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Poner nuestra esperanza en Dios

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Homilía de Mons. José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, en la Eucaristía del III Domingo de Adviento, celebrada el 14 de diciembre de 2025, en la S.A.I Catedral.

Queridos sacerdotes concelebrantes;
querido diácono;
queridos seminaristas;
queridos hermanos y hermanas en el Señor:

Como os decía al comienzo, y se nos introducía a través del canto del introito, tomando las palabras del apóstol San Pablo en su Carta a los Filipenses, hoy es el Domingo Gaudete. Esa es la palabra latina: “Alegraos, estad alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres”.

Y San Pablo da el motivo. El motivo es que el Señor está cerca. Es una invitación a la esperanza y a la espera con alegría y, es más, en la oración colecta le hemos pedido al Señor que, ya que nos conceda al pueblo cristiano, que prepara con fe las fiestas del nacimiento de Su Hijo, poder celebrar estas fiestas con alegría desbordante; y nos ha dado la razón: porque son fiestas de gozo- La Navidad es una fiesta de gozo, de alegría. Es verdad que echamos de menos a los que nos han dejado o no están con nosotros. Es verdad que a veces puede entrar un poquito de depresión, de recuerdo, pero, en absoluto, son unas fiestas tristes. Al contrario, nos muestra que el hombre tiene solución; que la humanidad a pesar de que a veces veamos que este mundo no hay quien pueda con él, que las guerras, que las divisiones, o basta poner los Informativos desde la corrupción al otro, a la violencia, a los atropellos contra la mujer, a tantas y tantas cosas que vemos, escenarios, y la paz no aparece por ningún lado, no sólo de las guerras que sabemos y que son importantes porque las traen los telediarios, sino también de tantas guerras escondidas que hacía decir al Papa Francisco que “el mundo está en la tercera guerra mundial, dividida en guerras pequeñas”. Nuestro mundo está así, ciertamente. Pero esto no puede llevarnos a la depresión o a la tristeza.

El Señor está cerca. Y es ahí donde tenemos que poner nuestra esperanza: en Dios. Ese es el motivo de la alegría. La alegría es encontrarnos con el Señor. La alegría que es tener a Cristo como el Salvador que viene. Esos tiempos mesiánicos que ha anunciado el profeta en el libro de Isaías, que hemos escuchado, que nos viene acompañando en el Adviento, poniéndonos unos tiempos idílicos, unos tiempos, pues, de la presencia de Dios, del rescate del pueblo de Israel por parte de Dios; unos tiempos de abundancia, unos tiempos de ausencia de las lágrimas, al contrario, el gozo permanente en que parece que se va a cumplir las utopías más grandes y más anheladas de la humanidad. El profeta las pone, ciertamente, en escala menor en el retorno de los desterrados de Israel a la tierra prometida, pero, sobre todo, en los tiempos mesiánicos.

De ahí que Juan el Bautista, que es otra de las figuras del tiempo de Adviento, y que Jesús le echa unos piropos hoy, como ha sido proclamado en el Evangelio de San Mateo, diciéndonos que “es el mayor de los nacidos de mujer, pero el menor en el Reino de Dios”, “el menor en el Reino de los cielos es mayor que él”. Juan el Bautista que hace esa bisagra entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, que es la voz que nos indica la palabra, como dice san Agustín; Juan el Bautista se siente como contrariado cuando Cristo va a bautizarse. Se siente contrariado, porque dice si soy yo quien tiene que ser bautizado por Ti. Y Jesús le dice que cumpla lo que está escrito. Y Juan el Bautista obedece.

Pero a Juan el Bautista no se le pasa la preocupación. Porque cómo el Mesías Glorioso, el Mesías que en los textos bíblicos viene con gran poder y gloria se presenta como un humilde siervo que se pone en la cola de los pecadores. Cómo el Mesías se muestra así de manera tan humilde. Y Juan el Bautista le manda a sus discípulos a preguntarle. “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Y Jesús -nos dice el Evangelista-, antes de hablar y de darle una respuesta, se pone a cumplir lo que había ya previsto el profeta. Y hace decir a Juan que los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan y bienaventurado, los pobres son evangelizados, bienaventurado el que no se escandaliza de mí. Luego le viene a decir Juan, “a pesar de mi condición de siervo, a pesar de ponerme en la cola, yo que no tengo pecado, vengo a redimiros del pecado y vengo a ser el servidor y vengo a ser aquel que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por todos”.

Pero, queridos amigos, nosotros también tenemos que hacernos la pregunta y hacérsela a Jesús. ¿Es realmente para ti, Cristo, el que esperas? ¿Cuáles son tus esperanzas? Alguien decía que somos de grandes según sean nuestras esperanzas. Si nuestras esperanzas son simplemente terrenas, ¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Porque nosotros también necesitamos salir de nuestras cegueras, de no ver más allá de nuestras cortas miras, de nuestros egoísmos, de nuestras sorderas, de sólo escuchar el monólogo de nuestras apetencias, de nuestros pleitos, de nuestros asuntos, de nuestros egoísmos. ¿O nosotros somos esos muertos que estamos en el pecado y que necesitamos urgentemente el perdón de Dios? ¿O necesitamos levantarnos de la postración con esa parálisis que nos detiene en el camino cristiano y que estamos igual que hace años?

Queridos amigos, ¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? ¿En qué esperas tú? ¿Cuáles son tus esperanzas? ¿Simplemente el optimismo? ¿Simplemente que se arregle esta situación o la otra, el atolladero económico o personal? ¿Simplemente que se arregle esta situación que te contraría o te dificulta tus previsiones? ¿Cómo son tus esperanzas?

Claro que hay que tener esperanzas también pequeñas. Claro que hay que tener esperanzas humanas, que nos ilusionan, que hacen que la vida merezca la pena. La esperanza de los hijos, la esperanza de tu esposo, de tu esposa, la esperanza de salir de una enfermedad, la esperanza de mejores condiciones de vida, la esperanza de que nuestro mundo mejore…

Pero, ¿y la esperanza en la vida eterna? ¿Y la esperanza en la resurrección? ¿Y la esperanza que trasciende la muerte? Esa esperanza que era la que tenían los primeros cristianos, por eso la Carta de Santiago, que ha sido proclamada, les invita a la paciencia. Porque los primeros cristianos, ya nos lo dice San Pablo en la primera de Tesalonicenses, que es el primer escrito del Nuevo Testamento, les escribe, porque estaban ansiosos esperando la venida del Señor, porque creían que el Señor iba a venir rápidamente, después que había extendido los cielos, y algunos no daban ni golpe. Luego, nos hemos pasado lo contrario. Hemos cortado las alas de la esperanza. Nos hemos quedado en una esperanza domesticada, en una esperanza del estado del bienestar, y curiosamente, a nuestro bienestar, a nuestra salud, la llamamos esperanza de vida.

Vamos a darle vida en sentido pleno y a poner esa Esperanza con mayúscula. Y esto nos producirá una alegría que es compatible con las dificultades. Una alegría que es saber que el Señor está cerca, que está en nosotros. Esa alegría de encontrarnos con el Señor como los Apóstoles, que nos dice el Evangelio que les dijo a los discípulos “muchos justos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron”. ¿Y por qué son dichosos los Apóstoles? Porque sean ricos, no. Porque sean sabios, no. Son unos pobres pescadores. Porque sean influyentes, no. Porque ven a Cristo. Porque tienen a Cristo. Lo mismo nos cuenta el Evangelio que los Magos cuando van a ver a Herodes pierden el contacto con la estrella y al salir descubren de nuevo la Estrella que les lleva hasta el niño. Y se alegraron, nos dice el Evangelio. La alegría con la que anuncia el Ángel a María: “Alégrate, María, llena de gracia”. La alegría que anuncian a los pastores los ángeles.

Vamos a prepararnos con alegría, como le hemos pedido al Señor, a las fiestas que se acercan, para que sean fiestas de gozo, de júbilo desbordante, dice la liturgia hoy. María es la causa de nuestra alegría, así la invocamos en las Letanías. ¿Y por qué es la causa? Porque nos ha dado la mayor alegría del mundo: nos ha dado Jesucristo.

Vamos, queridos amigos, a pedir esa Esperanza con mayúscula. Vamos a tener paciencia también con los demás, como nos invita Santiago el Apóstol. Y vamos, sobre todo, a tener la esperanza en el Señor, que no defrauda. Mi alma espera en el Señor. Pues, así, y veréis como sí es una Navidad distinta, no es simplemente la Navidad del tener, que deja resaca después (y unos kilos de alma), sino la Navidad que deja el corazón.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispado de Granada

14 de diciembre de 2025
S.A.I Catedral de Granada

Homilía con ocasión del milenario de la fundación del Monasterio de Montserrat (13-12-2025)

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Homilía de Monseñor José Ángel Saiz con ocasión del Milenario de la fundación del Monasterio de Montserrat y los 425 años de la Hermandad de Montserrat de Sevilla. Montserrat, 13 de diciembre de 2025

Benvolguts P. Abat i comunitat benedictina de Santa Maria de Montserrat; preveres concelebrants, distingides autoritats presents; estimats pelegrins vinguts d’arreu de Catalunya, de Sevilla i de diferents indrets; germans i germanes en el Senyor.

Hoy la Providencia nos concede vivir un acontecimiento de profunda hondura espiritual y eclesial: nos unimos a las celebraciones del Milenario de la fundación del monasterio de Montserrat por el abad Oliba, abad de Ripoll i de Cuixà i obispo Vic, que concluyeron el pasado día ocho, y, al mismo tiempo, iniciamos las celebraciones del 425 aniversario de la fundación de la Hermandad de Nuestra Señora de Montserrat de Sevilla. Damos gracias a Dios por tantos siglos de fe, de oración y de presencia materna de Santa María en esta montaña santa, y por tantos siglos de devoción mariana en Sevilla, plasmada en la historia y en la vida de esta Hermandad que hoy peregrina hasta la Moreneta para postrarse a sus pies.

La Virgen de Montserrat ha unido, de manera providencial, a Cataluña y a Sevilla, a monjes y a cofrades, a peregrinos catalanes y andaluces. Hoy, ante la Señora, la Iglesia se manifiesta en su catolicidad, en su unidad y en la riqueza de su diversidad. Y lo hace en la liturgia, que es siempre el lugar donde el pueblo de Dios aprende a vivir, a orar y a caminar siguiendo a Jesucristo.

La primera lectura nos ha introducido en el misterio de la Sabiduría eterna, que desde el principio acompañaba los planes de Dios. La tradición cristiana ha visto en este texto una referencia a la Sabiduría encarnada en Cristo y, en conexión con Él, a la Virgen María, que fue concebida como parte esencial de su designio de salvación. «El Señor me poseía al principio de sus caminos, antes de sus obras más antiguas» (Pr 8,22). Esa Sabiduría que estaba junto a Dios «como arquitecto» (Pr 8,30) tiene su reflejo más puro en María, en la que Dios encuentra la cooperación perfecta para la Encarnación.

San Ireneo afirmó que “la gloria de Dios es el ser humano plenamente vivo, y la vida del hombre consiste en ver a Dios” (Adversus Haereses, IV,20,7). María es plenamente viva porque se dejó modelar por la Sabiduría divina, y en ella la humanidad ha visto y ha palpado la cercanía y la ternura de Dios. Por eso, en Montserrat el pueblo cristiano busca esa Sabiduría divina que brota del Evangelio y se hace concreta en la figura de María. Durante mil años, los monjes benedictinos han custodiado aquí un lugar donde la Palabra se escucha, se medita y se celebra; un lugar donde la Madre conduce siempre hacia su Hijo. Quiera Dios que esta peregrinación renueve en todos nosotros la apertura del corazón a la Sabiduría que salva.

El salmo responsorial es un canto de alegría: «Todos mis manantiales están en ti» (Sal 86,7). Este versículo nos recuerda que toda gracia viene de Cristo, pero por voluntad del mismo Dios brota para nosotros a través de la mediación materna de María. ¡Qué bello contemplar cómo, desde hace siglos, este Monasterio ha sido un auténtico “manantial espiritual” para Cataluña, para España y para tantos pueblos! Por sus muros han pasado generaciones de creyentes en busca de luz, consuelo, discernimiento y paz. La oración coral de la comunidad benedictina ha sostenido la fe del pueblo; la música ha elevado el espíritu; la caridad fraterna ha recordado al mundo que la vida según el Evangelio es posible. Aquí el alma es atraída hacia Dios por la belleza de la liturgia, la furza de la oración y la presencia maternal de la Virgen.

San Pablo nos ha situado en el centro del misterio cristiano: hemos sido creados para ser hijos de Dios y llamados a vivir “para alabanza de su gloria” (Ef 1,6). La devoción mariana no es un añadido sentimental a la fe, sino una dimensión profundamente teológica: María es la imagen perfecta del hijo que vive para la gloria de Dios. Ella nos enseña a acoger la elección divina con humildad y alegría. Nos muestra que la verdadera grandeza está en la disponibilidad y en el servicio, y que el corazón humano se realiza plenamente cuando se convierte en morada de Dios. Hoy damos gracias por la Hermandad de Nuestra Señora de Montserrat de Sevilla, que celebra 425 años de historia. Durante más de cuatro siglos ha sido una escuela de vida cristiana, de caridad y de fraternidad; un lugar donde hombres y mujeres han aprendido a vivir como hijos de Dios, en comunión con toda la Iglesia.

El Evangelio nos presenta el relato de la Visitación, un pasaje que es clave para la espiritualidad mariana y para la vida de la Iglesia. «María se levantó y se puso en camino aprisa» (Lc 1,39). María entra en la historia como mujer que camina hacia los demás, como portadora de la alegría y de la presencia de Cristo. Hay una profunda sintonía entre este Evangelio y la peregrinación que estamos realizando desde Sevilla. Peregrinar es levantarse, ponerse en camino, buscar al Señor, andar juntos, aprender a vivir en fraternidad, entrar en la casa del otro con humildad y gratitud. Es revivir la actitud de María, que va a servir, a alegrar, a acompañar. Hoy, ante la Moreneta, escuchamos también la exhortación que María pronuncia en Caná: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Ese es el núcleo de la devoción mariana, el camino seguro para toda Hermandad, para todo monje, para todo cristiano.

Celebrar el Milenario del Monasterio significa reconocer la fidelidad de Dios a su pueblo y la fidelidad del pueblo a Dios. Estos mil años han visto guerras, epidemias, crisis políticas, dificultades sociales y eclesiales. Pero el Monasterio ha permanecido como un faro de fe que ilumina desde la montaña; como una atalaya espiritual desde donde la Iglesia recuerda que Dios es el centro, que la oración sostiene el mundo y que la belleza eleva el alma. En el año del Milenario, la presencia de una Hermandad sevillana aquí no es algo meramente anecdótico. Es un signo precioso: en Montserrat se custodia la memoria viva de María; en Sevilla, esta Hermandad lleva más de cuatro siglos anunciando su amor. Los siglos se abrazan hoy en esta Eucaristía, y con ellos se abrazan Cataluña y Andalucía, monjes y cofrades, tradición y renovación.

La Hermandad de Montserrat es parte esencial de la historia espiritual de la Archidiócesis de Sevilla. A lo largo de sus 425 años ha sido testigo de fe, de cultura y de caridad. Ha sabido unir la elegancia de su estética con la profundidad de su mensaje. Ha mantenido su devoción a la Virgen de Montserrat como un tesoro, y hoy la trae a su origen, a la montaña santa, en un gesto de amor filial. La piedad popular es una forma legítima de vivir la fe y un modo de evangelizar que debemos cuidar. La Hermandad de Montserrat encarna de manera ejemplar esta afirmación: evangeliza a través de la belleza, de la tradición, de la caridad y del testimonio visible en la ciudad.

Queridos hermanos: Hoy damos gracias a Dios por mil años de vida monástica en Montserrat y por más de cuatro siglos de esta hermandad en Sevilla. Gracias a los monjes por su hospitalidad, su oración y su fiel servicio al Evangelio; gracias a los peregrinos sevillanos, que con amor filial han subido hasta esta santa montaña; gracias a los cofrades catalanes que hoy nos acompañan; gracias a todos los presentes. A los hermanos de la Hermandad de Montserrat, os exhorto: Conservad siempre la fe, vivid la caridad fraterna, sed hombres y mujeres de oración, cuidad la belleza que evangeliza, y mantened la mirada fija en María, que os guía hacia Cristo. Y pidamos a la Virgen, Mare de Déu de Montserrat, que nos mantenga unidos en la fe, que fortalezca la comunión entre nuestras Iglesias particulares, y que nos haga testigos alegres del Evangelio en el mundo.

Oración final

Santa María de Montserrat,

Mare de Déu i Senyora nostra,

que durant mil anys heu vetllat aquesta Muntanya Santa,

mireu avui els vostres fills de Sevilla i de Catalunya.

Feu-nos humils, disponibles, servicials.

Porteu-nos sempre a Jesús,

i que la nostra vida sigui un Magníficat.

Amén.

Santa María de Montserrat,

Madre de Dios y Señora nuestra,

que durante mil años has velado esta Montaña Santa,

mira hoy a tus hijos de Sevilla y Cataluña.

Haznos humildes, disponibles, serviciales.

Llévanos siempre a Jesús,

y que nuestra vida sea un Magníficat continuo.

Amén.

Comunicado del Arzobispado de Granada

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En relación a la operación a la que ha sido sometido hoy nuestro arzobispo.

El arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, ha sido intervenido hoy con éxito por el Dr. Manuel Delgado y su equipo en el Hospital de Neuro-Traumatología, del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada, para la colocación de una prótesis en el hombro derecho, a fin de remediar las consecuencias de una caída sufrida hace casi cuatro años, que seguían produciendo molestias y dificultad de movimiento.

D. José María muestra su agradecimiento tanto al equipo médico y personal sanitario del mencionado centro, así como a cuantas personas le han encomendado en sus oraciones.

Granada, 15 de diciembre de 2025

Celebración penitencial de Adviento

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Como cada año, en este tiempo de Adviento, el Señor nos llama a prepararnos para su venida, dejándonos reconciliar por Él y renovando el corazón.

Desde la parroquia de San Francisco y San Eulogio, os invitamos a todos a participar en la celebración penitencial de Adviento, que tendrá lugar el lunes 22 de diciembre, a las 20:30 h, en el templo parroquial.

La Navidad es el anuncio de la misericordia de Dios, que se hace carne para salir al encuentro del hombre pecador y ofrecerle una vida nueva. Por eso, esta celebración será un momento de escucha de la Palabra, de conversión y de experiencia del perdón, para acoger con un corazón renovado al Señor que ha nacido para nuestra salvación.

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Montilla revive el legado de san Juan de Ávila

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A través de una visita teatralizada, los participantes se han adentrado en la vida del Maestro

Los días 13 y 14 de diciembre, se ha vivido en Montilla una ocasión única para adentrarse en la vida y el legado de san Juan de Ávila con la visita teatralizada “En casa del Maestro Ávila”, una experiencia en la que se ha fusionado historia, fe y teatro en la vivienda donde residió el Santo Maestro.

A través de un recorrido por la casa oratorio de San Juan de Ávila, los asistentes pudieron revivir el ambiente espiritual e intelectual del siglo XVI, en el mismo lugar que habitó el Maestro Ávila durante sus años en la localidad.

La iniciativa organizada por la Diócesis de Córdoba con la colaboración del Grupo de Teatro “Madre Encarnación” y el Colegio San Luis y San Ildefonso de Montilla, tenía como objetivo ofrecer al visitante una mirada viva y cercana al Doctor de la Iglesia Universal. Con un guion escrito por Antonio Salas Tejada y bajo la dirección de Antonio Luque-Romero Rodríguez, los actores recrearon escenas cotidianas, enseñanzas y episodios significativos de su biografía en un lugar emblemático, como fue su casa y el pueblo en el que todavía hoy perdura una huella profunda del Santo Maestro.



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28 de diciembre: Jubileo de la Familia y clausura del año dedicado a la esperanza

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El próximo 28 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia y en el marco de la clausura del Año Jubilar dedicado a la esperanza, nuestra diócesis celebrará el Jubileo de la Familia. La celebración de la jornada comenzará a las 17:00 horas en la parroquia de la Concepción de La Laguna. Desde allí se partirá en peregrinación hasta la Catedral donde se celebrará la Eucaristía presidida por el obispo Nivariense, Eloy Santiago.

En cualquier caso, quien lo desee podrá compartir este día familiar mucho antes, ya que la Casa Mesa estará abierta desde mediodía para acoger a los participantes y ofrecer un espacio donde compartir el almuerzo fraterno con lo que cada uno lleve.

Se trata de un día para disfrutar con otras familias y para dar gracias a Dios por los frutos espirituales de este Año Jubilar “Peregrinos de esperanza”, respondiendo a la convocatoria que hizo pública el papa Francisco el 9 de mayo de 2024 con la Bula Spes non confundit.

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Álex Rosal ofrece una conferencia sobre la batalla cultural y nuevo totalitarismo

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Álex Rosal ofrece una conferencia sobre la batalla cultural y nuevo totalitarismo

El próximo martes 16 de diciembre, a las 20:00 horas, el director de ‘Religión en Libertad’, ofrecerá una conferencia titulada «Como ganar la batalla cultural y derrotar al nuevo totalitarismo», en el Obispado de Asidonia-Jerez.

El evento, organizado por el centro de Jerez de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), forma parte del ciclo de conferencias anual sobre temas de relevancia social y política a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia.

El periodista Álex Rosal desgranará con cercanía y claridad los profundos cambios culturales que está viviendo la sociedad actual y los riesgos de que se instauren nuevos totalitarismos, tal y como advierte en el libro “Despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida”. 

Álex Rosal (Barcelona, 1965) es periodista y editor. Licenciado en Ciencias Políticas, estuvo dedicado a la defensa de los Derechos Humanos en países de Hispanoamérica. Durante casi una década ha trabajado como editor para la editorial Planeta, y ha fundado suplementos para diarios de tirada nacional como Alfa y Omega, en ABC, o Fe y Razón, para La Razón. 

En la actualidad, Rosal preside el Grupo Libres, firma de comunicación que engloba las editoriales LibrosLibres, BuenasLetras y Vozdepapel. También es director del portal Religión en Libertad y preside la Fundación Nueva Evangelización para el Siglo XXI.

Este encuentro representa una oportunidad para reflexionar sobre la necesidad de conocer las amenazas culturales contemporáneas y asumir la responsabilidad personal en la lucha frente a los totalitarismos.

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Mons. Jesús Fernández: “Sin la oración, el alma fallece”

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La localidad de Fuente Obejuna acogió el primer retito Effetá celebrado en un pueblo

La parroquia de Nuestra Señora del Castillo de Fuente Obejuna ha sido testigo los días 12, 13 y 14 de diciembre, del primer retiro Effetá que se celebra en un pueblo para caminantes, ya que estos retiros normalmente se celebran en ciudades.

Este retiro católico de jóvenes para jóvenes que tiene como finalidad vivir un encuentro personal con Dios, contó con la presencia del Obispo, monseñor Jesús Fernández, quien presidió la misa de clausura ante una parroquia abarrotada de fieles.

Mons. Jesús Fernández hizo alusión a la Palabra de Dios de ese día y recordó que el arma de Jesús en medio del mundo es “encender pequeñas luces que forman un gran camino de luz a lo largo de los milenios”. En este sentido, se dirigió a los jóvenes para manifestarles que durante estos días quien les ha hablado ha sido el Señor y que para que el reino de Dios avance, “hemos de trabajar también nosotros”.

“Queridos hermanos, queridos jóvenes, habéis tenido una experiencia muy importante estos días. Es muy hermoso que en zonas que a veces se nos van quedando un poco despobladas, ver que también hay juventud, que es presente y futuro, pero no podéis ir por libres, hay que trabajar, hay que unir las manos a las manos de todos”, subrayó el Obispo invitando a los presentes a hablar con los sacerdotes y a ayudarles en su tarea diaria.

Asimismo, el prelado instó a los jóvenes a fortalecer la oración, porque “sin la oración el alma fallece”, así como a animar a otros a poner su esperanza en el Señor. “Que la alegría del Evangelio os despierte y salgáis a los caminos para anunciarlo”, concluyó.









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El Obispo abre, en Úbeda, el Año Jubilar de San Juan de la Cruz

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En la conmemoración del fallecimiento, en Úbeda, de San Juan de la Cruz, este domingo, 14 de diciembre, el Obispo de Jaén abría el Año Jubilar dedicado al santo abulense. Son dos las efemérides que este año se celebran en torno al místico carmelita, el tercer centenario de su canonización y el primer centenario de su proclamación como Doctor de la Iglesia.

Hasta la ciudad de los Cerros se desplazó Monseñor Chico para esta apertura del Año Jubilar. La celebración comenzó a las 19:30 en el templo parroquial de la parroquia de Santa María de los Reales Alcázares y San Pablo. Allí comenzó el ritual, para, a continuación, ir en procesión hasta las puertas del Oratorio del convento Carmelita, donde el obispo abrió la Puerta Santa.

Tras un rato de oración a los pies del que fue el sepulcro del santo, se peregrinó hasta el templo colindante de San Miguel donde prosiguió la Eucaristía. Al principio de la celebración se leyó la bula por la que se declara templo jubilar a Úbeda.

En la Eucaristía, presidida por el Prelado jiennense, estuvo concelebrada por los carmelitas de Úbeda y los sacerdotes del pueblo y al comienzo de la celebración se leyó la bula por la que se declara templo jubilar a Úbeda, que se une a los de Ávila y Segovia. En concreto, en Ávila: la parroquia de San Cipriano en Fontiveros, la basílica de Santa Teresa en la capital y la iglesia conventual de las Carmelitas Descalzas en Duruelo, primera fundación del Carmelo masculino y en Segovia: la iglesia de los Carmelitas Descalzos donde se conserva su sepulcro.

La armonización musical estuvo a cargo del Grupo Polifónico San Juan de la Cruz y participaron en las lecturas y ofrendas miembros de la Venerable Archicofradía de la Virgen del Carmen, San Juan de la Cruz y el Milagroso Niño Jesús de Praga de Úbeda.

Además del pueblo fiel, estuvieron presentes la comunidad de Monjas Carmelitas de la ciudad, Mercedarias del Santísimo Sacramento y parte del Seminario diocesano, acompañados de sus formadores.

Homilía

El Obispo de Jaén comenzó su homilía expresando el gozo por el Año Santo que se abría, uniéndose espiritualmente a las otras diócesis que forman parte activa de este proceso: “Queridos hermanos y hermanas en Cristo, Padres Carmelitas Descalzos, hermanos sacerdotes, religiosos y religiosas, autoridades, fieles de Úbeda y de toda nuestra diócesis de Jaén, y que nos sentimos de manera especial unidos a la diócesis de Ávila en Fontiveros, el pueblo natal de nuestro santo, y a la diócesis de Segovia, donde reposa su cuerpo, lugares jubilares y de peregrinación en este Año Santo San Juanista: ¡Es una gran alegría la que nos reúne hoy aquí, en este lugar santo donde San Juan de la Cruz entregó su vida al Señor!”

En este sentido, el Prelado Don Sebastián recordó el significado de este jubileo, y las fechas que se conmemoran: “Este jubileo no es un mero recuerdo histórico, sino una llamada viva de Dios en el hoy de nuestra vida”. Y añadió, “Damos gracias al Señor por este don, que conmemora el tercer centenario de su canonización (1726-2026) y el primer centenario de su proclamación como Doctor de la Iglesia (1926-2026). Es un tiempo de gracia especial, un jubileo que nos invita a redescubrir la altura de su doctrina mística y la hondura de su vida entregada a Dios. Gracias también a todos vosotros por vuestra presencia, que hace palpable la comunión de la Iglesia en torno a este Doctor del amor divino”.

Monseñor Chico Martínez quiso recordar el lema sobre el que se desarrollará este año santo dedicado al carmelita “El lema de este Año Jubilar, tomado de las palabras del propio San Juan de la Cruz, resume su mensaje: «La esperanza tanto alcanza cuanto espera». Esta esperanza cristiana no es pasividad ni huida del mundo, sino un deseo ardiente y confiado, un corazón dilatado que se abre sin medida a los dones de Dios. No se mide por nuestras fuerzas humanas, sino por nuestra capacidad de recibir: Dios no se da a medias.

Para, después, hablar de la figura de este Doctor de la Iglesia y santo universal: “San Juan de la Cruz fue grande no tanto por sus sublimes escritos, cuanto porque permitió que Dios fuera todo en él. Este Año Jubilar nos convoca a lo mismo: a una vida donde Cristo reine sin rivales en nuestra vida. San Juan nos insta a no achicar el corazón, a no rebajar el Evangelio a lo cómodo, a no conformarnos con una mediocridad espiritual. Como él escribió en sus Dichos de Luz y Amor: «El alma que está enamorada se siente pobre, miserable y encadenada, porque sabe que no puede hacer otra cosa que amar». Quien espera mucho de Dios, lo alcanza todo”.

Para finalizar la homilía, Don Sebastián animó a los ubetenses y a todos los fieles de Jaén a participar en este año dedicado al carmelita que pasó de este mundo al Padre desde el convento de Úbeda. “Queridos hermanos, pidamos al Señor un corazón grande, una esperanza viva, una fe profunda. Que este Año Jubilar transforme nuestra Iglesia diocesana en una Iglesia más creyente, más esperanzada, más santa. Que el Señor esté cerca de verdad, y esa sea nuestra alegría gaudete”.

A lo largo del Año Jubilar dedicado a San Juan de la Cruz serán muchas las actividades que se pongan en marcha para conmemorar estas felices efemérides del místico de Fontiveros.

Galería fotográfica: «Apertura del Año Santo de San Juan de la Cruz» (Antonio Jiménez)

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Beatificación en Jaén de 124 mártires del siglo XX

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Acudieron a la celebración el obispo de Córdoba, Mons. Jesús Fernández, el obispo emérito, Mons. Demetrio Fernández y el Vicario General, Jesús Daniel Alonso

En la Catedral de la Asunción de Jaén se celebró el pasado sábado, 13 de diciembre, la beatificación de 124 mártires del siglo XX, que entregaron su vida por amor a Jesucristo y a desde ese día son referentes de testimonio, de entrega y de amor a la Iglesia universal. Entre los 124 mártires hay sacerdotes, laicos y una religiosa, que entregaron su vida por amor a Cristo in odium fidei (en odio a la fe). La celebración estuvo presidida por el Cardenal Prefecto para la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, representante del Santo Padre León XIV. Acudieron a la misma casi veinte obispos, entre los que se encontraban el obispo de Córdoba, monseñor Jesús Fernández, y el obispo emérito, monseñor Demetrio Fernández. Participaron también unos ciento cincuenta sacerdotes, tanto de la diócesis de Jaén como de las diócesis vecinas, entre ellos el director del Secretariado Diocesano para las Causas de los Santos, Miguel Varona, el Vicario General de la diócesis de Córdoba, Jesús Daniel Alonso, y el sacerdote diocesano Javier González. Así como unos dos mil fieles entre los que se encontraban familiares directos de los nuevos Beatos.

La homilía la pronunció monseñor Gianpaolo Rizzotti, Capo Ufficio del Dicasterio para las Causas de los Santos, quien subrayó el espíritu martirial de la diócesis de Jaén a lo largo del tiempo, lo que la convierte en “cuna de mártires y tierra abundante regada con la sangre de los mártires”. Asimismo, destacó que los mártires beatificados “son sin duda un modelo de cristianismo. El martirio es el testimonio más elevado de la fe cristiana, porque encarna el amor total a Cristo y a los hermanos, transformando el sufrimiento en redención y la sangre en semilla de evangelización”.

El obispo de Jaén, monseñor Sebastián Chico Martínez, fue el encargado de pronunciar la acción de gracias antes de terminar la celebración y en nombre de toda la Iglesia diocesana manifestó su agradecimiento al Santo Padre “que con paternal solicitud ha concedido esta Beatificación para bien de la Iglesia que peregrina en Jaén”. Y pidió que “la intercesión de estos 124 mártires de Jaén haga fecunda nuestra Iglesia, fortalezca nuestras comunidades, renueve nuestra caridad y despierte nuevas vocaciones a la familia, al sacerdocio y a la vida consagrada”.














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