ACCIÓN DE GRACIAS EN LA BEATIFICACIÓN DE LOS 124 MÁRTIRES DE LA IGLESIA DE JAÉN
Hoy se ha escrito una nueva página en la historia eclesial de nuestra Diócesis jienense. Por la misericordia de Dios y el discernimiento de la Iglesia, 124 hijos e hijas de Jaén resplandecen ya en el coro de los beatos como testigos de Cristo, mártires por la fe, la esperanza y el amor. Ellos son “semilla de esperanza plantada en nuestra tierra, que nunca deja de dar fruto”, y que fortalecidos por la caridad y coronados por la esperanza, han sido declarados mártires de Cristo, testigos del Evangelio hasta la efusión de su sangre.
En este momento de gracia, elevamos nuestra acción de gracias a Dios nuestro Padre, fuente de todo bien y origen de toda santidad, que en su misericordia ha querido glorificar a estos hijos e hijas de nuestra tierra del Santo Reino, que camina entre olivares, haciéndolos resplandecer como lámparas encendidas en la comunión de los santos. “El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres” (Sal 125).
En nombre de toda esta Iglesia diocesana, manifiesto nuestro agradecimiento filial al Santo Padre, el Papa León XIV, que con paternal solicitud ha concedido esta Beatificación para bien de la Iglesia que peregrina en Jaén.
Mi gratitud profunda a usted, Eminencia Cardenal Semeraro, que como Delegado Pontificio, representando al Santo Padre, ha presidio esta hermosa y esperada celebración en este marco inolvidable, como es el Año Jubilar de la Esperanza, haciendo patente la Providencia divina que nos presenta a nuestros paisanos mártires como “Testigos de Esperanza”. Gracias por el esfuerzo de estar hoy entre nosotros, por sus palabras llenas de Evangelio y por la cercanía con la que acompaña a nuestra Diócesis en este día histórico.
Gracias, Sr. Cardenal Rouco, que hoy se une a nosotros con afecto fraterno; al Arzobispo Metropolitano de Granada, D. José María Gil, que confirma nuestra comunión eclesial; y a los obispos que hoy nos honráis con vuestra presencia, signo de la unidad de la Iglesia, de manera especial a mis hermanos predecesores, D. Ramón del Hoyo y D. Amadeo Rodríguez, por el camino que ambos fuisteis trazando para que esta causa avanzara con paso firme, y por seguir acompañando a esta Iglesia de Jaén con vuestro cariño de padres.
Mi gratitud sincera a los Postuladores, D. Rafael Higueras y D. Nicola Gori, por el rigor, la dedicación y la paciencia de tantos años de trabajo.
A las Comisiones históricas y de teológicas, a los peritos, a los equipos jurídicos y a todas las personas – muchas veces ocultas – que habéis sostenido este proceso con estudio, fe y amor a la verdad.
Quiero dirigirme, de un modo especial y profundamente emocionado, a vosotros, familiares de los mártires que hoy la Iglesia propone como modelo. Vuestras casas fueron los primeros santuarios donde prendió la semilla de la fe que hoy contemplamos florecida en el martirio. Habéis custodiado, durante décadas, la memoria viva de vuestros padres, madres, abuelos, tíos, hermanos… Habéis transmitido su nombre con respeto, su testimonio con emoción, con lágrimas, con orgullo humilde, y su sangre con dignidad. Felicidades porque hoy veis elevados a los altares a vuestro familiar, y gracias por no permitir que se perdiera la luz que hoy vuelve a brillar para toda la Iglesia.
Nuestra gratitud alcanza también a las parroquias, pueblos, conventos, cofradías y asociaciones de donde proceden nuestros mártires. Habéis sido tierra fértil en la que se gestó su fe; habéis mantenido viva su memoria; y hoy celebráis con nosotros este día que también es vuestro, pues os convertís en lugares de memoria sagrada, en fuentes de luz para las generaciones futuras.
Saludo con respeto a las autoridades presentes, especialmente a los alcaldes y representantes de los distintos municipios de donde proceden nuestros mártires; (a las autoridades provinciales), a los representantes de la Junta de Andalucía y a todos los responsables institucionales que hoy nos acompañáis. Habéis tenido la sensibilidad de estar aquí junto a nosotros, y os lo agradecemos. Gracias, también, por el apoyo ofrecido para que esta celebración pudiera realizarse con la dignidad que merecen estos testigos. Hoy, también vosotros ,honráis la historia de nuestra tierra. Gracias a los Medios de Comunicación, en particular a TRECE televisión por llevar este acontecimiento de la Iglesia de Jaén y de la universal a todos los hogares que se unen a nuestro gozo.
En el Año Jubilar de la Esperanza, el Señor nos regala este signo elocuente: la esperanza vivida hasta el extremo, esperanza que vence el miedo, esperanza que abraza incluso a los verdugos.
Nuestros mártires muestran que la caridad no se quiebra y que la fe no muere, ni siquiera cuando la noche parece oscura.
Agradezco de corazón a todos los que habéis hecho posible la celebración de hoy: al Cabildo Catedral; a los sacerdotes, diáconos y seminaristas; a los religiosos y religiosas; al coro y equipo litúrgico; a los voluntarios que, con discreción y entrega, lo han preparado todo. Mi felicitación y enhorabuena por vuestro servicio.
Esta jornada ha sido un verdadero canto de comunión de toda la Iglesia jiennense.
Hoy, el Señor nos concede un regalo que supera nuestra capacidad de comprender: 124 hermanos nuestros han sido proclamados beatos, testigos de Cristo hasta el final. Su sangre, derramada en nuestra tierra, es hoy semilla de reconciliación, de perdón, de unidad, de paz. Nos invitan a mirar el pasado sin rencor, el presente sin miedo y el futuro sin desesperanza.
Que la intercesión de estos 124 mártires de Jaén haga fecunda nuestra Iglesia, fortalezca nuestras comunidades, renueve nuestra caridad y despierte nuevas vocaciones a la familia, al sacerdocio y a la vida consagrada. A todos, de corazón, gracias.
+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén