
La visita de la Virgen de las Nieves está dejando momentos de mucha emoción en La Palma. La patrona insular recorre desde el 17 de octubre todos los municipios de la isla, coincidiendo con el Jubileo de la Esperanza. Estos días está, concretamente, en las zonas más afectadas por la erupción volcánica de 2021, una peregrinación que reaviva recuerdos y afianza la esperanza. Desde la Parroquia de la Sagrada Familia de Tajuya, un templo que se convirtió en refugio durante la catástrofe, el párroco Domingo Guerra, conocido como el ‘cura del volcán‘, ha compartido su testimonio en Herrera en COPE Canarias.
107 días con las puertas abiertas
Don Domingo recuerda que la decisión de mantener la iglesia abierta fue un impulso para responder a una necesidad inmediata. «Fue realmente un impulso», afirma, al darse cuenta de que no había otro lugar para que la gente cubriera sus necesidades elementales. «Yo me dije a mí mismo, ‘aquí no hay un bar, no hay un sitio donde la gente poder cubrir sus necesidades‘, y yo no puedo cerrar la iglesia, y la dejé abierta», destacó a Roberto González junto a la imagen de la Virgen.
Durante 107 días, el templo fue un refugio abierto día y noche, sin vigilancia. El párroco destaca el inmenso respeto de la gente. Aunque pensó en qué normas poner, como pedir que no se fumara dentro, «pues no tuve a nadie que decirle nada». Agradecido, resalta que no hubo incidentes y que ni un solo euro faltó de la hucha de las colectas.
Tres volcanes en una vida
Para Domingo Guerra, este no fue su primer volcán. Con solo ocho años vivió la erupción del volcán de San Juan en 1949; más tarde, la del Teneguía en 1971, y finalmente la del Tajogaite en 2021. Su recuerdo del primero es especialmente doloroso, cuando tuvo que huir de noche con su familia desde la cumbre. «Mi padre, mi hermano y yo, con las vacas, bajamos a trompicones hasta casa, y llegamos muy heridos«, rememora.
La erupción más reciente también ha dejado una profunda huella anímica. El sacerdote describe un estado de shock en el que «se acabaron las palabras, y se quedaron los gestos». El desánimo era tal, cuenta, que la gente ni contestaba en misa. Describe la destrucción con una potente metáfora: «el volcán fue como un dragón, que cada día iba echando cabezas, y en esas cabezas iba dando mordiscos».
Esperanza para el futuro
La peregrinación de la patrona, 61 años después de la última, trae un necesario mensaje de «consuelo y esperanza«. Uno de los actos más significativos será la misa en el cementerio de Las Manchas, parcialmente sepultado por la lava, un hito en la recuperación emocional de la isla.
A pesar del dolor, don Domingo mira al futuro con optimismo. Cree que «en un par de años, el volcán será historia pasada» gracias a la reconstrucción de viviendas, carreteras y polígonos industriales. Para él, ese esfuerzo humano, unido a la fe a través de la imagen de la Virgen, es lo que da «ilusión de futuro».






















