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“Vamos a acudir a Ella”

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Queridos sacerdotes concelebrantes;
querido diácono;
queridos niños;
queridas familias;
queridos amigos;
queridos miembros también de la hermandad más joven de Granada, la de Nuestra Señora de la Granada, la Santísima Virgen de la Granada, que nos preside en esta celebración, tan bellamente, con todo lujo del cariño de sus hijos;
queridos hermanos todos:

Estamos celebrando una fiesta grande, en medio de este tiempo de Adviento, que nos va preparando para la Navidad del Señor, recobrando ese sentido de esperanza que tenemos que tener en un mundo tan triste muchas veces, aunque sí, muy divertido, tan triste muchas veces, pero con mucho espectáculo, pero falto de esa alegría profunda que nace de los valores y de las realidades en definitiva de Dios.

El tiempo de Adviento nos prepara para ese encuentro con el Señor en la Navidad en nuestro corazón, recordando Su primera venida, pero, al mismo tiempo, nos recuerda que todos estamos de camino, y como nos decía el Papa Francisco “somos peregrinos de esperanza”, en este año jubilar.

Luego, vamos caminando hacia el final de nuestra propia vida, o hacia el final de la historia, en que el Señor se manifestará gloriosamente vencedor del pecado y de la muerte como Rey y Señor del Universo, Señor de la Historia. El mal no tiene, por tanto, la última palabra. Y aunque lo pasemos mal, aunque veamos dificultades, sabemos que Dios ha vencido, que Dios no nos va a dejar, que el Señor está a nuestro lado. Y esa cercanía de Dios es la que celebramos en la Navidad, y para ello preparamos nuestro corazón.

Pero tenemos un modelo, tenemos a quien padecernos. Y ese modelo es la Virgen. ¿Cómo esperaría Ella a Jesús, queridos niños? Con qué cariño esperaría Ella, no haciendo un Belén, como lo hacéis vosotros, sino en su corazón. ¿Con qué cariño Ella prepararía que llevaba a Cristo en sus purísimas entrañas el nacimiento de Su Hijo? Ella sí que pondría todo de su parte, para ir preparándose como nadie, recordando todas las promesas del Antiguo Testamento, de cómo Dios no abandona a su pueblo, aunque eso fuese y estuviese a la vez acompañado de motivos que podrían llevarle a la tristeza, como era la falta de medios, como era la pobreza, incluso puntos de contradicción: cómo Dios nace en la pequeñez y en un pesebre.

Pero ahí la fe de la Virgen se nos muestra como ejemplo, para nosotros. Pero esa fe de la Virgen, que está limpia de todo pecado y de toda mancha, que es la creyente primera, el modelo de toda creyente, Ella pasa también por las dificultades. Por eso, nos entiende, queridos amigos. Por eso sabe lo que nos pasa. Y sabe que a veces nosotros también tenemos que vivir ese claro oscuro en medio de las dificultades. Mirar a la Virgen. No podemos sólo destacar que es limpia de pecado, pero tenemos que ir a lo positivo, que es la llena de todas las gracias, de todas las virtudes, de toda santidad. En Ella sí se cumple realmente lo que San Pablo en la Carta a los Efesios nos describe en ese bello himno cristológico de su comienzo. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que es la persona de Cristo, el nuevo Adán. Nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Hice cosas preciosas en Él, nos eligió antes de la constitución del mundo, para que seamos santos y reprochables ante Él por el amor.

Luego, eso que en nosotros se ha de producir, se produce ya por la salvación, por la Redención de Cristo en la cruz, a María se le aplicó de manera anticipada, en previsión de los méritos de Cristo en Su pasión, muerte y Resurrección. Y Ella ya sí es la llena de gracia. En Ella no hay mancha alguna. Ella está llena de toda santidad. Ella es como quería Dios que fuésemos, hubiésemos sido todos los seres humanos desde el comienzo.

Pero, hemos escuchado esa historia, con ese bello lenguaje del libro del Génesis, pero cargado de contenido y de realidad, al mostrarnos la realidad del pecado, el abandono de Dios, la suplantación de Dios. Pero, al mismo tiempo, la historia humana no se cierra con la desesperanza, sino que Dios promete un Salvador. Es Jesús, el Hijo de Dios. Y al mismo tiempo, una mujer nueva. Esa mujer nueva es María, la que no está tocada por el pecado, la que no está tocada por la serpiente. María es nuestro modelo, pero podéis decir, ‘pero qué modelo más altísimo, nos será imposible’.

Queridos amigos, ciertamente, no podemos imitarla en todas sus virtudes y privilegios. Pero sí podemos parecernos y pedir al Señor que nos dé la fe de la Virgen, la fe que sepa sobreponerse en medio de las dificultades y las contrariedades.

Sí, podemos pedirle al Señor que nos ayude a hacer lo que Ella hizo mejor que nadie, hacer lo que Dios le pedía, vivir como Dios manda, cumplir Su voluntad, en nuestras circunstancias, en nuestra vida de familia, en nuestras relaciones sociales y, sobre todo, podemos pedirle que nos ayude a vivir y parecernos a Jesús, haciendo realidad en nosotros su mandato, el mandato de la Virgen, de las pocas veces que escuchamos las palabras de la Virgen en la Sagrada Escritura, que, cuando dice a aquellos criados en las bodas de Cana, “hacer lo que él os diga”, pues, hagamos nosotros también, en nuestra vida, lo que Jesús nos dice. Seamos mejores cada día. Vivamos en nosotros esas consecuencias de la salvación de Jesús, esa santidad a la que estamos llamados para vivir nuestra vida ordinaria, y así nos iremos pareciendo a la Virgen –“quien a los suyos parece, honra, merece”, dice el dicho castellano-.

Pues, vamos a parecernos a Ella. Y vamos a acudir a Su intercesión de madre. Ella no se olvida de nosotros. Y por eso le rezamos, por eso la queremos, por eso es tan fácil vivir esa realidad y acogerla en nuestro corazón y ponerla en el centro, junto a Jesús, porque María es esa palabra del Misterio cristiano.

Vamos a acudir a Ella. No pase ningún día sin que nos dirijamos a Ella con las mismas palabras que nos ha recordado el Evangelio y que pronuncia el Ángel. Vamos a acudir a Ella, pidiéndole que nosotros también aceptemos la Voluntad de Dios. Seamos coherentes en nuestra vida con nuestra condición de cristiano y perseveramos en el bien obrado, que María, la Madre de Jesús, la Inmaculada Concepción, a la quien quiere tanto Granada, pues que Ella nos ayude.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispado de Granada

S.A.I Catedral de Granada
8 de diciembre de 2025

Conversión, como preparación en Adviento

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Homilía de D. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, en la Eucaristía del II Domingo de Adviento, celebrada en la Catedral el 7 de diciembre de 2025.

Queridos hermanos sacerdotes concelebrantes;
queridos seminaristas, especialmente los que venís de Camerún;
querido diácono;
queridos hermanos y hermanas;
queridos fieles de las parroquias de Cónchar y Cozvíjar, que habéis venido con vuestro barco, con don Felipe;
queridos amigos, hermanos todos:

Sed bienvenidos, como os decía, en este segundo domingo de Adviento.

Los primeros cristianos se preparaban al Adviento como si fuese una cuaresma. Por eso, resonaba muy fuerte la Palabra de Dios de la conversión, para recordar la primera venida del Mesías, para preparar un corazón bien dispuesto. Vivían con penitencia esos días, para que después estallaran en alegría, en gozo, en compartir los días de la Navidad del Señor. Es más, los Padres en sus homilías, especialmente San León Magno, habla de este espíritu de conversión, de este espíritu penitencial, de esos días de penitencia dentro del Adviento.

Nosotros, queridos hermanos, hemos olvidado esto. Nos ha comido el terreno los grandes almacenes, incluso la política. Nos ha comido el terreno esa llamada al consumismo, esa llamada a tener y celebrar los días de Navidad como si fuesen unas fiestas de invierno. Todo lo más, sí, un sentido fraterno, claro que lo tiene, ¿cómo no lo va a tener? De preocuparnos de los demás. Lo malo es que tiene fecha de caducidad y del día siguiente al Día de Reyes ya la solidaridad se acabó hasta el año que viene. Esos días nos ponemos como más tiernos, volvemos a ser como niños, pero no tanto. Esos días también, claro que sí, son días de familia, de juntarnos, de echar de menos a quienes están lejos. (Nosotros en mi casa esperábamos a mi padre que estaba en Alemania). Son días en que se encuentran las familias. Son días también en que se echa de menos, especialmente viene una nostalgia y un recuerdo de quienes nos han dejado y otros años han compartido esas fiestas con nosotros.

Pero hemos ido perdiendo los grados de consideración de la Navidad. Por eso, es muy bueno cómo San Pablo hoy nos advierte en la Segunda Lectura de que la Palabra de Dios ilumina nuestras vidas, nuestras circunstancias. En esa Palabra de Dios, San Pablo invitaba a la paciencia. Invitaba – y ha repetido también en la Carta a los Filipenses- a tener los sentimientos de Cristo. De eso se trata, queridos amigos.

Todo el año cristiano es una configuración con Cristo. Es vivir la presencialidad de Cristo, la actualidad de Cristo, la contemporaneidad de Cristo en nuestras vidas en lo que es, por esencia, la obra de Dios, que es la liturgia. Y entonces, hacemos presente al Señor. Se hacen realidad esas palabras con las que nos alude el sacerdote: “El Señor esté con vosotros”. Claro que está con nosotros. Está en su Palabra que hemos escuchado, está en su cuerpo y en su sangre que compartimos y es ofrecido. Y están los hermanos que se hacen presente.

Vamos a prepararnos a las fiestas de Navidad y vamos a recuperar ese sentido. No digo de esas penitencias que vivían nuestros hermanos los primeros cristianos, pero sí de conversión como nos habla el profeta Isaías en la Primera Lectura. Nos hace una llamada a la conversión, pero sobre todo esa llamada a la conversión para prepararnos a esos tiempos mesiánicos que describe el profeta de paz, de concordia. Esos tiempos que hemos de hacer aquí, anticipar aquí, haciendo realidad esa petición del Padrenuestro, “venga a nosotros tu Reino, así en la tierra como en el cielo”; que se haga Tu Voluntad: “Venga a nosotros tu Reino”.

Se cumplirá ciertamente en la llegada final del Señor al final de los tiempos. Pero Cristo ya ha vencido. Y ese recuerdo de su primera venida tiene que ayudarnos a recordar y a movernos, a espabilarnos para instaurar aquí en nuestro mundo un reino de paz y de concordia. Máxime cuando vemos tanta división, tanta zozobra, tanta inquietud, tanta falta de cariño, tantas guerras abiertas, tanta violencia, tantas diferencias sociales. Y al mismo tiempo, tanta opulencia, tanto consumismo, tanto lujo, tanto desenfreno. Y la voz del profeta tiene que resonar en nosotros, pero, sobre todo, la voz de Juan el Bautista, que es la gran figura de este segundo domingo de Adviento.

Y nos invita precisamente a la conversión. Pero para no andarnos con teoría o por las nubes tenemos que preguntarnos ‘¿en qué tengo yo que cambiar para preparar una verdadera Navidad?’. Sí, ciertamente, se está preparando, se compran productos, y a ser posible anticipándose en los precios. Si es verdad se compran regalos; si es verdad nos preparamos con mejor ropa.

Pero, ¿nuestro corazón se prepara para vivir la Navidad? ¿Para levantar tanto esa hondura de nuestros egoísmos? ¿Esa hondura de pensar sólo en nosotros mismos? ¿Esa hondura de nuestras divisiones y esas brechas que nos separan de Dios y de los demás? ¿Estamos dispuestos a allanar ese terreno como nos pide el profeta, como nos pide Juan el Bautista? ¿Estamos dispuestos a bajar nuestra soberbia? ¿A ser humildes, a reconocer que nos equivocamos y que necesitamos ser mejores? ¿Estamos dispuestos a rebajar muchas veces nuestros lujos? ¿Estamos dispuestos a rebajar muchas veces nuestras ansias de poder? ¿Estamos dispuestos realmente a cambiar?

Nada mejor para vivir la Navidad que se acerque a ese espíritu de conversión que una buena confesión; que una buena reconciliación con el Señor, para vivir al menos con un sentido cristiano elemental nuestro acercamiento a Dios y preparar -haciéndonos eco de las palabras de Juan el Bautista- un corazón bien dispuesto al Señor. Para que la Navidad nos haga ser mejores, pero no en lo exterior, no en una sensiblería que caduca, no en un sentimiento de fraternidad pasajero, sino, fijo, firme, de compromiso cristiano, por hacer un mundo mejor, por acercarnos a los pobres y a los necesitados, por reconocer a Cristo en quien está lejos de nosotros y puede pasar hasta en nuestras propias familias.

Queridos hermanos y hermanas, el Adviento es un tiempo para espabilarnos. Para ponernos en la actitud de vigilancia. Para ponernos, sobre todo, en la actitud de conversión y de vuelta a Dios. Esto es lo que nos pide y esto no está reñido con la alegría, con la esperanza de este tiempo. Esto no está reñido con la verdadera alegría que es encontrarnos con el Señor. Esto no está reñido con la verdadera alegría que es la paz y el gozo. No sólo tener cosas, sino tener razones y sentido por el que vivir.

Vamos a pedirle ayuda a la Virgen Santísima. Estamos esperando esta tarde la Vigilia, por eso no está aquí la Virgen que iba a incensarla. Y no está para dar espacio a la Virgen de la Granada, que viene esta tarde a la Catedral, para la Vigilia de la Inmaculada. Ella es la limpia de todo pecado, pero Ella es la llena de santidad. Nadie como Ella preparó la Virgen del Señor.

Vamos a pedirle a Ella, a la Virgen Santísima, a la Virgen de la Esperanza, a la Virgen de la Espera, que nos ayude a esperar a Jesús y a recibirlo como Dios quiere, así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispado de Granada
S.A.I Catedral de Granada

7 de diciembre de 2025

Homilía en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

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8 diciembre de 2025, Catedral de Murcia

Los cristianos celebramos la fiesta más hermosa de toda la humanidad. No es solo el recuerdo de una mujer, María de Nazaret, que fue concebida sin pecado porque iba a ser la Madre del Mesías, sino que es «el feliz comienzo de la Iglesia» (Marialis Cultus, de Pablo VI), la fiesta de todos los que nos sentimos de alguna manera representados por ella: es la fiesta del «comienzo absoluto», cuando Dios tomó la iniciativa de elegir a María como la Madre del Salvador. Y la quiso libre del pecado desde el primer momento. Prestad atención a los textos de hoy y veréis que están llenos de alegría y de alabanza a Dios, porque en verdad, como dijo la misma Virgen en el Magníficat, «el Poderoso ha hecho grandes obras en mí».

 

Desde el comienzo de la historia, Dios tomó la iniciativa y anunció la llegada del Salvador, el que llevaría a término la victoria del bien y la derrota del mal. Y junto al anunciado Salvador aparece la mujer, su madre, asociada a esa victoria. San Pablo nos ha dicho cuáles son los planes de Dios: él nos ha elegido, nos ha destinado a ser hijos suyos, nos ha nombrado herederos de su reino, como hermanos de Cristo Jesús. Estamos celebrando con gozo la salvación que nos ha traído Jesús, pero reconocemos que la primera salvada por su Hijo fue su Madre, como lo hemos expresado en la primera oración de la Eucaristía: «Preparaste a tu Hijo una digna morada y en previsión de su muerte, preservaste a María de todo pecado».

 

Lo que estamos celebrando es el sí absoluto que Dios ha dicho a la humanidad, ya desde el principio, y ahora de modo más cercano en el misterio de la Inmaculada Concepción de María, porque ha sido «por pura iniciativa suya», como ha dicho Pablo. Pero también nos alegramos del sí que María de Nazaret supo dar a Dios de alguna manera en nombre de toda la humanidad. Es la respuesta de tanta gente, que a lo largo de la historia ha sabido decir, como ella: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38). La Virgen María, la mujer creyente, una mujer sencilla de pueblo, una muchacha, novia y luego esposa de un humilde trabajador. Ella fue la elegida por Dios para ser la Madre del Mesías, y ella, desde su vida diaria, sencilla y pobre, supo decir sí al plan de Dios. Esto es lo que celebramos hoy, la fiesta de esta mujer y nos alegramos con ella.

 

Hoy es también nuestra fiesta, porque la Virgen María, es como diremos en el prefacio de acción de gracias, «comienzo e imagen de la Iglesia». Ella es la primera cristiana, la primera salvada y por tanto el primer miembro de la nueva comunidad de Jesús. María es la nueva Eva, y la podemos mirar como modelo de fe, motivo de esperanza, Madre de los vivientes, porque nos dio a Cristo, y ella misma acogió con gozo la salvación de su Hijo.

 

Mientras nos preparamos para acoger a Cristo en este Adviento con mayor profundidad en nuestras vidas, miramos hacia ella, y nos llenamos de confianza y de esperanza. Ella será la que nos enseñe y nos anime a vivir este tiempo de gracia. Proclamemos nuestra alabanza diciendo: «¡Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales!», porque en la Virgen María se han cumplido nuestras esperanzas más profundas y nos ha mostrado en ella cómo quiere actuar con nosotros y cómo quiere que respondamos en esta Navidad a su iniciativa de gracia y salvación.

 

Felicidades a todas las personas que hoy celebráis vuestro santo, os confiamos a la protección de nuestra Madre Inmaculada.

 

+ José Manuel Lorca Planes

Obispo de Cartagena

Inmaculada, sin pecado original

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Semanario Fiesta digital de Granada y Guadix, del 7 de diciembre de 2025.

En el número de esta semana dedicamos el Semanario Fiesta a la fiesta de la Inmaculada Concepción, que se celebra en su vigilia el día 7 y la Solemnidad el 8 de diciembre.

Recorremos la actualidad diocesana de Granada y Guadix. Conocemos la intención de oración del Papa para este mes de diciembre y el compromiso de Manos Unidas por las personas con discapacidad.

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Asidonia-Jerez celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción en la Santa Iglesia Catedral con el envío misionero de una familia a Australia

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Asidonia-Jerez celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción en la Santa Iglesia Catedral con el envío misionero de una familia a Australia

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La Santa Iglesia Catedral de Jerez acogió en la mañana del 8 de diciembre la celebración de la Eucaristía con motivo de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, patrona de la Diócesis de Asidonia-Jerez. La Santa Misa ha estado presidida por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, en una jornada marcada por la alegría y la unidad de toda la familia diocesana.

Este encuentro litúrgico, enmarcado en el tiempo del Adviento, ha sido una ocasión para que fieles, movimientos, comunidades parroquiales y sacerdotes se unieran como Iglesia local en torno a la Virgen María, modelo de fe, entrega y disponibilidad a la voluntad de Dios.

Durante la Eucaristía ha tenido lugar un momento especialmente significativo: el envío misionero de una familia de la Diócesis que parte hacia Australia para continuar allí su labor evangelizadora, testimoniando la fe cristiana más allá de nuestras fronteras.

En la homilía, el prelado destacó que esta fiesta representa una gran alegría para todos los cristianos, ya que en ella se manifiesta el triunfo de Dios y de la redención.

Refiriéndose a las lecturas proclamadas durante la liturgia, el prelado recordó que la Palabra de Dios siempre es nueva, y debe vivirse como si se escuchara por primera vez, ya que en cada momento tiene algo concreto que decir a nuestras vidas.

En su predicación, el Obispo profundizó en las ideas centrales de las lecturas:

Primera Lectura: Monseñor Rico Pavés invitó a confiar plenamente en Dios, recordando que Él siempre nos salva. A pesar de nuestras fragilidades, si ponemos nuestra vida en el Señor, venceremos, como lo hizo María, quien fue elegida para traer al Salvador. En este contexto, mencionó también a la familia enviada en misión, subrayando que en Cristo siempre hay victoria, incluso frente al mal que pretende alejarnos del bien

Segunda Lectura: El Obispo recordó que todos hemos sido creados para la santidad. Nuestra meta es alcanzar la Jerusalén celestial, y solo Dios puede llenar los anhelos más profundos del corazón humano. Señaló a los santos como testigos vivos de la Palabra y de la alegría que nace de seguir a Cristo. En relación con la familia misionera, insistió en que la gracia del Señor sostiene incluso en los momentos de mayor dificultad.

Evangelio: Finalmente, resaltó que el secreto de la vida cristiana se encuentra en el “sí” de María, en su humildad y confianza. La Virgen nos muestra que Cristo es la luz que guía nuestros pasos, y su ejemplo sigue siendo un faro para todos los creyentes.

Por último, destacar que tras la finalización de la Eucaristía se recordó que próximamente en este mes de diciembre viviremos en el primer templo de la Diócesis celebraciones muy importantes. La primera fecha a recordar es la celebración de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo que se celebrará el 24 de diciembre a las 00hrs y el 25 de diciembre a las 11hrs. La segunda fecha será la ordenación de tres nuevos presbíteros el 27 de diciembre. Y por último, la fecha del 28 de diciembre clausura del Año Jubilar.

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Monseñor Chico Martínez exhorta a los jiennenses a fortalecer su fe y esperanza, en la solemnidad de La Inmaculada Concepción de María

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La Santa Iglesia Catedral de Jaén acogió ayer, 8 de diciembre, la solemnidad de La Inmaculada Concepción de María.

Con una procesión claustral de la imagen de la Simpecado Concebida, atribuida a Nicola Fumo y que data de principios del XVIII, dio inicio la Eucaristía jubilar, que estuvo presidida por el Obispo de Jaén, Don Sebastián Chico Martínez. Estuvo, además, concelebrada por los formadores del Seminario; miembros del Cabildo catedralicio y otros sacerdotes de la Diócesis, todos ellos vestidos con casullas de color azul, como marca la liturgia para esta solemnidad mariana.

También, quisieron participar en esta celebración eucarística, los seminaristas, en el día de la Patrona del Seminario; miembros de la Cofradía de la Buena Muerte; miembros de la Asociación Amigos de las Catedrales de Jaén y Baeza; y un gran número de fieles.

Las lecturas, la oración de fieles y las ofrendas estuvieron participadas por miembros de la Buena Muerte, seminaristas y otros fieles diocesanos. El Evangelio fue proclamado por el diácono Jesús Marchal. Asimismo, contó con el acompañamiento musical de D. Alfonso Medina en el órgano y las voces femeninas de su coro.

Homilía

En su predicación, Monseñor Chico Martínez quiso introducir a los fieles en la hondura del misterio que la Iglesia celebraba, afirmando que “hoy celebramos esta solemnidad luminosa de la Inmaculada Concepción, en la que contemplamos a María como modelo, anticipo y semilla de la Iglesia, como la Mujer nueva donde Dios inaugura el comienzo de la humanidad redimida”, subrayando además que la esperanza “no es un deseo vago, sino una presencia viva: Cristo que viene, Cristo que salva, Cristo que renueva”.

Dirigiéndose de manera especial a los seminaristas, el Pastor diocesano los alentó a que “la Virgen Inmaculada sea espejo donde miréis vuestra vocación, y maestra fiel que os enseñe a decir ‘sí’ con confianza y alegría”, insistiendo en que la entrega vocacional solo puede construirse sobre la misma disponibilidad confiada con la que María respondió al anuncio del Ángel.

Don Sebastián quiso recordar, también, que “lo que en María es don total, en nosotros es vocación y camino”, citando las palabras de san Pablo: “Dios nos eligió en Cristo antes de la creación del mundo para que fuésemos santos e inmaculados ante Él por el amor”. En este sentido, exhortó a los fieles a contemplar en María el proyecto de Dios para cada persona: una humanidad reconciliada, limpia y luminosa.

Asimismo, el Obispo explicó que María nos recuerda que el pecado es el verdadero mal. “La contemplamos ‘toda hermosa’, y en ese espejo comprendemos lo que el pecado provoca en nosotros: divide, entristece, apaga, rompe la comunión, destruye la esperanza”. Y añadió: “Que esta solemnidad no se quede en un acto bello, sino en una gracia que transforme. María camina con nosotros en este Año Jubilar de la Esperanza, que nos invita a reavivar la fe, la vida familiar, la catequesis, la juventud, la solidaridad con los pobres y la opción decidida por la paz y la justicia”.

Antes de concluir quiso dirigirse de nuevo a los seminaristas. “Vosotros sois un signo luminoso de esperanza” en un tiempo marcado por el cansancio espiritual, el relativismo y la falta de horizontes. Y les pidió: “estad cerca de María, dejad que ella eduque vuestros sentimientos, aprended a mirar como ella a Cristo, mantened el corazón limpio, disponible, alegre”.

Finalmente, Don Sebastián elevó tres súplicas a la Virgen en nombre de toda la Diócesis de Jaén. Madre y Señora de Jaén, protege a tu pueblo, fortalece su fe, ayúdanos a vencer el mal, y haznos servidores alegres del Evangelio. Mira a nuestras familias, a los que se han alejado, a nuestros jóvenes que buscan sentido. Dales paz, fe, reconciliación y esperanza. Virgen Inmaculada, Patrona de nuestro Seminario, cuida las vocaciones, has fecunda la entrega de los formadores, y sé guía firme para nuestros seminaristas. Enséñanos a caminar como hermanos por la senda limpia del Evangelio”.

La solemne Eucaristía jubilar concluyó con un canto mariano y una oración por las intenciones del Papa.

Galería fotográfica: «Solemnidad de La Inmaculada»

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Mons. Ramón Valdivia realiza su primera visita al Campo de Gibraltar

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El administrador apostólico de la diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Ramón Valdivia, aprovechó los días del puente de la Inmaculada para realizar su primera visita pastoral al Campo de Gibraltar. En el marco de su visita, Mons. Valdivia presidió la eucaristía en la parroquia de Santa María del Saladillo, en Algeciras, acompañado por el párroco, el padre Miguel Ángel Ventura, y el vicario episcopal de la zona, el padre Juan José Marina.

Durante su estancia, Mons. Valdivia también mantuvo un encuentro con los mencionados sacerdotes para conocer de cerca la realidad pastoral y social del barrio del Saladillo, así como la situación de la comarca en general. En este encuentro, se abordaron temas de la vida comunitaria, las necesidades de los fieles y los desafíos que enfrenta el Campo de Gibraltar.

Además de su actividad pastoral, el administrador apostólico participó en un evento destacado para la iglesia gibraltareña: la toma de posesión de Mons. Charles Azzopardi como nuevo obispo de Gibraltar. La ceremonia, que tuvo lugar ante más de 3.000 personas, se celebró en una gran carpa instalada en el Victoria Stadium. La ocasión marcó la sucesión episcopal tras la jubilación de monseñor Carmel Zammit. Mons. Valdivia, acompañado por varios sacerdotes del Campo de Gibraltar, estuvo presente en la ceremonia como muestra de apoyo y fraternidad eclesial entre las diócesis vecinas de Cádiz y Gibraltar.

El último acto de su visita fue una parada en el Santuario de la Inmaculada, en La Línea de la Concepción, donde Mons. Valdivia visitó al padre Juan José del Junco, prelado de honor de la diócesis, para compartir un momento de oración y reflexión en este emblemático lugar de devoción mariana.

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Comienzan las sesiones con Proyecto SICAR

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El día 10, a las 20 horas, en la parroquia San Juan María Vianney, dirigido a personas separadas y divorciadas no vueltas a casar.

El Proyecto SICAR, puesto en marcha conjuntamente en la Archidiócesis con la Pastoral Familiar y el Tribunal Eclesiástico, para acompañar a personas separadas y divorciadas no vueltas a casar, comienza sus encuentros mañana miércoles día 10, a las 20 horas, en la parroquia San Juan María Vianney.

Este Proyecto, que se presentaba recientemente en la Curia Metropolitana, está abierto a la participación de quienes se encuentren en esa situación y quieran ser acompañados, con independencia de su religiosidad o creencias, pero desde la fe católica. Participarán en ese acompañamiento matrimonios, como Carmen Mari Villena, que, junto a su marido, formará parte de los voluntarios en esta acción pastoral.

“Yo creo que es un momento de compartir y de que se sientan acompañados. Nosotros no somos ni psicólogos, no le vamos a decir qué es lo que tienen que hacer en su vida, ni vamos a juzgar nada de lo que haya pasado en su vida, solamente los vamos a acompañar y vamos a compartir con ellos este momento, de curación y de esperanza en su nueva vida, en otra vida que empieza también de otra situación”, explica Carmen Mari Villena.

La dinámica es la de grupos pequeños, con un recorrido vital por la fe, un tiempo de oración ante el Santísimo y un material que se da para trabajar juntos “sobre lo que está aconteciendo o lo que ha acontecido en tu vida”. Serán 11 sesiones grupales, pero si alguna persona necesita atención personalizada, la Pastoral Familiar también ofrece esta posibilidad, a través de un sacerdote.

Las personas interesadas pueden contactar con Proyecto SICAR en el teléfono 682-47-86-00.

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Decreto de la Provincia Eclesiástica de Sevilla sobre las ofrendas de los fieles con ocasión de la celebración de Sacramentos y Sacramentales

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Decreto de la Provincia Eclesiástica de Sevilla sobre las ofrendas de los fieles con ocasión de la celebración de Sacramentos y Sacramentales

PINCHA AQUÍ PARA VER EL ANEXO DEL DOCUMENTO DONDE APARECEN LAS TASAS

Desde los orígenes y hasta nuestros días, la Iglesia ha contado con la ayuda de los fieles cristianos para el cumplimiento de sus fines espirituales. El pueblo cristiano siempre ha ofrecido su ayuda generosa y solidaria para las tareas litúrgicas, catequéticas, caritativas, sociales y misioneras de la Iglesia. Esta generosidad se extiende tanto a la Iglesia Universal corno a la diócesis y a las parroquias. De este modo, los fieles sostienen las instituciones, obras de apostolado y servicios que la Iglesia lleva a cabo, así corno mantienen su patrimonio y el sostenimiento de las personas que se dedican con plena atención a los trabajos de la Iglesia.

Entre las diversas formas de ayuda económica a la Iglesia están las ofrendas que tradicionalmente hacen los fieles, algunas de ellas en contadas ocasiones de la vida, con motivo de las celebraciones litúrgicas y devocionales. Estas ofrendas tienen sentido de participación en el culto y son expresión de reconocimiento a Dios por los bienes que de Él se reciben. Al mismo tiempo, también son un signo de solidaridad con las exigencias de funcionamiento derivadas de los servicios que se ocasionan.

El canon 1264.2º del Código de Derecho Canónico establece que es competencia de la Provincia Eclesiástica «determinar las aportaciones que han de hacerse con ocasión de la administración de los sacramentos y sacramentales».

Por ello, los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Sevilla, por el presente DECRETO, establecernos lo siguiente:

1 º.- Fijarnos las cantidades descritas en el Anexo del presente Decreto, del que forma parte, como orientadoras o indicativas para los fieles con relación a las ocasiones que se citan. En todo caso, siguiendo las recomendaciones del Papa Francisco, se evitará la más pequeña apariencia de negociación o comercio, dejando claro que no es un precio a pagar, corno si se tratara de un impuesto a los sacramentos.

2º.- Las ofrendas recibidas en tales ocasiones en la parroquia, salvo lo que corresponde en su caso al estipendio de la misa, pasan a formar parte de los bienes de la parroquia, conforme al canon 531, de cuya administración habrá de darse cuenta e información, de conformidad con las normas diocesanas vigentes.

3º.- Por razón de las diversas aportaciones económicas, no se podrá hacer diferencias en las celebraciones, y ninguno de los fieles quedará privado de servicios parroquiales, en igual forma que a todos, por su situación de pobreza (Cf. ce. 848 y 1181;S.C. n.32).

4º.- Los Párrocos y Rectores de iglesias, juntamente con el Consejo Económico Parroquial, recordarán a los fieles la ayuda que la Iglesia necesita de ellos y dispondrán el modo de que el contenido de este Decreto sea conocido por todos.

Las disposiciones del presente Decreto serán de aplicación en las parroquias, santuarios, iglesias y demás templos no parroquiales de las diócesis de nuestra Provincia Eclesiástica, a excepción de las diócesis de Canarias y Tenerife. Este decreto entrará en vigor el día 1 de enero de 2026.

Dado en Sevilla, a veinticuatro de noviembre de dos mil veinticinco.

José Ángel Saiz Meneses, Arzobispo de Sevilla

Santiago Gómez Sierra, Obispo de Huelva

José Mazuelos Pérez, Obispo de Canarias

Eloy Alberto Santiago Santiago, Obispo de Tenerife

José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez

Jesús Fernández González, Obispo de Córdoba

Ramón Darío Valdivia Jiménez, Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta

Isacio Siguero Muñoz, Secretario de la Provincia Eclesiástica de Sevilla

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Decreto de la Provincia Eclesiástica de Sevilla por el que se establece «Tasas de los procesos para las Causas de los Santos»

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Decreto de la Provincia Eclesiástica de Sevilla por el que se establece «Tasas de los procesos para las Causas de los Santos»

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La Constitución Divinus perfectionis magister dice que a los Obispos diocesanos compete el derecho de investigar en todos los procesos encaminados a una posible canonización (n. 1).

Es de justicia que quienes promueven una causa de canonización deben procurar los medios necesarios, aunque por motivos económicos ninguna solicitud debe quedar impedida de recibir el servicio que necesite.

En consecuencia, visto el canon 1649 del vigente Código de Derecho Canónico, APROBAMOS, para las diócesis de nuestra Provincia Eclesiástica, a excepción de las diócesis de Canarias y Tenerife, las tasas que figuran en el Anexo que forma parte de este Decreto y que entrarán en vigor a partir del día 1 de enero de 2026.

Dado en Sevilla, a veinticuatro de noviembre de dos mil veinticinco.

José Ángel Saiz Meneses, Arzobispo de Sevilla

Santiago Gómez Sierra, Obispo de Huelva

José Mazuelos Pérez, Obispo de Canarias

Eloy Alberto Santiago Santiago, Obispo de Tenerife

José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez

Jesús Fernández González, Obispo de Córdoba

Ramón Darío Valdivia Jiménez, Administrador Apostólico de Cádiz y Ceuta

Isacio Siguero Muñoz, Secretario de la Provincia Eclesiástica de Sevilla

La entrada Decreto de la Provincia Eclesiástica de Sevilla por el que se establece «Tasas de los procesos para las Causas de los Santos» se publicó primero en Diócesis Asidonia – Jerez.

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