La Conferencia Episcopal Española hizo pública el pasado 6 de mayo la Exhortación pastoral “Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes”, que había sido aprobada por la Asamblea Plenaria del pasado mes de marzo. El objetivo es actualizar la identidad y el marco de referencia de la pastoral con personas migradas y ofrecer algunas claves para afrontar los desafíos del futuro. Para ello se formula una pastoral transversal, en una Iglesia «en salida» donde “cabemos todos”. Se inspira en los dos grandes retos que planteó el papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado de 2021. “El reto ad intra” que propone “ensanchar el espacio de la tienda para que se pueda incluir a todos”, y “el reto ad extra” que “se refiere a la manera de ser una Iglesia verdaderamente misionera”.
La Declaración Nostra aetate del Concilio Vaticano II afirma que «todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos» (n. 1). La migración supone para la Iglesia un desafío particular por las dimensiones y por la situación de dolor que encierra. Ante las migraciones, tenemos una tarea y un gran reto: ser fieles al deseo y al mandato del Señor Jesús de reunir en una sola familia a todos los pueblos, siendo una fraternidad que ilumine a todos sobre cómo llegar a conseguir la unidad de los pueblos diversos.
La clave de la transformación está en pasar de una “pastoral para los migrantes” a una “pastoral con los migrantes”. Para ello es imprescindible que se inicien procesos de escucha activa, adecuación y transformación de las comunidades a la nueva realidad para que ese futuro común sea un «hogar» para todos. En comunidades significativas, acogedoras y misioneras. Acoger no es solo dar la bienvenida, sino sacar las consecuencias para lograr un enriquecimiento mutuo y recíproco entre quienes acogen y quienes son acogidos.
El actual fenómeno migratorio es una oportunidad para el anuncio del Evangelio, para el diálogo ecuménico y para el diálogo interreligioso. Hombres y mujeres que aún no han encontrado a Jesucristo son acogidos en países de antigua tradición cristiana. Será preciso encontrar los caminos para que puedan encontrar y conocer a Jesucristo. Por otra parte, la pastoral con migrantes promueve tanto la sensibilidad ecuménica como el diálogo interreligioso desde la cultura del encuentro y la caridad. En nuestro caso desde la artesanía de hacer cada día posible el entendimiento, la convivencia, la ayuda mutua, el respeto y el caminar juntos.
La Exhortación pastoral nos presenta algunas propuestas muy interesantes, que comienzan por crecer en coordinación, misión compartida y trabajo en red, caminar juntos en la diversidad sin la confusión de roles y servicios; también es preciso crecer juntos en la fe, la formación, la caridad y el sentido de identidad; cuidar la participación activa de las personas migradas incluyéndolos en los consejos pastorales parroquiales, y en cualquier organismo o responsabilidad pastoral, para que sean sujetos activos y no solo destinatarios de la evangelización; para llegar a construir comunidades acogedoras y hospitalidad, discernir y concretar en cada comunidad cómo encarnar una Iglesia que vive y se muestra como familia que acoge a todos.
Es muy importante la formación de todos: seminaristas, presbíteros y laicos, para que todos vivan al servicio de una Iglesia cada vez más sinodal y culturalmente diversa. Este camino se recorre en coherencia con la cultura de la vida, cuidando la maternidad en situaciones vulnerables y desarrollando programas eficaces para la integración de los niños y niñas migrantes, trabajando juntos por la «plena ciudadanía» de todos, y formando parte de las narraciones positivas al servicio de la verdad en relación a las personas migradas, en todos los ámbitos: educación, medios de comunicación, formación, predicación. Tengamos siempre presentes las palabras del Señor en el examen final: “Fui forastero y me hospedasteis”.
+José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla