La Parroquia del Sagrario, de Sevilla, ha acogido la mañana del sábado 21 de diciembre, la ordenación de tres nuevos diáconos permanentes, a manos del arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Nicolás Durán, José Manuel Marín y Juan Antonio Ceballos han recibido el orden del diaconado tras seis años de preparación. Con ellos, la Archidiócesis de Sevilla cuenta con más de cincuenta diáconos permanentes ya ordenados y nueve aspirantes al diaconado.
El pasado 25 de noviembre, los tres diáconos permanentes fueron admitidos a órdenes, en una ceremonia presidida por monseñor Ramón Valdivia, obispo auxiliar de Sevilla, en la Parroquia de Santa Ana.
«Seréis en la Iglesia y en el mundo signo e instrumento de Cristo»
En su homilía, monseñor Saiz Meneses les recordó la misión a la que está llamado el diácono permanente: Anunciar la Palabra, a proclamarla, y a instruir y exhortar al pueblo fiel. Acogerla como lo que es, palabra viva y eficaz, dejando que empape vuestro corazón y que transforme vuestra vida». Asimismo, les reiteró que el centro de su espiritualidad ha de ser el servicio: «Vuestra santidad consistirá en haceros servidores generosos y fieles de Dios y de los hombres, especialmente de los más pobres y de los que sufren».
«En la plegaria de ordenación pediré al Señor que os conceda todas las virtudes evangélicas- añadió el arzobispo de Sevilla- un amor sincero, celo por los pobres y enfermos, pureza de vida, autoridad humilde, perseverancia firme e imitación de Cristo».
Asimismo, recordó a los nuevos diáconos su deber de hacer de su vida familiar luz y testimonio en medio del mundo. «Hoy recibís un nuevo don, un nuevo carisma para el servicio a la Iglesia. Que el Señor os conceda llevar a término su obra en vosotros».
Ser diácono permanente
El diácono permanente es un hombre cristiano, casado, que por el sacramento del orden queda constituido en servidor de la Iglesia y de los hombres, sus hermanos. Es un hombre que trata de ser, por esta ordenación diaconal, un signo vivo y testimonio de Cristo Servidor.
Para ser diácono permanente hay que cumplir una serie de requisitos: ser un hombre casado, entre los 35 y 56 años de edad, y con cinco años al menos de matrimonio estable. Puede ejercer cualquier actividad laboral o profesional y, como norma general, tener garantizado un sostén vital digno para él y su familia. Igualmente ha de haber dado testimonio cristiano evidente en su vida familiar y educación de los hijos, en su vida laboral, social y eclesial.
La Delegación Diocesana de Pastoral Familiar invita a toda la comunidad diocesana a participar en la Jornada de la Sagrada Familia, que tendrá lugar el próximo sábado, 28 de diciembre de 2024, a las 19:30 horas, en la Santa Iglesia Catedral de Almería. Esta celebración, enmarcada dentro del tiempo de Navidad, busca reunir a las familias para fortalecer los lazos de fe y esperanza, destacando su papel fundamental como fuente de esperanza en la sociedad actual.
La jornada contará con la Santa Misa, donde se realizará una emotiva bendición de las familias, con especial dedicación a los matrimonios que celebran sus bodas de oro (50 años), bodas de plata (25 años) y a los matrimonios jóvenes, reafirmando así el valor del sacramento del matrimonio y la familia como núcleo vital de la Iglesia.
Desde la Delegación, se invita a las familias de toda la diócesis a acudir a esta jornada, con la ilusión de compartir juntos la alegría del Evangelio de la Familia, en un ambiente de oración, comunión y amor fraterno. “La familia es fuente de esperanza”, recuerda el lema de este encuentro, en el que se espera la participación de numerosas familias almerienses, celebrando la unidad y el compromiso en este tiempo de gracia navideña.
Ayer, a las 13:00 horas, se celebró en la Casa Sacerdotal de Almería la tradicional felicitación navideña a la Curia diocesana, encabezada por el obispo, D. Antonio. El acto comenzó con unas palabras del Vicario General, quien destacó el papel de la Curia como un servicio a la diócesis, no solo como un organismo administrativo, sino como “manos que sirven y oídos que escuchan”. Resaltó la importancia de trabajar en comunión y sinodalidad, comparando la labor de la Curia con la diligencia de María en las bodas de Caná, siempre atenta a las necesidades.
En este contexto, se dio un agradecimiento especial a Vasyl, sacerdote ucraniano que ha servido como secretario en los últimos años y que ahora se traslada a Sevilla. Su compromiso y entrega fueron reconocidos por todos los presentes.
Durante su intervención, D. Antonio centró su mensaje en lo esencial de la Navidad, recordando que el Hijo de Dios “acampó entre nosotros” de manera discreta, tal y como nos narran los belenes tradicionales. Comparó este acontecimiento con las escenas de la vida cotidiana de entonces, como los pastores y la lavandera que seguían con sus tareas, ajenos al gran acontecimiento que estaba teniendo lugar.
El acto concluyó con la entrega de un obsequio al obispo y un brindis en el comedor de la casa sacerdotal, donde los miembros de la Curia compartieron un vino español en un ambiente de fraternidad y comunión. Este encuentro sirvió para reforzar los lazos de unidad y renovar el compromiso con el servicio a la diócesis en el marco de la celebración del nacimiento de Jesús.
Los sacerdotes de la diócesis de Guadix han vivido una jornada de convivencia, antes de Navidad. Fue el miércoles 20 de diciembre, en el Centro Diocesano de Espiritualidad. Presidida por el obispo, D. Francisco Jesús Orozco, asistieron prácticamente todos los sacerdotes de la diócesis, convirtiendo la mañana en un espacio de encuentro y de celebración.
Comenzó esta convivencia de Navidad con un tiempo de oración en la capilla. Allí, el sacerdote Damián Pérez, párroco de Cúllar, dirigió unas palabras a sus compañeros sobre lo que la Iglesia nos invita a recordar en Navidad y cómo hemos de vivir todo lo que supone celebrar que Dios nació entre nosotros, desde el amor que Él nos enseñó hasta nuestro compromiso con los demás. Pero, sobre todo, Damián recordó lo vivido durante sus 25 años de sacerdocio, que se han cumplido en 2024, y las personas que le han acompañado en su ministerio. Muchos de ellos están ya en la casa del Padre, recordó Damián, pero siguen ocupando un lugar importante en su corazón.
Tras la oración, hubo tiempo para algunas comunicaciones, como la celebración diocesana más próxima, que es la de la apertura del Año Jubilar de la Esperanza en la Iglesia y, por tanto, también en la diócesis de Guadix. En la diócesis accitana, será el domingo 29 de diciembre y comenzará a las 10´45h., en la iglesia de Santiago, de Guadix. Desde allí, todos los fieles que asistan, de todas las parroquias de la diócesis, caminarán hasta la Catedral para celebrar allí la Eucaristía de inicio del Año Jubilar, a las 12 de la mañana. Están convocados a participar las parroquias, las hermandades, los movimientos e instituciones eclesiales …
Aunque el Jubileo de la Esperanza es un Jubileo que tiene su Puerta Santa en Roma, en la Basílica de San Pedro, y su alcance es universal, el papa Francisco ha querido que en todas las diócesis del mundo haya uno o varios templos jubilares, donde poder vivir este Jubileo y lucrar las indulgencias aquellos que no puedan desplazarse hasta el Vaticano, que serán la gran mayoría de los cristianos del mundo. En la diócesis de Guadix son templos jubilares la Catedral y el Santuario de San Torcuato, en Face Retama, que permitirá que el Jubileo sirva para conectarnos también con los orígenes de la fe en nuestra diócesis. En Face Retama, la apertura de este templo jubilar será el sábado 4 de enero, a las 12 de la mañana, y también aquí están invitados todos los que quieran peregrinar y, por supuesto, todas las parroquias y hermandades.
Después, los sacerdotes pudieron ver un vídeo realizado por la delegación diocesana de Medios de Comunicación, en el que se recogen algunos de los momentos más importantes vividos en la diócesis de Guadix durante 2024. Es un vídeo que se podrá ver en la web de la diócesis y en los canales de Facebook e Instagram, a partir del 26 de diciembre.
También se visionó el mensaje de Navidad del obispo de Guadix, que ya se puede ver en la web y las redes sociales de la diócesis, con el que D. Francisco Jesús Orozco felicita la Navidad a todos los diocesanos.
Terminó la jornada con una comida en fraternidad y con la entrega del aguinaldo a los sacerdotes, en el que destaca el regalo de un juego de corporal, purificador y palia con la imagen de San Torcuato, confeccionados y bordados por una comunidad de religiosas de Honduras, donde tiene la misión el sacerdote de Huéneja Patricio Larrosa.
Tras las felicitaciones y los deseos de una feliz Nochebuena, los sacerdotes volvieron a sus parroquias y a sus ocupaciones pastorales.
El pasado 19 de diciembre tuvo lugar el tradicional concierto de Navidad de la Coral Polifónica Ciudad de Roquetas en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Aguadulce, con la presencia del concejal de cultura Daniel Salcedo, su párroco Antonio Jesús Martín Acuyo y un público solidario que completó el aforo del templo acudiendo a la cita con productos de primera necesidad a favor de Cáritas Parroquial.
En esta ocasión, la Coral Polifónica Ciudad de Roquetas estuvo arropada por una maravillosa orquesta constituida especialmente para este especial concierto, dirigidos magistralmente por Alejandro Torrente. Magníficos músicos del municipio que de una u otra manera han estado vinculados con la Coral a lo largo de toda su trayectoria, quisieron formar parte de este proyecto navideño, muchos de ellos aprovechando su “vuelta a casa” para estas entrañables fiestas. Estos músicos que en su mayoría empezaron su formación musical en el municipio roquetero, prosiguen actualmente con su formación y actividad profesional por diferentes puntos del territorio español y europeo, como Alemania, Suiza o Bélgica.
El programa dio comienzo con la obra “Luz eterna en Navidad” (M. Burrows), seguida por el estreno absoluto de “Ave María” de Alejandro Torrente compuesta especialmente para este evento y con la participación de la soprano solista Desirée Manzano. A estas le siguieron “Aleluya” (L. Cohen) y “Ave María” (W. Gómez), acabando con este bloque del concierto con “The Prayer” (C. Bayer / D. Foster) al que se sumó la voz de Peter Dawson.
Seguidamente, las melodías más populares de estas fechas animaron a todos los asistentes , quienes disfrutaron de piezas como “Suite Comercial Navideña” (Arr. J.B Álvarez), “Dios ha venido” (G. F Haendel), “Dime Niño, ¿de quién eres?” (villancico popular), “Oh Blanca Navidad” (I. Berlin), “Adeste fideles” (J. Reading), “Ay del chiquirritín” (villancico popular cordobés, arr. O. Martí), “Esta noche nace el Niño” (villancico popular andaluz , arr.. J. L Blasco), “Hacia Belén va una burra” (villancico popular cordobés, arr. F. Civil), “Ya viene la vieja” (villancico popular castellano, arr. E. Cifré), “En la más fría noche” (J. E. Spilman) con recitado de Diego Pedrosa, “Una pandereta suena” (villancico popular andaluz, arr. J. L Blasco), “Noche de Paz” (F. Gruber) con la participación de las solistas Mamen Bravo y Mónica Catalán, “Fum, fum, fum” (villancico popular catalán, arr. F. Montero), “Los peces en el río” (villancico popular, arr. A. Carrión), “La marimorena” (villancico popular andaluz, arr. F. Montero), para acabar con la participación de los niños asistentes entre el público que quisieron sumar sus voces a la coral y a la orquesta interpretando “Rodolfo, el reno de la nariz roja” (H. Brannon / J. Marks) y “Jingle bells” (J. Pierpont).
Para finalizar el programa y tras la ovación de un público entregado desde la primera nota del concierto, la orquesta interpretó como bis la “Marcha Radetzky” de Johann Strauss que puso el broche de oro a una velada emotiva y mágica.
San Pedro Canisio, presbítero de la Compañía de Jesús y doctor de la Iglesia, el cual, enviado a Alemania, se dedicó con ahinco a defender la fe católica y a confirmarla con la predicación y los escritos, entre los que sobresale el Catecismo, encontrando el reposo de sus trabajos en Friburgo, población de Suiza.Martirologio romano
La Diócesis de Jaén se ha vestido de Navidad, este viernes 20 de diciembre, para juntos celebrar el acontecimiento más trascendental de la historia, que Dios nace.
La Casa de la Iglesia acogía este mediodía la tradicional felicitación al Obispo de la Diócesis. Un acto, protagonizado cada año por una o varias realidades de la Iglesia de Jaén, en nombre de toda la Diócesis, que por un motivo concreto van a tener un protagonismo especial a lo largo del próximo año.
Al acto han acudido, junto con el Prelado jiennense, los miembros de la Curia, el Seminario diocesano, religiosas de distintas congregaciones, Cáritas, entre otros.
El próximo 2025 junto al Año Jubilar de la Esperanza, la Iglesia va a poner su foco en las vocaciones a través del Congreso de Vocaciones, por lo tanto, han sido distintas representaciones de vocaciones de la Iglesia las que han felicitado a Don Sebastián y con él a toda la Iglesia de Jaén.
Un sacerdote, D. Juan Pedro Moya Haro; una religiosa, la Hermana Flavia José Telera, de la Congregación de las Hermanas Mercedarías del Santísimo Sacramento; el matrimonio formado por Daniel Alabarce y Zaida Jurado y el diácono permanente, José Bellido.
Intervenciones
El primero en intervenir ha sido el Vicario General, D. Juan Ignacio Damas López. El Vicario ha tirado de memoria y de nostalgia recordando las navidades de su infancia. “Cuando yo era un crío, en mi casa, la mañana del día 24 de diciembre era muy parecida a la del día de reyes. Mis hermanos y yo saltábamos pronto de la cama, porque sabíamos que, por arte de magia, esa mañana aparecía en el salón un belén inmenso, con musgo y arena y un montón de figuritas de todos los tamaños. Bueno, por arte magia, y por arte de papá, que era un manitas. Solo faltaba el niño Jesús. El niño se colocaba antes de la cena de Nochebuena. Ese era el rito fundamental en inauguraba la Navidad”. Para después, agradecer a Dios por la porción de Iglesia que peregrina en esta tierra, así como por el Obispo y todos los que la forman: “Queremos agradecer al Padre del cielo que nos haya dado a este padre, a D. Sebastián, en esta tierra, que es Jaén. Esta celebración es para bendecir a Dios, el Padre de las misericordias, y para agradecerle a D. Sebastián todo lo que hace por esta Iglesia. Es esta una familia muy variopinta, muy diversa. Con sus luces y con sus sombras. Con momentos buenos y malos. La curia, las delegaciones, el seminario, la casa sacerdotal, las parroquias… ¡Que familia tan grande! Pero es nuestra familia, la que Dios ha querido darnos, y la que nosotros tenemos que aceptar y querer. En ella todos tenemos una tarea y una misión: cada uno la suya. Dios ha sido generoso para con todos, y cada uno ha de ser generoso con los demás. El Señor es bien espléndido con nuestra Iglesia diocesana, rica en carismas y en vocaciones”.
Por su parte, el Delegado de la Pastoral Universitaria, D. Juan Pedro Moya Haro ha ofrecido una hermosa felicitación que ha tenido como hilo conductor la esperanza: “Dicen que la esperanza es la hermana pequeña de la fe y de la caridad, pero siendo la más pequeña es la que impulsa a la persona hacia el futuro movida e impulsada por la acción del Espíritu Santo, que hace siempre nuevas todas las cosas”- ha comenzado diciendo, para después reflexionar sobre como la esperanza es bálsamo en su ministerio e instrumento de su acción. “Atrevernos a arriesgar nuestras esperanzas, a renunciar a ellas para sostener y alentar las vidas heridas de aquellos hombres y mujeres a los que les ha sido sustraído el futuro, iluminará sin duda nuestra espera con la estrella de la esperanza. Y es que “tiene que haber mucha esperanza en aquellos que hacen del sufrimiento del otro su razón de ser y estar; en tantos hombres y mujeres que, sin ruido, van haciendo posible lo imposible… sólo porque creen, sólo porque aman”.
El diácono permanente, José Bellido, también ha querido expresar sus mejores deseos al Pastor diocesano. Su intervención ha querido responder a su particular llamada como servidor de los pobres, por lo que ha afirmado, “En nuestra Diócesis llegó el año pasado a unas 30.000 personas con algún tipo de riesgo de exclusión. Toda vocación en la Iglesia es una diaconía, un servicio. Los diáconos llevamos este servicio en nuestra razón de ser, una identidad que es «ser para los demás, porque sirviendo a los hermanos, a Cristo servimos”.
La Mercedaría del Santísimo Sacramento, la Hermana Flavia, ha ofrecido una hermosa reflexión sobre la esperanza en el día a día, a la vez que ha expresado que en todo está Dios: “Ante las contrariedades de la vida, ante el dolor y la incertidumbre, Dios sigue haciéndose presente; Dios sigue naciendo en cada día y en cada instante. Dios se hace presente en nuestra vida comunitaria, cuando dejamos a un lado el egoísmo y aprendemos a pensar y actuar en plural, y nos convertimos en signo de comunión fraterna; Dios se hace presente en el trabajo, en la cocina, cuando nos toca correr contra el reloj, ya lo decía santa Teresa “entre pucheros, también anda Dios”; Dios se hace presente en el comedor, en cada gesto de amor, en cada risa y también entre melones y sandias; igualmente, se hace presente cuando nos hacen falta croquetas y tenemos que ir al comedor vecino a por más, y nos reciben entre abucheos, como muestra de cariño, claro; Dios se hace presente en los pasillos del instituto teológico o directamente, si un razonamiento es una tautología, una contradicción o contingencia. En definitiva, Dios se hace presente en todo momento; bien lo dijo el apóstol: “en Él vivimos, nos movemos y existimos”.
Para cerrar el acto, y tras las intervenciones del matrimonio de recién casados zaida y Daniel han hablado de su proyecto de vida en común: “Nuestra vida con Cristo está ligada desde nos inicios de nuestra relación, invadiéndonos de Esperanza y Caridad. Dándonos vida ante las adversidades y reconciliándonos desde el respeto y el Amor. Santificándonos y bendiciendo el precioso Sacramento del Matrimonio, donde de manera oficial, decidimos unir a Dios en medio de nosotros dos. Por todo esto, damos gracias al Dios del Amor que está por nacer y que su Espíritu infunda en nuestros corazones toda su fuerza y nos llene de Fe y Esperanza en estos días que vamos a vivir, deseando a todos y en especial a Usted, Señor Obispo, una Feliz Navidad en nuestro nombre y en el de todos los nuevos matrimonios».
Por último, el Obispo jiennense ha tomado la palabra. En su intervención ha querido hablar de la vocación de los pastores; de la de Zacarías e Isabel; de la vocación de los Magos de Oriente y por supuesto de la de María y José, para concluir que es a través del desarrollo de la vocación por la que se alcanza la mejor versión de uno mismo. “Todos tuvieron una llamada personal para que formaran parte de algo grande. Todos escucharon y atendieron esa llamada de Dios. Y seguramente les causaba dudas, miedos… Seguro que tuvieron momentos de incertidumbre, de angustia, de preguntarse ¿por qué Señor?, ¿por qué a mí? ¿para qué a mí?… Pero aquello para lo que habían sido llamados daba un sentido a sus vidas y completaba una historia, y no cualquier historia: la historia de la Salvación”.
De igual manera, el Prelado del Santo Reino ha querido agradecer a los que lo han felicitado su intervención, ya que en su nombre está representada toda la Iglesia: “La presencia de un sacerdote, un diácono, una religiosa y un matrimonio en esta celebración tradicional de felicitación al Obispo, en nombre de toda la Diócesis, simboliza la diversidad y riqueza de vocaciones en nuestra Iglesia diocesana de Jaén. Cada uno, desde su estado de vida, contribuye de manera única a la misión evangelizadora de la Iglesia. Es fundamental reconocer que todos, laicos y consagrados, somos parte de esta “asamblea de llamados”, de discípulos que siguen al Señor, y que nuestra respuesta personal fortalece el testimonio comunitario del amor de Dios en el mundo”.
Al concluir las palabras, el Obispo ha ofrecido al Niño Jesús para adorarlo. Después, ha celebrado la Navidad con un aperitivo.
Esto dice el Señor: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemorables. Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel. Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra. Él mismo será la paz».
Salmo
Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19
R./ Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
Segunda Lectura
Hebreos 10, 5-10
He aquí que vengo para hacer tu voluntad
Hermanos:
Al entrar Cristo en el mundo dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo—pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad». Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley. Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad». Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Evangelio
Lucas 1, 39-45
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Y el ángel se retiró.
Comentario
La bienaventuranza con la que concluye el evangelio de este domingo nos ofrece una buena clave interpretativa de las demás lecturas. Cuando Jesús escucha el macarismo que una mujer dirige a su madre: “¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!” (Lc 11,27), responde sin vacilar con otro: “¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11,28). Llega además a afirmar que esta actitud es la que engendra la auténtica familia: “Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la cumplen” (Lc 8,21). Por ello la clave de bóveda de la grandeza de la maternidad de María es su fe. Esto queda patente también en el texto de Hebreos, donde hacer la voluntad divina constituye el cauce básico de santificación (Hb 10,10), pues se trata de tomar como modelo a Cristo e imitarle. En María, tal mímesis toma como referencia la pequeñez, rasgo en el que Dios se fija haciéndola depositaria de la bienaventuranza de todas las generaciones, como ella misma afirma (Lc 1,48). Ella sigue la estela del mesías que elige para sí Belén, la ciudad pequeña de David, del rey pastor de orígenes pequeños que ni siquiera estaba presente cuando fueron convocados sus hermanos ante Samuel para ungir al elegido de Yahvé. El fruto del vientre de María es la consecuencia de su acatamiento de la voluntad divina, lo que la convierte en la perfecta destinataria de la bendición que en su día se le dirigió a Judit (Jdt 13,18), y en portadora del cumplimiento de la bendición prometida a Abrahán (Gn 12,18).
La Conferencia Episcopal Española ha anunciado que, durante el Jubileo de la esperanza, el Santo Padre Francisco ordenará a algunos sacerdotes y diáconos en Roma. Entre ellos, al aspirante al diaconado permanente de la Diócesis de Jaén, Manuel Rico Teba, el próximo 23 de febrero.
Al conocer la noticia, Manuel Rico, que el pasado mes de octubre recibió el ministerio del acolitado de manos del Obispo de Jaén, ha expresado así su agradecimiento. “Esta noticia supone para mi familia y para mí una profunda alegría que nos llena de esperanza para seguir este camino de servicio que comenzó hace años”. Del mismo modo ha dado gracias “al Señor por esta vocación de servicio a mi Iglesia. Y gracias, también, a mi Obispo Don Sebastián por confiar en mí persona para esta maravillosa experiencia, así como al equipo de formadores del diaconado permanente por su acompañamiento durante estos bonitos años de formación”.
Por su parte, el Prelado jiennense, Monseñor Chico Martínez, ha felicitado al que pronto se convertirá en el sexto diácono permanente de la Diócesis, y ha pedido que se rece por él: “Quisiera felicitar y pediros que recéis por Manuel Rico, porque dentro de unos días va a ser ordenado diácono permanente, por el Santo Padre, el Papa Francisco”, ha afirmado Don Sebastián. “Ha sido uno de los 6 seleccionados, entre los diáconos españoles que van a ser ordenados el próximo 23 de febrero, junto a otros diáconos de todo el mundo. Y Manolo estará allí acompañado de su familia y, también, su familia diocesana, entre los que estaré yo, respaldándolo y apoyándolo, como Obispo de la Diócesis”. Don Sebastián ha expresado su alegría “porque desde la Permanente de la Conferencia Episcopal Española se haya seleccionado a un diácono de nuestra Diócesis, ya que para nosotros es un impulso como Iglesia particular y el apoyo del Papa Francisco Papa subrayando esta vocación, que quiere poner el valor”.
Mensaje del arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, en la Navidad del año 2024.
Un cordial saludo, queridos amigos:
Quiero acercarme a vosotros y robar un poquito de vuestro tiempo para desearos una feliz y santa Navidad. Y lo mejor, en el año que va a comenzar, el 2025, que para los cristianos es un año jubilar, bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”.
Estamos ya en la Navidad. La Navidad, que es esa fiesta entrañable que solemos celebrar en familia y que echamos de menos a la gente que ha convivido con nosotros otros años, especialmente a nuestros familiares y amigos.
Echar de menos es una forma de cariño, es sentir su ausencia. Pero sabemos que el motivo profundo de la Navidad, y es lo que quiero insistir, es que Dios está con nosotros. Ese saludo de la gente que hemos ido perdiendo, “quedaos con Dios, vaya usted con Dios, Dios os guarde”, pues es una realidad. El Señor está con vosotros, el Señor está con nosotros.
Ese es el motivo de la alegría cristiana y lógicamente de la Navidad, donde celebramos el Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, el Emmanuel, Dios con nosotros. Eso significa ese nombre. Ese Dios con nosotros que ha tomado nuestra condición humana, que se ha hecho igual a nosotros, excepto en el pecado. Que aparece inerme como un niño, pero que es el Redentor, es el Salvador que ha asumido nuestra naturaleza, para que seamos mejores, para que nuestro mundo cambie, para endiosarnos, en definitiva.
Y ese es el motivo de nuestra alegría. San Pablo, en la Carta a los Filipenses, lo escuchábamos hace unos domingos, les decía: “Estad alegres en el Señor”. Os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca. Ese es el motivo. Y es el motivo que también quiero transmitirle, la alegría cristiana.
El Papa Francisco dice que nos han robado la alegría a los cristianos, y es verdad. A veces, la alegría desaparece. Vamos como pidiendo el pésame por ser cristianos. Nos agobian los problemas. Vamos en esta Navidad a hacer un paréntesis. Que sea una fiesta de alegría, pero una fiesta de alegría basada en la esperanza.
Y podréis decir, pero cómo nos habla usted de esperanza, como está el patio, cómo está nuestro mundo. Sobre todo, cómo le hablamos de esperanza a los que han sufrido y siguen sufriendo los efectos de la DANA. Nuestros queridos amigos de Valencia y de otras partes de España, que han perdido sus seres queridos, que han perdido sus puestos de trabajo, sus lugares de empleo, que han perdido sus cosas. ¿Cómo podemos hablarle de esperanza a los enfermos, a los que tienen tanto revés en la vida o viven en la pobreza, en la desigualdad? ¿Cómo hablarles de esperanza a los que están deprimidos? Parece algo que incluso puede insultar, pero no.
Cuando hablamos de esperanza, no es simplemente el optimismo de que se nos arreglen las cosas. No es que no tengamos problemas. Como seres humanos, los vamos a tener siempre. Hablar de esperanza es poner nuestra confianza en Dios. Poner nuestra confianza en que el Señor está con nosotros, que Dios no se ha alejado.
Y ese es el gran mensaje de la Navidad. A pesar de que estemos adornados con tantas cosas externas. Que Dios nos quiere, que Él es el que está a nuestro lado y nos ayuda. Cuando tenemos esta confianza, que no es ilusión, sino que está arraigada en que Dios opera y lo vemos en tantos momentos de nuestra vida, adquirimos esa alegría interior que no solo es mover unos músculos de la cara. Esa alegría que no se pasa y que no deja resaca, esa alegría profunda.
Vamos a pensar en esta Navidad, en pedir al Señor que esté en nuestro corazón por la vida de la gracia. Que esté con nosotros también en nuestras familias. Que sean momentos de unidad, de concordia, de olvidar rencillas pasadas, que sean también momentos de paz para nuestro mundo. A poco que abramos los ojos, vemos a nuestro alrededor tanta necesidad.
Y la Navidad es un tiempo para ponernos a abrir el gran angular de nuestro corazón y mirar tantas necesidades y a los pobres de al lado. Y mirar también a los pobres del mundo, a los inmigrantes que andan buscando una vida mejor en lugares lejanos y que tienen tantos impedimentos.
Que pensemos en los escenarios de guerra en Ucrania, en Gaza, en Israel y ahora en Siria, o en tantos lugares desconocidos donde los derechos humanos son pisoteados.
Pensemos en tantas necesidades del mundo y vivamos desde esa esperanza una solidaridad más profunda, un corazón más abierto. Que nuestro cariño, nuestra caridad que se hace cariño en estos días para hacernos como más niños, no termine el 7 de enero, sino que se prolongue a lo largo de todo el año.
Pidámosle al Señor que nos dé esa paz a nosotros, a nuestro mundo y a nuestra sociedad, a nuestro país, para que no estemos tan crispados, tan polarizados. Consideremos a los demás como compañeros de destino en esta empresa común del bien de nuestra nación, de nuestra ciudad. Y pensemos también el año que viene en ser como nos pide el Papa en el Año Jubilar, Peregrinos de Esperanza. Ojalá sea un año de esperanza en el que cumplimos el 2025 aniversario del Nacimiento de Jesucristo, que divide la historia y que nos ha cambiado la vida. Él es nuestra esperanza.
Que María, la Santísima Virgen, para nosotros Nuestra Señora de las Angustias, que nos ha dado la mayor alegría al pueblo cristiano, se dirige a Ella diciéndole “Causa de nuestra alegría”. Nos ha dado la mayor alegría, Cristo. Ella es “vida, dulzura y esperanza nuestra”. Nos cuida y nos protege en el año que va a comenzar y nos dé siempre esa paz, esa concordia que tanto necesitamos.
Esa esperanza en este peregrinar por la historia, por nuestra vida de cada uno de nosotros y como sociedad y como pueblo.
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