepeda y Ahumada, futura Santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su Reforma Carmelita, los llamados carmelitas descalzos. Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de los Carmelitas. Esta orden reformada tropezó con una gran hostilidad por parte de los carmelitas calzados.
Juan regresa a Salamanca e inicia estudios de Teología durante el curso 1567-1568, pero solo realiza un curso, cuando los preceptivos hubieran sido cuatro, por lo que no obtuvo ni siquiera el grado de bachiller.
En agosto de 1568 abandona Salamanca para acompañar a Teresa en su fundación femenina de Valladolid.
El 28 de noviembre de 1568 funda en Duruelo el primer convento de Descalzos de la rama masculina del Carmelo Descalzo siguiendo la Regla Primitiva, esto es, un establecimiento que propugna el retorno a la práctica original de la Orden; en la ceremonia, cambia su nombre por el de fray Juan de la Cruz. En 1570 la fundación se trasladó a Mancera, donde Juan desempeño el cargo de Subprior y Maestro de novicios; tras una estancia en Pastrana para poner en marcha su noviciado, se establece en 1571 en Alcalá de Henares, como Rector del colegio reción fundado.
Juan se convierte en uno de los principales formadores para los nuevos adeptos a esta reforma carmelitana. En 1572, Juan de la Cruz viaja, a invitación de Teresa de Jesús, al Convento de la Encarnación, en donde asumirá las tareas de Vicario y Confesor de las monjas. Permanecerá aquí hasta finales de 1577, por lo que acompañará a la madre Teresa a la fundación de diversos conventos de Descalzas, como el de Segovia.
Durante este periodo, en el seno de la Orden del Carmen se habían agravado los conflictos jurisdiccionales entre los carmelitas calzados y descalzos, debidos a distintos enfoques espirituales de la reforma; por lo demás, el pleito se enmarcaba también en la confrontación entre el poder real y el pontificio por dominar el sector de las órdenes religiosas. Así, en 1575, el Capítulo General de los Carmelitas decidió enviar un visitador de la Orden para suprimir los convento fundados sin licencia del General y de recluir a la madre Teresa en un convento. Finalmente, en 1580 el Carmelo Descalzo se erige en Provincia exenta y en 1588 es reconocida como Orden.
En este contexto es en el que se produce el encarcelamiento de Juan de la Cruz, quien ya en 1575 había sido detenido y encarcelado en Medina del Campo durante unos días por los frailes calzados. La noche del 3 de diciembre de 1577 Juan de la Cruz es nuevamente apresado y trasladado al convento de frailes carmelitas de Toledo, donde es obligado a comparecer ante un tribunal de frailes calzados para retractarse de la Reforma teresiana. Ante su negativa, es recluido en una prisión conventual durante ocho meses.
Es durante este periodo de reclusión cuando escribe las treinta y una primeras estrofas del Cántico espiritual (en la versión conocida como protocántico), varios romances y el poema de la fonte.
Tras concienciarse de que su liberación iba a ser difícil, planea detenidamente su fuga y entre el 16 y el 18 de mayo de 1578, con la ayuda de un carcelero, se escapa en medio de la noche y se acoge en el convento de las Madres Carmelitas Descalzas, también en Toledo. Para mayor seguridad, las monjas lo envían al Hospital de Santa Cruz, en el que estuvo mes y medio.
En 1578 se dirige a Andalucía para recuperarse completamente. Pasa por Almodóvar del Campo y luego llega como Vicario al convento de El Calvario en la serranía jienense. Entabla amistad con Ana de Jesús, tras algunas visitas a la fundación de Beas de Segura.
En junio de 1579 se establece en la fundación de Baeza donde permanece como Rector del Colegio Mayor hasta 1582, en que marcha para Granada tras ser nombrado Tercer Definidor y Prior de los Mártires de esa ciudad. Realiza numerosos viajes por Andalucía y Portugal, por razones del cargo. En 1588 es elegido Primer Definidor y Tercer Consiliario de la Consulta, la cual le traslada a Segovia.
Tras un nuevo enfrentamiento doctrinal en 1590, es destituido en 1591 de todos sus cargos, quedando como simple súbdito de la comunidad. Durante su viaje de vuelta a Segovia, cae enfermo en el convento de La Peñuela y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre.
Su sepulcro, un magnífico mausoleo, digno de visita, se encuentra el el convento de Carmelitas de Segovia, al pie de las Peñas «rajeras»
Queridos diocesanos, hermanas y hermanos de Málaga y Melilla:
En este Jubileo de la Esperanza conmemoramos que en el año 325, hace ahora 1.700 años, tuvo lugar en Nicea el primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia. Allí, los 318 obispos proclamaron la fe católica en la divinidad de Jesucristo con estas palabras: «Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza (homoousios) del Padre». Esta formulación fue enriquecida el año 381 por el concilio de Constantinopla, dando origen al Credo niceno-constantinopolitano (el llamado popularmente “credo largo”) que profesamos en la celebración de la Eucaristía.
De este modo proclamamos que Jesucristo es nuestra Esperanza, pues al compartir el ser de Dios y también nuestra naturaleza humana, no hay ninguna situación de pobreza o violencia en la que no se haga presente la fuerza salvadora del amor de Dios.
El Credo niceno-constantinopolitano es común para católicos, ortodoxos, luteranos, reformados, bautistas, anglicanos, metodistas, evangélicos… La diócesis de Málaga ha sido pionera en el camino de la reconciliación entre las Iglesias cristianas y todos nosotros –laicos, religiosos, sacerdotes y obispo– hemos de seguir avanzando. No se trata solo de orar juntos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, sino de aprender a trabajar unidos al servicio del Reino y de ser instrumentos de reconciliación y concordia en un mundo polarizado y dividido.
El papa León XIV ha conmemorado el concilio de Nicea peregrinando a Turquía y participando en la oración ecuménica que tuvo lugar en la antigua Nicea, actual Iznik, frente a los restos de la basílica donde se celebró el concilio. Y en su carta apostólica “In unitate fidei” ha dado un renovado impulso a esa profesión de fe. En ella nos invita a volver a la pregunta que hizo Jesús a los Doce: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 15, 15).
En los tiempos del concilio de Nicea, el presbítero Arrio había afirmado que Jesucristo era una criatura especial, superior a todas las demás, pero que no era Dios. El concilio corrigió a Arrio, afirmando que Jesús de Nazaret es de la misma sustancia (homoousios) del Padre. No se trataba de una disputa sobre palabras, sino de una cuestión fundamental: si Jesús fue un personaje carismático, un revolucionario social o alguien que amó como nadie lo había hecho hasta entonces, es un hombre digno de admiración, pero si además es de la misma sustancia del Padre, entonces es el Hijo de Dios, que sigue vivo y presente entre nosotros y nos salva de caer en el vacío. La pregunta “¿Quién es Jesús para ti?” no es ociosa, como no lo fue la respuesta que dio, en su día, el concilio de Nicea.
Jaén ha vivido un acontecimiento histórico con la beatificación de 124 mártires del siglo XX: un testimonio de fe y entrega. Una celebración multitudinaria, en la que la esperanza, el recuerdo, el espíritu de la reconciliación y el perdón.
Jaén amanecía, este 13 de diciembre con la mirada puesta en la Catedral y con la memoria en esos hombres y mujeres que, ante la prueba más difícil, la de la muerte, no dudaron en entregar la suya por amor a Aquel que antes la entregó por todo el género humano. Pedro Granados; Antonio Martínez López; Juan Ángel Román, Obdulia Puchol, Teresa Basulto, Alberto Pancorbo, Sor Isabel María Aranda…, y así hasta 124 nombres que ya no pertenecen solo a sus familias, sino a los millones de católicos de todo el mundo, para los que desde hoy estos hombres y mujeres son referentes de testimonio, de entrega y de amor, al ser oficialmente declarados mártires.
Esta mañana, la Iglesia de Jaén ha vivido una jornada histórica y luminosa con la beatificación de 124 mártires, sacerdotes, laicos y una religiosa, que entregaron su vida por amor a Cristo in odium fidei. La celebración, que ha daba comienzo a las 11 de la mañana, ha sido presidida por el Cardenal Prefecto para la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, representante del Santo Padre León XIV.
Alrededor de 2.000 fieles se han congregado para acompañar la solemne ceremonia, muchos de ellos familiares directos de los nuevos beatos: hijos, nietos, hermanos, sobrinos, tataranietos… de estos testigos de esperanza que, por su entrega valiente, la Iglesia ha reconocido y ha honrado con la palma del martirio. A la celebración, también, ha acudido autoridades civiles y militares, entre ellos, el Delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Jaén, D. Jesús Estrella, así como numerosos alcaldes de los pueblos de donde eran naturales o fueron martirizados los ya declarados beatos.
La Eucaristía, concelebrada por casi 20 obispos, ha contado con la participación del Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, y los dos eméritos, Don Ramón del Hoyo López y Don Amadeo Rodríguez Magro, quienes han sostenido este proceso y han custodiado con celo la memoria de estos testigos del Evangelio.
Asimismo, alrededor de 150 sacerdotes de toda la provincia, y algunos de diócesis vecinas, han querido estar presentes en esta solemne celebración que ha sido armonizada por MusicAlma, bajo la batuta de José Gregorio Trujillo.
Rito de beatificación
El Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez, ha leído la petición de la Iglesia de Jaén al Santo Padre para que los Venerables Siervos de Dios Manuel Izquierdo, Antonio Montañés y 122 compañeros mártires, hijos de esta Diócesis de Jaén, fueran inscritos en el libro de los beatos. A continuación, el vicepostulador de la causa y delegado diocesano para la Causa de los Santos, D. Andrés Nájera, ha ofrecido un breve relato de la vida y testimonio de los mártires.
Seguidamente, el Cardenal Semeraro ha dado lectura a la Carta Apostólica del Papa León XIV, en la que Su Santidad proclama la solemne beatificación.
Letras apostólicas
«Cumpliendo los deseos de nuestro hermano, Sebastián Chico Martínez, Obispo de Jaén, así como de muchos otros hermanos en el Episcopado y de numerosos fieles cristianos, tras consultar al Dicasterio para las Causas de los Santos, por nuestra autoridad Apostólica, concedemos que los Venerables Siervos de Dios
MANUEL IZQUIERDO IZQUIERDO y 58 compañeros mártires y ANTONIO MONTAÑÉS CHIQUERO y 64 compañeros mártires, sacerdotes diocesanos, religiosos, fieles laicos, testigos heroicos y constantes del Señor Jesús, por cuyo amor no temieron derramar su propia sangre, sean de ahora en adelante llamados Beatos y puedan ser celebrados el día seis de noviembre de cada año, en los lugares y formas establecidos por la ley. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén».
PP XIV
Al término de la lectura de las letras apostólicas ha tenido lugar uno de los momentos más emotivos de la celebración. Mientras MusicAlma entonaba el Pleni sunt coeli –Te Deum– , se ha descubierto una obra pictórica con la imagen de los nuevos Beatos, del pintor torrecampeño Francisco Galán, situada en el tornavoz. A la vez que se abrían 14 de los balcones interiores del Templo Catedral y eran descolgadas las imágenes de los ya declarados beatos, al tiempo que las campanas de la Catedral repicaban jubilosas y los fieles aplaudían con entusiasmo.
Cuatro sacerdotes portaban la urna de las reliquias, acompañada por familiares de los mártires, así como por cuatro contemplativas de las Clarisas de Jaén que acompañaban el cortejo con flores y familiares de los mártires, con velas. En el presbiterio se ha depositado la urna, con los restos de algunos de los mártires, como símbolo tangible de su entrega hasta el extremo. En este momento, se ha interpretado el Himno de los Mártires de Jaén “Cual gotas del Santo Rostro”, con letra del sacerdote D. Manuel Cámara y música del compositor marteño Fernando J. Camacho.
El rito ha concluido con las palabras de agradecimiento de Monseñor Chico Martínez: “La Iglesia de Dios que peregrina en Jaén da gracias al Sucesor del Apóstol Pedro, Su Santidad el Papa León XIV, por haber proclamado beatos a nuestros mártires”.
Finalmente, el Obispo de Jaén, los dos eméritos, el arzobispo de la provincia eclesiástica de Granada, el Vicario General y el Deán de la Catedral y el postulador han recibido del Cardenal una copia de la Carta Apostólica, gesto que selló este hito histórico.
Las lecturas han estado participadas por Alfredo Ureña familia del mártir Antonio José Ureña; la Hermana Favia, Mercedaria del Santísimo Sacramento, el salmo y la segunda lectura, Salomé Martínez, familia de D. Francisco Morales. El diácono D. Jesús Marchal ha proclamado el Evangelio de Juan (12, 24-26). Los seminaristas han ejercido de acólitos, en una Catedral preciosamente adornada, que lucía como la gran joya del Renacimiento que es, en un día único e irrepetible para la Iglesia de Jaén, que peregrina entre olivares.
Homilía
El Cardenal no ha pronunciad su homilía y en su lugar la ha leído Mons. Gianpaolo Rizzotti, Capo Ufficio del Dicasterio para las Causas de los Santos
En sus palabras ha subrayando el espíritu martirial de la Diócesis de Jaén a lo largo del tiempo, lo que la convierte en “cuna de mártires y tierra abundantemente regada con la sangre de los mártires”, para, a continuación, resaltar algunas palabras de la Carta Pastoral del Obispo de Jaén a cerca de estos mártires: “Su única arma fue el amor. Y murieron perdonando a sus verdugos… Este perdón martirial es el fruto más sublime de la esperanza que no se rinde ante el mal”.
El Prefecto para la Causa de los Santos ha querido tomar como guía de su homilía la encíclica de Benedicto XVI, Spe salvi (cf. n. 39) para adentrarse en el misterio de la esperanza como eje de la vida del cristiano. “En ese documento, – ha expresado el Cardenal- se advierte que en nuestra vida hay muchas situaciones en las que nos pueden bastar incluso las esperanzas humanas, las pequeñas esperanzas. Hay otras, sin embargo, en las que necesitamos algo más sólido, más consistente, más válido. Se trata de circunstancias en las que se necesita una «gran esperanza»; Para añadir, “son momentos en los que necesitamos amigos, hermanos y hermanas que con su testimonio nos ayuden a comprender que es posible seguir adelante, que podemos lograrlo. Son momentos en los que «necesitamos también testigos, mártires, que se han entregado totalmente, para que nos lo demuestren día tras día. Los necesitamos en las pequeñas alternativas de la vida cotidiana, para preferir el bien a la comodidad, sabiendo que precisamente así vivimos realmente la vida».
En este sentido, el Cardenal Semeraro ha puesto de relieve el sentido profundo del testimonio cristiano. “Los mártires beatificados hoy son sin duda un modelo de cristianismo. El martirio es el testimonio más elevado de la fe cristiana, porque encarna el amor total a Cristo y a los hermanos, transformando el sufrimiento en redención y la sangre en semilla de evangelización”. Subrayó, además, que, ante la crueldad humana y la fuerza interior del testigo de la fe, «a veces las palabras ya no bastan». Asimismo, recordó la actualidad del testimonio martirial, citando al Papa Francisco: “Os digoque hoy hay más mártires que en los primeros tiempos de la Iglesia. Muchos de nuestros hermanos y hermanas que dan testimonio de Jesús y son perseguidos. Son condenados por poseer una Biblia. No pueden llevar la señal de la cruz. Y este es el camino de Jesús […] La vida cristiana no es una ventaja comercial, no es hacer carrera: es simplemente seguir a Jesús”.
Finalmente, el Cardenal ha concluido con estas palabras: “Al venerar a estos nuevos Beatos y también a todos los demás que los acompañan, pedimos al Señor que nos ayude a sentir y conservar ese deseo, que está unido a la virtud cristiana de la fortaleza: una virtud que, entre otras cosas, nos hace capaces de vencer el miedo, incluso al de la muerte, y de afrontar las pruebas y las persecuciones conscientes de la palabra de Jesús: «Tened confianza; yo he vencido al mundo (Jn 16,33)» (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1808). Oremos, pues: Oh Señor, por intercesión de los nuevos Beatos y de todos sus compañeros, sostennos siempre en la esperanza y en el valor de Tu amor”.
Acción de gracias
Antes de la bendición final, el Obispo, Don Sebastián Chico Martínez, ha tomado la palabra para agradecer en nombre de toda la Iglesia de Jaén y en el suyo propio que, “hoy se ha escrito una nueva página en la historia eclesial de nuestra Diócesis jienense”, ha expresado Monseñor Chico, para continuar, “Por la misericordia de Dios y el discernimiento de la Iglesia, 124 hijos e hijas de Jaén resplandecen ya en el coro de los beatos como testigos de Cristo, mártires por la fe, la esperanza y el amor. Ellos son ‘semilla de esperanza plantada en nuestra tierra, que nunca deja de dar fruto’, y que fortalecidos por la caridad y coronados por la esperanza, han sido declarados mártires de Cristo, testigos del Evangelio hasta la efusión de su sangre”.
De igual modo, el Obispo del Santo Reino ha querido dar las gracias al Papa, a la vez que subrayar ese gran regalo que supone esta beatificación para culminar el año de la esperanza. “En nombre de toda esta Iglesia diocesana, manifiesto nuestro agradecimiento filial al Santo Padre, el Papa León XIV, que con paternal solicitud ha concedido esta Beatificación para bien de la Iglesia que peregrina en Jaén. Mi gratitud profunda a usted, Eminencia Cardenal Semeraro, que como Delegado Pontificio, representando al Santo Padre, ha presidio esta hermosa y esperada celebración en este marco inolvidable, como es el Año Jubilar de la Esperanza, haciendo patente la Providencia divina que nos presenta a nuestros paisanos mártires como “Testigos de Esperanza”.
Las familias, presentes y emocionadas durante toda la celebración, también han recibido el cariño del Prelado jiennense, “Quiero dirigirme, de un modo especial y profundamente emocionado, a vosotros, familiares de los mártires que hoy la Iglesia propone como modelo. Vuestras casas fueron los primeros santuarios donde prendió la semilla de la fe que hoy contemplamos florecida en el martirio. Habéis custodiado, durante décadas, la memoria viva de vuestros padres, madres, abuelos, tíos, hermanos… Habéis transmitido su nombre con respeto, su testimonio con emoción, con lágrimas, con orgullo humilde, y su sangre con dignidad. Felicidades porque hoy veis elevados a los altares a vuestro familiar, y gracias por no permitir que se perdiera la luz que hoy vuelve a brillar para toda la Iglesia”.
Por último, ha hablado del gran símbolo de reconciliación y perdón de este proceso y ha pedido la intercesión de los nuevos mártires ante el Señor, por esta Iglesia y sus gentes. “Hoy, el Señor nos concede un regalo que supera nuestra capacidad de comprender: 124 hermanos nuestros han sido proclamados beatos, testigos de Cristo hasta el final. Su sangre, derramada en nuestra tierra, es hoy semilla de reconciliación, de perdón, de unidad, de paz. Nos invitan a mirar el pasado sin rencor, el presente sin miedo y el futuro sin desesperanza. Que la intercesión de estos 124 mártires de Jaén haga fecunda nuestra Iglesia, fortalezca nuestras comunidades, renueve nuestra caridad y despierte nuevas vocaciones a la familia, al sacerdocio y a la vida consagrada”.
Causa de martirio, historia de amor y fe
«El amor lo soporta todo». Y cuando es la fe la que lleva a amar, se soporta hasta la muerte. Los nuevos mártires eran hombres y mujeres de su tiempo. Algunos, con el propósito vital de llevar a casa el sustento para su familia. Otros, los sacerdotes, con la misión de anunciar el Reino de Dios. La clarisa, enamorada de Dios, vivía retirada del mundo para rezar por el mundo. En definitiva, eran personas que, en su humanidad, se sabían amadas y perdonadas por el Señor. Y ese amor que sentían supieron llevarlo hasta el extremo, al donar su vida, sin traicionar su fe y así, no traicionarse a sí mismos. Seguro que temieron, o ansiaron otro final. Seguro que en sus últimos momentos recordaron a sus hijos, o a sus padres, hermanos, amigos, pero se supieron capaces de hacer el acto heroico de no renunciar a sus creencias, ni a su fe.
El pasado 20 de junio, el Papa León XIV hizo pública la aprobación de la causa de martirio de estos jiennenses, la primera de su pontificado que se publicó en el Boletín de la Santa Sede. Entre los decretos promulgados por el Dicasterio para la Causa de los Santos, se incluyó el reconocimiento del martirio de los Siervos de Dios Manuel Izquierdo Izquierdo y 58 compañeros, así como de Antonio Montañés Chiquero y 64 compañeros, asesinados por odio a la fe en distintos lugares de la provincia.
Con esta beatificación, la Iglesia de Jaén ha abierto un nuevo capítulo en su historia, recordando que la luz de Cristo se ha hecho presente incluso en los momentos más oscuros. La ceremonia, que se ha seguido también por TRECE televisión, ha dejado una huella profunda en la comunidad diocesana y en todos aquellos que buscan inspiración en el testimonio de quienes, con valor y fidelidad, han dado su vida por el Evangelio.
La Inteligencia Artificial ha sido el tema de la jornada de formación que los sacerdotes de la diócesis de Guadix han tenido, el 12 de diciembre. En esta ocasión, no ha sido un acercamiento a la IA desde la tecnología, sino desde la psicología, de la mano de Amaya Prado Piña, psicóloga educativa especialista en infancia y adolescencia. El tema de la formación ha sido “¿Puede una máquina tener empatía? La IA y los límites del acompañamiento humano”.
La jornada ha tenido lugar en el Centro Diocesano de Espiritualidad y ha contado con la asistencia de la casi totalidad de los sacerdotes que hay en la diócesis. Organizada por la delegación para el Clero, ha contado también con la presencia del obispo, D. Francisco Jesús Orozco.
La dimensión más social de la Inteligencia Artificial, cómo está influyendo ya en quienes la usan, sobre todo los más jóvenes, y cómo ha irrumpido en nuestras vidas y en las relaciones entre personas, son temas que pueden provocar cierto temor, pero que hay que abordar para saber afrontar los problemas que puedan surgir. Y que ya están surgiendo, como se pudo ver con ejemplos de la vida real.
Cada vez son más los que, ante las dificultades para relacionarse con su entorno, acuden a la IA para encontrar un interlocutor con el que “romper” la soledad. Incluso, hay jóvenes que interaccionan con ellaA para solucionar sus problemas psicológicos y se dejan llevar, con las consecuencias que esto puede tener.
Los sesgos que hay detrás de los modelos de IA, la apariencia de saberlo todo y las “alucinaciones” que genera cuando no sabe una respuesta… son algunos de los riesgos que presenta y conviene tener presente al utilizar sus respuestas.
De todo esto se habló en la sesión de formación y la psicóloga Amaya Prado ofreció claves para abordar estas situaciones, para entender cómo funciona la IA y qué puede, y qué no, aportar esta nueva herramienta que ha irrumpido con fuerza. Una tecnología que ha llegado para quedarse.
Esta misma sesión de formación se tuvo el día anterior en la ciudad de Guadix, abierta a las familias y a todos los que quisieron asistir. La respuesta, en el Liceo Accitano, también fue muy numerosa y los asistentes pudieron interactuar con la psicóloga y plantear sus dudas. Esta sesión de formación abierta a todos estuvo organizada y promovida por la Asociación Católica de Propagandistas, de Guadix, y la delegación diocesana de Apostolado Seglar.
La Inteligencia Artificial ha entrado en nuestras vidas muy rápido y con fuerza, pero poco a poco, con jornadas de formación como estas, se va haciendo más comprensible y se adquieren habilidades para utilizar bien esta herramienta. Porque no deja de ser una herramienta que habrá que aprender a utilizar y gestionar.
La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería y el Palacio Episcopal. San Indalecio, Varón apostólico y mártir según la tradición, es el Obispo fundador de la Iglesia de Almería, que comenzó siendo la Iglesia hispanorromana de Urci.
De acuerdo con «las actas» de Santa Lucía, nuestra santa nació en Siracusa, Secilia (Italia), de padres nobles y ricos y fue educada en la fe cristiana. Perdió a su padre durante la infancia y se consagró a Dios siendo muy joven. Sin embargo, mantuvo en secreto su voto de virginidad, de suerte que su madre, que se llamaba Eutiquia, la exhortó a contraer matrimonio con un joven pagano. Lucía persuadió a su madre de que fuese a Catania a orar ante la tumba de Santa Agata para obtener la curación de unas hemorragias. Ella misma acompañó a su madre, y Dios escuchó sus oraciones. Entonces, la santa dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Llena de gratitud por el favor del cielo, Eutiquia le dio permiso. El pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el pro-consul Pascasio. La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor.
El juez entonces la amenazó con llevarla a una casa de prostitución para someterla a la fuerza a la ignominia. Ella le respondió: «El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consciente». Santo Tomás de Aquino, el mayor teólogo de la Iglesia, admiraba esta respuesta de Santa Lucía. Corresponde con un profundo principio de moral: No hay pecado si no se consiente al mal.
No pudieron llevar a cabo la sentencia pues Dios impidió que los guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba. Entonces, los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron. Finalmente, la decapitaron. Pero aún con la garganta cortada, la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los deberes con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la palabra «amén».
Aunque no se puede verificar la historicidad de las diversas versiones griegas y latinas de las actas de Santa Lucía, está fuera de duda que, desde antiguo, se tributaba culto a la santa de Siracusa. En el siglo VI, se le veneraba ya también en Roma entre las vírgenes y mártires más ilustres. En la Edad Media se invocaba a la santa contra las enfermedades de los ojos, probablemente porque su nombre está relacionado con la luz. Ello dio origen a varias leyendas, como la de que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista.
Cuando ya muchos decían que Santa Lucia es pura leyenda, se probó su historicidad con el descubrimiento, en 1894, de la inscripción sepulcral con su nombre en las catacumbas de Siracusa. Su fama puede haber sido motivo para embelezar su historia pero no cabe duda de que la santa vivió en el siglo IV.
(Fuente corazones.org)
Se le representa normalmente con una espada que le atraviesa el cuello, una palma, un libro, una lámpara de aceite y en ocasiones también con dos ojos en un platón.
La Iglesia diocesana de Ceuta vuelve a ser reflejo de una comunidad solidaria. Los datos publicados por la Conferencia Episcopal Española sobre la campaña de la Renta 2024 —presentada en 2025— confirman que, un año más, miles de ceutíes han decidido confiar en la labor social y pastoral de la Iglesia marcando la casilla de la X, gesto que permite sostener numerosos proyectos de atención a personas vulnerables. La confianza de los contribuyentes en Ceuta y Melilla ha crecido un 0,74% más que el año anterior.
En la Ciudad Autónoma de Ceuta -incluyendo Melilla- se registraron 23.011 asignaciones, lo que supone el 30,97 % del total y evidencia la fuerte implicación de los ciudadanos en el sostenimiento de la actividad de la Iglesia. Gracias a esta colaboración, la campaña generó 1.469.886 euros.
En el año 2024, la Diócesis de Cádiz y Ceuta recibió 4.608.330 euros procedentes de la Conferencia Episcopal que, sumados a las aportaciones directas de los fieles, parroquias y Cáritas Diocesanas, se alcanzó un total de 5.615.361 euros. Estos recursos nos han permitido sostener el culto, la pastoral y las obras de caridad de la Iglesia en el territorio diocesano.
La Diócesis destaca que la X se marca siempre de forma libre y voluntaria, y que detrás de ese gesto hay personas que creen en el bien que la Iglesia realiza cada día: acompañamiento espiritual, apoyo material, escucha, acogida y ayuda directa a miles de familias.
Esto nos motiva para seguir avanzando en transparencia y eficiencia en la gestión de los recursos, reforzada por el Sello de Calidad y Transparencia de la Comunicación de las Instituciones Eclesiales, concedido en junio de 2025 por la Universidad de Barcelona. Además, invita a consultar su portal de transparencia, donde se detalla con claridad la actividad y el destino de los fondos.
“Gracias por ayudarnos para ayudar”, porque cada contribuyente que marca la X hace posible que la Iglesia en Ceuta continúe ofreciendo esperanza, acompañamiento y ayuda donde más se necesita.
La Diócesis de Cádiz y Ceuta expresa su profundo agradecimiento a todas las personas que han mostrado su apoyo marcando la casilla de la Iglesia Católica en la campaña de la Renta de 2024, presentada en 2025. Los datos, publicados por la Conferencia Episcopal Española, confirman que la confianza de los contribuyentes ha crecido un 0,34% en territorio Diocesano, concretamente han confiado en nosotros 2.755 contribuyentes más que el año anterior.
Un año más, aumenta el número de ciudadanos que han respaldado la labor pastoral, social y evangelizadora de la Iglesia. En la provincia de Cádiz, el número de asignaciones ha ascendido a 159.630, lo que representa un 33,94 % del total. Gracias a este compromiso, la campaña ha generado un total de 6.640.642 euros.
Este importe es recibido por la Conferencia Episcopal Española, que lo distribuye entre las diócesis según criterios de solidaridad e igualdad, garantizando así que los recursos lleguen a todas las Iglesias locales, independientemente del tamaño o la realidad social de cada una.
En el año 2024, la Diócesis de Cádiz y Ceuta recibió 4.608.330 euros procedentes de la Conferencia Episcopal que sumados a las aportaciones directas de los fieles, parroquias y Cáritas Diocesanas, se alcanzó un total de 5.615.361 euros. Estos recursos nos han permitido sostener el culto, la pastoral y las obras de caridad de la Iglesia en el territorio diocesano.
La Diócesis destaca que todos los contribuyentes que marcan la X lo hacen de forma libre y voluntaria, un gesto que refleja la conciencia y la confianza depositada en la misión de la Iglesia. En total, han sido miles de personas atendidas espiritual, pastoral y caritativamente.
Por ello, marcando la X en la casilla de la Iglesia Católica en su declaración, los ciudadanos contribuyen a la labor que realiza la Diócesis a través de sus distintas delegaciones episcopales, parroquias, la Cáritas Diocesanas de Cádiz y la de Ceuta, Cabildos, Seminarios, y otras entidades dependientes.
Esto nos motiva para seguir avanzando en transparencia y calidad, para garantizar a los fieles, y ciudadanos en general, el uso eficiente de los fondos para hacer más con menos. En este sentido, la Diócesis seguirá trabajando para mantener el Sello de Calidad y Transparencia de la Comunicación de las Instituciones Eclesiales, otorgado en junio de 2025, por la universidad de Barcelona. Como parte de su compromiso con la transparencia, la Diócesis invita a consultar el portal de transparencia disponible en su página web, donde se detallan las actividades y el destino de los recursos aportados.
La Diócesis de Almería quiere expresar su agradecimiento sincero a los 114.868 almerienses que han marcado la X a favor de la Iglesia Católica en sus declaraciones de la Renta correspondientes al ejercicio fiscal 2024, cuyos datos se han dado a conocer recientemente en el marco de la campaña de la Renta 2025.
Los datos presentados a nivel nacional confirman una evolución positiva también en nuestra diócesis. En Almería, por segundo año consecutivo, aumenta el número de personas que deciden destinar libremente el 0,7 % de sus impuestos al sostenimiento de la Iglesia, consolidando así un gesto de apoyo a su misión pastoral, social y evangelizadora.
En concreto, durante la última campaña se han contabilizado 114.868 declaraciones con asignación a favor de la Iglesia Católica en la provincia, lo que supone 1.386 más que el año anterior. Aunque el porcentaje de declaraciones se mantiene en torno al 28 % del total, el incremento en el número de contribuyentes refleja la confianza de los almerienses en la labor que desarrolla la Iglesia.
Este respaldo se ha traducido en una asignación económica de 4.280.016 euros, lo que representa un aumento de 427.350 euros con respecto al ejercicio anterior. Un crecimiento que permite seguir impulsando la acción pastoral, la atención a las personas más vulnerables, la labor caritativa y social, así como el cuidado y mantenimiento del patrimonio eclesial.
Si se comparan los datos con los de hace dos campañas, el crecimiento es aún más significativo: 7.912 personas más han marcado la X en su declaración, lo que ha supuesto más de 1,2 millones de euros adicionales en apenas dos años.
La Diócesis de Almería renueva su agradecimiento a todos los almerienses que, con este gesto sencillo y libre, hacen posible que la Iglesia continúe desarrollando su misión al servicio de las personas y del bien común.
Junto con mi saludo afectuoso, aprovecho esta oportunidad de dirigirme a vosotros para expresaros, en primer lugar, mi profunda gratitud a Dios por los frutos espirituales que hemos recibido durante la celebración del Jubileo 2025. Ha sido un tiempo de gracia, de misericordia y de perdón, que hemos aprovechado y celebrado con gozo respondiendo a la convocatoria que hizo pública el papa Francisco el 9 de mayo de 2024 con la Bula Spes non confundit. En ella, el Santo Padre anunciaba a toda la Iglesia Universal la celebración del Jubileo ordinario de 2025 bajo el lema «Peregrinos de Esperanza».
Después de unos meses de preparación y de la designación de los lugares sagrados de peregrinación en nuestra Archidiócesis para conseguir el don de la indulgencia jubilar, tras la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, el día 29 de diciembre de 2024 inaugurábamos solemnemente el Año Jubilar en la S. I. Catedral de Sevilla.
Según quedó recogido en la Bula de convocatoria, el Jubileo de la Esperanza finalizaría en las iglesias particulares el domingo 28 de diciembre de 2025 y sería clausurado con el cierre de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano el 6 de enero de 2026, Solemnidad de la Epifanía del Señor. Llegado este momento, os invito vivamente a que participéis en la solemne celebración de la Eucaristía de clausura del Año Jubilar en la Archidiócesis de Sevilla el próximo día 28 de diciembre de 2025, fiesta de la Sagrada Familia, a las 18:00 horas, en la Catedral.
Estoy convencido de que la vivencia del Jubileo 2025 ha supuesto para todos nosotros una ocasión para la conversión personal y una oportunidad para seguir avanzando por el camino iniciado en el Bautismo. Pero dicha vivencia también debe llevarnos a un compromiso comunitario de carácter social y a una mirada a los que sufren. Por esa razón, os invito a colaborar en el Proyecto Social Jubileo 2025 de la Conferencia Episcopal Española de ayuda a las víctimas de trata y explotación. Lo haremos con nuestra aportación en la colecta de la celebración de la Eucaristía de clausura del Año Santo. Con este gesto, como expone el papa León XIV en su primera exhortación apostólica, podemos ayudar a estas personas a sentir el amor de Jesucristo (Dilexi te, 121).
Que María Santísima, Nuestra Señora de los Reyes, nos sostenga y ayude en la tarea de vivir y anunciar el evangelio con el testimonio de una vida cercana a quienes más sufren y peor lo pasan en esta vida. Con mi abrazo cordial y mi bendición.