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“Una vocación sacerdotal es un milagro de Dios”

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Los nuevos diáconos, del Seminario Conciliar San Pelagio, reciben el primer grado del orden sacerdotal de manos de monseñor Demetrio Fernández

La Catedral de Córdoba ha acogido este domingo, 11 de mayo, la ordenación diaconal de los cuatro nuevos diáconos para la diócesis de Córdoba: Francisco Daniel Fernández Calero, Antonio Tello de la Rosa, Carlos Andrés Crespo Ortiz y Francisco Moreno Triano.

Procedentes del Seminario Conciliar San Pelagio, han recibido el primer grado del orden sacerdotal acompañados de numerosos sacerdotes de la Diócesis, los rectores, formadores, seminaristas, familiares y amigos.

En su homilía, el administrador apostólico de la diócesis de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha invitado a los presentes a contemplar a Jesucristo como el Buen Pastor, recordando que “el Buen Pastor da la vida, no se aprovecha, gasta la vida por las ovejas, en cambio el asalariado ve al lobo y huye; y es que a un asalariado no le importan las ovejas, sino su propia vida”.

Mons. Demetrio Fernández ha continuado explicando cómo la ordenación de estos nuevos diáconos permite que en la Iglesia siempre haya pastores. “Es muy importante que pidamos a Dios que nos de sacerdotes. El camino para el sacerdocio es un camino largo, pero muy importante, porque no puede ponerse al frente del pueblo de Dios cualquiera para servir a las almas”, ha subrayado instando a las familias a apoyar a sus hijos si sienten la llamada de Dios.

Dirigiéndose a los párrocos, les ha manifestado la tarea tan bonita que realizan al frente de una comunidad parroquial, “donde a algunos le gustaría ser como el cura”, por lo que les ha pedido que cuiden las vocaciones sacerdotales y que, de manera especial, ayuden a suscitarlas, acompañarlas y les dediquen los mejores de los cuidados. “Una vocación sacerdotal, cuando llega a cuajar, es un milagro de Dios”, ha aclamado, invitando a todo el mundo a apoyar las vocaciones sacerdotales.

A los seminaristas, les ha agradecido que se hayan mirado en los sacerdotes como su “espejo” en la vida, y ha resaltado el gran presbiterio que tiene la diócesis de Córdoba, donde cada año se ordenan sacerdotes, lo que es “una gracia de Dios”. “La vocación viene de Dios y a las familias les digo que no tengan miedo de dejar a sus hijos ingresar en el Seminario, porque Dios os lo devuelve con creces y vuestros hijos os darán muchas satisfacciones”, ha indicado.

Asimismo, ante los cuatro diáconos ha puesto de manifiesto la intercesión del Espíritu Santo: “Lo que vamos a recibir de Dios es como si Dios bajara con su Espíritu Santo. Pedimos que llene el corazón de estos cuatro jóvenes del Espíritu Santo y los configure como Cristo que da la vida por sus ovejas”.

Los nuevos diáconos han realizado al recibir la orden diaconal la promesa de celibato para toda la vida, el compromiso de la Liturgia de la Horas, han prometido obediencia al obispo y han recibido el Evangelio para predicarlo a todas las gentes.

Adhesión al Papa y acogida de D. Jesús

En este cuarto Domingo de Pascua, el prelado ha tenido también palabras de cariño hacia el nuevo Papa, León XIV, instando a todos a ponerse a disposición del Santo Padre y recordando cómo tras la muerte del Papa Francisco, “el Buen Pastor no deja huérfana a su Iglesia, sino que la gobierna a través de su representante universal en la tierra”.

Mons. Demetrio Fernández ha explicado cómo al llegar al límite de la edad que marca la ley eclesiástica presentó su renuncia. “Ya soy obispo emérito de Córdoba y en este intervalo hasta que llegue el nuevo obispo, me encuentro feliz de haber servido a la Diócesis, he gastado mi vida y estoy contentísimo de que Dios me haya dado la capacidad para hacerlo”, ha señalado en este momento en el que el Papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la Diócesis hasta la llegada de monseñor Jesús Fernández “para que la diócesis no esté decapitada, sin cabeza”.

El que ha sido pastor de la diócesis cordobesa durante más de quince años, ha pedido a los fieles rezar por Don Jesús, el nuevo obispo, que tomará posesión el día 24 de mayo.

 

Conoce a los nuevos diáconos aquí: https://www.diocesisdecordoba.es/noticias/cuatro-candidatos-al-diaconado-este-domingo-en-la-catedral






















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Domingo IV de Pascua. Ciclo C. 11 de mayo de 2025

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Domingo IV de Pascua. Ciclo C. 11 de mayo de 2025

En los comienzos del judaísmo, la mayoría de los creyentes del pueblo de Dios eran pastores nómadas. De ahí que la imagen del pastor con su rebaño pasase a ser aplicada a la relación de Dios con su pueblo. De hecho, las grandes figuras de Israel fueron pastores como Moisés o David.

En este relato del evangelista Juan, Jesús se presenta como el pastor de sus discípulos y en una relación estrecha e íntima, de conocimiento y de amor. Jesús, que se preocupa y ocupa de los suyos, se muestra distinto a otros líderes que solo miran sus intereses egoístas y personales. Sin embargo, nosotros somos los más importante y lo que más ama, hasta dar la vida por nosotros.

Jesús tiene una autoridad de pastor sobre sus seguidores que no se la da el poder jurídico ni político, sino su forma de proceder: escuchando, conociendo, atendiendo, amando, sirviendo, curando y defendiendo a sus ovejas.

Los cristianos somos el nuevo pueblo de Dios, el rebaño de Jesús, y nadie se lo podrá arrebatar. Él ha dado la vida por nosotros y también nos abre a la vida, a una vida que nunca más tendrá fi.

Somos ovejas de un mismo rebaño y de un único pastor: somos la Iglesia de Jesucristo, que camina tras las huellas y en presencia del Resucitado.

Emilio J., sacerdote

https://elpozodedios.blogspot.com/

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11 de mayo, Jornada de oración por las vocaciones y Jornada de vocaciones nativas

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11 de mayo, Jornada de oración por las vocaciones y Jornada de vocaciones nativas

La Iglesia celebra el 11 de mayo, domingo del Buen Pastor y cuarto de Pascua, la Jornada Mundial de oración por las vocaciones y la Jornada de vocaciones nativas con el lema, «Para el Señor, en los hermanos».

Un lema que vincula esta Jornada al Congreso de vocaciones que congregó en Madrid, el pasado mes de febrero, a más de tres mil personas que ante la pregunta «¿Para quién soy?» respondieron con unanimidad: «Para el Señor, en los hermanos».

Una Jornada conjunta para promover vocaciones, la oración y la colaboración económica

La Conferencia Episcopal Española, a través del Servicio de Pastoral Vocacional, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER), las Obras Misionales Pontificias (OMP) y la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDISse unen cada año, desde 2015, para celebrar estas dos Jornadas vocacionales que comparten dos objetivos fundamentales: vocación y oración.

  • Vocación, para suscitar en los jóvenes la pregunta sobre su vocación, en línea con la exhortación apostólica postsinodal Christus vivit.
  • Oración, invitando a toda la comunidad cristiana a sentirse corresponsable y orar por las vocaciones que la Iglesia necesita en nuestro contexto y en todo el mundo.

Además de estos puntos en común, Obras Misionales Pontificias, a través de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol, promueve especialmente la Jornada de Vocaciones Nativas para apoyar a las vocaciones que surgen en los Territorios de Misión al sacerdocio y a la vida consagrada. 

A menudo, estas vocaciones nativas tienen serias dificultades económicas para continuar su formación. Además de recibir donaciones particulares, la Jornada de Vocaciones Nativas invita a todas las parroquias de España a colaborar con los estipendios de las misas y hacer una colecta extraordinaria para formar parte de esta labor tan importante para la evangelización. Con las aportaciones de todos los países se crea un Fondo Universal de Solidaridad, que en 2024 reunió más de 18 millones de euros con los que las OMP pudieron ayudar a 82.000 seminaristas en 770 seminarios de todo el mundo. Concretamente desde OMP España se enviaron el año pasado 2.073.797,59€, destinados a 17.427 seminaristas y 270 formadores en 65 diócesis de 17 países.

La entrada 11 de mayo, Jornada de oración por las vocaciones y Jornada de vocaciones nativas se publicó primero en Diócesis de Huelva.

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HOMILÍA DEL OBISPO EN LA FIESTA DE SAN JUAN DE ÁVILA

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Lecturas 2 Cor 4,7-15; Salmo 22; Jn 17, 20-26

Mis queridos hermanos sacerdotes y diácono, querido Manuel Herrerías que hoy celebras tus 50 años de entrega a esta Familia de la Iglesia que peregrina por Almería, además de tus doce años en el Congo. Damos gracias a Dios por la elección ayer tarde de nuestro Santo Padre León XIV. Celebramos hoy, un día antes, por motivos pastorales, a nuestro patrón san Juan de Ávila.

Hay síntomas de la iglesia de aquellos años (1499–1569), en que vivió san Juan de Ávila, que aún arrastramos y de ahí la actualidad de sus escritos y de su visión. Vivía en una iglesia en que los poderes políticos intentaban doblegar mezclándose con ella. A los líderes eclesiales les faltaba visión de unidad en la pluralidad y corresponsabilidad. El episcopado, en muchos casos había perdido la dimensión misionera, había una lucha entre las distintas eclesiologías o maneras de ver la iglesia, con insistente empeño de mantener sólo mi punto de vista. Eran tiempos recios con una obstinada decisión de hacer todo nuevo con una falta de humildad en el seguimiento de un solo pastor.

San Juan de Ávila busca con su vida y su testimonio como única urgencia pastoral la comunión eclesial y la santidad. La Iglesia no se desmorona por cuestión de cimientos, sino por la falta de compromiso de todos los cristianos, comenzando por nosotros, en esta búsqueda de la unidad y de santidad.

Siempre me ha preocupado la santidad y más cuando uno va cumpliendo años y mira qué ha ido haciendo de su vida. En nuestro patrón, (consejero espiritual de Santa Teresa de Jesús, San Juan de Dios y san Francisco de Borja) personalmente resumiría en tres frases de sus escritos como suficientes para entender que es la santidad

“No hay más alta perfección que amar mucho y de veras a Dios y por su amor al prójimo.”

“La santidad no está en hacer cosas grandes, sino en hacer lo ordinario con gran amor y pureza de intención.”

“La santidad no es fruto de esfuerzos humanos, sino de dejarse moldear por el Espíritu.”

Y un gran amor a Cristo en la Eucaristía, que tiene que ver mucho con la humildad y el abajamiento, pues es el orgullo es el gran pecado que nos corroe, nos separa y nos destruye.

Las primeras palabras ayer de nuestro Papa León XIV están cargadas de respuestas a esta pregunta sobre la santidad.

En primer lugar, una certeza:

Dios nos quiere, Dios nos ama a todos, ¡el mal no prevalecerá! Todos estamos en manos de Dios. Por lo tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante.

En segundo lugar, una misión:

Somos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor. Ayudémonos unos a otros a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz.

En tercer lugar, una vocación:

Como sucesor de Pedro quiero caminar junto a vosotros, como Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros.

«Con vosotros soy cristiano y para vosotros obispo» (san Agustín). En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado.

Y saludando a su diócesis, la Iglesia de Roma, repite de nuevo:  Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta para acoger a todos, a todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor.

Su lema episcopal dice “En el único, Cristo, somos uno”, por eso no es de extrañar que sus primeras palabras estén cargadas de amor, diálogo, trazar puentes, unidad, caridad y misión. Comenzando con la certeza que somos frutos del amor de Dios y no podemos entregar a los demás más que amor. Gracias queridos hermanos sacerdotes. ¡Ánimo y adelante!

Aguadulce, 9 de mayo de 2025

+ Antonio Gómez Cantero

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Mensaje ante la elección del nuevo Santo Padre León XIV

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Desde la Archidiócesis de Granada, estamos muy contentos y damos gracias a Dios y, al mismo tiempo, nos felicitamos por la elección del Cardenal Prevost como nuevo Papa: León XIV.

Este Agustino, este “hijo de San Agustín” -él lo ha dicho-, que ha sido misionero, que ha sido obispo en América Latina, en la diócesis de Chiclayo, a la que ha mandado un saludo; este nuevo obispo de Roma, que a su vez tiene una gran formación y ha presidido el Dicasterio para los Obispos, con lo cual conoce al Episcopado de todo el mundo, es una bendición para todos.

Ahora requiere de todos nuestro cariño, nuestro apoyo, nuestra oración y, al mismo tiempo, la fidelidad de la Iglesia a quien es el nuevo Pastor. Pero también asumir su doctrina que en su discurso -mejor, en esa locución que nos ha hecho desde el balcón de la Basílica- hay una palabra que se ha repetido muchas veces: y es paz y es unidad.

Pues, eso es lo que queremos que nos traiga este nuevo Papa al mundo; que sea el gran vocero de la paz entre las naciones y, al mismo tiempo, esa unidad en la Iglesia, en la fe y en la caridad.

Damos gracias al Señor, pedimos a la Virgen, a la Reina de los Apóstoles, a la que está en oración, como nos dicen los hechos de los Apóstoles, con la Primitiva Comunidad Cristiana, con los Apóstoles, que proteja, que cuide al Papa León XIV.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

8 de mayo de 2025

Ante la elección del papa León XIV

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“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.” Desde la Iglesia diocesana de Guadix nos unimos a la alegría de la Iglesia universal, de toda la Iglesia. Estamos felices y estamos de enhorabuena porque el Espíritu Santo, por medio del colegio cardenalicio, nos ha regalado un nuevo sucesor de Pedro, de los apóstoles, del primero de los apóstoles, el obispo de Roma, en la persona de León XIV.

Estamos felices porque después de este tiempo en el que hemos experimentado con la muerte del Papa Francisco cierta orfandad, aunque nunca estamos solos, siempre el señor ha estado con nosotros, pero Él se hace presente por medio de sus mediaciones y lo es Pedro. Por eso, recordamos estas palabras de Jesús, el Señor: no os dejaré solos, yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”. Damos gracias al Señor por León XIV, rezamos por él, abrimos nuestro corazón a todo lo que él viene a poner en la Iglesia y en el mundo y, siempre, con Pedro y bajo el callado de Pedro.

Gracias Señor por León XIV, nuestro Santo Padre. El Papa, sucesor del primero de los apóstoles de Pedro, Felicidades a toda la iglesia.

 

Bienvenido sea nuestro Papa León XIV

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Os anuncio una gran alegría”.

Es lo primero que escuchamos antes incluso de saber el nombre del cardenal elegido como nuevo Papa, y antes de conocer el nombre que ha escogido como sucesor de Pedro: “Os anuncio una gran alegría”.

Ningún Papa es igual, porque cada uno tiene un recorrido personal que lo hace único. Pero lo verdaderamente importante, siempre, es que es pastor, sucesor de Pedro, evangelizador.

Las primeras palabras del Papa León XIV han sido palabras que hablan de discípulos de Cristo, de diálogo, de encuentro, de puentes, de unidad, de paz, de justicia, de no tener miedo, y sobre todo, de proclamar el Evangelio para ser misioneros. Nos está anunciando una Iglesia misionera, abierta, acogedora, que tiende puentes de diálogo. Porque, como él ha dicho, las personas necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, nuestro diálogo, y, por encima de todo, necesitan amor.

Quizá su lema episcopal, inspirado en la oración de Jesús “que todos sean uno”, sea también el corazón de la misión que asume en este tiempo como sucesor de Pedro.

Bienvenido sea nuestro Papa León XIV.

Y a quererle, a amarle y a obedecerle.

+ Antonio Gómez Cantero

La mano del Padre

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Nada hay tan fuerte como la mano del Padre. En el IV domingo de Pascua la Iglesia pide para sus hijos la alegría eterna, esa que tiene que ver con el triunfo definitivo sobre el pecado y sobre la muerte. La victoria de Cristo Resucitado es la victoria del Pueblo que Él ha rescatado con su Sangre. El rebaño, aunque sea débil, gozará del triunfo de su Pastor. Por eso, tras la resurrección, Jesús pide a sus discípulos que recuerden lo que antes de su muerte les había dicho. El tiempo pascual nos trae a la memoria de la fe las palabras de Señor y su presentación como Buen Pastor. El encuentro con Cristo resucitado es el encuentro con el Pastor de nuestras almas. En la mano firme con la que nos pastorea descubrimos la mano fuerte del Padre.

​Cristo resucitado en la orilla del Tiberíades, después de un examen de amor, pidió al apóstol Pedro pastorear sus ovejas. El mismo Jesús se había mostrado a los discípulos como el Pastor del rebaño y la Puerta del redil. Para formar parte del rebaño de Cristo hay que entrar en Él, es decir, hay que pasar por la experiencia del encuentro que transforma la vida. Al confiar a Pedro las ovejas, encomienda a la Iglesia una misión que sólo Él puede desempeñar. Los hijos de la Iglesia, y de modo muy especial los pastores, han de reproducir con sus palabras y obras los mismos sentimientos de Cristo Buen Pastor. Actuando según el corazón de su Señor, los miembros de la Iglesia sentirán el tacto de la mano del Hijo y recibirán el abrazo del Padre.

​El evangelista san Juan ha recogido las palabras de Jesús al presentarse como Pastor Bueno. En el pasaje que la Liturgia nos ofrece este año, Jesús nos descubre que la bondad de su pastoreo reside en la comunión con el Padre. Él es el Pastor Hijo, que nos comunica su vida filial, para que nosotros, siendo sus ovejas, lleguemos a ser hijos de Dios. Lo propio de las ovejas de este Pastor es que han recibido la filiación. Las palabras de Jesús nos enseñan que Jesús es el Pastor Bueno porque, siendo el Hijo amado del Padre, da la vida por sus ovejas. Al Buen Pastor corresponden buenas ovejas. Su bondad reside en vivir conforme a la dignidad recibida de hijos de Dios.

​Cuatro rasgos distinguen a las ovejas: escuchan, siguen al Pastor, permanecen en la vida perdurable y sienten el abrazo fuerte de Quien les protege; nadie las arrebata de su mano. Cuatro rasgos definen también al Buen Pastor: conoce a las ovejas, les da la vida eterna, las aferra con su mano y las recibe del Padre, pues es uno con Él. En el pastoreo del Hijo, las ovejas experimentan la firmeza y la ternura del Padre.

​En el camino de la Pascua, el domingo del Buen Pastor es también la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones. Se nos pide en este día orar por todas las vocaciones en la Iglesia, especialmente por las de especial consagración. La oración dispone el corazón humano a acoger la voluntad del Señor. Es necesario llevar a la oración la pregunta más importante de la vida humana, aquella de la que depende la felicidad que podemos empezar a disfrutar en este mundo: «Señor, ¿qué quieres de mí?» En el evangelio de este domingo Jesús nos ayuda a encontrar la respuesta: Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen. Ahí está el secreto de la vocación: escuchar a Cristo y seguirle; vivir aferrados a la mano del Padre.

​Pidamos de forma especial por el nuevo Papa, Sucesor de Pedro, para que el Padre lo colme de bendiciones, y en sus palabras y acciones, inspiradas siempre por el Espíritu Santo, sintamos la ternura infinita del Buen Pastor.

 

+ José Rico Pavés

Obispo Asidonia-Jerez

Dúrcal se prepara para festejar San Isidro

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Los días 17 y 18 de mayo.

El día 17, en la ermita de San Blas en Dúrcal, a las 19:15 horas, será el momento cuando comiencen las celebraciones en Dúrcal, en honor a San Isidro Labrador, cuya fiesta litúrgica es el 15 de mayo. Estas celebraciones comenzarán así con el encuentro de romeros y la bajada de la imagen del santo acompañado de la banda de El Carmen.

Desde esta ermita y hasta la iglesia se dirigirá esta romería, para participar en la Eucaristía a las 20 horas, cuyos cantos estarán amenizados en la celebración por el Coro rociero Albadul de Padul. La primera de las jornadas previstas concluirá a las 21 horas, con una verbena en la Plaza de España en el pueblo, donde también actuará este Coro rociero.

El domingo día 18, las celebraciones comenzarán con la Eucaristía en la iglesia a las 9 horas y, después, la salida de las carretas hacia Marchena, para llegar a la explanada junto a Vale. A mediodía en Marchena también se celebrará la Eucaristía, con el Coro rociero de la Virgen del Rosario de Monachil. Tras la misa de 12 horas, habrá verbena popular con venta anticipada de entradas para la degustación de platos y tapas, en la parroquia de Dúrcal y la Tienda Pumuki. El regreso desde Marchena hacia la ermita de San Blas será a las 19:30 horas.

“León XIV, nuevo Papa”

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En el número de la revista de esta semana, nuestro tema central es la elección del nuevo Papa, León XIV.

También os traemos diferentes contenidos como la fiesta sacerdotal con san Juan de Ávila y la jornada de las vocaciones.

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