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Homilía en la acción de gracias por la reapertura de la mina de Aznalcóllar

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Homilía de Mons. José Ángel Saiz Meneses. Misa de Acción de Gracias por la reapertura de la Mina de Aznalcóllar. Parroquia del Sagrario de la Catedral. 29 de junio de 2025. Solemnidad de san Pedro y san Pablo, apóstoles.

  1. «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). Hoy celebramos con toda la Iglesia universal la solemnidad de san Pedro y san Pablo. Pedro es el apóstol escogido por el Señor para ser fundamento visible de la unidad eclesial, el humilde pescador de Galilea que, con sus luces y sombras, sus aciertos y negaciones, fue transformado por la gracia en roca firme de la fe. Pablo es el Apóstol de los gentiles, el que predicó incansablemente a Cristo. En este día, en que veneramos su testimonio y martirio, nos congregamos en esta Eucaristía con un motivo muy especial: dar gracias a Dios por la inminente apertura de la Mina de Aznalcóllar, tras veintisiete años de sufrimiento, de lucha y esperanza.
  2. Saludos.
  3. Nuestra celebración tiene lugar en la Parroquia del Sagrario de la Catedral, testigo silencioso de tantas noches de vigilia, oración, dolor y dignidad. Aquí, durante más de 270 noches, los mineros de Aznalcóllar y sus familias encontraron no solo un refugio físico, sino también espiritual. La Iglesia les abrió las puertas, porque el corazón de la Iglesia siempre ha estado abierto al sufrimiento del pueblo, como una madre que no abandona jamás a sus hijos. Hoy regresáis a esta misma casa, queridos aznalcolleros y aznalcolleras, no ya con el ceño fruncido por la incertidumbre, sino con el alma henchida de esperanza. El Señor ha escuchado vuestro clamor. Como el pueblo de Israel tras el exilio, volvéis con alegría al templo para ofrecer vuestro agradecimiento. En palabras del Salmo 27, tantas veces invocado: «Espera en el Señor, ten ánimo, sé valiente. Espera en el Señor». Y vosotros habéis esperado con fe y perseverancia.
  4. En estos años, se ha forjado un vínculo profundo y fecundo entre la comunidad minera de Aznalcóllar y la Iglesia. Un vínculo que ha nacido del sufrimiento, ciertamente, pero también del Evangelio. La Iglesia no tuvo soluciones técnicas ni administrativas, pero ofreció lo más valioso que puede ofrecer: la escucha, la cercanía, el consuelo y la oración. No solo en aquellos días del encierro, sino durante los largos años que siguieron, cuando la esperanza parecía desvanecerse. Vuestra comunidad parroquial, vuestros párrocos, las autoridades diocesanas, han seguido acompañándoos, intercediendo por vosotros, sosteniendo vuestra esperanza.
  5. Esta reapertura, o podemos decir, esta apertura, porque es una mina nueva, no es únicamente una noticia económica o laboral, sino un signo de restauración. Es un mensaje claro de que Dios no abandona a su pueblo. El mismo Dios que acompañó a Pedro en su prisión, como hemos escuchado en la primera lectura (Hch 12,1-11), también ha estado presente en esta historia. San Pedro fue liberado por el ángel del Señor en medio de la noche. También vosotros habéis sido liberados de una larga oscuridad, guiados por la luz de la fe. La reapertura de la mina no es una meta, sino un nuevo comienzo. Un comienzo lleno de retos, de exigencias, de trabajo responsable, pero también de grandes oportunidades. Hoy el pueblo de Aznalcóllar puede mirar al futuro con dignidad recuperada. La dignidad del trabajo, que como enseñó el Papa León XIII en la encíclica Rerum Novarum, es elemento esencial de la vida humana, fuente de realización personal y de progreso familiar y social.
  6. La Iglesia no ha dejado nunca de enseñar que el trabajo no es solo un medio para ganar el pan, sino una participación en la obra creadora de Dios. Por eso, cuando la mina se cerró por aquel desastre ecológico hace 27 años, no solo se paralizó una actividad económica: se quebró una esperanza. Hoy, con esta apertura, comienza una etapa nueva que debe ser vivida con espíritu cristiano: responsabilidad, justicia, fraternidad, cuidado mutuo y respeto a la creación. No olvidemos, hermanos, que la apertura de la mina ha ido acompañada de legítimas preocupaciones medioambientales. La Iglesia, fiel al Magisterio del Papa Francisco en Laudato si’, no puede ignorar que el cuidado de la casa común es una obligación moral. Pero precisamente por eso, afirmamos con alegría que se han cumplido, según las autoridades competentes, todos los requisitos para garantizar un desarrollo sostenible. No hay contradicción entre trabajo y ecología, cuando ambos se integran en una visión cristiana de la dignidad humana y la responsabilidad sobre la tierra.
  7. El pueblo de Aznalcóllar ha sido, durante estos años, tierra de siembra oculta. Dios ha cultivado en vosotros virtudes preciosas: la paciencia en la espera, la unidad en la lucha, la fe en medio del dolor, la capacidad de reinventarse sin perder la esperanza. Y ahora comienza la cosecha. Como los mineros extraen lo mejor de la tierra, también el Señor ha extraído de vuestro corazón lo más noble y verdadero. Permitidme recordar con gratitud al querido Cardenal Amigo Vallejo, cuyo gesto generoso de abrir las puertas de esta Catedral permanece grabado en la memoria del pueblo. Él fue imagen del Buen Pastor que conoce a sus ovejas y no las abandona. También quiero agradecer a cuantos en aquellos años difíciles os ofrecieron alimento, abrigo y sobre todo humanidad. Aquella presencia prolongada en los escalones del Sagrario y en la Puerta de San Miguel, fue un testimonio de dignidad y fe, que toda Sevilla contempló con respeto.
  8. En esta Eucaristía están presentes, sobre el altar, los signos de vuestra identidad espiritual: el Simpecado de Nuestra Señora de Fuente Clara, vuestra Patrona, y la imagen de Santa Bárbara, protectora de los mineros. Ellas han sido compañeras silenciosas en vuestra espera. A ellas se han elevado durante años vuestras súplicas. Hoy las traéis como ofrenda de gratitud, sabiendo que su intercesión ha sostenido al pueblo en estos años de travesía. La segunda lectura, tomada de la carta de San Pablo a Timoteo, nos recuerda: «He combatido el buen combate, he terminado la carrera, he mantenido la fe» (2 Tim 4,7). También vosotros habéis combatido el buen combate, y lo habéis hecho unidos, sin perder la fe, sin ceder al resentimiento ni a la desesperanza. Esta victoria es también una victoria del espíritu, de la fe que no se rinde, de la comunidad que no se rompe.
  9. Permitidme ahora una palabra dirigida especialmente a las autoridades aquí presentes: políticos, representantes sindicales, empresariales y sociales. Esta apertura de la mina no debe quedarse en un logro puntual, sino ser semilla de futuro. Es hora de invertir en formación, en seguridad laboral, en desarrollo humano integral. Es hora de reconstruir un tejido social sano, que se aleje de la droga, del desánimo, del asistencialismo estéril. Contáis con una comunidad viva, fuerte, ilusionada. No la defraudéis. Hoy habéis venido hasta esta Catedral varios centenares de personas desde Aznalcóllar, y lo hacéis en unidad, sin distinción de ideas, unidos por un motivo noble. Esto es ya un signo precioso del Reino de Dios: ver a trabajadores, autoridades, creyentes y no creyentes, todos compartiendo el mismo banco, rezando a un mismo Padre. Así se construye la paz social, así se edifica una sociedad reconciliada.
  10. El Evangelio proclamado nos recuerda la confesión de Pedro en Cesarea: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». Esta fe es la roca sobre la que se construye la Iglesia. Que también para vosotros, queridos hermanos, esta fe sea la roca sobre la que edifiquéis ahora vuestra vida personal, familiar y laboral. No pongáis vuestra seguridad solo en el empleo recuperado, sino en el Dios que no falla. Así, cualquier adversidad futura será llevadera, porque no estaréis solos.
  11. Para concluir, elevo con vosotros esta acción de gracias al Padre, por el camino recorrido. Doy gracias por vuestra constancia, por vuestra unidad, por vuestra fidelidad a la Iglesia. Os animo como pastor a vivir este nuevo tiempo con alegría, responsabilidad y fe. Que el Señor, que comenzó en vosotros esta obra buena, la lleve a término. Y que la Virgen de Fuente Clara y Santa Bárbara os acompañen siempre. Así sea.

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Proyecto Hombre Granada, “gracias y adelante con esta gran obra”

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Homilía de Mons. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, en la Eucaristía de acción de gracias de Proyecto Hombre Granada por su XXV aniversario desde su fundación, celebrada en la iglesia parroquial del Sagrario-Catedral el 30 de junio de 2025, y concelebrada por el obispo de Guadix, Mons. Francisco Jesús Orozco Mengíbar.

Querido D. Francisco, obispo de Guadix;
querido Manolo, director del Proyecto Hombre;
queridos sacerdotes concelebrantes;
queridos hermanos y hermanas, que os habéis dado cita en esta celebración eucarística de acción de gracias por estos 25 años:

Ciertamente, no estamos en la comita benéfica de Abades. Aquí los que estáis, estáis por un motivo de fe, por un motivo de agradecimiento al Señor. Y mis palabras, con permiso de don Francisco -y yo estoy seguro que también él- quieren ser de agradecimiento por la labor, por el trabajo a lo largo de este cuarto de siglo de Proyecto Hombre. Esa labor de prevención de dependencias, que atan, arrojan y esclavizan a tantos hombres y mujeres. Al mismo tiempo, de saberlos liberar con ese método que incluye todas las dimensiones de la persona, desde las dimensiones médicas, psicológicas, psiquiátricas, también espirituales, para esas personas, liberarlas de esa esclavitud, que tanto daño y tanto sufrimiento, no solo a la persona, sino a la familia especialmente. Y al mismo tiempo, ese camino de reinserción, que son esas tres dimensiones que acompaña el Proyecto Hombre, integrado en la Asociación Proyecto Hombre en toda España.

Yo miro con agradecimiento y don Francisco, miramos a don Juan Santa-cruz y a don Antonio Cañizares. Don Juan, que ya está en el cielo, y don Antonio, que no puede ya por su situación de enfermo, pero su paso por nuestra tierra de Granada ha dejado esta huella, esta siembra, que fructifica y que tanto bien en más de un millón, casi millón y medio de personas atendidas, en tantas y tantas personas que se han visto liberadas, rotas sus cadenas.

Ese es nuestro agradecimiento, es nuestra gratitud. Los 25 años no es un final. Con la experiencia acumulada, con el camino recorrido, con los voluntarios que han asumido y forman parte de esa familia, que va más allá de la familia material, con los trabajadores y con su competencia y profesionalidad, están sacando adelante esta obra. Esta obra sin que la sociedad apenas se dé cuenta, porque sólo se busca lo espectacular, pero hay que salvar a esas personas, hay que ayudarlas.

Ahí entran esas palabras de Jesús: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha enviado a sanar, a liberar, a anunciar el Evangelio, a liberar a los presos de tantas esclavitudes. Y no sólo hay una esclavitud material, no sólo hay una esclavitud en una prisión, o sea, una pérdida de libertad en una prisión, sino hay tantas pérdidas de libertad y degradación de la condición humana, provocada por el mal que adquiere dimensiones nuevas y, lógicamente, en el mundo de las drogas, en ese crimen organizado que se sirve y tanto castiga a la sociedad para enriquecimiento de unos pocos.

El Proyecto Hombre también ejerce una labor de denuncia y una labor de prevención, no sólo al interior, sino también a la sociedad, recordándonos que existen esas esclavitudes, que existen esos peligros que hacen tanto mal. Pero yo estoy seguro que también, don Francisco y un servidor, tenemos ante este grupo selecto, iba a decir, de fieles que venís a dar gracias a Dios, no en un ambiente de una comida, sino en el ambiente de una iglesia y de una celebración religiosa, de la Eucaristía, de acción de gracias, reivindicar la identidad cristiana del Proyecto Hombre.

En la web pone que nace del Jubileo con mayúscula, no de una alegría que tengan dos obispos ese día, sino que nace de un Jubileo con mayúscula, que son los 2.000 años del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Y qué feliz coincidencia que, en este año, que es un Año Jubilar de invitación a la esperanza, que nos lo puso el Papa Francisco bajo el lema “Peregrinos de esperanza”, vosotros sí que hacéis ese anuncio de esperanza para tantas y tantas personas atadas a dependencias, para sus familiares, para la sociedad, en definitiva, Dios os bendiga. Pero, lógicamente, cuando se habla de los valores, se dice humanismo, pero no es un humanismo de la Cruz Roja con todo el respeto, no es un humanismo sin más, de una organización de Naciones Unidas, no es un humanismo sin más, aunque sí está abierto a la colaboración de todos, de elementos de la sociedad, desde las administraciones, hasta organizaciones sin ánimo de lucro, que también quieren colaborar, o particulares, o empresas, como de hecho, gracias a Dios ocurre, y lo hacéis muy bien. Pero, esto tiene una seña de identidad y de nacimiento, tiene una partida de nacimiento, y ese humanismo es el humanismo cristiano, y esos valores de solidaridad, de caridad cristiana, que lleva a ver en el otro rostro de Cristo; y esa profesionalidad es la de una gente vocacionada, que son profesionales, pero, al mismo tiempo, profesan, con esa delicadeza y ese cariño con que tratan a las personas que están en los procesos.

Luego, detrás hay un espíritu y ese espíritu es el de Jesucristo. Ese espíritu es el de la caridad cristiana. Es una organización y es una fundación granadina. Luego, de nuestra tierra, de los hombres y mujeres de aquí, que aportan y de la sociedad granadina, que a través de la Iglesia y de manos de la Iglesia lleva la solidaridad adelante. Como un compromiso de Iglesia, así surgió y así se mantiene. Y al mismo tiempo, lleva el nombre de la protección de la Santísima Virgen de las Angustias, para esas angustias que están ahí. No es cuestión de hacer carteles, no es cuestión de banderas, pero sí de decir alto y claro, sin eufemismos y sin escondernos, esto no nos va a quitar subvenciones, nos manifestamos como somos, y somos cristianos. Eso sí, en lo destinatario, se es aconfesional absolutamente: la persona que lo necesite no se le pide ni un carnet, ni una confesión religiosa, ni un… nada. Es decir, todo el mundo que está en una situación de la precariedad de una dependencia, tiene el derecho, como ser humano, a ser acogido, a ser acompañado, a ser redimido, esa es.

Y los obispos os animamos a esto: a seguir con este espíritu cristiano, a seguir con este empeño de humanismo cristiano, que se abraza a otros hermanos, a otros conciudadanos, para hacer una obra social de primer orden, para bien de la sociedad. ¿Cuántas obras ha hecho la Iglesia de Granada? Ahí en la puerta, el loco de Juan de Dios, de Juan Ciudad, cambió todo el sistema hospitalario. ¿Cuántas, ahí enfrente? La iglesia, los curas, también empezaron la universidad, y en esa casa estuvo 230 años la Universidad de Granada. Luego, hay que reconocer las fechas y las partidas de nacimiento de las cosas. Y no olvidarnos. Después, la historia nos va llevando. Pero, en la labor de los cristianos, que la hacemos para que sólo Dios se luzca y los demás se rediman, no puede ocultarse. No podemos sacar banderas, ni insignias, ni cosas así. No queremos privilegios, pero tampoco discriminaciones u olvido. Así que adelante con esta gran obra, que sólo tiene 25 años, y tendrá muchos más y salvará a mucha gente.

Que la Virgen de las Angustias, que es la patrona de esta Fundación, nos ayude, os ayude. Y quiero dar gracias a don Manuel, también a los que le han precedido, a todo el equipo que con él colabora, a los patronos, lo hace también don Francisco, y a todas las personas que hacen posible este milagro de cada día, difícil, con marchas atrás, con vuelta a empezar, pero con nunca perdiendo el ánimo.

De verdad, que Dios os bendiga. Gracias. Adelante.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

30 de junio de 2025
Iglesia parroquial Sagrario-Catedral

Homilía en las Bodas de oro sacerdotales de Mons. Lorca en Espinardo

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Homilía en mis bodas de oro sacerdotales

Parroquia San Pedro de Espinardo 29 de junio de 2025

 

Querido D. Francisco, hermanos sacerdotes;

Cofradía del Santísimo Cristo de la Salud y Cofradía de San Pedro; autoridades municipales, alcaldesa pedánea; presidenta de la UCAM; un saludo a mis dos hermanos, cuñada y sobrinos;

saludo a los que habéis venido de tantos lugares: Totana, Lorca, Murcia y otros lugares de la Región; y especialmente a mis paisanos de Espinardo.

Queridos hermanos:

Muchas gracias, D. Alejandro, párroco de esta comunidad parroquial de Espinardo, que el Señor te cuide y te proteja para que sigas haciendo tanto bien a todos los hermanos en la fe.

¡Cuántos recuerdos me vienen a la mente esta noche! ¡Cuántas personas de este pueblo están desfilando en mis recuerdos desde que era un niño! Mi escuela, la parroquia, las religiosas de la Consolación, D. José Guillén, que me bautizó; D. Joseico, que me llevó al Seminario menor; D. Francisco Pagán, que me ayudó a preparar la celebración de la Ordenación Sacerdotal; los barrios, la parroquia del Espíritu Santo, desde que comenzó su andadura; la calle Mayor, centro de la vida de este pueblo; las sendas y caminos de esta bella huerta que nos ha rodeado y nos configuran a todos.

Por supuesto, que al primero que he dedicado mi mirada esta tarde ha sido a esta imagen del Santísimo Cristo de la Salud que ha sido testigo y nos ha acompañado siempre, principalmente en todos los acontecimientos importantes de nuestra historia, la más personal e íntima y la de este pueblo. Agradezco a la cofradía el regalo de la presencia de esta querida imagen en mi ordenación sacerdotal, y al comienzo de mi ministerio episcopal en la Catedral de Murcia. Que Dios os lo pague.

Esta tarde regresa el Santísimo Cristo de la Salud a su ermita entre la multitud que le acompañará con alabanzas, acción de gracias y el olor a la pólvora de las tracas durante su recorrido. Regresa a su ermita, pero no desaparece de nuestros recuerdos. En el Plan de Pastoral diocesano decía que: cualquiera de nosotros, sacerdotes, consagrados y laicos sabemos lo que significa poner a Cristo en el centro de nuestra vida y todo lo que supone vivir y crecer en cristiano.

Son muchas las experiencias que hemos vivido juntos, todos hemos afrontado retos que parecían imposibles, situaciones más o menos dolorosas, desconcertantes, otras admirables y gozosas. ¿Quién no ha tenido experiencia de haberse alejado de las cosas de Dios, como unos nuevos hijos pródigos en algún momento concreto de su vida? Pero, el Señor se ha valido de muchas mediaciones para ayudarnos a volver a la casa del Padre, para encontrarnos de nuevo en el gozo de la familia de la fe. Pido al Señor que en Espinardo no perdamos nunca nuestras tradiciones, en especial el regalo de saber descubrir en el Cristo de la Salud, la salud y la vida, nuestro camino, nuestra luz en la oscuridad y la razón de nuestra fe, porque, Señor, tú eres nuestro patrón celestial.

En este día he venido a compartir con vosotros la acción de gracias al Señor por todo lo que me habéis ayudado desde siempre, con vuestro cariño y oraciones. Os hablo con el corazón en la mano, me siento muy privilegiado y orgulloso de ser de Espinardo, y os aseguro que en cada rincón de este pueblo tengo razones para ir recordando acontecimientos y a tantas personas y familias. Os agradezco vuestras oraciones, aunque mis recuerdos se centran también en el día de mi ordenación sacerdotal, 50 años ya, ¡medio siglo! No puedo olvidar a los que he visto partir a la casa del Padre Dios, durante el tiempo del ejercicio del ministerio, muchos han sido compañeros sacerdotes, amigos, familiares, entre ellos mis padres y mis tíos. Solo mi tío Jesús y su esposa, Pepita, llevan la bandera muy alta de la familia y que el Señor les conceda mucho tiempo de vida… Todos están en mi recuerdo y a todos los encomiendo a la misericordia de Dios en la Eucaristía.

Mucho ánimo a todos vosotros, amigos y paisanos, a todos os encomiendo también a la Santísima Virgen de la Fuensanta, porque es imposible olvidar a la Madre. Cada año, cuando despedimos a la Virgen en su camino al santuario en el Carmen, nos reunimos junto al jardín de Floridablanca un grupo de espinarderos que nos encontramos por allí y celebramos mucho el encuentro con la Virgen.

Que el Señor os bendiga a todos vosotros y a vuestras familias, que os conceda la valentía de vivir la fe y os proteja de todo mal.

¡Viva el Cristo de la Salud!

+ José Manuel Lorca Planes Obispo de Cartagena

La Diócesis de Almería impulsa en el Seminario un espacio de formación y esperanza para los más vulnerables

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La Diócesis de Almería pone en marcha un nuevo proyecto de fuerte contenido social y evangélico: convertir el edificio del seminario menor en un espacio dedicado a la formación sociolaboral de personas migrantes en situación de especial vulnerabilidad. Se trata de una propuesta con visión de futuro que quiere dar un nuevo uso al emblemático inmueble, cerrado desde 2021, y ofrecer una respuesta creativa, necesaria y profundamente evangélica a una realidad acuciante en nuestra provincia.

Como se recordará, en el verano de 2024 el obispo diocesano, D. Antonio Gómez Cantero, anunció que, gracias a una generosa donación recibida, no sería necesario vender el edificio del seminario. Desde entonces se abrió un tiempo de reflexión y búsqueda sobre cuál podía ser el mejor destino para este espacio, una vez que los seminaristas de la diócesis realizan actualmente su formación en Murcia.

Tras meses de discernimiento, diálogo y estudio, el Sr. Obispo confió al provincial de los jesuitas de España el encargo de diseñar y liderar un proyecto con dimensión pastoral, social y formativa. Fruto de ese proceso, y tras constatar su viabilidad técnica y económica, se anuncia ahora con alegría la puesta en marcha del nuevo programa, que comenzará a desplegarse a partir de septiembre de este mismo año.

El proyecto estará centrado en la formación y la inserción laboral de personas migrantes especialmente expuestas a condiciones de exclusión, muchas de ellas residentes en asentamientos chabolistas y otras formas de infravivienda en la comarca de Níjar y el Poniente almeriense. Estará liderado por el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM-Almería) y la fundación ECCA Social y contará con un equipo con sólida experiencia. Como directora se incorpora Fátima Santaló-Ossorio, religiosa del Sagrado Corazón, muy vinculada a la diócesis y reconocida por su labor al frente del centro Bantabá en Las Norias. También se sumará al proyecto la comunidad de Misioneras de Cristo Jesús, junto con un equipo de personas —profesionales y voluntarias— que poco a poco irá tomando forma.

Lejos de duplicar iniciativas existentes, el nuevo proyecto nace desde la lógica de la complementariedad y la coordinación. Establecerá sinergias con Cáritas Diocesana, con otras entidades sociales y con el tejido empresarial, ofreciendo cursos propios en sectores con salida laboral, fortaleciendo competencias transversales y acompañando a cada persona en su proceso de integración. Para facilitar esta formación, el proyecto podrá eventualmente incluir también un pequeño dispositivo de acogida residencial temporal.

En este tiempo de Jubileo de la Esperanza, la Diócesis de Almería quiere dar pasos concretos que encarnen el Evangelio y apuesten por los más vulnerables, los preferidos del Señor. Este nuevo proyecto, modesto en su inicio pero ambicioso en su horizonte, es una siembra confiada que esperamos dé muchos frutos para bien de toda la sociedad almeriense.

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Homilía en las Bodas de oro sacerdotales de Mons. Lorca en la Catedral

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Homilía en mis bodas de oro sacerdotales

28 junio de 2025

 

Queridos hermanos:

 

Os agradezco vuestra presencia, vuestra oración y amistad, y el acompañarme hoy para dar gracias a Dios por todo el bien que me ha hecho a mí desde que nací y que ha hecho a otros, a través de mí, durante medio siglo de sacerdocio. Y agradecido por que seáis testigos de mi petición de perdón por todo el bien que pude hacer, que debí hacer y que no hice y por el mal que he podido hacer involuntariamente.

 

Doy gracias a Dios por mi familia. Por mis padres y mis hermanos que estuvieron todos presentes en la ordenación sacerdotal, celebrada en la iglesia de San Pedro de Espinardo y presidida por Mons. Javier Azagra Labiano, entonces, obispo auxiliar de Mons. Miguel Roca Cabanellas. En esta acción de gracias, mis padres y mis tíos me acompañan desde el cielo, así como muchos de los que estuvieron en aquella celebración. Doy gracias por mi tío Jesús y su esposa Pepita, que afortunadamente están con nosotros.

 

Aprovecho para agradecer mis años de formación, reconozco que la Iglesia de Cartagena no ha escatimado esfuerzo nunca para que la preparación de los seminaristas fuera de gran calidad y lo quiero decir en voz alta. En el itinerario de los años de estudiante y como sacerdote me he encontrado a muchos hermanos sacerdotes, religiosos y religiosas, que me han ayudado mucho con sus testimonios de fe, verdaderos ejemplos de vida coherente, de los que he aprendido mucho. Dios, que sabe hacer bien las cosas, me ofrecía esos testimonios para que entendiera que lo ideal es posible, que estaba al alcance de mis manos. Ojalá hubiera aprendido mejor todas esas lecciones: la alegría de vivir con fe, con sencillez y en paz. También han sido muy importantes la gran cantidad de hermanos que me ha regalado el Señor en el ejercicio del ministerio, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, cuyo testimonio de generosidad, de amor desinteresado a la Iglesia ha sido admirable; a las familias que me han tratado como a un hijo y que abrieron las puertas de sus casas y de sus vidas, solo porque era un sacerdote, un hombre de Dios… gracias. Estoy eternamente agradecido. No puedo olvidar a los que he visto partir a la casa del Padre Dios durante el tiempo del ejercicio del ministerio, muchos han sido compañeros sacerdotes, amigos, familiares y otros eran fieles de las parroquias… Todos están en mi recuerdo y a todos los encomiendo a la misericordia de Dios en la Eucaristía.

 

Muchas gracias a todos los que me acompañáis hoy. Os hablo con el corazón en la mano, me siento muy privilegiado, porque habéis hecho un gran sacrificio para estar aquí y no he dejado de preguntarme, Señor, ¿por qué? ¿Quién soy yo? No me lo merezco.

 

Doy gracias por los cinco años en que trabajé en la parroquia de Santiago de Totana como coadjutor, con D. Domingo López Marín, un ejemplo de sacerdote y amigo de verdad. Fue la «primavera» de mi vida sacerdotal. Y después, sin esperar nada, el Señor me ha ido poniendo delante tareas y responsabilidades, unas más sencillas, otras me exigían mayor responsabilidad y entrega, más tiempo, muchos kilómetros, como a cualquiera de los sacerdotes que conozco. Les puedo asegurar, que, a pesar de mis limitaciones y flaquezas, siempre he dicho que sí al Señor.

 

Conservo un recuerdo muy grato del tiempo que estuve con D. Javier Azagra; el tiempo de rector del Seminario; en las parroquias de San Mateo de Lorca con lo que supuso aprender a ser párroco y de los compañeros sacerdotes con los que he estado, tanto en aquella parroquia como en la ciudad y en la vicaría de Lorca. Me costó arrastrar el corazón desde allí cuando vine a Murcia, a las parroquias de San Nicolás y San Miguel donde viví unos intensos e inolvidables años. Estando en la sacristía de la parroquia de San Miguel de Murcia fue cuando Dios me volvió a sorprender con algo impensable. Guardé silencio y grité al Señor, pero poco a poco, cargado de preguntas y de miedos, llegué a Teruel donde todo era nuevo, todo sorprendente, nuevos rostros, otras costumbres y otros paisajes, pero un mismo Señor y una misma fe. Fui acogido y fui muy feliz en aquella aragonesa tierra. Mi compañera de viaje era mi madre. Los dos surcamos los mares de la esperanza y de un mundo nuevo. ¡Cuántos recuerdos, cuantos motivos de agradecimiento! Quiero traer a la memoria a las personas que me ayudaron en el cuidado de mi madre, que la llevé bastante delicadica, pero que se sintió muy querida y cuidada y era la que daba sentido a mi quehacer diario. Mi familia entera con mis hermanos, cuñados y sobrinos se desvivieron y nunca me dejaron solo. Tengo que decir que en ese tiempo los veía más de lo que los he podido ver ahora, estando aquí en nuestra tierra. En la Diócesis de Teruel he dejado parte de mi corazón.

 

Agradezco al Señor por haberme confiado, durante dieciséis años ya, la Iglesia de Cartagena, donde está el trozo más grande de mi corazón. Estos han sido años de plenitud y de fervor apostólico y misionero, en una Iglesia de grandes colaboradores, con un presbiterio único, genial, extraordinario y fiel. Puedo asegurar que esta Diócesis de Cartagena es viva, abre siempre puentes, cargada de energía apostólica en sus sacerdotes y laicos, cuyas presencias las encontramos en muchos rincones de este mundo, sí, en las actividades misioneras de sacerdotes, religiosos y laicos, incluidas familias enteras como heraldos de buenas noticias, evangelizadores con intrepidez, gastando y desgastando sus vidas por Cristo y el Evangelio. Doy gracias también por la Universidad Católica, que nació de la mano de D. José Luis Mendoza como una obra de Dios y hoy es una realidad importante para esta Región y para el mundo.

 

Me causa un gran dolor la falta de vocaciones, porque algo nos está diciendo el Señor a los cristianos de hoy y tendríamos que hacer un alto en el camino para hacernos preguntas, ver si nuestra vida y nuestra predicación están en la línea de lo que nos está pidiendo el Señor en este tiempo tan especial. Mira que, si no hemos sido capaces de dar a conocer la belleza del rostro de Cristo, la grandeza de una vida entregada y generosa, quizás nos han salido más las quejas, que el coraje de la fe, o que nos han podido más los miedos y las debilidades que la rica experiencia de saber que seguimos al Resucitado. Menos mal que el Señor cumple su Palabra y no nos ha dejado solos, nos ha bendecido con jóvenes intrépidos que le han dicho sí a Cristo y que hoy están en los seminarios de la Diócesis y serán los futuros pastores. Bendigo al Señor por los cinco sacerdotes que se ordenarán este año. Gracias al rector y formadores de los seminarios de esta Diócesis, gracias a los

 

que trabajáis en la Pastoral Vocacional… Permitidme que tenga un recuerdo especial para Maxi, mi fiel secretario que desde el silencio de su trabajo me ha acompañado durante muchos años en el ministerio.

 

Doy gracias también al Señor por los veintidós años trabajando en la Conferencia Episcopal Española y lo que ha supuesto de comunión, de ver palpitar el corazón de la Iglesia en sus temas más candentes, como en la búsqueda de nuevos caminos, nuevos métodos para la misión y en el empeño por mejorar y tender puentes. He aquí el testimonio de mi experiencia de fraternidad que ha marcado mi vida.

Os pido ahora a todos que me ayudéis a convertirme, a saber pedir perdón, a aprender a envejecer y no ser una carga para nadie en mi vejez, porque mi deseo ha sido siempre hacer la vida agradable a los que me rodean y no quisiera estropearlo al final de esta. A mis cortas luces entiendo que ahora todavía estoy bien de salud, porque tenemos la suerte de tener unos maravillosos profesionales de la salud. Así que insisto en el ruego de que me ayudéis a ser fiel a nuestro Señor, porque mi voluntad es morir como un buen hijo de Dios. Esa es mi mayor alegría y aspiración.

 

Os agradezco a todos vuestra compañía y a los que les hubiera gustado estar hoy aquí y no han podido. Que el Señor os bendiga, os conceda la paz y el coraje para seguir trabajando por el Reino de Dios.

 

+ José Manuel Lorca Planes Obispo de Cartagena

“No podemos guardarnos a Cristo”

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Homilía en la Eucaristía de la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo y Óbolo de San Pedro, el domingo XIII del Tiempo Ordinario, por el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, el 29 de junio de 2025.

Queridos sacerdotes concelebrantes,

Querido diácono,

Queridos hermanos y hermanas que os habéis dado cita en esta celebración eucarística. Ya en el verano de lleno, con el calor agobiante, pero acudiendo a esta cita con el Señor en nuestra Iglesia Catedral.

Hoy, en la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Ellos dos hacen la cabeza de la Iglesia de Roma, que nos preside en la caridad a todas las iglesias.

Acabamos de escuchar las palabras de Dios y tenemos, como veis, dos representaciones. Tenemos a Pedro y a Pablo abriendo en este presbiterio, en esta bella capilla central de nuestra Iglesia Catedral. El apostolado que va repartiéndose por cada una de las columnas, Pedro y Pablo. Pedro, hemos escuchado, confiesa a Jesucristo Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. “En verdad te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Pedro es el que, inspirado por Dios, confiesa a Jesucristo como el Hijo de Dios hecho hombre. Y en esa fe se fundamenta la Iglesia. La Iglesia, decíamos en el Catecismo de pequeños, es la congregación de todos los fieles cristianos, los que creemos en Jesucristo como el Hijo de Dios, hecho hombre.

Esa fe es lo esencial del cristianismo. Esa fe es la que da sentido a la vida de todos los cristianos a lo largo de los siglos. Y la testimonian los evangelizadores, los apóstoles, y la testimonia sobre todo los mártires, como son el propio Pedro y Pablo. Pedro, que conoce a Jesús de mano de su hermano Andrés, que le lleva a Jesús.

Pedro, el pescador de Galilea, al que Jesús escoge como el primero de sus apóstoles. Pedro, el que vas por delante muchas veces con sus buenas intenciones, pero no le siguen sus obras. Pedro, el que niega a Cristo tres veces y otras tres veces, le confiesa su amor, como nos relata al final del evangelio de Juan. “Tú sabes, Señor, que te amo, apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos”.

Pedro, constituido cabeza de la iglesia, que peregrina en la tierra. Pedro, el primero de los apóstoles, que anuncia a Jesucristo, como lo relatan los Hechos de los Apóstoles después de Pentecostés, con una valentía antes desconocida en el propio apóstol, que se acobarda ante la criada del sumo sacerdote. Pero ya no hay quien lo pare a Pedro, y ya no hay quien lo pare hasta dar su vida.

Crucificado como su maestro en la colina vaticana. Pedro, el que ama a Jesús y se entrega por él. Y el que hace con la ayuda y la inspiración del Espíritu, el que guarda la unidad de la Iglesia. Hoy es un día para pedir por el sucesor de Pedro especialmente, para pedir por el Papa. Para pedir para que el Señor le fortalezca, le conserve, le de esa fortaleza apostólica.

El Espíritu Santo le ilumine en el gobierno de la Iglesia al Papa León, en estos momentos difíciles. Para que congregue en la unidad a todos los que creemos en Cristo. Que Pedro, su antecesor, confesó como el Hijo de Dios vivo y cuya fe fundamenta la existencia de la propia Iglesia.

Es más, hoy esa oración tiene que ser muy intensa de todos los cristianos, por el Papa. Con nuestro cariño, pero al mismo tiempo con nuestro seguimiento de su enseñanza. Él nos va hablando en nombre del Señor para las circunstancias en las que vivimos. Él tiene que tener esa iluminación y esa fortaleza, y así la confesamos los cristianos. Ahora el Papa León, antes el Papa Francisco, el Papa Benedicto, el Papa Juan Pablo y los que el Señor quiera hacer sucesores de Pedro en el futuro. Tienen que obtener de los cristianos nuestro cariño, pero sobre todo nuestra adhesión de fe y nuestra obediencia.

La colecta de hoy es precisamente para ayudar al Papa. Pero hoy también celebramos a este apóstol inseparable, el que es el Apóstol por antonomasia. El apóstol Pablo, el gran defensor de la fe, el gran evangelizador, el que lleva el nombre de Jesucristo, a Cristo crucificado. El que dice de “Ay de mí, si no evangelizare”. El que extiende el Evangelio por el mundo conocido entonces. Anunciando Jesucristo, pasando todos las dificultades y contrariedades, pero no dejando esa fe en Jesucristo anunciada.

Ese Pablo que no conoció directamente a Jesús hasta que fue derribado del caballo camino de Damasco. Ese Pablo que perseguía a los cristianos, que perseguía a Cristo, en definitiva, pero que después de encontrarse con Él, se convierte en el gran apóstol. Ese Pablo que nos ha dejado las cartas suyas a las iglesias en el Nuevo Testamento. Ese Pablo que anuncia Jesucristo con todas sus fuerzas, tiene que ser para nosotros otra lección. La lección de ser evangelizadores, de ser quienes anunciemos a Jesucristo a nuestros hermanos.

No podemos ser cristianos pasivos que solo vivimos la fe en la intimidad o si queréis, en el interior de los templos, o todavía más, en el interior de las conciencias. Y acomplejados no la manifestamos a nuestro mundo que tiene necesidad de Dios, que tiene necesidad de Cristo. Ese Cristo del que Pablo decía “me amó y se entregó por mí”.

Ese Cristo que decía Pablo de sí mismo “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí.” Ese Cristo, el que dice San Pablo “Mi vivir es Cristo”. Ojalá nosotros tengamos esa pasión de Pablo, ese amor de Pedro. A pesar de nosotros, como ellos son unos pobres pecadores como el pescador de Galilea, como el perseguidor Pablo, Saulo de Tarso, de los cristianos.

Pero a pesar de los pesares, de nuestra debilidad, Cristo no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Él nos ha dicho que no tienen necesidad de médicos los sanos, sino los enfermos. Él se ha fiado de nosotros, porque nuestra fuerza, la fuerza de Dios, en definitiva, se basa en nuestra debilidad. Y nosotros, como ellos, como Pedro y Pablo, tenemos que amar profundamente a Jesucristo, creer en Él con todo nuestro ser y al mismo tiempo darlo a conocer.

No podemos guardarnos a Cristo. Tenemos que dar a Cristo a los demás con nuestro ejemplo, con nuestro cariño, con nuestro testimonio, pero también con nuestras palabras, con nuestro consejo, con nuestro apostolado. En los ámbitos donde Dios nos ha puesto en la vida familiar, en la vida del trabajo, en la vida social, en el deporte. Es decir, se tiene que notar que seamos cristianos, pero no porque llevemos una bandera, no porque vistamos de una manera o de otra, sino porque convencemos con nuestra fe y con nuestro testimonio, con nuestro amor al prójimo.

En esto conocerán que sois mis discípulos. El que me confiese delante de los hombres, dice Jesús, Yo le confesaré delante de mi Padre del cielo. Por tanto, queridos amigos, en esta fiesta en que pedimos especialmente por el Papa León, en que amamos la apostolicidad de la Iglesia, que confesaremos el Credo… En este día, en esta fiesta, vivamos nosotros nuestra adhesión a la doctrina de los apóstoles, nuestra fe en Jesucristo, nuestro amor en Él y al mismo tiempo, nuestros deseos de anunciarlo en nuestro mundo.

Que la Santísima Virgen, Reina de los Apóstoles, nos ayude, nos fortalezca a nosotros también para anunciar a Jesucristo con alegría en el mundo que nos ha tocado vivir.

Así sea.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada
29 de junio de 2025
S.A.I Catedral de Granada

Javier Jiménez López de Eguileta, Delegado Diocesano de Evangelización del Turismo: «La Iglesia también quiere acompañar a los visitantes»

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Javier Jiménez López de Eguileta, Delegado Diocesano de Evangelización del Turismo: «La Iglesia también quiere acompañar a los visitantes»

De la mano del nuevo Delegado Diocesano de Evangelización del Turismo conocemos la misión de este nuevo organismo diocesano.

PINCHA AQUÍ PARA ESCUCHAR LAS PALABRAS DE JAVIER JIMÉNEZ LÓPEZ DE EGUILETA

Tras hacerse público la creación de la Delegación Diocesana de Evangelización del Turismo el pasado 3 de junio, festividad de San Juan Grande, patrón de la Diócesis, el pasado 28 de junio, Solemnidad del Inmaculado Corazón de María se hacía público el nombre del Delegado Diocesano que tendrá como misión poner en marcha este organismo diocesanos. Javier Jiménez López de Eguileta será el encargado de liderar este proyecto, que como nos cuenta tiene como finalidad el conseguir que todos los visitantes que llegan a nuestros templos salgan siendo peregrinos.

«La Iglesia también quiere acompañar a los visitantes», con estas palabras el nuevo Delegado Diocesano quiere intentar que todos los turistas que entran en nuestras iglesias a través de la historia, el arte y la arquitectura puedan ver la belleza de la divinidad.

Por último, Javier nos explica la gran ilusión y compromiso en esta tarea, ya que con el trabajo a realizar, nos deja claro, que se pueden sacar muchos frutos.

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Guadix participó en el Encuentro de Delegaciones de Medios en las Diócesis del Sur y Directores de Programas Religiosos en Canal Sur

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Guadix participó en el Encuentro de Delegaciones de Medios en las Diócesis del Sur y Directores de Programas Religiosos en Canal Sur

Celebrado en Málaga, de la diócesis de Guadix han asistido el obispo accitano, que es el obispo responsable para los Medios en la Asamblea de Obispos del Sur de España, y los miembros de la delegación de Medios José Fernando Titos y Antonio Gómez

Los delegados y profesionales de las delegaciones diocesanas de medios de comunicación de Córdoba, Sevilla, Granada, Jaén, Asidonia-Jerez, Guadix, Huelva, Almería y Málaga han estado reunidos, el 30 de junio, en la Casa Diocesana de Málaga, presididos por el obispo responsable de este ámbito en Odisur, Mons. Francisco J. Orozco, obispo de Guadix, y al que se ha unido para dar la bienvenida el obispo administrador apostólico de Málaga, Mons. Jesús Catalá.
D. Jesús Catalá ha agradecido a los profesionales de la comunicación de la Iglesia en el sur de España su trabajo y profesionalidad. «Os quiero felicitar por el trabajo realizado, especialmente en este curso de tanta actualidad informativa, entre otras cosas el nombramiento de nuevos obispos, como el de Málaga. Sois la voz y la cara visible de la Iglesia, y en un mundo en el que lo que no se conoce no existe, gracias a vosotros se conoce mucho y demostráis que se puede informar bien».
En este encuentro de Delegaciones de Medios en las Diócesis del Sur y Directores de Programas Religiosos en Canal Sur, el obispo de Guadix, Mons. Orozco, ha querido comenzar compartiendo las ideas que el papa León XIV trasmitió a los periodistas en su primera audiencia pública tras ser elegido. «Podríamos considerarlas claves deontólogicas muy útiles para nuestro trabajo como comunicadores: entender el periodismo como artesano de la paz, atender los retos digitales, trabajar por una comunicación diferente, con el objetivo del servicio a la verdad, mas una verdad tamizada por el amor, comunicar como un importante servicio a la Iglesia y no ceder a la mediocridad…».
Las distintas delegaciones han compartido temas y herramientas como el uso de los medios digitales en su tarea, la importancia de la comunicación para el compliance en el trabajo diocesano y la campaña de la Línea 105 de Xtantos.
La jornada ha concluido con el almuerzo compartido.

Tomado de www.diocesismalaga.es 

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El Movimiento de Cursillos de Cristiandad ha clausurado el curso pastoral

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El Movimiento de Cursillos de Cristiandad ha clausurado el curso pastoral

El Movimiento de Cursillos de Cristiandad (MCC) de Sevilla ha clausurado el curso pastoral con una Eucaristía en la explanada del monumento del Sagrado Corazón de Jesús en San Juan de Aznalfarache, la tarde de este lunes. La celebración eucarística ha sido presidida por Adrián Sanabria, consiliario del movimiento, concelebrada por Manuel Jiménez, viceconsiliario y por Pedro Rodríguez, Alberto Campos y Ángel López, sacerdotes vinculados a MCC.

Durante la homilía, Sanabria ha destacado “la grandeza de Dios evidenciada durante este curso. Una Eucaristía de acción de gracias donde ponemos sobre el altar todo lo vivido durante estos meses”. En esta misa “damos gracias a Dios que se entregó por nosotros”. Refiriéndose al papa San Juan Pablo II y a su encíclica Ecclesia de Eucharistia subrayó que “cuando el cristiano se alimenta del cuerpo de Cristo encuentra fortaleza, alegría, la cruz pesa menos y todo se vive de forma distinta; sin la Eucaristía nos faltaría todo”.

Cuando celebramos la Eucaristía “también damos gracias a Dios por todos los dones y las gracias que nos ha regalado. Hoy nos hemos reunido aquí precisamente para tres cosas: Dar gracias a Dios por su entrega generosa, dar gracias por podernos alimentar de su cuerpo y, porque cuantos estamos aquí somos ‘De colores’ y con Cristo hemos experimentado que Él escribe derecho en los renglones torcidos de nuestra vida”. Prosiguió – “somos ‘De colores’ y nos sentimos contentos porque Dios nos hizo el regalo de poder experimentar su amor a través de un Cursillo de Cristiandad en algún momento determinado de nuestra vida. Gracias Señor por los cursillos, encuentros, ultreyas, celebraciones, clausuras, lágrimas, emociones y sentimientos que hemos compartido este curso pastoral”.

El consiliario de Cursillos de Cristiandad de Sevilla ha añadido que “de la acción de gracias sigue brotando el compromiso de seguimiento a Cristo, por ese motivo le decimos desde el corazón: ¡Señor sigue contando con nosotros!. Cuenta con nuestras manos, nuestros ojos y nuestra vida porque queremos ser peregrinos de la esperanza en medio de nuestro mundo”. Un papel preponderante dentro del movimiento lo tiene la vida comunitaria “que es un lugar de encuentro para la vivencia de la fe, una ‘locura de amor’ que nos enseñaron los primeros cristianos, porque vivían desde la certeza del Espíritu Santo”. Finalmente destacó que “ese es el motivo de ser del cursillista, proclamar a Cristo vivo y hacer discípulos. El fin de todo lo que hace Cursillos de Cristiandad es llenarnos del fuego del Espíritu Santo y anunciar a los demás el amor de Cristo, ese es nuestro cometido y nuestra tarea, ser ‘De colores’ para llevar esperanza a los demás”, expresó Sanabria.

Por su parte, el presidente del movimiento, José Ignacio del Rey, agradeció al arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, asesor espiritual del Organismo Mundial de Cursillos de Cristiandad y a los consiliarios, por su servicio a la Iglesia a través del MCC. “Un sacerdote es un don y contar con ellos es una gracia extraordinaria. Damos gracias también por el Seminario de Sevilla a través del cual Dios sigue llamando a jóvenes al ministerio sacerdotal”. Del Rey agradeció por los diez cursillos celebrados este año “donde cientos de personas – muchos de ellos jóvenes – han experimentado la presencia del Señor que cambia la vida para siempre”. Ha tenido también un recuerdo “para todas las personas que a lo largo de 60 años han formado parte del MCC”. Agradeció “por todos los momentos vividos durante las dos peregrinaciones diocesanas jubilares, una de ellas a la Basílica del Cachorro, de Sevilla, y la otra, a Roma, para participar del Jubileo de los Movimientos.

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Cáritas de la diócesis de Guadix asistió a la Asamblea Anual de Cáritas Española

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Cáritas de la diócesis de Guadix asistió a la Asamblea Anual de Cáritas Española

La diócesis de Guadix ha participado en la 84 Asamblea General de Cáritas Española, celebrada en El Escorial, el 26 y 27 de junio, con la asistencia del delegado episcopal de Pastoral Social y la directora de Cáritas Diocesana.

Durante la misma se ha trabajado sobre la nueva estrategia confederal de voluntariado, marcada por el protagonismo de las personas voluntarias y la innovación metodológica.

La estrategia es fruto del intenso proceso de reflexión llevado a cabo en los últimos dos años sobre el papel esencial que los voluntarios desempeñan en el ser y hacer de Cáritas.

En este espacio anual confederal, los representantes de las 70 Cáritas Diocesanas han constatado los cambios que se tienen que impulsar tanto en las personas como en la institución para que el futuro encuentre a Cáritas preparada con un voluntariado capaz de ir cambiando con la sociedad.

Se ha reflexionado sobre la necesidad de cultivar la identidad de Cáritas y el sentido del voluntariado como acción social transformadora.

En su Declaración Final, los miembros de la Asamblea General de Cáritas han lanzado “una invitación a ser testigos de luz y portadores de esperanza en medio de una sociedad que, si a veces proyecta sombras en la senda de la justicia y la fraternidad, en otras es capaz de entregarse con una generosidad que nos recuerda que somos una sola familia humana llamada a ser, como reza el lema del Papa León XIV, «In Illo uno unum» («En el único Cristo somos uno»)”.

Dentro de esta asamblea también ha habido un emotivo homenaje a los voluntarios de la DANA, mediante el testimonio de varios de ellos, que estuvieron presentes en primera línea, acompañando a las víctimas. Voluntarios de las Cáritas Parroquiales que trabajaban sobre el terreno antes de esta catástrofe, que lo hicieron durante la misma y que lo seguirán haciendo en los próximos años, en el plan de reconstrucción.

La sesión inaugural de la Asamblea contó con la presencia del presidente de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Argüello, que dirigió un breve saludo a los participantes, a quienes animó a cumplir con la misión de Cáritas de agitar a la comunidad cristiana: “agitad a la comunidad cristiana para que vivamos la dimensión social y cultural del cristianismo porque sembrar el reino de Dios en la historia es cosa de todos”, afirmó.

La agenda de esta Asamblea, más allá de los temas señalados, ha estado ocupada por el análisis y debate otros temas, como son la aprobación del informe anual presentado por la secretaria general, Natalia Peiro; de la Memoria de actividades 2024; del informe de cuentas y resultados del ejercicio 2024; y de la programación y presupuesto de 2026.

Adoración Morillas

Cáritas Diocesana de Guadix

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