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Espero en tu palabra

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Hoy celebramos el VI Domingo de la Palabra de Dios, una iniciativa del Papa Francisco con la que quiere que comprendamos la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida diaria personal, en la vida de nuestras comunidades, en la vida de la Iglesia y en el mundo. No es una Palabra encerrada en un libro, sino que permanece siempre viva y eficaz, como luz que ilumina nuestros pasos y fuerza que renueva nuestros corazones. El lema que ha elegido para la celebración de este año 2025, Año Jubilar, es un versículo del Salmo 119: “Espero en tu Palabra” (Sal 119,74), un salmo que expresa el consuelo y la fuerza salvadora de la Palabra de Dios, gozo del corazón y puerta de entrada a la bienaventuranza.

Desde los primeros tiempos, los Padres de la Iglesia pusieron gran énfasis en la importancia de las Escrituras como fuente de sabiduría, guía moral y alimento espiritual, como elemento fundamental para quienes desean vivir conforme a los mandamientos de la ley de Dios, para aquellos que buscan cumplir su voluntad. Lo más esencial de la Palabra de Dios es su condición de verdad revelada. Jesucristo mismo afirmó: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17,17). San Agustín, en sus “Confesiones”, escribió: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva… Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y allí te buscaba”. Esta búsqueda de la verdad en la Palabra de Dios es esencial para la vida cristiana, ya que orienta al creyente hacia el conocimiento de Dios y de sí mismo.

La Palabra de Dios contiene la fuerza que transforma la vida del fiel: “La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón” (Heb 4,12). Esta transformación se manifiesta en la renovación de la mente y el corazón, y requiere nuestra colaboración activa, tal como recuerda san Gregorio Magno, en su obra Regla Pastoral, destacando que la Escritura no solo debe ser escuchada, sino vivida: “Que nuestras obras hablen tanto como nuestras palabras; pues el que predica con palabras pero contradice con su vida, destruye con sus acciones lo que edifica con su lengua”. Esta coherencia entre la palabra y la vida es fundamental para el progreso espiritual y para la acción evangelizadora.

Espero en tu palabra, espero en ti, Señor. Es importante la esperanza en la vida del cristiano. La espera en el Señor no es una actitud pasiva, sino una actividad interior que implica confianza, entrega, y una orientación hacia lo eterno. La esperanza está anclada en la Palabra de Dios; no se trata de una promesa vacía, sino de la seguridad de que lo que Dios ha dicho se cumplirá. Esperar en la palabra del Señor significa creer en la fidelidad de Dios, y vivir con la certeza de que Él no falla. El hecho de que Dios es fiel a sus promesas es una idea constante que atraviesa tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, y que produce en nosotros alegría y confianza; porque la esperanza no es una idea abstracta o un optimismo ingenuo, sino una persona, viva y presente en la existencia de cada uno: Cristo crucificado y resucitado, el único que no nos abandona nunca, Él es nuestra esperanza (cf. 1Tim1,1)

Me gustaría acabar estas líneas con aquella cita tan profunda del profeta Isaías: “Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo” (55, 10-1). Abramos con determinación y esperanza el entendimiento y el corazón a la Palabra de Dios, para que transforme nuestra vida entera, para que renueve la faz de la tierra.

+José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

El «hoy» de Jesucristo y el tiempo de la Iglesia

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No es frecuente que en el evangelio que se proclama en la Santa Misa la Liturgia nos presente la unión de fragmentos evangélicos tomados de diferentes capítulos. En el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, en que celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, nos encontramos con esa situación.

El primer fragmento está tomado de los versículos iniciales del evangelio de san Lucas. El evangelista introduce su relato con un preámbulo destinado a garantizar la autenticidad de su exposición. La solidez de las enseñanzas apostólicas sobre la vida y las obras de Jesús de Nazaret se puede verificar a través del testimonio de quienes han sido, primero, testigos oculares y, luego, predicadores. El evangelista no ofrece recreaciones fantasiosas sobre Jesús, sino que da testimonio de lo históricamente acontecido.

El segundo fragmento se toma del cuarto capítulo del mismo evangelio de san Lucas y refiere el regreso de Jesús a Galilea tras el bautismo en el Jordán. Importa recordar que, entre el bautismo y el episodio de la sinagoga de Nazaret, los evangelistas refieren las tentaciones de Jesús en el desierto. No se trata de un inciso secundario: el que ha sido señalado por la voz del Padre como Hijo amado y predilecto, es el que combate en el desierto contra el demonio tentador. Tras el desierto, Jesús regresa a Nazaret y en la sinagoga realiza la lectura del profeta, como en otras ocasiones. Pero ahora hace algo nuevo: a la palabra proclamada, añade su explicación definitiva: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír. Las palabras del profeta Isaías sirven a Jesús para desvelar el significado de lo que había ocurrido en el Jordán: allí el Padre le ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha enviado para llevar a cabo su misión. La promesa se cumple en un momento preciso de la historia: el “hoy” de Jesús es el tiempo de la salvación.

¿Por qué la Liturgia asocia ambos fragmentos? Si el pasaje de Nazaret ayuda a profundizar en el significado del bautismo de Jesús, celebrado el domingo precedente, el comienzo del evangelio de san Lucas nos recuerda algo fundamental para el creyente: la fe en Cristo Salvador tiene su fundamento en el testimonio de hechos que han acontecido en la historia. Los evangelios son testimonios de fe y tienen como objetivo ayudarnos a creer, pero no por ello refieren hechos y acontecimientos fuera de la historia. Ante los relatos evangélicos, quien relativiza la historia, pone en peligro la fe; y quien aparta la fe, deforma la historia. Desde la época apostólica la Iglesia ha transmitido la fe custodiando también la historia de Jesús. El mismo Espíritu que ungió a Jesús en el Jordán inauguró el tiempo de la Iglesia cuando fue derramado sobre los primeros cristianos. En virtud de este Espíritu, participando de la vida de la Iglesia, podemos entrar hoy en los hechos que nos han salvado. El “hoy” de Jesús llega así hasta nosotros: su palabra espera hoy nuestra respuesta. La fe es puerta que nos permite cruzar el umbral de la historia y, en el tiempo de la Iglesia, vivir el hoy de Jesús.

Al celebrar por sexto año el Domingo de la Palabra de Dios, el Papa nos ha propuesto como lema las palabras del salmista: He esperado en tu Palabra (Sal 118, 74). La misma palabra que Jesús declaró cumplida en Él, sostiene nuestra esperanza. Quien guarda la palabra de Cristo, deja a Cristo habitar en él y ve fortalecida su esperanza.

 

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

Las Hermanas de la Cruz celebran un año jubilar con motivo del 150 aniversario de su fundación

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Las hermanas de la Compañía de la Cruz, congregación nacida en Sevilla y que cuenta con otras fundaciones en España, Roma y Argentina, celebrará un año jubilar con motivo del 150 aniversario de su fundación, desde el 30 de enero de 2025 hasta el mismo día de 2026, fecha del nacimiento de la fundadora santa Ángela de la Cruz.

Así lo notificaba la Penitenciaria Apostólica el pasado 9 de enero. La inauguración del año jubilar tendrá lugar con la celebración de la Eucaristía en la Casa Madre, presidida por monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, mañana sábado, 25 de enero, a las doce y media del mediodía.

Misas jubilares en la Casa Madre

Para celebrar este año, las religiosas han programado la celebración de misas jubilares en torno a fechas destacadas de la vida de los fundadores o de la Compañía.

30 de enero: Nacimiento de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Jaime Conde, párroco de Ntra. Sra. de la Oliva de Sevilla.

2 de marzo: Muerte de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Miguel Ángel Núñez, párroco de San Nicolás de Bari y Santa María la Blanca.

23 de abril: Memoria del beato padre José Torres Padilla. Misa presidida por monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla.

4 de mayo: Canonización de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Francisco Moreno, párroco de la Anunciación.

2 de agosto: 150 aniversario de la fundación del Instituto. Misa presidida por Antonio Alcayde, canónigo emérito de la Catedral de Sevilla.

18 de septiembre: Solemnidad de Santa Mª de la Purísima. Misa presidida por monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla.

Todas las celebraciones eucarísticas citadas tendrán lugar a las siete de la tarde en la casa madre, salvo la del 2 de agosto que será a las diez y media de la mañana.

Además, se ha previsto la celebración de un triduo a Santa Ángela de la Cruz del 3 al 5 de noviembre, también a las siete de la tarde, presidido el primer día por el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Ramón Valdivia; el segundo por monseñor León; y finalmente por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses.

El año jubilar llegará a su fin el 30 de enero de 2026, con una Eucaristía de clausura presidida también por el arzobispo de Sevilla a las siete de la tarde.

Indulgencia plenaria

Como describe el decreto de la Penitenciaría Apostólica, las hermanas de la cruz y todos los fieles podrán lucrar indulgencia plenaria para sí mismos y, a modo de sufragio por las almas de los fieles que aún se encuentran en el Purgatorio, en las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice), si visitan como peregrinos la capilla de la Casa Madre o cualquier templo perteneciente a la referida Compañía, y «participan devotamente en ceremonias jubilares que se celebren allí o, al menos, dediquen un tiempo conveniente a la meditación piadosa ante la imagen de la fundadora, que se haya preparado allí, concluyendo con el rezo del Padrenuestro, el Credo y las invocaciones a la Virgen María y santa Ángela de la Cruz».

Por su parte, los ancianos, enfermos y los que por un motivo grave no puedan salir de casa, también podrán ganar la indulgencia plenaria, «manteniendo aversión al pecado y con la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales, si espiritualmente se unen a las celebraciones jubilares y ofrecen a Dios sus oraciones, los dolores y las incomodidades de su propia vida».

El «hoy» de Jesucristo y el tiempo de la Iglesia

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Palabra de Vida de Monseñor Rico Pavés

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Monseñor José Rico Pavés : «La fe es puerta que nos permite cruzar el umbral de la historia y, en el tiempo de la Iglesia, vivir el hoy de Jesús».

No es frecuente que en el evangelio que se proclama en la Santa Misa la Liturgia nos presente la unión de fragmentos evangélicos tomados de diferentes capítulos. En el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, en que celebramos el Domingo de la Palabra de Dios, nos encontramos con esa situación.

El primer fragmento está tomado de los versículos iniciales del evangelio de san Lucas. El evangelista introduce su relato con un preámbulo destinado a garantizar la autenticidad de su exposición. La solidez de las enseñanzas apostólicas sobre la vida y las obras de Jesús de Nazaret se puede verificar a través del testimonio de quienes han sido, primero, testigos oculares y, luego, predicadores. El evangelista no ofrece recreaciones fantasiosas sobre Jesús, sino que da testimonio de lo históricamente acontecido.

El segundo fragmento se toma del cuarto capítulo del mismo evangelio de san Lucas y refiere el regreso de Jesús a Galilea tras el bautismo en el Jordán. Importa recordar que, entre el bautismo y el episodio de la sinagoga de Nazaret, los evangelistas refieren las tentaciones de Jesús en el desierto. No se trata de un inciso secundario: el que ha sido señalado por la voz del Padre como Hijo amado y predilecto, es el que combate en el desierto contra el demonio tentador. Tras el desierto, Jesús regresa a Nazaret y en la sinagoga realiza la lectura del profeta, como en otras ocasiones. Pero ahora hace algo nuevo: a la palabra proclamada, añade su explicación definitiva: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír. Las palabras del profeta Isaías sirven a Jesús para desvelar el significado de lo que había ocurrido en el Jordán: allí el Padre le ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha enviado para llevar a cabo su misión. La promesa se cumple en un momento preciso de la historia: el “hoy” de Jesús es el tiempo de la salvación.

¿Por qué la Liturgia asocia ambos fragmentos? Si el pasaje de Nazaret ayuda a profundizar en el significado del bautismo de Jesús, celebrado el domingo precedente, el comienzo del evangelio de san Lucas nos recuerda algo fundamental para el creyente: la fe en Cristo Salvador tiene su fundamento en el testimonio de hechos que han acontecido en la historia. Los evangelios son testimonios de fe y tienen como objetivo ayudarnos a creer, pero no por ello refieren hechos y acontecimientos fuera de la historia. Ante los relatos evangélicos, quien relativiza la historia, pone en peligro la fe; y quien aparta la fe, deforma la historia. Desde la época apostólica la Iglesia ha transmitido la fe custodiando también la historia de Jesús. El mismo Espíritu que ungió a Jesús en el Jordán inauguró el tiempo de la Iglesia cuando fue derramado sobre los primeros cristianos. En virtud de este Espíritu, participando de la vida de la Iglesia, podemos entrar hoy en los hechos que nos han salvado. El “hoy” de Jesús llega así hasta nosotros: su palabra espera hoy nuestra respuesta. La fe es puerta que nos permite cruzar el umbral de la historia y, en el tiempo de la Iglesia, vivir el hoy de Jesús.

 Al celebrar por sexto año el Domingo de la Palabra de Dios, el Papa nos ha propuesto como lema las palabras del salmista: He esperado en tu Palabra (Sal 118, 74). La misma palabra que Jesús declaró cumplida en Él, sostiene nuestra esperanza. Quien guarda la palabra de Cristo, deja a Cristo habitar en él y ve fortalecida su esperanza.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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Las Hermanas de la Cruz celebran un año jubilar con motivo del 150 aniversario de su fundación

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Las hermanas de la Compañía de la Cruz, congregación nacida en Sevilla y que cuenta con otras fundaciones en España, Roma y Argentina, celebrará un año jubilar con motivo del 150 aniversario de su fundación, desde el 30 de enero de 2025 hasta el mismo día de 2026, fecha del nacimiento de la fundadora santa Ángela de la Cruz.

Así lo notificaba la Penitenciaria Apostólica el pasado 9 de enero. La inauguración del año jubilar tendrá lugar con la celebración de la Eucaristía en la Casa Madre, presidida por monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, mañana sábado, 25 de enero, a las doce y media del mediodía.

Misas jubilares en la Casa Madre

Para celebrar este año, las religiosas han programado la celebración de misas jubilares en torno a fechas destacadas de la vida de los fundadores o de la Compañía.

30 de enero: Nacimiento de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Jaime Conde, párroco de Ntra. Sra. de la Oliva de Sevilla.

2 de marzo: Muerte de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Miguel Ángel Núñez, párroco de San Nicolás de Bari y Santa María la Blanca.

23 de abril: Memoria del beato padre José Torres Padilla. Misa presidida por monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla.

4 de mayo: Canonización de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Francisco Moreno, párroco de la Anunciación.

2 de agosto: 150 aniversario de la fundación del Instituto. Misa presidida por Antonio Alcayde, canónigo emérito de la Catedral de Sevilla.

18 de septiembre: Solemnidad de Santa Mª de la Purísima. Misa presidida por monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla.

Todas las celebraciones eucarísticas citadas tendrán lugar a las siete de la tarde en la casa madre, salvo la del 2 de agosto que será a las diez y media de la mañana.

Además, se ha previsto la celebración de un triduo a Santa Ángela de la Cruz del 3 al 5 de noviembre, también a las siete de la tarde, presidido el primer día por el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Ramón Valdivia; el segundo por monseñor León; y finalmente por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses.

El año jubilar llegará a su fin el 30 de enero de 2026, con una Eucaristía de clausura presidida también por el arzobispo de Sevilla a las siete de la tarde.

Indulgencia plenaria

Como describe el decreto de la Penitenciaría Apostólica, las hermanas de la cruz y todos los fieles podrán lucrar indulgencia plenaria para sí mismos y, a modo de sufragio por las almas de los fieles que aún se encuentran en el Purgatorio, en las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice), si visitan como peregrinos la capilla de la Casa Madre o cualquier templo perteneciente a la referida Compañía, y «participan devotamente en ceremonias jubilares que se celebren allí o, al menos, dediquen un tiempo conveniente a la meditación piadosa ante la imagen de la fundadora, que se haya preparado allí, concluyendo con el rezo del Padrenuestro, el Credo y las invocaciones a la Virgen María y santa Ángela de la Cruz».

Por su parte, los ancianos, enfermos y los que por un motivo grave no puedan salir de casa, también podrán ganar la indulgencia plenaria, «manteniendo aversión al pecado y con la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales, si espiritualmente se unen a las celebraciones jubilares y ofrecen a Dios sus oraciones, los dolores y las incomodidades de su propia vida».

 

 

Los catequistas de la Archidiócesis iniciarán mañana sábado las celebraciones jubilares en el Salvador

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Los catequistas de la Archidiócesis iniciarán mañana sábado las celebraciones jubilares en el Salvador

Mañana sábado arranca el calendario de celebraciones jubilares en la Archidiócesis de Sevilla. Será en la iglesia colegial del Divino Salvador, a partir de las once de la mañana, y corresponderá a los catequistas iniciar este itinerario jubilar. El delegado diocesano de catequesis, Óscar Díaz, ha aprovechado esta cita para felicitar a los catequistas “por estar siempre en la primera línea evangelizadora de la Iglesia”.

En las vísperas de la celebración jubilar, Díaz ha destacado el servicio que desempeñan los catequistas, “por el ministerio que realizan, ayudan a crecer en la fe, ayudan al diálogo de quienes reciben la Palabra con el Señor, e introducen poco a poco a aquellos que se acercan a la Iglesia a formar parte de la comunidad cristiana”.

La cita de mañana contempla una oración, siguiendo el método de la lectio divina, y la reflexión a cargo de fray Alfonso García, sobre ‘El fundamento del Jubileo en la Sagrada Escritura’. Posteriormente, y si la climatología lo permite, todos los participantes en esta celebración jubilar se dirigirán a la Catedral donde el obispo auxiliar, monseñor Ramón Valdivia, presidirá la Eucaristía.

“No os canséis de anunciar a Cristo”

Ha destacado que los encontramos en todos los niveles de la catequesis -de infancia, adolescentes, jóvenes, adultos-, en los cursos de preparación al matrimonio, crecimiento en la fe en los diferentes movimientos, hermandades, nuevos métodos de evangelización… “Es decir, están allá donde se les necesita, y siempre con razones para la esperanza para aquellos que se lo piden”.

“No os canséis nunca de anunciar la Buena Noticia del Señor, no os canséis de anunciar a Cristo, no os canséis de ser fermento de las buenas obras en medio de la sociedad. Una vez más, gracias, gracias y gracias por vuestra labor”, ha subrayado.

 

 

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Espero en tu palabra (26-01-2025)

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Espero en tu palabra (26-01-2025)

Hoy celebramos el VI Domingo de la Palabra de Dios, una iniciativa del Papa Francisco con la que quiere que comprendamos la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida diaria personal, en la vida de nuestras comunidades, en la vida de la Iglesia y en el mundo. No es una Palabra encerrada en un libro, sino que permanece siempre viva y eficaz, como luz que ilumina nuestros pasos y fuerza que renueva nuestros corazones. El lema que ha elegido para la celebración de este año 2025, Año Jubilar, es un versículo del Salmo 119: “Espero en tu Palabra” (Sal 119,74), un salmo que expresa el consuelo y la fuerza salvadora de la Palabra de Dios, gozo del corazón y puerta de entrada a la bienaventuranza.

Desde los primeros tiempos, los Padres de la Iglesia pusieron gran énfasis en la importancia de las Escrituras como fuente de sabiduría, guía moral y alimento espiritual, como elemento fundamental para quienes desean vivir conforme a los mandamientos de la ley de Dios, para aquellos que buscan cumplir su voluntad. Lo más esencial de la Palabra de Dios es su condición de verdad revelada. Jesucristo mismo afirmó: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17,17). San Agustín, en sus “Confesiones”, escribió: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva… Tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y allí te buscaba”. Esta búsqueda de la verdad en la Palabra de Dios es esencial para la vida cristiana, ya que orienta al creyente hacia el conocimiento de Dios y de sí mismo.

La Palabra de Dios contiene la fuerza que transforma la vida del fiel: “La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón” (Heb 4,12). Esta transformación se manifiesta en la renovación de la mente y el corazón, y requiere nuestra colaboración activa, tal como recuerda san Gregorio Magno, en su obra Regla Pastoral, destacando que la Escritura no solo debe ser escuchada, sino vivida: “Que nuestras obras hablen tanto como nuestras palabras; pues el que predica con palabras pero contradice con su vida, destruye con sus acciones lo que edifica con su lengua”. Esta coherencia entre la palabra y la vida es fundamental para el progreso espiritual y para la acción evangelizadora.

Espero en tu palabra, espero en ti, Señor. Es importante la esperanza en la vida del cristiano. La espera en el Señor no es una actitud pasiva, sino una actividad interior que implica confianza, entrega, y una orientación hacia lo eterno. La esperanza está anclada en la Palabra de Dios; no se trata de una promesa vacía, sino de la seguridad de que lo que Dios ha dicho se cumplirá. Esperar en la palabra del Señor significa creer en la fidelidad de Dios, y vivir con la certeza de que Él no falla. El hecho de que Dios es fiel a sus promesas es una idea constante que atraviesa tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento, y que produce en nosotros alegría y confianza; porque la esperanza no es una idea abstracta o un optimismo ingenuo, sino una persona, viva y presente en la existencia de cada uno: Cristo crucificado y resucitado, el único que no nos abandona nunca, Él es nuestra esperanza (cf. 1Tim1,1)

Me gustaría acabar estas líneas con aquella cita tan profunda del profeta Isaías: “Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo” (55, 10-1). Abramos con determinación y esperanza el entendimiento y el corazón a la Palabra de Dios, para que transforme nuestra vida entera, para que renueve la faz de la tierra.

+José Ángel Saiz Meneses

Arzobispo de Sevilla

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Evangelio del III Domingo de Tiempo Ordinario en Lengua de Signos Española (ciclo C)

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Evangelio del III Domingo de Tiempo Ordinario en Lengua de Signos Española (ciclo C)

Evangelio del Domingo III del Tiempo Ordinario (ciclo C), en Lengua de Signos Española. [Lc 1, 1-4; 4, 14-21]

Signado por el director del Departamento de Pastoral del Sordo de la Archidiócesis de Sevilla, el sacerdote Gumersindo Melo.

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El amor de Dios, visible en el cuidado

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La residencia de gestión parroquial El Amparo cumple 40 años al servicio de las personas mayores.

«De esta residencia me gusta todo porque hay mucho amor, mucho cariño y mucha atención»; «es como una pequeña familia»; «me encuentro como si fuera mi casa»; «las enfermeras, fisios, auxiliares y todos me están ayudando a salir adelante»; «me tratan muy bien y con cariño»; «mejor que aquí no voy a estar en ninguna parte». Esto dicen algunos de los ancianos de la Residencia El Amparo, ubicada en la pedanía murciana de Santo Ángel. Una residencia de atención integral a personas mayores que esta misma semana ha celebrado su 40 aniversario, con una particularidad: la de que, durante todos estos años, ha estado sostenida y gestionada por una parroquia, la de San Francisco Javier-San Antón de Murcia.

En esta residencia se hace visible el amor de Dios a través del servicio a los mayores, además de en la comunión entre quienes conforman el centro: «Siempre insisto en que debemos ser una familia todos los que componemos la Residencia El Amparo: los mayores, que son los residentes; y los jóvenes, que son la plantilla que los atiende; que reine la alegría y que los mayores acogidos se encuentren a gusto», señala Jorge Rodríguez, párroco y director gerente de la residencia.

La Junta de Gobierno del centro está formada por voluntarios de la Cáritas parroquial, que realizan este servicio de forma gratuita. Un hogar para ancianos que se nutre de la parroquia y que, a su vez, enriquece la vida parroquial. «Pretendemos siempre que la residencia esté presente en la comunidad parroquial y que la comunidad lo esté en la residencia, en este caso por medio de voluntariado, para tomar conciencia de que estamos haciendo una misión con los mayores», destaca Jorge Rodríguez.

El Amparo fue fundada el 20 de enero de 1985 desde esta parroquia por el sacerdote José Martínez Aparicio, conocido popularmente como el Padre Joseíco, y por Clotilde Martínez Boix. El proyecto comenzó con 8 residentes y 3 trabajadores, y ha ido creciendo hasta albergar a más de 50 residentes, atendidos por más de 30 profesionales en un centro que forma parte de la carta de servicios de atención a las personas mayores de la Región de Murcia.

José Alfonso Nicolás, director técnico de la residencia y también enfermero y fisioterapeuta de formación, explica que El Amparo es un centro social sin ánimo de lucro, basado en pilares como el respeto, la dignidad, la responsabilidad social y la empatía, procurando un trato «muy familiar» para los residentes. «Estamos intentando avanzar en modelos de residencia de atención centrada en la persona; nuestros mayores son lo más importante, han trabajado durante muchos años y ahora debemos concederles unos cuidados dignos y todo lo que se merecen». Y es que, en la residencia, «el cuidado a los mayores no es solo un deber, sino un verdadero privilegio; es un acto de amor que enriquece tanto a quienes lo reciben como a quienes lo brindan».

En el día a día de El Amparo también se favorece la implicación de los voluntarios y de los familiares de los residentes, para que puedan ser parte activa del centro y proporcionar feedback para seguir mejorando. De hecho, en los últimos años se ha trabajado para renovar la infraestructura del centro y ampliar la plantilla. El resultado ha sido un edificio modernizado, adaptado a las necesidades requeridas por la Administración, y un equipo de profesionales que tienen muy presente qué trato se busca en la residencia.

Uno de ellos es Manuel Espallardo, enfermero, que indica que el ambiente debe ser, ante todo, familiar: «Queremos que los residentes sientan que pueden contar con nosotros para cualquier cosa que necesiten, que se sientan como en casa». Además, recalca que el trato con los mayores es muy enriquecedor tanto en lo profesional como en lo personal, algo en lo que coincide Rocío Mercader, gerocultora del centro: «Con ellos aprendes día a día, personalmente veo que dan más cariño del que le puedes dar tú a ellos y que te enseñan a vivir cada día el momento presente».

Una parte importante de la atención a los residentes son las actividades que se organizan desde el área de terapia y también las que buscan satisfacer sus necesidades sociales: talleres, charlas, excursiones, jornadas de convivencia… María Páez, terapeuta ocupacional en la residencia, señala que estas iniciativas tienen una acogida muy buena entre los residentes. «Realizamos actividades de carácter lúdico y también religiosas; buscamos que se adapten a sus gustos y preferencias y, por supuesto, a su capacidad cognitiva, para que se sientan motivados a participar».

Además, un sacerdote acude desde la parroquia para celebrar la Eucaristía tres veces por semana y proporcionar a los mayores el acompañamiento espiritual que necesitan.

Celebración del aniversario

Para celebrar los 40 años de la fundación de este hogar para personas mayores, el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Planes, visitó la residencia el lunes y presidió la Eucaristía. En ella participaron los residentes, los trabajadores, los miembros de la Junta de Gobierno y también autoridades, en concreto la directora general de Personas Mayores de la Región de Murcia, Naira Isabel Sánchez, y la diputada regional, Maruja Pelegrín.

Una celebración en la que se festejó el respeto y el cuidado a quienes, en palabras del Papa Francisco, «son una riqueza y no se pueden ignorar, porque esta civilización seguirá adelante solo si sabe respetar su sensatez y sabiduría».

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Las hermanas de la cruz celebran un año jubilar con motivo del 150 aniversario de su fundación

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Las hermanas de la cruz celebran un año jubilar con motivo del 150 aniversario de su fundación

Las hermanas de la Compañía de la Cruz, congregación nacida en Sevilla y que cuenta con otras fundaciones en España, Roma y Argentina, celebrará un año jubilar con motivo del 150 aniversario de su fundación, desde el 30 de enero de 2025 hasta el mismo día de 2026, fecha del nacimiento de la fundadora santa Ángela de la Cruz.

Así lo notificaba la Penitenciaria Apostólica el pasado 9 de enero. La inauguración del año jubilar tendrá lugar con la celebración de la Eucaristía en la Casa Madre, presidida por monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla, mañana sábado, 25 de enero, a las doce y media del mediodía.

Misas jubilares en la Casa Madre

Para celebrar este año, las religiosas han programado la celebración de misas jubilares en torno a fechas destacadas de la vida de los fundadores o de la Compañía.

30 de enero: Nacimiento de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Jaime Conde, párroco de Ntra. Sra. de la Oliva de Sevilla.

2 de marzo: Muerte de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Miguel Ángel Núñez, párroco de San Nicolás de Bari y Santa María la Blanca.

23 de abril: Memoria del beato padre José Torres Padilla. Misa presidida por monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla.

4 de mayo: Canonización de santa Ángela de la Cruz. Misa presidida por Francisco Moreno, párroco de la Anunciación.

2 de agosto: 150 aniversario de la fundación del Instituto. Misa presidida por Antonio Alcayde, canónigo emérito de la Catedral de Sevilla.

18 de septiembre: Solemnidad de Santa Mª de la Purísima. Misa presidida por monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla.

Todas las celebraciones eucarísticas citadas tendrán lugar a las siete de la tarde en la casa madre, salvo la del 2 de agosto que será a las diez y media de la mañana.

Además, se ha previsto la celebración de un triduo a Santa Ángela de la Cruz del 3 al 5 de noviembre, también a las siete de la tarde, presidido el primer día por el obispo auxiliar de Sevilla, monseñor Ramón Valdivia; el segundo por monseñor León; y finalmente por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses.

El año jubilar llegará a su fin el 30 de enero de 2026, con una Eucaristía de clausura presidida también por el arzobispo de Sevilla a las siete de la tarde.

Indulgencia plenaria

Como describe el decreto de la Penitenciaría Apostólica, las hermanas de la cruz y todos los fieles podrán lucrar indulgencia plenaria para sí mismos y, a modo de sufragio por las almas de los fieles que aún se encuentran en el Purgatorio, en las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice), si visitan como peregrinos la capilla de la Casa Madre o cualquier templo perteneciente a la referida Compañía, y «participan devotamente en ceremonias jubilares que se celebren allí o, al menos, dediquen un tiempo conveniente a la meditación piadosa ante la imagen de la fundadora, que se haya preparado allí, concluyendo con el rezo del Padrenuestro, el Credo y las invocaciones a la Virgen María y santa Ángela de la Cruz».

Por su parte, los ancianos, enfermos y los que por un motivo grave no puedan salir de casa, también podrán ganar la indulgencia plenaria, «manteniendo aversión al pecado y con la intención de cumplir cuanto antes las tres condiciones habituales, si espiritualmente se unen a las celebraciones jubilares y ofrecen a Dios sus oraciones, los dolores y las incomodidades de su propia vida».

 

 

 

 

 

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